El fuego ardiente es para quemar las impurezas del alma

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5 Septiembre 2001
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Practicando los libros de 1 y 2 de Tesalonicenses
Semana 22 --- Ser glorificado en Sus santos
Jueves --- Leer con oración: 1 P 4:12-13; 2 Ts 1:7-8
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 P 4:12-13)
EL FUEGO ARDIENTE ES PARA QUEMAR LAS IMPUREZAS DEL ALMA
Pedro en su primera epístola, escribe sobre la experiencia de sus sufrimientos: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 P 4:12-13).
El Señor Jesús se manifestará con los ángeles de Su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecieron a Su evangelio (2 Ts 1:7-8), pero antes de eso, el Señor quiere que pasemos por el fuego ardiente, para ser purificados como se refina el oro, quitando todas las impurezas del alma. Así que, cuando el vuelva no tendrá ningún problema con nosotros, pues ya habrá quitado todo lo que era necesario quitar.
Para que nuestra constitución natural sea totalmente quemada, necesitamos abrirnos a ese fuego ardiente, y no considerarlo extraño. Tenemos que pasar por eso, no “como si alguna cosa extraña nos haya acontecido” (1 P 4:12b). Eso es algo extraordinario, pero es muy común y normal, porque aún no nos libramos de vivir en nuestra vida natural. Si permitimos que el fuego ardiente queme los elementos naturales que necesitan ser quemados, el Señor también permitirá que Su vida divina aumente en nosotros, y cuando Cristo se manifieste, seremos glorificados (v. 14), por eso nuestro vivir no sólo debe ser digno de Dios, sino también de Su reino y gloria (1 Ts 2:12).
Segunda de Tesalonicenses 1:6-7 dice: “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder”. Recibiremos la gloria cuando el Señor venga y sea glorificado (v. 10). Eso ocurrirá en los santos que ya se negaron a sí mismos; ellos estarán llenos de la vida de Dios, serán dignos de Dios, dignos de Su reino en medio de los sufrimientos, y dignos de la gloria de Dios. ¡Gracias al Señor! ¡Dios será glorificado en Sus santos y nosotros también seremos glorificados en Él!
Ser glorificado es un punto muy importante. Si logramos pasar por el juicio de Dios, veremos la gloria, es decir, el reino milenario, un reino lleno de gloria. Por eso mientras vivamos en la tierra, que nuestro andar, vivir y comportamiento sean dignos de Dios. Necesitamos vivir siempre en la luz del rostro de Dios para vivir siempre en Él, para que él disfrute de nuestra presencia y nosotros de la suya. Así que, cuando sufrimos, no sufrimos solos, sino con Él. Cuando pasamos por sufrimientos, no digamos: “¡Señor, no aguanto este sufrimiento, es demasiado!”. Antes bien debemos decir: “Señor, te doy gracias, pues en medio del sufrimiento, Tú sufres conmigo, y si no fuese por este sufrimiento, yo no buscaría Tu presencia. Ahora paso por esto, mas Tú estás presente y yo sufro juntamente contigo”. De esa manera, estemos dispuestos a sufrir por el reino de Dios, para que Él sea glorificado en Sus santos, y los santos también entren en Su gloria.
Punto Clave:
Estar dispuestos a sufrir por el reino de Dios
Pregunta:
¿Cómo el fuego ardiente puede dejar de venir?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Árvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!