«Es cierto, ellos conocieron a Dios
pero no quisieron adorarlo
como Dios ni darle gracias.
En cambio, comenzaron a inventar
ideas necias sobre Dios.
Como resultado,
la mente les quedó
en oscuridad y confusión.
Afirmaban ser sabios
pero se convirtieron
en completos necios.
[…]
Por pensar que era una tontería
reconocer a Dios,
Él los abandonó a sus tontos
razonamientos y dejó que hicieran cosas
que jamás deberían hacerse.
Se llenaron de toda clase de perversiones,
pecados, avaricia, odio, envidia,
homicidios, peleas, engaños,
conductas maliciosas y chismes.
Son traidores, insolentes,
arrogantes, fanfarrones
y gente que odia a Dios.
Inventan nuevas formas de pecar
y desobedecen a sus padres.
No quieren entrar en razón,
no cumplen lo que prometen,
son crueles y no tienen compasión.
Saben bien que la justicia de Dios
exige que los que hacen esas cosas
merecen morir;
pero ellos igual las hacen.
Peor aún, incitan a otros
a que también las hagan.»
«Adoraron al dragón por haberle dado
semejante poder a la bestia
y también adoraron a la bestia.
«¿Quién es tan grande como la bestia?
—exclamaban—.
¿Quién puede luchar contra ella?».»