En el libro de Apocalipsis se mencionan los siete Espíritus (1:4; 4:5; 5:6). No hay más que un Espíritu (Ef. 4:4), pero en Apocalipsis este único Espíritu de Dios ha llegado a ser siete Espíritus. En esencia, Dios el Espíritu es uno, pero en función El es siete. Ya que el número siete indica completamiento en la operación de Dios, los siete Espíritus deben de ser para el mover de Dios en la tierra. En substancia y existencia el Espíritu de Dios es uno; en la función y la obra intensificadas de la operación de Dios, el Espíritu de Dios es séptuple. Es como el candelero en Zacarías 4:2. En existencia es un solo candelero, pero en función son siete lámparas. Cuando el libro de Apocalipsis fue escrito, la iglesia ya se había degradado; la edad estaba en tinieblas. Por lo tanto, el Espíritu siete veces intensificado de Dios era necesario para el mover y la obra de Dios en la tierra.
En esencia el Espíritu es uno, pero en función, especialmente en los últimos tiempos en la época de tinieblas, el Espíritu de Dios es séptuple. Así como un foco de tres filamentos da un brillo triple, el Espíritu de Dios brilla de una manera séptuple. Hoy en el recobro necesitamos al Espíritu séptuple. La época actual está llena de tinieblas. Para que nosotros vivamos una vida victoriosa necesitamos al Espíritu séptuple. Deberíamos alabar al Señor porque el Espíritu todo-inclusivo que mora en nosotros ahora es séptuple. Ninguno de nosotros en el recobro del Señor debe estar débil. Todos nosotros en el recobro del Señor debemos estar fuertes porque tenemos al Espíritu séptuplo. Hoy día en el recobro del Señor el Espíritu todo-inclusivo, compuesto, procesado y vivificante está siete veces intensificado. Su obra es séptuple y funciona siete veces. La época actual es oscura, pero nosotros tenemos la iluminación séptuple. La sociedad de hoy está corrompida, pero nosotros tenemos al Espíritu séptuple. El Espíritu séptuple, ahora está fortaleciéndonos, saturándonos, iluminándonos, brillando sobre nosotros y brillando desde nuestro interior.
Apocalipsis es el último libro de la Biblia, el libro de máxima consumación. En el Antiguo Testamento se mencionan el Espíritu de Dios en cuanto a la creación y el Espíritu de Jehová en cuanto al contacto de Dios con el hombre. Pero después de que pasamos por los Evangelios, los Hechos y las Epístolas, al llegar a Apocalipsis, el Espíritu ahora es el Espíritu séptuple, y este Espíritu es la consumación del Espíritu de Dios, del Espíritu de Jehová, del Espíritu Santo y del Espíritu todo-inclusivo, compuesto, procesado y vivificante. El Espíritu todo-inclusivo ahora es séptuple dentro de nosotros.
La teología tradicional nos enseña que el Dios Triuno consta de tres personas con una sola substancia, y que no se debe confundir las tres personas ni dividir la única substancia. En Juan 20:22 el Señor Jesús sopló dentro de Sus creyentes y les dijo que recibieran el Espíritu Santo. Esto indica claramente que el Espíritu Santo es el aliento del Señor Jesús, y esto significa que el tercero de la Trinidad es el aliento del segundo. Ahora debemos preguntar si el Espíritu es la tercera persona de la Trinidad, o si es el aliento de la segunda persona. Además, cuando llegamos a Apocalipsis, el único Espíritu es siete. Apocalipsis 5:6 nos dice que los siete Espíritus son los siete ojos del Cordero, lo cual significa que el Espíritu es los ojos del Señor Jesús. Ahora la tercera persona de la Trinidad tradicional es los ojos de la segunda persona. ¿Es el Espíritu una persona o es los ojos y el aliento de la segunda persona? Si el Espíritu es el aliento y los ojos de la segunda persona, ¿dónde está la tercera persona? En esto podemos ver que la enseñanza tradicional no es tan confiable porque no es muy exacta.
En la Deidad se tiene al Padre, al Hijo y al Espíritu, es decir, a la Trinidad divina. Sí, hay una distinción entre los tres, pero de ninguna manera pueden ser separados. Eso es contrario a la revelación del Nuevo Testamento. Ellos son tres, y a la vez son uno. Ellos son uno, y a la vez son distintos. Este es el Dios Triuno, el Dios tres-uno. El Padre, el Hijo y el Espíritu son tres, pero con todo, siguen siendo uno. Ellos son uno, pero aun así son distintivamente tres. Nadie puede definir hasta qué grado llega la distinción entre ellos. De la misma manera, nadie puede determinar en qué punto empieza la unidad de ellos. El Espíritu viene como el Hijo y con el Padre. Así que, cuando uno viene, los tres están aquí. Los tres no sólo coexisten simultáneamente, sino que también son coinherentes. El hecho de que los tres de la Deidad sean coinherentes significa que ellos moran el uno en el otro mutuamente. El Señor Jesús reveló este asunto de la coinherencia cuando dijo que El estaba en el Padre y que el Padre estaba en El (Jn. 14:10-11). El Padre y el Hijo son coinherentes, y a la vez el Padre y el Hijo son coinherentes en el Espíritu. Este asunto va más allá de nuestro entendimiento, pero debemos recibir todo lo que la Biblia dice.
En la economía de Dios el propio Dios Triuno se incorporó en el Hijo, el Hijo es hecho real como el Espíritu, y el Espíritu es la máxima consumación del Dios Triuno procesado, compuesto de todos los atributos divinos y de todas las virtudes humanas. Este Espíritu compuesto mora en nuestro espíritu y ahora El es séptuple, es decir, está intensificado siete veces. No necesitamos practicar la religión, tratar de vivir según la ética ni tratar de guardar ciertas reglas o doctrinas. Simplemente necesitamos mantenernos abiertos a este Espíritu maravilloso, permitiéndole que nos dé vida sin que haya obstáculo alguno en nuestro ser, para que nos sature con la vida divina en nuestro espíritu, en nuestra alma, y en nuestro cuerpo a fin de que nos transforme metabólicamente, haciéndonos como El en gloria.
En esencia el Espíritu es uno, pero en función, especialmente en los últimos tiempos en la época de tinieblas, el Espíritu de Dios es séptuple. Así como un foco de tres filamentos da un brillo triple, el Espíritu de Dios brilla de una manera séptuple. Hoy en el recobro necesitamos al Espíritu séptuple. La época actual está llena de tinieblas. Para que nosotros vivamos una vida victoriosa necesitamos al Espíritu séptuple. Deberíamos alabar al Señor porque el Espíritu todo-inclusivo que mora en nosotros ahora es séptuple. Ninguno de nosotros en el recobro del Señor debe estar débil. Todos nosotros en el recobro del Señor debemos estar fuertes porque tenemos al Espíritu séptuplo. Hoy día en el recobro del Señor el Espíritu todo-inclusivo, compuesto, procesado y vivificante está siete veces intensificado. Su obra es séptuple y funciona siete veces. La época actual es oscura, pero nosotros tenemos la iluminación séptuple. La sociedad de hoy está corrompida, pero nosotros tenemos al Espíritu séptuple. El Espíritu séptuple, ahora está fortaleciéndonos, saturándonos, iluminándonos, brillando sobre nosotros y brillando desde nuestro interior.
Apocalipsis es el último libro de la Biblia, el libro de máxima consumación. En el Antiguo Testamento se mencionan el Espíritu de Dios en cuanto a la creación y el Espíritu de Jehová en cuanto al contacto de Dios con el hombre. Pero después de que pasamos por los Evangelios, los Hechos y las Epístolas, al llegar a Apocalipsis, el Espíritu ahora es el Espíritu séptuple, y este Espíritu es la consumación del Espíritu de Dios, del Espíritu de Jehová, del Espíritu Santo y del Espíritu todo-inclusivo, compuesto, procesado y vivificante. El Espíritu todo-inclusivo ahora es séptuple dentro de nosotros.
La teología tradicional nos enseña que el Dios Triuno consta de tres personas con una sola substancia, y que no se debe confundir las tres personas ni dividir la única substancia. En Juan 20:22 el Señor Jesús sopló dentro de Sus creyentes y les dijo que recibieran el Espíritu Santo. Esto indica claramente que el Espíritu Santo es el aliento del Señor Jesús, y esto significa que el tercero de la Trinidad es el aliento del segundo. Ahora debemos preguntar si el Espíritu es la tercera persona de la Trinidad, o si es el aliento de la segunda persona. Además, cuando llegamos a Apocalipsis, el único Espíritu es siete. Apocalipsis 5:6 nos dice que los siete Espíritus son los siete ojos del Cordero, lo cual significa que el Espíritu es los ojos del Señor Jesús. Ahora la tercera persona de la Trinidad tradicional es los ojos de la segunda persona. ¿Es el Espíritu una persona o es los ojos y el aliento de la segunda persona? Si el Espíritu es el aliento y los ojos de la segunda persona, ¿dónde está la tercera persona? En esto podemos ver que la enseñanza tradicional no es tan confiable porque no es muy exacta.
En la Deidad se tiene al Padre, al Hijo y al Espíritu, es decir, a la Trinidad divina. Sí, hay una distinción entre los tres, pero de ninguna manera pueden ser separados. Eso es contrario a la revelación del Nuevo Testamento. Ellos son tres, y a la vez son uno. Ellos son uno, y a la vez son distintos. Este es el Dios Triuno, el Dios tres-uno. El Padre, el Hijo y el Espíritu son tres, pero con todo, siguen siendo uno. Ellos son uno, pero aun así son distintivamente tres. Nadie puede definir hasta qué grado llega la distinción entre ellos. De la misma manera, nadie puede determinar en qué punto empieza la unidad de ellos. El Espíritu viene como el Hijo y con el Padre. Así que, cuando uno viene, los tres están aquí. Los tres no sólo coexisten simultáneamente, sino que también son coinherentes. El hecho de que los tres de la Deidad sean coinherentes significa que ellos moran el uno en el otro mutuamente. El Señor Jesús reveló este asunto de la coinherencia cuando dijo que El estaba en el Padre y que el Padre estaba en El (Jn. 14:10-11). El Padre y el Hijo son coinherentes, y a la vez el Padre y el Hijo son coinherentes en el Espíritu. Este asunto va más allá de nuestro entendimiento, pero debemos recibir todo lo que la Biblia dice.
En la economía de Dios el propio Dios Triuno se incorporó en el Hijo, el Hijo es hecho real como el Espíritu, y el Espíritu es la máxima consumación del Dios Triuno procesado, compuesto de todos los atributos divinos y de todas las virtudes humanas. Este Espíritu compuesto mora en nuestro espíritu y ahora El es séptuple, es decir, está intensificado siete veces. No necesitamos practicar la religión, tratar de vivir según la ética ni tratar de guardar ciertas reglas o doctrinas. Simplemente necesitamos mantenernos abiertos a este Espíritu maravilloso, permitiéndole que nos dé vida sin que haya obstáculo alguno en nuestro ser, para que nos sature con la vida divina en nuestro espíritu, en nuestra alma, y en nuestro cuerpo a fin de que nos transforme metabólicamente, haciéndonos como El en gloria.