Ciertamente en Cristo, le podemos decir a nuestro enemigo: "El mal que pensaste hacerme, DIOS lo tornó para bien, no solo para mí, sino para muchos" (Génesis 50:20).
El salmista declara, en tono alegre: "Tú DIOS, preparas mi banquete, delante de mis enemigos ... mi copa está rebosando" (Salmos 23:5).
Nuestro SEÑOR mismo, fue levantado en una cruz, el blanco de la burla y la humillación extrema por los poderes de este mundo, pero mientras Él estaba siendo levantado en ese madero, triunfó sobre el adversario y todo principado, trayendo salvación al mundo (Colosenses 2:15).
¡No temas amigo mío! En Cristo, nuestras más humillantes derrotas darán paso a nuestros mayores triunfos; en Cristo, nuestra debilidad humana presentará la mejor ocasión para que se manifieste la fuerza de DIOS por nosotros; y todo el dolor y el sufrimiento que experimentamos en esta vida, en el último gran análisis, obrará todo para nuestro bien.
¡Sigue peleando la buena batalla de la Fe! Aprende a soportar el sufrimiento. Aprende a dominar los vientos cambiantes de nuestro frágil corazón humano, y manténgase firme en DIOS, que Él nunca cambia, y Sus promesas son firmes, y en su debido orden, nos dará la victoria sobre nuestro adversario.
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