¿ESTUVO ATADO?
No me parece bíblico que lo encadenes a la descendencia de Adán caído.
Porque entonces la Plenitud de Dios, sería para el primer Adán y no para Cristo.
El segundo, Adán, no tiene absolutamente nada que ver con la concupiscencia natural de la criatura, sea ángel o humano.
Jesús fue sin concupiscencia, tentado en todo, y padeció siendo tentado, pero apartado de los pecadores.
El padecimiento de Cristo nos enseña el fruto de la maldad que hay en nosotros, y que él tomó sobre sí mismo, voluntariamente padeció siendo tentado.
Él no se alegró o sintió goces libidinosos en las tentaciones, que el hombre natural, asocia a Cristo.
El no vino a eso.
A experimentar por un corto lapso de tiempo, goce sexual, y luego vencer esa tentación.
Él padeció siendo tentado, no leemos que ninguna tentación le haya producido goces sexuales a un hombre cuya casa fue construida por el Espíritu Santo.
El cuerpo de Jesús es el perfecto Templo del Espíritu Santo.
Un propósito para lograr en nosotros, ser como Jesús:
1Co 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Entre más padecemos nosotros, más nos acercamos a Dios, porque nos impulsa a orar, a buscar ser semejantes a él. Leemos:
Flp 3:9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
Flp 3:10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,
Los padecimientos del creyente, expulsan el pecado, leemos de Job:
Job 23:10 Más él conoce mi camino;
Me probará, y saldré como oro.
Los padecimientos del creyente, por causa de Cristo, genera recompensa eterna, leemos:
2Co 4:17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria:
2Co 4:18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Todo el padecimiento que el creyente reciba aquí, será compensado en la vida que está por venir.
Jesús toda la vida fue un Hombre de Oración, era como su oxígeno diario, su comunión con el Padre.
El Jamás tuvo tiempo, ni fue parte de su interés, experimentar deleites carnales en tentaciones relacionadas con el sexo, en tales ocasiones, si las hubo, pasaron de largo, ubicar a Jesús dentro de los parámetros del hombre natural, es algo profano.
Biológicamente, era un Hombre, pero sin concupiscencia. Algo que debemos aceptar por la Fe, y no profanar su condición de Hombre Perfecto, con comparaciones intencionadas y libidinosas, concernientes al hombre ordinario de la descendencia de Adán caído.
Tal conducta no glorifica a Jesucristo Hombre, más bien lo degrada.
Así que tenga cuidado con eso.