El misterio del mal sigue marcando el mundo

18 Noviembre 1998
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Hoy en el diario La Razón

El Papa llama a dos millones de polacos a no callar ante la «escandalosa propaganda del liberalismo»

Celebró ayer en Cracovia una multitudinaria misa durante la que dijo que el «misterio del mal» sigue marcando el mundo

Juan Pablo II celebró en la mañana de ayer una misa, a la que asistieron más de dos millones de personas, y en la que beatificó a cuatro religiosos polacos. Durante la homilía, el Santo Padre advirtió que el «misterio de iniquidad» marca la realidad del mundo y habló con amargura de la «falsa ideología de libertad» que se está imponiendo, explicando que la Iglesia no puede callar ante esa «escandalosa propaganda de liberalismo, de libertad sin verdad y sin responsabilidad». Notablemente cansado, el Santo Padre animó a los polacos a no contagiarse por el materialismo de otros países desarrollados. Por la tarde rezó ante la tumba de sus padres y realizó una visita privada a la catedral de Wawel, donde ofició su primera misa.

Juan Lara - Cracovia (Polonia).-
Ante más de dos millones de personas Juan Pablo II advirtió ayer en Cracovia que el «misterio del mal» continúa marcando la realidad del mundo y denunció que ante esta «experimentada» maldad el hombre vive el miedo al futuro, del vacío, del sufrimiento y teme la aniquilación, al tiempo que habló con amargura de la «falsa ideología de la libertad» que incluso en su país, la «católica Polonia» salida del comunismo, se está imponiendo. Juan Pablo II agregó que la Iglesia no puede callar ante esa «escandalosa propaganda de liberalismo, de libertad sin verdad y responsabilidad» y que tiene el deber de propagar que la única e infalible filosofía de la verdad está en Cristo.
Estas manifestaciones las hizo durante la misa multitudinaria celebrada en el parque Blonie de la ciudad en la que pasó cuarenta años de su vida y con la que se quitó la «espinita» que tenia clavada desde 1999, cuando tuvo que suspender la celebración de la Eucaristía en el mismo lugar debido a una fiebre. Hoy, tres años después, volvió a encontrarse con más de dos millones de polacos venidos de todas las partes del país para acompañarle, temerosos de que esta pueda ser la última vez que le vean en su tierra. El Santo Padre, como los días pasados, tenía la voz firme, pero ya ayer presentaba síntomas de un fuerte cansancio, lo que no le impidió oficiar una larga ceremonia en la que, además, beatificó a cuatro religiosos polacos. Se trata del que fuera arzobispo de Cracovia Segismundo Felix Felinski (1822-1895); los sacerdotes Jan Balicki y Jan Beyzym y la monja Sanzia Szymkowiak. Con estos cuatro, Juan Pablo II ha proclamado en sus casi 24 años de pontificado 1.294 beatos y también ha proclamado 464 santos. Desde últimas horas del sábado y durante toda la pasada noche, ríos de personas se dirigieron por las calles de Cracovia hacia el parque Blonie, donde hoy acogieron al Papa como un héroe nacional, desafiando el fuerte calor reinante, que causó numerosos desmayos y lipotimias, y que tuvieron que ser atendidas en el hospital de campaña montado en la explanada.
En numerosos momentos rompieron el recogimiento para en medio del ondear de banderas de Polonia, del Vaticano y de estados vecinos, como Rusia o Ucrania, gritar: «estás en tu casa, queremos escucharte». Y el Santo Padre no les defraudó: leyó una larga homilía e improvisó con sus compatriotas, demostrado su alegría por estar por novena vez en su patria. Juan Pablo II dijo que aunque durante el siglo XX se lograron muchos avances, esos años han estado marcados por el «misterio del mal» y con esa iniquidad hemos entrado en el tercer milenio. «A menudo el hombre vive como si Dios no existiese e incluso pretende ocupar su puesto. Se arroga el derecho del Creador de interferir en el misterio de la vida humana, quiere decidir mediante la manipulación genética la vida del hombre y determinar el límite de la muerte», denunció el Obispo de Roma. Agregó que rechazando las leyes divinas y los principios morales, el hombre atenta contra la familia, intenta callar la voz de Dios en el corazón de los otros hombres y pretende hacer de Dios «el gran ausente» en la cultura y en la conciencia de los pueblos. «El ministerio del mal continúa marcando la realidad del mundo», denunció el anciano Pontífice, que aseguró que el hombre ante esa perversidad tiene miedo al futuro. La única salida, aseguró, es que resuene con nuevo vigor el mensaje de la misericordia de Cristo. «Ha llegado la hora de que su mensaje llegue a todos, especialmente a los que se pierden en el misterio del mal. Hay que alcanzar una nueva civilización, la del amor», subrayó. Juan Pablo II advirtió a los polacos, salidos hace poco más de una década del sistema comunista, de no contagiarse de los males de esos países desarrollados donde sólo parece contar el dinero y la economía. «Es necesario defender la libertad nacional ante esas diferentes fuerzas que guiadas por una falsa ideología de libertad intentan apropiarse de este terreno», les sugirió el Papa. Asismismo el Santo Padre animó a los polacos a ejercer la caridad con «imaginación» para afrontar las nuevas formas de pobreza en el mundo. Dijo que esa imaginación es necesaria para ayudar a los que han perdido el trabajo ¬en Polonia los parados son el 20 por ciento de la población¬, la casa o no pueden mantener a sus familias o educar a sus hijos. Aseguró que no se puede dar la espalda a los jóvenes caídos en la droga o el crimen ni a los niños abandonados. Una vez más llamó a la caridad.
En un espontáneo diálogo con los fieles que participaron en la misa, el Papa puso su vida y ministerio en las manos de Dios. «Hasta la vista. Os quiero decir que os veré pronto, pero esto está totalmente en las manos de Dios», declaró, bajo un sol aplanador. «Te esperamos», respondió a coro una muchedumbre entusiasta. «Lo encomiendo totalmente a la Divina Misericordia», respondió por su parte el Papa, claramente conmovido por el fervor de sus compatriotas. «Te esperamos en Wadowice», ¬su ciudad natal cerca de Cracovia¬, gritaron entonces unos jóvenes. Y la muchedumbre, añadió: «¿Quédate con nosotros! ¿Quédate con nosotros!». «Me queréis convencer para que deserte de Roma», dijo entre bromas, respondiendo indirectamente a los rumores que aseguraban el anuncio de su dimisión en Polonia.
Tras el baño de multitudes, Juan Pablo II vivió hoy uno de los momentos más emotivos de su noveno viaje a Polonia, cuando visitó la catedral de Wawel, de Cracovia, donde ofició su primera misa como sacerdote, y después cuando oró, emocionado, ante la tumba de sus padres y hermano en el cementerio de Rakowice. El recorrido comenzó en Wawel donde se alza la catedral. En una capilla del templo celebró el por entonces Karol Wojtyla su primera misa como sacerdote. En medio de un silencio sepulcral, Juan Pablo II oró y leyó el breviario durante más de media hora ante el altar mayor y después recorrió subido en la peana móvil el templo. El momento más emotivo se vivió en el cementerio de Rakowice. Subido en el «papamovil» llegó hasta la tumba donde se encuentran enterrados su padre, su madre y su hermano. Sin bajarse del vehículo y apoyándose en la ventanilla bajada, el Papa se recogió en oración durante unos minutos, mientras un coro de monjas cantaba. En medio de un gran silencio, el Papa encendió tres velas, una por cada miembro de su familia, que fueron colocadas sobre la tumba.
Hoy, último día de su visita, el Papa oficiará una misa en el santuario de Kalwaria Zebrzydowska, a 45 km de Cracovia, donde iba cuando joven con su padre a rezar el via crucis. No se descarta que antes de volver a Roma sobrevuele en helicóptero Wadowice, su pueblo natal.