Para mayor información, pego aquí la nota de CNN en Español
en la edición de hoy:
MUNDO </mundo/> La secta de Uganda llevó a sus seguidores hacia una muerte silenciosa
ñEspaa </mundo/espana/>
LATINOAMERICA </latin/> Varios vecinos miran dos cadáveres desenterrados de la casa de Kataribabo
EE.UU./CANADA </eeuu_canada/> Marzo 30, 2000 Actualizado: 12:54 PM EST (1754 GMT)
TIEMPO </tiempo/> En este artículo: Un gran secreto Férrea disciplina Falsas profecías
ECONOMIA </econ/> RUSHOJWA, Uganda -- A medida que se van recuperando cadáveres escondidos, también se van desenterrando más detalles sobre las condiciones de vida impuestas a sus seguidores por la secta apocalíptica que causó la muerte de unas 800 personas en Uganda. El culto prohibía, por ejemplo, la conversación y el sexo entre sus miembros e incluso el uso de jabón. Pero esa insistencia fanática de sus líderes por evitar caer en el pecado no evitó, sin embargo, que la cúpula de la organización que anunciaba la llegada del día final supuestamente matara a cientos de personas. El Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos de Dios era dirigido por un político fracasado y profeta de 68 años Joseph Kibwetere, quien aseguraba que hablaba personalmente con Jesús. Varios miembros le describieron como un hombre violento propenso a arrebatos de cólera. A su lado, destacaban Gredonia Mwerinda, una ex prostituta que alegaba que oía a la Virgen María y el "padre" Dominic Kataribabo, un ex cura católico romano con estudios de posgrado en Teología que tenía una reputación de hombre estudioso y religioso. Un gran secreto Pero Kataribabo escondía también un gran secreto. La policía encontró esta semana 155 cuerpos en dos fosas comunes en la propiedad con jardín del ex prelado, una cifra que aumentó a unas 800 personas el balance provisional estimado de muertes provocadas por la secta apocalíptica. Muchos de los cadáveres que fueron desenterrados del jardín del líder religioso en la ciudad de Rugazi tenían evidentes signos de estrangulación. Los vecinos y familiares aseguran que sabían que Kataribabo había excavado en el fondo de su jardín, pero nunca sospecharon que fuera con una finalidad tan espantosa. "Era un buen hombre, bueno con sus seguidores, bueno con su familia y bueno con la gente en general", indicó Bagambe Apex, sobrino de Kataribabo. "Jamás hubiésemos podido prever que algo así iba a ocurrir", agregó. Sus parientes dicen que el cura silencioso y estudioso debió caer bajo el hechizo diabólico de Kibwetere y Mwerinda. Unos días antes de que 500 miembros de la secta fallecieran calcinados en un incendio de una iglesia aparentemente provocado, en la ciudad de Kanungu, en el sudoeste de Uganda, Kataribabo compró 40 litros de ácido sulfúrico, uno de los productos químicos que, según la policía, podría haber sido utilizado para matar a la gente en la iglesia. Su paradero actual sigue siendo un misterio. En un principio, la policía comunicó que los restos del religioso de 64 años fueron encontrados entre los cuerpos calcinados en Kanungu. Ahora sospechan que sobrevivió y que huyó junto a los otros líderes de la secta. Férrea disciplina Kibwetere y sus acólitos imponían un estricto régimen dentro del movimiento, según afirman ex miembros del culto apocalíptico. Los hombres y mujeres, aunque estuviesen casados, sólo podían reunirse durante las horas de oración. Los seguidores no podían hablar y tenían que comunicar a través de signos. Entre otros detalles, el jabón estaba prohibido y los miembros tenían que asearse con detergente utilizado para lavar prendas. Los adherentes tenían un estilo de vida muy regulado y extremadamente espartano, en el que ocupaban sus días con labores manuales y la oración. Los ex miembros comentaron que se les despertaba a las 3 de la mañana para rezar durante una hora y tenían la obligación de ayunar dos días a la semana. Luego, no es extraño que tuvieran poco contacto con los locales, aunque algunos habitantes estaban empezando a estar resentidos por sus fanáticos vecinos. "A medida que pasaba el tiempo, empezamos a sentirnos cada vez más asustados", comentó Kisembo Didas, un granjero de Rugazi. "Pensábamos que eran peligrosos, un culto de Satán. Solían comportarse de manera anormal, parándose de repente en la calle y hablando sin sentido", subrayó. Falsas profecías Pero la disciplinada organización de la secta se vino abajo cuando el día del juicio final no llegó los últimos días del año pasado, tal y como el profeta Kibwetere había previsto. Algunos miembros, a quienes se había pedido que vendieran sus posesiones para entregar el dinero a la iglesia, aparentemente empezaron a pedir que se les devolvieran sus donaciones, uno de los motivos que los investigadores barajan como causa de las matanzas. El padre Paul Ikazire formaba parte de la cúpula de la secta antes de abandonar su sacerdocio en 1994. Describió a Kibwetere como una persona violenta con ataques de furia frecuentes, pero según él, quien realmente dirigía la organización era Gredonia Mwerinda. "Solía traer mensajes de la Virgen María y el Arcángel Miguel", señaló Ikazire. "Entraba y decía cosas como la Virgen María quiere que traigáis más dinero", agregó. (Con información de Reuters)