Re: El decalogo abolido?
Estimado sisepuede. Saludos cordiales.
Tú dices:
Como te dije hay cosas en las que estoy e acuerdo en lo que pusiste, pero no responden a mis preguntas, tu dijiste que respondian pero ahora dices que te faltan responder los demas puntos.
Tu dices "al contrario de ti"
te respondo nunca he huido a tus preguntas a diferencia de ti.
Continúo respondiéndote a tus dudas:
3:7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro,Exodo 34. 29 la cual había de perecer,
Ministerio de muerte.
"Es decir, el sistema religioso judío que había sido pervertido de tal forma que
era inerte y no podía impartir vida a los que lo practicaban. En el vers. 9
Pablo lo llama "ministerio de condenación". Los vers. 7-18 se basan en el
episodio de Moisés registrado en Exo. 34: 29-35. Pablo destaca aquí la gloria
superior del ministerio del "espíritu". El propósito del apóstol era refutar a
sus adversarios judaizantes de Corinto (ver com. 2 Cor. 11: 22), cuyo
ministerio era de la "letra" y no del "espíritu".
Grabado con letras.
Se hace énfasis en que lo escrito debía continuar, tener valor permanente. Es
una clara referencia a las dos tablas de piedra en las que fueron escritos los
Diez Mandamientos (Exo. 31: 18). Compárese con las palabras de Cristo
registradas en Mat. 4: 4, 7, 10, "escrito está", que significan "permanece
escrito". Pablo se refiere a la ocasión cuando la ley fue escrita por segunda
vez en tablas de piedra (Exo. 34: 1-7, 28-35).
Rostro de Moisés.
Ver com. Exo. 34: 29-35.
Gloria.
Ver com. Rom. 3: 23. En 2 Cor. 3: 7-18 se establece un contraste entre la
gloria que permanece y la gloria que se desvanece, entre lo más glorioso y lo
menos glorioso, entre lo nuevo y lo antiguo. En ambos casos la "gloria" es la
gloria de la presencia de Cristo. En lo nuevo hay una plena revelación de la
gloria de Dios debido a la persona y la presencia reales de Cristo que vino a
este mundo para que lo vieran los seres humanos (ver com. Juan 1: 14), y cuya gloria permanece para siempre (ver Heb. 7). En el ministerio mosaico Cristo sólo estaba en los símbolos que proporcionaba la ley ceremonial, pero a pesar de todo la gloria que se reflejaba era la de Cristo. El Redentor estaba oculto detrás de un velo de símbolos, emblemas, ritos y ceremonias; pero el velo fue quitado con la llegada de la gran Realidad simbolizada (ver Heb. 10: 19-20) por esos símbolos.
Había de perecer.
Algunos, leyendo superficialmente, han llegado a la conclusión de que la ley de
Dios "había de perecer"; pero lo que claramente se dice en este versículo es
que la gloria fugaz reflejada en el rostro de Moisés era la que "había de
perecer". Esa "gloria" se desvaneció a lo sumo en unas pocas horas o días, pero la ley de Dios grabada "con letras en piedras" permaneció en vigencia. El
ministerio de Moisés y el sistema judío eran los que tenían que desaparecer, no la ley de Dios (ver com. Mat. 5: 17- 18). La gloria no estaba en las tablas
de piedra, por lo tanto no se desvaneció de allí.
La gloria fugaz del rostro de Moisés fue el resultado de su comunión con Dios
en el Sinaí. Demostraba a los que la veían que Moisés había estado en la
presencia divina; era 844 un testimonio silencioso de su misión como representante de Dios y de la obligación del pueblo de ajustarse a sus
preceptos. Esa gloria debía confirmar el origen divino de la ley y su vigencia
obligatoria.
Así como el rostro de Moisés reflejaba la gloria de Dios, así también la ley
ceremonial y los servicios del santuario terrenal reflejaban la presencia de
Cristo. El propósito de Dios era que los creyentes en los días del AT
entendieran y sintieran la presencia salvadora de Cristo en la gloria reflejada
del sistema simbólico. Pero cuando Cristo vino, los hombres tuvieron el
privilegio de contemplar la gloria de la Realidad simbolizada o anticipo (ver
com. Juan 1: 14), y ya no necesitaron más la gloria menor reflejada por los
símbolos o tipos. En los días del AT los pecadores hallaban la salvación por la
fe en Cristo, Aquel que había de venir; exactamente sucede lo mismo en la era
cristiana.
Por esta razón Pablo habla de la administración de esos ritos y esas ceremonias como un "ministerio de muerte". Los judíos que no vieran a Cristo en el sistema de sacrificios, morirían en sus pecados. Ese sistema nunca salvó por sí mismo a nadie de cosechar la paga del pecado: la muerte. Y puesto que la mayoría de los judíos de los días de Pablo -incluso los judaizantes que en ese momento perturbaban la iglesia de Corinto- consideraban que esos sacrificios eran esenciales para la salvación, evidentemente Pablo caracterizó todo el sistema como un ministerio de muerte. Era inerte. Judíos y gentiles debían encontrar vida en Cristo, pues sólo en él hay salvación (Hech. 4: 12). Cristo fue sin duda el Salvador de Israel durante todo el tiempo del AT como lo es ahora.
El fracaso de la nación judía para ver a Cristo en los símbolos del sistema
ceremonial y creer en él, caracteriza toda la historia hebrea desde el Sinaí
hasta Cristo. De modo que la expresión ministerio de muerte caracteriza
adecuadamente todo el período del sistema judío, aunque, por supuesto, hubo
muchas excepciones notables. La ceguera de Israel lo indujo finalmente a
rechazar a Jesús como el Mesías y a crucificar a su Redentor. Pablo declara
que con la llegada de la gloria mayor revelada en Cristo y el consecuente
desvanecimiento de la gloria reflejada del sistema simbólico, no podía haber
más excusa para permanecer bajo tal sistema. La venida de Cristo y la plenitud del Espíritu Santo proporcionaron ampliamente un ministerio que podía impartir vida." (CBA)
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.