Re: EL CATOLICISMO ROMANO: UN CAMINO HACIA EL INFIERNO.
Para un dogma tan importante dentro del romanismo, éste, tiene que ser creído para ser un católico romano fiel. Pero podría pensarse que el mismo, se encuentra en la inspirada Palabra de Dios la Biblia. Pero no es así. No existe ninguna mención en la Palabra de Dios. Lo único que admite el Vaticano, es:
"…el Nuevo Testamento no afirma explícitamente la asunción de María…"
(Audiencia General, #3, Papa Juan Pablo II, vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1997/documents/hf_jp-ii_aud_02071997_en.html
La asunción corporal de María, es la enseñanza dentro de la iglesia romana, de que María, la madre de Jesús, fue ascendida corporalmente al cielo.
El catecismo de la iglesia católica, afirma:
CIC 966 "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte" (LG 59; cf. Pío XII, Const. apo. Munificentissimus Deus, 1 noviembre 1950: DS 3903).
La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos:
«En el parto te conservaste Virgen, en tu tránsito no desamparaste al mundo, oh Madre de Dios.
Alcanzaste la fuente de la Vida porque concebiste al Dios viviente, y con tu intercesión salvas de la muerte nuestras almas (Tropario en el día de la Dormición de la Bienaventurada Virgen María).
El anterior, es un dogma de la ICAR, lo que significa que es una enseñanza requerida y fundamental que tiene que ser creída por quienes se llamen católicos romanos:
«MUNIFICENTISSIMUS DEUS»
“Constitución Apostólica de Nuestro Santísimo Señor Pío por la divina providencia Papa Pío XII en la que se define como dogma de fe que la Virgen María, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste, 1 noviembre 1950”
3. “…en nuestro tiempo ha sido puesta a mayor luz el privilegio de la Asunción corporal al cielo de la Virgen Madre de Dios, María…”
5. Pero de esta ley general quiso Dios que fuera exenta la bienaventurada Virgen María.
Ella, por privilegio del todo singular, venció al pecado con su concepción inmaculada; por eso no estuvo sujeta a la ley de permanecer en la corrupción del sepulcro ni tuvo que esperar la redención de su cuerpo hasta el fin del mundo.
Pregunto; se fue viva para el cielo? o quienes la llevaron?
6. Por eso, cuando fue solemnemente definido que la Virgen Madre de Dios, María, estaba inmune de la mancha hereditaria de su concepción, los fieles se llenaron de una más viva esperanza de que cuanto antes fuera definido por el supremo magisterio de la Iglesia el dogma de la Asunción corporal al cielo de María Virgen.
14. “…Igualmente no encontraron dificultad en admitir que María haya muerto del mismo modo que su Unigénito.
Pero esto no les impidió creer y profesar abiertamente que no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro su sagrado cuerpo y que no fue reducida a putrefacción y cenizas el augusto tabernáculo del Verbo Divino…”
Algunos católicos romanos sostienen que María murió físicamente y que después, fue ascendida al cielo en forma corporal, mientras que otros enseñan que ella, no experimentó la muerte. Parece ser que se aceptaría que María murió, pero que su cuerpo no vio corrupción y que fue inmediatamente, ascendido al cielo. Considere esta cita de la página del Vaticano, la cual afirma que ella, sí murió:
“La creencia en el destino glorioso del cuerpo y alma de la madre del Señor después de su muerte, se extendió muy rápidamente del este al oeste”.
General Audience, # 2, Pope John Paul II, vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1997/documents/hf_jp-ii_aud_02071997_en.html
“No se conoce nada cierto en relación al día, año, y modo en que murió Nuestra Señora.
La referencia literaria más antigua de la Asunción se encuentra en el trabajo griego De Obitu S. Dominae. Sin embargo, la fe católica siempre derivó su conocimiento de este misterio de la tradición apostólica. San Epifanio (m. 403) reconoce que no sabe nada definitivo sobre el tema (Haer., LXXIX, 11). Las fechas asignadas varían entre tres y quince años luego de la Ascensión de Cristo. Dos ciudades proclaman ser el lugar de la partida: Jerusalén y Éfeso.
La opinión general favorece a Jerusalén, donde se muestra su tumba; pero algunos argumentan a favor de Éfeso. Durante los seis primeros siglos nada se supo sobre la tumba de María en Jerusalén”.