El fenómeno argentino. Miley

Es un experimento económico, cuando todo está en ruinas hay que derribar las ruinas, expulsar los pedazos para luego construir sobre fundamentos nuevos y lo malo no es que se pretenda instaurar un modelo anarco capitalista sino que, las evidencias apuntan a que Argentina se está subordinando a una potencia bastante desleal como es el caso de la Americana.


Amanecerá y veremos, ojala que todo salga para bien pero, no se puede olvidar cómo estaba argentina cuando llego Milei, es injusto y es incorrecto, hay que entender como estaba realmente la economía cuando asumió el poder, con una moneda devaluándose cada hora que transcurría, era un país quebrado, tremendamente endeudado y en la practica un modelo colapsado con miles y miles de empleados públicos que cobraban sin trabajar, con trabas en todo el sistema productivo, etc etc, como decían en West World “

No se come todo lo que dicen, se descubrió que Milie fue asesor de Provincia Seguros de la Gobernación Kirchneristas de Scioli por cuatro años y recibió dinero unos 100.000 dólares del gobierno y culpa a otros de ñoquis , se queja de las jubiladas amas de casa, que cobraron sin aportar y su madre fue una que cobraba , su ministra Pettovvelo con denuncias por sobre sueldos y podemos seguir y ya es mucho por el poco tiempo.​

No se entendía que hacia el vicepresidente de Cristina Kirchner , Scioli con Milei y ya sabemos que fue uno de sus mecenas y se termino en 2016 porque la gobernación la gana los Macristas con María E. Vidal.​

 
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No es solo Rey Pacifico, ninguno de sus colegas economistas, más aún libertarios y liberales entiende que esta haciendo con la economía y las finanzas y fíeles a las palabra de Milei se esta yendo todo al carajo, me entristece que tengas otra frustración política y otra oportunidad perdida para Argentina y ya hemos visto de de clase de paracaidistas que han caído en este gobierno que algunos ya son peores que los de Fernández y a otros ministros los tiene amordazados y atados de pies y manos y en parte porque nadie sabe a donde va Milei y le aclaro a todos los ignorantes que el Estado que controla Milei es solo el 18 % de los empleados públicos y 66 % el resto de las 23 provincias más la capital y el 17 % los municipios .​

Para ser mala persona no hay que tener alguna condición mas.
Hay pesimistas por pesimistas y hay quienes saben muy bien lo que buscan.
El ningún sentido se puede decir que este gobierno es peor que el de Fernandez salvo por aquellos que perdieron o pierden sus curros.
 
los diablos los trae en la mente Milei al que adoras.
Puede ser.
Sin embargo yo tengo que verlos en cambio vos te volviste profeta y para profetizar el mal para argentina.
 
¿entonces, es mala la democracia?
Obvio.
Porque el bien no está en la mayoría sino en Dios.
Pero decir que la mayoría no tiene la verdad no es decir que la puede tener una minoría.
Nadie la tiene y por eso hay que respetar al projimo mientras no se vuelve un enemigo de la libertad privada.
 
Obvio.
Porque el bien no está en la mayoría sino en Dios.
Pero decir que la mayoría no tiene la verdad no es decir que la puede tener una minoría.
Nadie la tiene y por eso hay que respetar al projimo mientras no se vuelve un enemigo de la libertad privada.
el gobierno de Milei no tiene rumbo. todos los países del mundo tienen un estado y Milei busca un país sin estado.
 

No se come todo lo que dicen, se descubrió que Milie fue asesor de Provincia Seguros de la Gobernación Kirchneristas de Scioli por cuatro años y recibió dinero unos 100.000 dólares del gobierno y culpa a otros de ñoquis , se queja de las jubiladas amas de casa, que cobraron sin aportar y su madre fue una que cobraba , su ministra Pettovvelo con denuncias por sobre sueldos y podemos seguir y ya es mucho por el poco tiempo.​

No se entendía que hacia el vicepresidente de Cristina Kirchner , Scioli con Milei y ya sabemos que fue uno de sus mecenas y se termino en 2016 porque la gobernación la gana los Macristas con María E. Vidal.​

Lorenzo Ramírez, el hijo ideológico de Cesar Vidal siempre suelta muchos datos negativos sobre Miley, pero lo mismo dice las cosas buenas y lo único que podemos hacer como observadores es 1) Pedirle a Dios que fuerce las cosas a Bien y 2) esperar lo mejor de entre lo peor.

Había que exterminar los chiringuitos, te digo un ejemplo que va en la onda de lo que señalas: En mi País una vez hubo algo llamado "cupo para viajeros". Yo estaba en contra con este desangramiento pero NO me cuarte de disfrutarlo porque sentía que era mi derecho como Venezolano y era una mínima manera de salvar algo que NO se robaran los Chavistas, entonces, es completamente lógico que Milei critique beneficios que disfruto porque es sentido común y probablemente los necesitaba.

Para mi lo mas preocupante es que se ponga Milei como el sátrapa de Sanchez a vender las joyas de la corona porque esto seria algo prácticamente irreversible, y lo otro que te digo es que Uds se salvaron justo a tiempo de que todas las empresas de tarjetas de Crédito y todo el sistema financiero se fuese de argentina como se fue de Venezuela, acá no hay credicard, no hay VISA, no hay MasterCard, no hay American Express y yo tenia varias de esas tarjetas y desaparecieron por culpa de la inflación y Uds estuvieron a punto de sufrir lo mismo, y lo mismo con el sistema financiero: Imagínate que nadie, ningún empresario pueda pedir créditos para escalar o para poner andar tu empresa, esto retrasa el crecimiento económico décadas y en un país con inflación sistémica y moneda debil NO soporta un sistema financiero porque el dinero que prestas hoy, vale la mitad mañana y los bancos nunca recuperan esa plata.
 
el gobierno de Milei no tiene rumbo. todos los países del mundo tienen un estado y Milei busca un país sin estado.
No busca un país sin estado.
Busca un país sin un gobierno ladrón.
Busca el estado de madurez absoluta donde el hombre no necesita gobernador porque la ley en su interior le gobierna.
Ni mas ni menos que la promesa de Dios.
 
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-En Argentina hay muchísimos buenos y fieles creyentes que vienen orando por su país. Dios obrará. Ya lo verás.
Dios te oiga hermanito.
Si nos va mejor Uruguay también se va a beneficiar.
Hoy somos un lastre.
 
No busca un país sin estado.
Busca un país sin un gobierno ladrón.
Busca el estado de madurez absoluta donde el hombre no necesita gobernador porque la ley en su interior le gobierna.
Ni mas ni menos que la promesa de Dios.
eso es una utopía, no existe países como lo sueñan.
 
-En Argentina hay muchísimos buenos y fieles creyentes que vienen orando por su país. Dios obrará. Ya lo verás.
pues están orando mal, le piden a Dios utopías como salmo y lo hacen con mucho odio en el corazón llamando a los que no piensan igual que ellos como zurdos de mierda. primero quítense del corazón el odio los unos por los otros y luego rueguen a Dios.
 
Lorenzo Ramírez, el hijo ideológico de Cesar Vidal siempre suelta muchos datos negativos sobre Miley, pero lo mismo dice las cosas buenas y lo único que podemos hacer como observadores es 1) Pedirle a Dios que fuerce las cosas a Bien y 2) esperar lo mejor de entre lo peor.

Había que exterminar los chiringuitos, te digo un ejemplo que va en la onda de lo que señalas: En mi País una vez hubo algo llamado "cupo para viajeros". Yo estaba en contra con este desangramiento pero NO me cuarte de disfrutarlo porque sentía que era mi derecho como Venezolano y era una mínima manera de salvar algo que NO se robaran los Chavistas, entonces, es completamente lógico que Milei critique beneficios que disfruto porque es sentido común y probablemente los necesitaba.

Para mi lo mas preocupante es que se ponga Milei como el sátrapa de Sanchez a vender las joyas de la corona porque esto seria algo prácticamente irreversible, y lo otro que te digo es que Uds se salvaron justo a tiempo de que todas las empresas de tarjetas de Crédito y todo el sistema financiero se fuese de argentina como se fue de Venezuela, acá no hay credicard, no hay VISA, no hay MasterCard, no hay American Express y yo tenia varias de esas tarjetas y desaparecieron por culpa de la inflación y Uds estuvieron a punto de sufrir lo mismo, y lo mismo con el sistema financiero: Imagínate que nadie, ningún empresario pueda pedir créditos para escalar o para poner andar tu empresa, esto retrasa el crecimiento económico décadas y en un país con inflación sistémica y moneda debil NO soporta un sistema financiero porque el dinero que prestas hoy, vale la mitad mañana y los bancos nunca recuperan esa plata.

Lo que creo de Venezuela que es y fue una tiranía y todos estaban por debajo de Chávez o ahora debajo de Maduro, como instituciones, jueces, bancos y que administra según como el humor que se levanta y quizás nos sepas es que los bancos argentinos son socios de todos los Gobiernos inclusive de este y siguen ganado mucho dinero con bonos y refinanciamientos de deuda y hoy son los dueños de la Argentina y esta considerado que es el único rubro que le esta ganando a este gobierno de Milei y que ni la empresas de energía con las subas que hasta ahora van en el 800 % , la deuda con el gobierno tuvieron una quita forzosa del 50 % en bonos a 14 años y si tenemos las tarjetas de debito-crédito y es más por el uso del dinero que por las financiación de bienes, aunque ciertos artículos como heladeras, lavarropas televisores y cocinas es casi imposible no comprarlos con crédito de tarjeta y lo que no hay que hacer es comprar comida a crédito, porque se hace una bola imparable y luego cuesta salirse y dan normalmente tres cuotas y si la cosa esta muy mal, bajan a dos .​

 
No busca un país sin estado.
Busca un país sin un gobierno ladrón.
Busca el estado de madurez absoluta donde el hombre no necesita gobernador porque la ley en su interior le gobierna.
Ni mas ni menos que la promesa de Dios.

Que empiece por casa porque ya hay varias denuncias en los tribunales por desfalco y mal desempeño y comparar a Milei con Dios, es no conocer a Dios y nunca seria un perverso, descortés, mal hablando y mentiroso .​

 
Para ser mala persona no hay que tener alguna condición mas.
Hay pesimistas por pesimistas y hay quienes saben muy bien lo que buscan.
El ningún sentido se puede decir que este gobierno es peor que el de Fernandez salvo por aquellos que perdieron o pierden sus curros.

No se como le toco el asunto de estar de paro o desempleado, pero yo lo sufrí mucho con Menen y creo que fue en 1986 del 17 % ,en el Tequilazo y es el más grande índice de desempleo hasta ahora en la Argentina y que por lo menos con Fernández había pleno empleo y creo que hoy el mayor problema paso de ser la inflación de precios , a los despidos de empresa privadas y el cierre de las PIMES y grandes empresas , de la construcción como Fv, Ferrum, la de Poxipol, Loma Negra, etc , etc por causa de la acumulación de stock suspendieron a sus empleados y algunas cerraran definitivamente y la construcción cayo el 37,2 % y esto no es pesimismo sino una tragedia y lo peor que gente como usted le creyó a este inútil y vende humo y para hacer una limpieza en el Estado se necesitaba gente proba y no la manga de inútiles que son mas ladrones que los kirchneristas , también ladrones y que lo primero que hicieron fue acomodarse sus sueldos de privilegio y para dar un ejemplo un legislador de España gana la mitad de un argentino y como el ministerio de la Pettovvelo nos les alcanzo inventaron pre-ventas para aumentarse sus sueldos y alguno también ira preso .​

 

Que empiece por casa porque ya hay varias denuncias en los tribunales por desfalco y mal desempeño y comparar a Milei con Dios, es no conocer a Dios y nunca seria un perverso, descortés, mal hablando y mentiroso .​

he estado viendo a algunos youtuber argentinos, y si, ven a Milei como un mesías, hasta salmo cree que Milei que es un libertario.
 

Este es el mejor diario y acompaño a Milei en su carrera política y se sorprenderán porque lo llaman guarango​

LA NACION>Cultura

Anatomía del guarango: su evolución y presente​

Una perspectiva histórica para mirar la actualidad social y política de la Argentina​

9 de junio de 202404:12
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José Claudio Escribano
LA NACION

Milei y José Ortega y Gasset

Milei y José Ortega y Gasset​

Si el presidente Milei perteneciera a la escala humana ordinaria que conocemos desde Adán, diríamos sin vacilar, al oír sus iracundos apóstrofes, sus vocablos flamígeros contra quienes contradicen sus ideas, que es un guarango. ¿Podría decirse que lo es, realmente, quien rehúye entrar con su comportamiento político y social en las categorías clásicas de los homínidos de nuestra especie?
Tropezamos con un primer obstáculo. Para clasificar o no la conducta de cualquier congénere dentro de aquella definición de trazo e historial preponderantemente argentino, casi exclusivo de nuestras grandes urbes y, sobre todo, de la ciudad de Buenos Aires, debemos acudir, en primer lugar, al Diccionario de la Real Academia Española (RAE), que lo define como incivil, maleducado, grosero, guaso. Pero yerra algo al viscachazo, desde la perspectiva argentina, cuando en la segunda acepción del vocablo dice: desmañado, sin gracia. El guarango es bastante más que todo eso.

La evolución del concepto de guarango se propagó por varios países de América del Sur –Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina– desde los tiempos por lo menos del padre Las Casas, en el siglo XVI
. Hay diversas interpretaciones sobre la evolución de la etimología: precisamente Las Casas, en la Apologética historia, al ocuparse de la organización incaica ubica al guarango con grado de autoridad. El “guaranga” habrá sido el jefe o mandón de cada conjunto de mil indígenas. Otros han hablado de su derivación del quichua o aymara asociada al nombre de un árbol de madera dura. Hay por igual referencias profusas y documentadas al probable origen guaraní de la palabra.
Guarango ha perdido la asiduidad en el uso que había logrado en el pasado, especialmente entre los porteños, pero conserva una magia notable: bastó que LA NACION incluyera tiempo atrás esa palabra en el título de una nota para que se debatiera su estructura hasta en ruedas de precalentamiento de sesiones académicas, en las que se habla de cualquier vaguedad con tal de matar el tiempo. Si un tipo nos aplica un codazo eficiente para abrirse paso entre la multitud, es, sin duda, un grosero, pero Borges también nos advertía que “no hay plaza que no soporte a su guarango de bronce”. Lo hacía en el sentido de que es frecuente honrar a quien en modo alguno lo merece, como ha ocurrido con caudalosas y absurdas pleitesías de la política argentina en lo que va corrido del siglo XXI. Para qué lo vamos a nombrar, si tantos lo han padecido hasta hoy.
Guarango tiene un timbre de fuerza intransferible. Sobre él ahincó Enrique Loncán, uno de los maestros de la ironía vernácula, en columnas que se publicaron en LA NACION por muchos años, bajo la volanta de “Mirador Porteño”, en las primeras décadas del siglo XX. Reconvenía sobre el riesgo de confundir insanablemente al guarango con el rasta de los franceses, el cursi de los españoles, el pescecane (por tiburón de aguas sucias) de los italianos, el queso de los uruguayos, o el siútico, en fin, de los chilenos.

El guarango de Loncán es, por definición, lo que aún demuelen con discreto empeño los remanentes de la vieja aristocracia argentina o las más modernas y vastas franjas cultas de la sociedad. La característica esencial del guarango, escribía Loncán, es el mal gusto incorregible, la aparatosidad pueril, el abuso de la cortesía, el prurito de singularizarse, el énfasis ruidoso de la alegría de vivir. ¿Quién no se turba cuando pasa un taxi o un automóvil particular con ventanillas abiertas para difundir por todos los vientos la cumbia o el trap con los que el conductor se embriaga y pretende embriagar compulsivamente a los viandantes?
Loncán advierte que el guarango es un tipo genuinamente argentino, actuante en todas las clases sociales, en las letras y el comercio, en la calle, el teatro, en los salones y la plaza pública. Por carecer de la perspicacia más elemental, el guarango entrega jirones de su dignidad personal, si la tiene; es cuando a fuerza de presiones sobre sus abogados y otra gente susceptible a su influencia y fortuna patrimonial (seguramente habida sin otros miramientos que el de conquistarla), logra entrar, como último y arduo peldaño de la montaña, en el club que de otro modo hubiera mantenido cerradas las puertas a sus narices. ¿O no se habla, acaso, de tanto en tanto de estos temas en ámbitos tradicionales como el Jockey Club cuando el recién llegado ha logrado exitosamente arañar un supuesto empaque para agregarlo, como inesperada cucarda para el resto de los asociados, al dinero acumulado por prebendas y subsidios de la política y del Estado, o por vínculos con el sindicalismo taimado?
O sea que la cuestión es bastante más compleja y sutil que la de llamar a un mozo a los gritos en un restaurante copetudo de Recoleta o de lo que se ciñó a consagrar la letra de “Guarango”, de Luis Rubistein: “Ayer en la esquina, unido a tu barra/ ninguna pebeta dejabas pasar/ sin que tu vergüenza se fuera de farra/ tras algún piropo grosero y brutal/ ¡Guarango!...” Allí encaja perfectamente la traducción que el Collins Dictionary hace de tan trajinada como insultante o desdeñosa voz: rude remark.
Loncán clamaba por un nuevo Labruyere que hiciera el estudio científico del guarango. Lo fundaba en la amplitud adquirida en el dominio de la lingüística por esa denominación tan servicial, a veces usada como adjetivo y otras como sustantivo, que siempre se las arregla para transmitir la omisión de sobriedad o de elegante distinción, consideradas como la flor de la vida, evaluaba ese viejo redactor del diario, y, ni qué decir, para hacer notar una flagrante ausencia de equilibrio estético.
En aquel texto de 1932 Loncán coincidía en un punto con el más profundo de los estudios que se hayan hecho sobre el guarango, el de José Ortega y Gasset. Lo desarrolló en 1929, en veintisiete páginas, durante su segunda visita a la Argentina. El tema lo obsesionó al grado de estar presente en los tomos II, VIII y IX de sus Obras completas. En ese ensayo, Ortega vio en el argentino un hombre a la defensiva. ¿Ha sido siempre así?, se pregunta. Al pasar, Ortega dice que el afán de riqueza, la exorbitancia del apetito económico es característica inevitable de todo pueblo nutrido por el torrente migratorio. Ortega entra sin contemplaciones en el asunto cuando afirma que el guarango es la forma más desmesurada y grave de la propensión a vivir absorto en la idea de sí mismo que atribuye al hombre argentino.
Ve en él a un egoísta, a un Narciso tan ocupado exclusivamente en contemplarse que ahoga su propia imagen, es decir, que no vive. Su egoísmo es falta de atención en lo demás, y lo peor es que lo empuja a desatender la propia persona real, la auténtica vida. Se mira, se mira sin descanso, dice. Ortega hasta se atreve a poner al argentino en la cama, ligero de ropas, para preguntarse qué tal es él para el amor. ¿Sabe enajenarse, pregunta, o, más que amar él, se complace en verse amado, “buscando así en el suceso erótico una ocasión más para entusiasmarse consigo mismo”?
La coincidencia llamativa entre el periodista, escritor, legislador y diplomático argentino que fue Loncán y el célebre filósofo español giraba en torno a que el optimismo arrollador del guarango había contribuido, tal vez, a la imagen de grandeza que la Argentina exhibía en aquella época compartida. ¿Grandeza de pies de barro? ¿Grandeza condenada a ser efímera?
El llamado de alerta de Ortega en su trabajo de septiembre de 1929, caratulado “Intimidades”, es tan descarnado, tan destemplado, tan premonitorio en las observaciones que parece refutar por anticipado las tesis de que la actual ruina de la Argentina proviene del desenlace indetenible de la década nefasta de los setenta, y no de medio siglo más atrás aún. Ortega habló en el 29 con una claridad brutal a los argentinos, y por momentos arbitraria, quejándose, mientras viajaba hacia Mendoza, de que “en la Pampa no hay nada singular que interese, no hay razón para fijarse en este sitio más que en aquel”.
Critica a los argentinos por haber perdido el interés que conviene dispensar al pasado, entendido como la sabiduría de la experiencia y el agradecimiento a las raíces que nos dieron vida y sostienen. Lo esencial de la vida argentina es ser promesa: “La Pampa promete, promete, promete”, enfatiza; casi nadie está donde está, sino por delante de sí mismo. “La forma de existencia del argentino –dice Ortega– es lo que yo llamaría el futurismo concreto de cada cual. No es el futurismo genérico de un ideal común, de una utopía colectiva, sino que cada cual vive desde sus ilusiones como si ellas fuesen la realidad. Hay un atributo de fugacidad que procede de falta de atención al presente”.
Es la descripción de una Argentina que ignora el pasado y por igual el presente. ¿Esa Argentina renuente a aprender del resultado de lo que vivió y vive no invita, pues, en 2024, al cabo de seis meses de la instauración de un nuevo gobierno sobre las ruinas dejadas por un largo desatino nacional, a una introspección crítica de las nuevas generaciones y a no repetir lo que notoriamente no sirvió, pero dañó en escala planetaria?
Traer hoy a Ortega al debate de fondo de la Argentina invita un poco a hablar de la “casta política”, que por la enormidad de sus tentáculos y la masa de espacios públicos y subterráneos que ha controlado en detrimento de intereses generales de la sociedad, no pudo llegar a ser lo que es solo en años, sino en décadas, en un período de continuidad inaudita. Lo que sorprende a Ortega en 1929 es que mucho más que por los adelantos económicos, urbanos, y demás, la Argentina se caracteriza por la extrema madurez a que ha llegado en cuanto a la concepción de un Estado abrasador. “Encontré –dice– un Estado rígido, ceñudo, con grave empaque, separado por completo de la espontaneidad social”. Como en un pie de página, agrega que eso ya lo había percibido en el primer viaje, en 1916, en la transición de Victorino de la Plaza a Hipólito Yrigoyen, de los conservadores a los radicales.
Ortega parece convertirse en un lujoso panelista, entre un enjambre de guarangos de los programas políticos televisivos de actualidad, al indagar si el excesivo adelanto del estatismo no provocó que la Argentina coartara muchas iniciativas de perfil menos correcto jurídicamente. Halla en esto la razón de que la política esté permanentemente en el centro de la atención de los argentinos y previene, subiendo la escala comparativa al máximo imaginable, que la ruina del Imperio Romano y de la Civilización Grecorromana se produjeron a raíz del aplastamiento de la espontaneidad social –entiéndase, en nomenclatura franca y moderna, la iniciativa privada– por un Estado desproporcionadamente perfecto. Como pudieron haberlo sido, desde una perspectiva mecánica, el Estado bolchevique y el nazismo.
El guarango, insiste Ortega, siente un enorme apetito de ser algo admirable, superlativo, único y si los triunfos no llegan duda de sí mismo de forma deplorable. Confiesa que de haber sido argentino y procurara conferir a su vida un halo de servicio o misión, dedicaría la vida a la superación del guarangismo o guaranguismo, término que politicólogos norteamericanos han interpretado como contradicción absurda entre horizontes ilimitados y una realidad apabullante por su debilidad.
¿Éramos “los mejores del mundo”, no es cierto? Así están las cosas.
José Claudio Escribano