¡ASESINOS!
«¿Por qué estás lejos, oh Jehová,
Y te escondes en el tiempo de la tribulación?
Con arrogancia el malo persigue al pobre;
Será atrapado en los artificios
que ha ideado.
Porque el malo se jacta
del deseo de su alma,
Bendice al codicioso,
y desprecia a Jehová.
El malo, por la altivez de su rostro,
no busca a Dios;
No hay Dios en ninguno
de sus pensamientos.
Sus caminos son torcidos en todo tiempo;
Tus juicios los tiene muy lejos de su vista;
A todos sus adversarios desprecia.
Dice en su corazón:
No seré movido jamás;
Nunca me alcanzará el infortunio.
Llena está su boca de maldición,
y de engaños y fraude;
Debajo de su lengua
hay vejación y maldad.
Se sienta en acecho
cerca de las aldeas;
En escondrijos mata al inocente.
Sus ojos están acechando al desvalido;
Acecha en oculto,
como el león desde su cueva;
Acecha para arrebatar al pobre;
Arrebata al pobre
trayéndolo a su red.
Se encoge, se agacha,
Y caen en sus fuertes garras
muchos desdichados.
Dice en su corazón:
Dios ha olvidado;
Ha encubierto su rostro;
nunca lo verá.
Levántate, oh Jehová Dios,
alza tu mano;
No te olvides de los pobres.
¿Por qué desprecia el malo a Dios?
En su corazón ha dicho:
Tú no lo inquirirás.
Tú lo has visto;
porque miras el trabajo y la vejación,
para dar la recompensa con tu mano;
A ti se acoge el desvalido;
Tú eres el amparo del huérfano.
Quebranta tú el brazo del inicuo,
Y persigue la maldad del malo
hasta que no halles ninguna.
Jehová es Rey eternamente y para siempre;
De su tierra han perecido las naciones.
El deseo de los humildes oíste, oh Jehová;
Tú dispones su corazón,
y haces atento tu oído,
Para juzgar al huérfano y al oprimido,
A fin de que no vuelva más
a hacer violencia el hombre de la tierra.»
Salmos 10:1-18 RVR1960