http://www.icp-e.org/
CÉSAR VIDAL MANZANARES
<CENTER>El cisma bautista</CENTER>
Entre las noticias que han removido las aguas del mundo evangélico durante los últimos meses destaca de manera especial la del cisma protagonizado por un sector importante de las iglesias bautistas. Resumiendo hechos, se puede decir que un sector especialmente importante – el norteamericano – se ha separado del europeo alegando problemas doctrinales. El hecho, de no escasa gravedad, ha sido objeto de distintas interpretaciones pero en España se ha ido abriendo camino últimamente una de carácter “políticamente correcto” cuyo principal defecto es que no se corresponde con la realidad y cuyo principal problema es que oculta hechos de enorme importancia. De acuerdo con la visión “políticamente correcta”, las iglesias bautistas de Estados Unidos se han escindido esencialmente porque apoyan la política belicista de Bush y están disgustadas con el pacifismo histórico de los bautistas europeos que, por lo visto, comprenden a la perfección que el mayor peligro para la paz mundial son los Estados Unidos y su presidente.
Todo se reduciría pues a una cuestión política en la que el papel de villanos (¿alguien podría esperar otra cosa?) corresponde a los norteamericanos sean o no bautistas. Las cosas, sin embargo, no son tan simples.
Comencemos por hacer un poco de Historia. A diferencia de menonitas o cuáqueros, los bautistas no han pertenecido nunca históricamente a las denominadas iglesias de paz. Se suele discutir – que ya es ganas de hacerlo –
si los bautistas arrancan de la Reforma radical del siglo XVI. Ciertamente, coinciden con algunos de sus movimientos en el bautismo de adultos sobre la base de un testimonio de fe pero su origen es posterior, en una Inglaterra especialmente convulsa. A lo largo de siglos, los bautistas han combatido en la revolución inglesa, en la revolución americana, en las guerras napoleónicas, la guerra de Secesión, en dos guerras mundiales, Corea y Vietnam por citar sólo algunos casos.
Por regla general, los bautistas combatieron siguiendo el principio de obediencia a las autoridades superiores de Romanos 13 sin complicarse más la existencia y así lo mismo formaron parte de los ejércitos de Churchill, que de Hitler o Stalin. Ciertamente, Martín Luther King abogó por la no-violencia pero no dejó de ser una excepción y en España, sin ir más lejos, no conocí un solo objetor de conciencia de la UEBE durante el gobierno del general Franco y, a diferencia del que escribe estas líneas, los bautistas que ahora parecen tan convencidos de su pacifismo no lo debieron estar tanto cuando hicieron el servicio militar durante el franquismo.
Alegar, por tanto, que se puede producir una escisión entre los bautistas por política y pacifismo es ignorar – o lo que es peor, manipular – su Historia. Por el contrario, sí ha existido un elemento que no ha dejado de provocar divisiones en el seno de las iglesias bautistas y ése no es otro que el del apego a la Biblia.
Desde hace décadas, los bautistas del Sur en Estados Unidos han asistido con creciente – y explicable – horror al proceso de deterioro teológico de ciertos sectores de las iglesias bautistas europeas. Y es que los bautistas del sur no están para majaderías progres. Recuerdo perfectamente como hace unos años, estando yo en Estados Unidos, en la convención nacional de los bautistas del sur lograron colarse algunos delegados que abogaban por algo tan aberrante y antibíblico como el matrimonio homosexual. La convención les cerró el paso con una enorme gallardía y, sobre todo, sobre la base de lo que la Biblia enseña de manera clara y tajante. Lo políticamente correcto podía ser una cosa y lo que enseña la Palabra de Dios es otra y ante esa disyuntiva los bautistas se quedaban aplastantemente con la Biblia.
Parece de cajón pero en Europa el deterioro doctrinal de las iglesias bautistas ha sido creciente en los últimos años. Los datos cantan y permítaseme dar algunos ejemplos como el de que haya pastores que consideran que hay partes de la Biblia que no son ciertas y no pasan de la categoría de mito; o que han dejado de creer en la doctrina bíblica de la Trinidad y abogan por un difuso unitarismo; o que hayan ido sosteniendo tesis sobre temas como el aborto, las relaciones sexuales extramatrimoniales y la homosexualidad que chocan frontalmente con la Biblia.
Seguramente, habrá quien considere que esos puntos de vista son adecuados, modernos, progresistas; que al adoptarlos, se rompen tabúes y se avanza. Ciertamente se avanza pero por el camino de la apostasía. Eso es lo que han considerado los bautistas norteamericanos y, tras mucho insistir en ello porque la cosa no viene de ahora, han optado por la separación. Con toda la razón que emana de la Palabra de Dios, debo decir porque si hace siglos se separaron de otras iglesias protestantes porque practicaban el bautismo de infantes, ¿por qué deberían ahora mantener la comunión con otras en las que se niega la inerrancia de las Escrituras, la Trinidad o la condena de la homosexualidad?
Por cierto, acabo de enterarme de que en Suecia acaban de condenar a prisión a un pastor evangélico por haber predicado, basándose en la Biblia, que la homosexualidad es pecado. En las acciones de protesta no espero encontrarme a los del “No a la guerra”. Pero claro, es que detrás de esa detención por predicar lo que enseñan las Escrituras debe estar también el presidente Bush. Como si lo viera.
César Vidal Manzanares es un conocido escritor, historiador y teólogo.
© C. Vidal, , El Mundo, Redacción: ProtestanteDigital.com, 2004 (España).
http://www.icp-e.org/
CÉSAR VIDAL MANZANARES
<CENTER>El cisma bautista</CENTER>
Entre las noticias que han removido las aguas del mundo evangélico durante los últimos meses destaca de manera especial la del cisma protagonizado por un sector importante de las iglesias bautistas. Resumiendo hechos, se puede decir que un sector especialmente importante – el norteamericano – se ha separado del europeo alegando problemas doctrinales. El hecho, de no escasa gravedad, ha sido objeto de distintas interpretaciones pero en España se ha ido abriendo camino últimamente una de carácter “políticamente correcto” cuyo principal defecto es que no se corresponde con la realidad y cuyo principal problema es que oculta hechos de enorme importancia. De acuerdo con la visión “políticamente correcta”, las iglesias bautistas de Estados Unidos se han escindido esencialmente porque apoyan la política belicista de Bush y están disgustadas con el pacifismo histórico de los bautistas europeos que, por lo visto, comprenden a la perfección que el mayor peligro para la paz mundial son los Estados Unidos y su presidente.
Todo se reduciría pues a una cuestión política en la que el papel de villanos (¿alguien podría esperar otra cosa?) corresponde a los norteamericanos sean o no bautistas. Las cosas, sin embargo, no son tan simples.
Comencemos por hacer un poco de Historia. A diferencia de menonitas o cuáqueros, los bautistas no han pertenecido nunca históricamente a las denominadas iglesias de paz. Se suele discutir – que ya es ganas de hacerlo –
si los bautistas arrancan de la Reforma radical del siglo XVI. Ciertamente, coinciden con algunos de sus movimientos en el bautismo de adultos sobre la base de un testimonio de fe pero su origen es posterior, en una Inglaterra especialmente convulsa. A lo largo de siglos, los bautistas han combatido en la revolución inglesa, en la revolución americana, en las guerras napoleónicas, la guerra de Secesión, en dos guerras mundiales, Corea y Vietnam por citar sólo algunos casos.
Por regla general, los bautistas combatieron siguiendo el principio de obediencia a las autoridades superiores de Romanos 13 sin complicarse más la existencia y así lo mismo formaron parte de los ejércitos de Churchill, que de Hitler o Stalin. Ciertamente, Martín Luther King abogó por la no-violencia pero no dejó de ser una excepción y en España, sin ir más lejos, no conocí un solo objetor de conciencia de la UEBE durante el gobierno del general Franco y, a diferencia del que escribe estas líneas, los bautistas que ahora parecen tan convencidos de su pacifismo no lo debieron estar tanto cuando hicieron el servicio militar durante el franquismo.
Alegar, por tanto, que se puede producir una escisión entre los bautistas por política y pacifismo es ignorar – o lo que es peor, manipular – su Historia. Por el contrario, sí ha existido un elemento que no ha dejado de provocar divisiones en el seno de las iglesias bautistas y ése no es otro que el del apego a la Biblia.
Desde hace décadas, los bautistas del Sur en Estados Unidos han asistido con creciente – y explicable – horror al proceso de deterioro teológico de ciertos sectores de las iglesias bautistas europeas. Y es que los bautistas del sur no están para majaderías progres. Recuerdo perfectamente como hace unos años, estando yo en Estados Unidos, en la convención nacional de los bautistas del sur lograron colarse algunos delegados que abogaban por algo tan aberrante y antibíblico como el matrimonio homosexual. La convención les cerró el paso con una enorme gallardía y, sobre todo, sobre la base de lo que la Biblia enseña de manera clara y tajante. Lo políticamente correcto podía ser una cosa y lo que enseña la Palabra de Dios es otra y ante esa disyuntiva los bautistas se quedaban aplastantemente con la Biblia.
Parece de cajón pero en Europa el deterioro doctrinal de las iglesias bautistas ha sido creciente en los últimos años. Los datos cantan y permítaseme dar algunos ejemplos como el de que haya pastores que consideran que hay partes de la Biblia que no son ciertas y no pasan de la categoría de mito; o que han dejado de creer en la doctrina bíblica de la Trinidad y abogan por un difuso unitarismo; o que hayan ido sosteniendo tesis sobre temas como el aborto, las relaciones sexuales extramatrimoniales y la homosexualidad que chocan frontalmente con la Biblia.
Seguramente, habrá quien considere que esos puntos de vista son adecuados, modernos, progresistas; que al adoptarlos, se rompen tabúes y se avanza. Ciertamente se avanza pero por el camino de la apostasía. Eso es lo que han considerado los bautistas norteamericanos y, tras mucho insistir en ello porque la cosa no viene de ahora, han optado por la separación. Con toda la razón que emana de la Palabra de Dios, debo decir porque si hace siglos se separaron de otras iglesias protestantes porque practicaban el bautismo de infantes, ¿por qué deberían ahora mantener la comunión con otras en las que se niega la inerrancia de las Escrituras, la Trinidad o la condena de la homosexualidad?
Por cierto, acabo de enterarme de que en Suecia acaban de condenar a prisión a un pastor evangélico por haber predicado, basándose en la Biblia, que la homosexualidad es pecado. En las acciones de protesta no espero encontrarme a los del “No a la guerra”. Pero claro, es que detrás de esa detención por predicar lo que enseñan las Escrituras debe estar también el presidente Bush. Como si lo viera.
César Vidal Manzanares es un conocido escritor, historiador y teólogo.
© C. Vidal, , El Mundo, Redacción: ProtestanteDigital.com, 2004 (España).
http://www.icp-e.org/