Estimado JoelPr
Con la Gracia de Dios en Jesucristo no he podido creer en la existencia del libre albedrío, ni entre lo bueno y lo malo, ni tampoco exclusivamente entre lo bueno, sino solamente entre lo malo y lo peor.
Permítame comenzar con una figura, la del conejo silvestre, dejando la maldad y el aspecto jurídico de lado por un momento, para intentar ver el propósito y la naturaleza de las cosas.
Veamos,
El conejo silvestre a primer vistazo es libre, es decir, donde quiere come pasto, donde le place hace su cueva, libre es de corretear y reproducirse con quien quiera, y en todo ello Su Creador le ha concedido deleite, es decir, el conejo tiene complacencia en esa su libertad. Pero el conejo, por sí mismo, no puede ser caballo, no puede ser perro, no puede ser hombre y es natural que tampoco lo desee, porque en la libertad que le ha sido concedida obtiene su deleite.
De esta manera cumple el propósito por el cual fue creado y que es; ser propiedad y dominio de Su Creador, quien en Su Santa Magnificencia no le hace violencia en su naturaleza, muy por el contrario, le ha concedido deleite en el pasto que come.
Es así, que con todo rigor la libertad que el conejo tiene y en la cual se deleita por Gracia de Dios, no es verdadera libertad, sino que es sujeción a la naturaleza en la cual nació, dicho de una forma más brutal, el conejo es esclavo de su naturaleza, de forma que todas y cada una de sus acciones se corresponden exactamente con su naturaleza y de la cual por si mismo le es del todo imposible escapar, independientemente que pudiera o no llegar a desearlo.
Ahora bien, el asunto se complica cuando tratamos sobre el hombre que a gran diferencia del conejo, le fue permitido en su propia desobediencia llegar a conocer la diferencia entre el bien y el mal, aun así podemos rescatar de la figura del conejo, el Propósito del Creador, Su Magnificencia y la sujeción a la naturaleza en la cual las criaturas nacen.
Como evangélicos se nos ha concedido creer y entender, en cuanto al Propósito de Dios, que todas y cada una de las cosas le pertenecen, y que han sido creadas para Su Propia y Santa Gloria, y que sujetó a todos, judíos y gentiles, en desobediencia para tener misericordia de todos (Rom. 11:32-36), en lo cual se nos ha permitido deleitarnos, de manera que nosotros también alcancemos gloria en El Santo Consejo de Dios, al conocer a nuestro Creador y Dios Todopoderoso. (Prov. 9:10; Jer. 9:23-26).
Siempre es bueno entender la diferencia entre el Adán antes de la caída y el Adán después de la caída, demás está decir que el Adán antes de la caída estaba en la Presencia de Dios y le veía cara a cara, es decir, y de acuerdo a la Escritura éste Adán estaba en la gloria del hombre, pero sin conocimiento de la diferencia entre el Bien y el mal. También es bueno decir que siendo Dios Absolutamente Perfecto y Eterno Conocedor del bien y del mal, no sufre sorpresa ni frustración por causa de sus criaturas sean de carne o sean espíritu. Y que es Santo Atributo de Su Perfecto Amor y Dadivosidad que sus criaturas adquieran el conocimiento de lo que a Él le Place que éstas conozcan, porque siendo Él, El Dueño de Toda la Eterna y Perfecta Sabiduría, en Su Propio y Perfecto Consejo a quien quiere se la concede, determinando de manera Justa, Perfecta y Sabia cual es el método por el cual sus criaturas han de ser educadas en Su Perfecta Sabiduría, Bondad y Todapotencia.
Así se nos ha concedido creer y entender que Adán, no conociendo y por tanto no entendiendo la diferencia entre el Bien y el mal, pero sí sabiendo de la Perfecta Gloria de Dios, es decir, conociendo cara a cara El Santo Origen de Todo Bien y Su Consejo, le fue permitido que libremente desobedeciera al hacer lo que le estaba Santamente Prohibido a su naturaleza, pero que aun estándole prohibido en su naturaleza estaba la potencia para hacerlo.
En todo rigor, Adán tenía la potencia para ejercer el libre albedrío, porque ésta potencia le era don natural, de forma que actúa, pero no ejerce el libre albedrío entre el Bien y el mal, simplemente porque no conocía el mal cara a cara, sino que lo ejerce entre obediencia y desobediencia, o dicho de otra forma, en desobediencia a Dios y en obediencia a otra criatura. Evidentemente poco tardó Adán, en darse cuenta que la desobediencia del Santo Consejo de Dios era el comienzo de todos sus males y el de la creación completa, es decir, aprendió en una Perfecta y Santa Lección la diferencia entre el Bien y el mal. Nunca olvidó Adán que el mal es la desobediencia del Santo Consejo de Dios, mal que fue puesto frente a él cara a cara.
De esta manera tenemos a Adán después de la caída, desalojado del Edén, obligado a habitar en una tierra Santamente Maldita por Dios, sujeta a la corrupción, donde moran pecado y muerte, y para colmo, administrada por el príncipe de este mundo. Pero este Adán caído, ahora es conocedor del Bien y del mal (Gen. 3:22), sin embargo todo su ser responde a una naturaleza distinta a la de su creación original, porque está sujeta al pecado, a la corrupción y a la muerte, es decir, su naturaleza caída está absolutamente de acuerdo al medio en el cual ha de vivir todos los días de su vida.
En este mundo caído Adán tendrá que compartir con el conejo de nuestra figura, cada uno en su propio orden natural, no solo el campo, la hierba y los cerros, sino que también, la esclavitud a la naturaleza caída y pecaminosa a la que fue entregado, de la cual y de manera similar al conejo, les es del todo imposible escapar por sí mismo.
Pero el Adán caído y la raza caída que de él proviene, respecto del conejo, tienen una supuesta ventaja en este mundo corrupto y pecaminoso, es decir, toda la raza caída es conocedora del Bien y del mal, pero Santa Sabiduría de Dios y Bendición para el hombre, aun teniendo el conocimiento del Bien y del mal, no les ha sido concedida la potencia para elegir hacer el bien y tener deleite en la bondad, de manera que de acuerdo a la naturaleza caída en la cual viven y obtienen su complacencia, su corrupción aumenta y se profundiza el abismo que los separa de Dios (Ge. 6,7,8).
En rigor toda la raza tiene “libre albedrío”, pero como es natural su libertad está sujeta a la naturaleza en la cual nacen, viven y mueren y esta naturaleza está caída, destituida de la Gloria de Dios. De manera que toda la raza ejerce su libertad pero en la esclavitud de una naturaleza pecaminosa y corrupta, de la cual por sí mismos son incapaces de escapar y de agradar a Dios en esa su libertad en la cual tienen su deleite.
Es tan impotente la raza caída, en cuanto a lo Bueno y Santo, y es tal su inclinación al mal, que aun con una Ley Divina, Santa y Buena (Rom. 1,2,3,4,5,6) son incapaces de sujetarse a ella, transformándoseles en maldición y por la cual todos deberían justamente perecer. Tan profunda y dolorosa impotencia les es común, que en la Santa Misericordia de Dios es necesario que Dios Mismo les salve de su calamitosa y pecadora condición, levantando para ellos Un Salvador El Cristo de Dios, Señor nuestro.
Como complemento le dejo a continuación un resumen de la Doctrina Bíblica de la “Depravación Total” y que algunos para suavizar su nombre le llaman ”Inhabilidad Total”:
Doctrina de la Depravación Total o Inhabilidad Total: (Ref. 1)
“Debido a la caída, el pecador es incapaz de creer en el Evangelio y ser salvo, ya que está muerto, ciego y sordo a las cosas de Dios; su corazón es engañoso y perverso en gran manera.
Su voluntad NO ES libre, sino que está esclavizada A SU naturaleza pecaminosa; por tanto, no quiere – y de hecho, no puede – escoger el bien y rechazar el mal en lo que a las cosas espirituales respecta.
La mera ayuda del Espíritu, por consiguiente, no es suficiente para traer el pecador a Cristo, sino que es absolutamente necesaria la regeneración en virtud de la cual el Espíritu imparte vida y nueva naturaleza al pecador.
La fe no es algo con lo cual el hombre contribuye a la salvación sino que es en sí una parte del Don de la Salvación – es el Don de Dios al pecador, no el don del pecador a Dios.”.
En concordancia con esta Doctrina Bíblica:
La Doctrina de la Inhabilidad Total aparece en la Confesión de Westminster de la manera siguiente:
“El hombre, debido a su caída a un estado de pecado, ha perdido completamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a la salvación; así es que como hombre natural que está enteramente opuesto al bien y muerto en el pecado, no puede, por su propia fuerza, convertirse, o prepararse para ello” (Ref.2).
Finalmente es bueno agregar:
El apóstol Pablo, Agustín, y Juan Calvino toman como punto de partida el hecho de que toda la humanidad pecó en Adán y que todos los hombres son “inexcusables” (Ro. 2:1).
Pablo nos recalca una y otra vez que estamos muertos en delitos y pecados, alejados de Dios, y sin esperanza. A los creyentes en Efeso les recuerda que antes de recibir el Evangelio se hallaban “sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel, y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Ef.2.12). Podemos notar en esta enseñanza el énfasis quíntuple que hace el Apóstol Pablo colocando frase sobre frase para acentuar dicha verdad.
A último momento vi el mensaje de Antorm, sobre Deuteronomio 30:19, lo cual siendo Palabra de Dios directamente relacionada con Su Perfecta y Buena Ley, es El Apóstol Pablo quien le puede contestar a Antorm, en cuanto a la absoluta incapacidad del hombre para sujetarse de sí mismo a una Ley Santa.
En las cosas de Dios,y por causa de la maldad, siempre es necerio verificar que el gato efectivamente tenga las cuatro patas en su lugar.
Disculpándome por lo extenso.
En Cristo
Rogelio
Ref.
(1) Lorraine Boettner. “La Predestinación” Libros Desafío CRC Wold Literature Ministries, Grand Rapids (1983), MI, USA.
(2) Confesión de Westminster, Cap. IX, Sec. III