Re: EL LIBRE ALBEDRIO, ¿VERDAD O MENTIRA?
Extracto de un libro de Deleuze.
¿Qué es el mal? Pregunta Espinoza. Esto se encuentra en la correspondencia; son las cartas que envía a un joven holandés malintencionado. Este holandés no quería a Espinoza y lo atacaba constantemente, le exigía: "digamé lo que, para usted, es el mal". Ustedes saben que en ese tiempo, las cartas eran muy importantes y los filósofos enviaban muchas cartas. Espinoza, que es muy gentil, cree, al comienzo, que es un joven que quiere instruirse y, poco a poco, comprende que no es así, que el holandés quiere su piel. De carta en carta, la colera de Blyenberg, que era un buen cristiano, crece y termina por decirle: ¡usted es el diablo! Espinoza dice que el mal, y eso no es difícil, el mal es un mal encuentro. Encontrar un cuerpo que se mezcla mal con el tuyo. Mezclarse mal quiere decir mezclarse en condiciones tales que una de tus relaciones subordinadas o que tu relación constituyente está, o bien amenazada o bien comprometida, o destruida.
Cada vez más alegre, queriendo mostrar que tiene razón, Espinoza analiza a su manera el ejemplo de Adán. En las condiciones en que vivimos, parecemos absolutamente condenados a solo tener un tipo de ideas, las ideas-afecciones. ¿Por cuál milagro se podría salir de esas acciones de cuerpos que no nos han esperado para existir, cómo elevarse a un conocimiento de las causas? Por el momento vemos que todo lo que nos es dado son las ideas de afección, las ideas de mezcla. Por el momento vemos que desde que nacemos estamos condenados al azar de los encuentros, entonces no se va lejos. ¿Qué implica? Implica ya una furiosa reacción contra Descartes puesto que Espinoza afirmará tajantemente, en el libro dos, que nosotros no podemos conocernos a nosotros mismos, y solo podemos conocer los cuerpos exteriores por las afecciones que los cuerpos exteriores producen sobre el nuestro. Para aquellos que recuerdan un poco a Descartes, esta es la proposición anti-cartesiana de base puesto que excluye toda aprehensión de la cosa pensante por si misma, a saber, esta excluye toda posibilidad de cogito. Solo conozco las mezclas de cuerpos y solo me conozco a mi mismo por la acción de otros cuerpos sobre el mío, y por las mezclas.
Esto no solo es anti-cartesiano, también es anti-cristiano, ¿por qué? Porque uno de los puntos fundamentales de la teología es la perfección inmediata del primer hombre creado, lo que se llama en teología, la teoría de la perfección adámica. Adán, antes de pecar, es creado tan perfecto como puede serlo, y después está la historia del pecado que es precisamente la historia de la caída, pero la caída presupone un Adán perfecto como criatura. A Espinoza esta idea le parece muy graciosa. Su idea es que eso no es posible; supongamos que nos damos la idea de un primer hombre, solo nos la daríamos como la del ser más impotente, el más imperfecto puesto que el primer hombre solo puede existir al azar de los encuentros y de las acciones de otros cuerpos sobre él. Entonces, al suponer que Adán existe, él existe bajo un modo de imperfección y de inadecuación absoluta, existe bajo el modo de un pequeño bebe librado al azar de los encuentros, a menos que esté en un medio protegido, pero eso es mucho decir. ¿Qué sería un medio protegido?
El mal es un mal encuentro, ¿qué quiere decir esto? Espinoza, en su correspondencia con el holandés, le dice: me propones todo el tiempo el ejemplo de Dios que ha prohibido a Adán comer la manzana, y citas eso como un ejemplo de una ley moral. La primera prohibición. Espinoza le dice: pero eso no es lo que pasa y Espinoza retoma la historia de Adán bajo la forma de un envenenamiento y de una intoxicación. ¿Qué pasa en realidad? Dios jamas prohíbe nada a Adán, le otorga una revelación. Lo ha prevenido del efecto nocivo que el cuerpo de la manzana tendría sobre la constitución de su cuerpo, el de Adán. En otros términos, la manzana es un veneno para Adán. El cuerpo de la manzana existe bajo una tal relación característica de manera que solo puede actuar sobre el cuerpo de Adán, tal como está constituido, descomponiendo la relación del cuerpo de Adán. Y si es culpable de no escuchar a Dios, no es en el sentido en que ha desobedecido, es que no ha entendido nada. Existe también con los animales, algunos tienen un instinto que los hace ir hacia lo que es veneno para ellos, otros en este punto no tienen ese instinto.
Cuando hago un encuentro tal que la relación del cuerpo que me modifica, que actúa sobre mi, se combina con mi propia relación, con la relación característica de mi propio cuerpo, ¿qué pasa? Yo diría que mi potencia de actuar está aumentada; al menos aumenta bajo esa relación. Cuando, al contrario, hago un encuentro tal que la relación característica del cuerpo que me modifica compromete o destruye una de mis relaciones, o mi relación característica, diría que mi potencia de actuar está disminuida o destruida. Encontramos aquí nuestros dos afectos, -affectus-, fundamentales: la tristeza y la alegría.
Para reagrupar todo a este nivel, en función de las ideas de afección que tengo, hay dos tipos de ideas de afección: idea de un efecto que se concilia o que favorece mi propia relación característica, segundo tipo de idea de afección: la idea de un efecto que compromete o destruye mi propia relación característica. A esos dos tipos de ideas de afección corresponden los dos movimientos de la variación en el affectus, los dos polos de la variación: en un caso mi potencia de actuar está aumentada y experimento un afecto de alegría, en el otro caso mi potencia de actuar está disminuida y experimento un afecto de tristeza.
Y todas las pasiones, en sus detalles, Espinoza las va a engendrar a partir de esos dos afectos fundamentales: la alegría como aumento de la potencia de actuar, la tristeza como disminución o destrucción de la potencia de actuar. Volvemos a decir que cada cosa, cuerpo o alma, se define por una cierta relación característica, compleja, pero yo también había dicho que cada cosa, cuerpo o alma, se define por un cierto poder de ser afectado. Pasa como si cada uno de nosotros tuviera un cierto poder de ser afectado. Si consideran a las bestias, Espinoza será tajante al decirnos que lo que cuenta en los animales no son los géneros o las especies; los géneros y las especies son nociones absolutamente confusas, ideas abstractas. Lo que cuenta es: ¿de qué es capaz un cuerpo? Y lanza, ahí, una de las cuestiones más fundamentales de toda su filosofía (antes de él había sido Hobbes y otros) diciendo que la única cuestión es que todavía no sabemos de qué es capaz un cuerpo, parloteamos sobre el alma y sobre el espíritu y no sabemos lo que puede un cuerpo. Ahora bien, un cuerpo debe ser definido por el conjunto de las relaciones que lo componen, o, lo que viene a ser exactamente lo mismo, por su poder de ser afectado. Mientras ustedes no sepan cuál es el poder de ser afectado de un cuerpo, mientras lo aprehendan al azar de los encuentros, no tendrán una vida prudente, no tendrán la sabiduría.