EL Carnaval

¿Qué es el Carnaval?
Conocemos esta festividad como un evento anual que en la actualidad se celebra en los 3 o 4 días anteriores a una conmemoración católica denominada “Miércoles de Ceniza”, que da inicio a “la Cuaresma” -estas fiestas precedían supuestamente a un tiempo de recogimiento y ayunos. Como muchos saben, el Carnaval consiste en un festival al aire libre donde básicamente las personas se disfrazan, beben y danzan. Los orígenes del Carnaval, según algunos historiadores, se pueden remontar más allá del tiempo de los egipcios, naciendo en Sumer hace más de 5.000 años. Estos ritos se fueron trasladando con los siglos hasta llegar a un gran esplendor bajo el reinado de Roma. Aquí se consagraron en honor al dios Baco (Dionisio), el dios del vino, y las gentes estaban durante días en una fiesta que compartían como iguales junto a los esclavos, algo que únicamente sucedía durante esa celebración. También se promovieron con las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del buey Apis egipcio. Con la llegada de los europeos a América en el siglo XV, la fiesta del Carnaval se introdujo en el nuevo continente.

Se especuló que el origen de la palabra “Carnaval” era latino, y venía de “carnelevarium”, y que se refería al hecho de quitar la carne, algo relacionado con la prohibición del consumo de carne en la cuaresma católica. No obstante, etimológicamente el significado correcto es “carna-baal” (carne para Baal), es decir, ofrecer el cuerpo a Baal, en honor a esta deidad. El concepto equivocado de la palabra Carnaval nació a comienzos de la Edad Media cuando la Iglesia Católica propuso una nueva idea para celebrar el culto a Satanás, bajo el latín “carne-levare” (abandonar la carne, lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma), pero que realmente inducía a no refrenar la carne, o sea, dar rienda suelta al cuerpo: una fiesta donde todo vale.

Algunos autores consideran que para la sociedad rural, fuertemente estructurada por el catolicismo, el tiempo de “carnestolendas” ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un lapso de permisividad que se oponía a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma. Pero a finales del siglo XX varios autores comenzaron a sospechar el origen pagano del nombre. Se descubrió otro significado oculto: Carna es la diosa celta de las habas y el tocino, y también estaría conectada con fiestas indoeuropeas dedicadas al dios Karna (que en el Mahabharata hindú aparece como un ser humano, hermano mayor de los Pándavas, hijo del dios del Sol y la reina Kuntí). Por ejemplo, hay lugares donde los hitos más importantes dentro de las ceremonias de carnaval son el desentierro y el entierro del “Diablo de Carnaval”.

¿Qué desea Baal?

El libro hebreo de los Reyes en los capítulos 18:26 y 28:29 explica que los profetas de Baal tomaron carne de buey y la prepararon para holocausto sin poner fuego debajo, e invocaron el nombre de Baal clamando a grandes voces, saltando cerca del altar que habían hecho, sajándose con cuchillos y lancetas hasta chorrear la sangre sobre ellos conforme a su costumbre y tradición, y gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio. Pero no hubo fuego que descendiese del cielo, no hubo voz alguna que les escuchase, ni quien respondiese. El ritual, desde Sumer, constaba en mover el cuerpo a manera de posesión –como lo siguen celebrando muchas tribus africanas- en donde se entra en estado de transe o éxtasis para que seres pan-dimensionales de origen satánico puedan tener una “simbiosis” con el huésped. Los sumerios y egipcios pasaron esta enseñanza de honrar a los dioses y despojar el “ser” de todo pudor moral y ético, para agradarles, de ahí las tradicionales danzas egipcias o hindúes en forma de serpenteo, imitando a las culebras.

Con el engaño de los dioses egipcios, las mascaras tomaron un significado importante. Ello permitía que cualquiera pudiese hacer lo que desease sin que se conociera su identidad. También este ritual era acompañado de pactos de sangre con Satanás sajándose con cuchillos o simplemente hiriendo a otros, prácticas muy habituales aún hoy en sectas y sociedades secretas. Sumado a esto vinieron las borracheras con el imperio romano y el honor a Baco, dios del vino, y en el presente las drogas, para cada ves más llevar al estado de “desconexión” de la realidad a su máximo límite. Por eso Dios el Altísimo a su pueblo, cuando fueron a entrar a Canaán: “Destruirás a todos los pueblos que Jehová, tu Dios, te entrega. No tendrás piedad de ellos ni servirás a sus dioses, porque te será tropiezo.” (Deuteronomio 7:16)

Si por Baal fuese, sus fiestas de honor sería con más sacrificios humanos –como sucede con las guerras, que son sacrificios de la élite del poder mundial en honor a los dioses-, pero engrandecer su valor y poder por medio de la unión afín para la mundanalidad, el bullicio, la explosión de energía vital y el estado de descontrol, es suficiente. Esto hacían, de hecho, muchas tribus para apaciguar a los dioses o para pedirles ayuda. “…antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos.” (Ezequiel 20:18) Y esto era tan serio que precisamente el mandamiento más importante de Dios a Israel fue “no servir a sus dioses” ni “dar culto a sus ídolos”. Aquí comienza el peligro de practicar estas celebraciones o asistir a ellas: “Por tanto, no harás alianza con los habitantes de aquella tierra, no sea que cuando se prostituyan siguiendo a sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten y comas de sus sacrificios; o que tomen de sus hijas para tus hijos, y al prostituirse ellas tras sus dioses, hagan que tus hijos se prostituyan también yendo tras los dioses de ellas.” (Éxodo 34:15-16)

¿Quién es Baal?

“No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.” (1ª Corintios 10:21) El culto a los deseos de la carne y las obras de la carne fueron enseñadas y llegaron a su máximo esplendor con un hito histórico: la Caída. La Caída o “usurpación de la deidad” fue un evento que trajo lugar a estos ritos y la evocación a los muertos y a los demonios, por medio de danzas rituales, sexo, estado de trance, borrachera, éxtasis y descontrol voluntario –sin excluir la práctica de sacrificios de niños y vírgenes. Ellos se hicieron pasar por dioses siendo que no lo eran: “Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses…” (Gálatas 4:8)

Baal significa “señor” o “amo”, y representa la idolatría y el culto a los demonios y dioses fatuos. De ahí deriva la palabra “Belcebú” (Baal-zvuv. Que significa “Señor de los voladores-zumbadores”) y según historiadores es el equivalente grecorromano del dios Cronos/Saturno -de ahí la veneración importante de Roma a este dios con las fiestas Saturnales. Algunos han sugerido en cambio que Baal es el equivalente al hijo de Saturno: Júpiter/Zeus, que corresponde al legendario símbolo del Toro -el dios hitita/hurrita Teshub- y antiguamente ocupaba el lugar de la letra “A”, que posteriormente Abraham reemplazó para otorgársela al Altísimo. Desde entonces la Alef (A, hebrea) identificaba al Padre Universal en vez de a Zeus/Toro, el emblema o significancia de la rebelión y caída de los ángeles rebeldes. El misionero Pablo dijo sobre todo esto: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgias, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredaran el reino de Dios.” (Gálatas 5:19 – 21).

Incluso Pablo llegó a ser muy restrictivo con sus alegaciones, diciendo además: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.” (1ª Corintios 6:9-10) Cosa dura es entender a Pablo y aspirar al Reino de los Cielos que Jesús ofrece, pero Jesús lo dijo claro: “…porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:14)

Tradición

Muchos creen que ya todo esto es una mera costumbre de las que siguen participando sin hacerlo con malas intenciones. ¿Acaso alguno asistiría a un sepelio donde se celebra con regocijo la muerte de un pariente cercano? Muchos no sólo no asistirían, aunque fuese una costumbre familiar, sino que se encolerizarían, entrarían y romperían todo, por tal agravio y ofensa. Esto es lo que pasa: “Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia...” (1ª Corintios 10:27-28) Algunos investigadores van más allá y afirman que el origen del Carnaval es de hecho la conmemoración de la Rebelión de Lucifer. El día en que levantó su puño contra la creación y preparó todo con sus secuaces para atacar el Reino de los Cielos y enseñar lo que el universo no conocía, ni concebía ni jamás había visto: asesinatos, violaciones, muertes, guerras, depravaciones y terror.

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8). Folklore es una palabra inglesa que significa “ciencia del pueblo”. Aquello que enseña la llamada “ciencia del pueblo” y que atenta contra los mandamientos que nos da la “ciencia de Dios”, es decir, la Palabra de Dios, debe ser erradicado de las costumbres del pueblo. Si verdaderamente esta fuese una celebración cristiana debería dar estos frutos: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacifica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” (Santiago 3:17) Porque fue escrito: “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” (Romanos 13:13-14) Incluso el rito a Baal se perpetúa principalmente en el horario en que reina el sistema satánico: “Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de la tinieblas.” (Lucas 22:53), Y Jesús aclaró lo mismo diciendo: “…andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.” (Juan 12:35), “…pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.” (Juan 11:10)

Y sobre esto, quienes han entendido el mensaje de Cristo deben recordar lo dicho: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.” (Efesios 5:5-14)

¿Importa algo si asistimos a dichos cultos aunque creamos que no participamos de ellos? Escrito está: “Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación.” (Levítico 20:23) Y también fue dicho: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.” (Efesios 4:17-21) Además, si somos luz, debemos también dar ejemplo: “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.” (1ª Corintios 8:9-13) Esto está claro, no hace falta justificarse, ponerle peros o buscarle alguna trampa a la ley: “No seas sabio en tu propia opinión, sino teme a Jehová y apártate del mal…” (Proverbios 3:7)


Por:
Frederick Guttmann R.
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projectmagen.com
 
Re: EL Carnaval

Envío este tema con varias ACTUALIZACIONES NECESARAS. BENDICIONES.

EL Carnaval
¿Qué es el Carnaval?
Conocemos esta festividad como un evento anual que en la actualidad se celebra en los 3 o 4 días anteriores a una conmemoración católica denominada “Miércoles de Ceniza”, que da inicio a “la Cuaresma” -estas fiestas precedían supuestamente a un tiempo de recogimiento y ayunos. Como muchos saben, el Carnaval consiste en un festival al aire libre donde básicamente las personas se disfrazan, beben y danzan. Los orígenes del Carnaval, según algunos historiadores, se pueden remontar más allá del tiempo de los egipcios, naciendo en Sumer hace más de 5.000 años. Estos ritos se fueron trasladando con los siglos hasta llegar a un gran esplendor bajo el reinado de Roma. Aquí se consagraron en honor al dios Baco (Dionisio), el dios del vino, y las gentes estaban durante días en una fiesta que compartían como iguales junto a los esclavos, algo que únicamente sucedía durante esa celebración. También se promovieron con las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del buey Apis egipcio. Con la llegada de los europeos a América en el siglo XV, la fiesta del Carnaval se introdujo en el nuevo continente. “Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan; pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.” (1ª Pedro 4:3-5)

Se especuló que el origen de la palabra “Carnaval” era latino, y venía de “carnelevarium”, y que se refería al hecho de quitar la carne, algo relacionado con la prohibición del consumo de carne en la cuaresma católica. No obstante, etimológicamente el significado correcto es “carna-baal” (carne para Baal), es decir, ofrecer el cuerpo a Baal, en honor a esta deidad. El concepto equivocado de la palabra Carnaval nació a comienzos de la Edad Media cuando la Iglesia Católica propuso una nueva idea para celebrar el culto a Satanás, bajo el latín “carne-levare” (abandonar la carne, lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma), pero que realmente inducía a no refrenar la carne, o sea, dar rienda suelta al cuerpo: una fiesta donde todo vale. Si esto fuese una celebración “cristiana”, daría los frutos correspondientes a esto: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.” (Romanos 8:7-9) Nadie que participe de un Carnaval, asista o se relaciones con estas actividades puede llamarse a sí mismo cristiano: “Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.” (Tito 2:6-8) Pablo enseñó buenos mandamientos a Timoteo: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.” (1ª Timoteo 4:12)

Pablo escribió sobre esto: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” (Romanos 6:12-13) Algunos autores consideran que para la sociedad rural, fuertemente estructurada por el catolicismo, el tiempo de “carnestolendas” ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un lapso de permisividad que se oponía a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma (a pesar de que las tradiciones judías que luego fueron adoptadas por las religiones monoteístas prohibían el uso de antifaces o máscaras). Pero a finales del siglo XX varios autores comenzaron a sospechar el origen pagano del nombre. Se descubrió otro significado oculto: Carna es la diosa celta de las habas y el tocino, y también estaría conectada con fiestas indoeuropeas dedicadas al dios Karna (que en el Mahabharata hindú aparece como un ser humano, hermano mayor de los Pándavas, hijo del dios del Sol y la reina Kuntí). Por ejemplo, hay lugares donde los hitos más importantes dentro de las ceremonias de carnaval son el desentierro y el entierro del “Diablo de Carnaval”. Ni siquiera el rey Salomón aprobó esta forma de vida ni estas prácticas: “No estés con los bebedores de vino, Ni con los comedores de carne; Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, Y el sueño hará vestir vestidos rotos.” (Proverbios 23:20-21)

¿Qué desea Baal?

El libro hebreo de los Reyes en los capítulos 18:26 y 28:29 explica que los profetas de Baal tomaron carne de buey y la prepararon para holocausto sin poner fuego debajo, e invocaron el nombre de Baal clamando a grandes voces, saltando cerca del altar que habían hecho, sajándose con cuchillos y lancetas hasta chorrear la sangre sobre ellos conforme a su costumbre y tradición, y gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio. Pero no hubo fuego que descendiese del cielo, no hubo voz alguna que les escuchase, ni quien respondiese. El ritual, desde Sumer, constaba en mover el cuerpo a manera de posesión –como lo siguen celebrando muchas tribus africanas- en donde se entra en estado de transe o éxtasis para que seres pan-dimensionales de origen satánico puedan tener una “simbiosis” con el huésped. Los sumerios y egipcios pasaron esta enseñanza de honrar a los dioses y despojar el “ser” de todo pudor moral y ético, para agradarles, de ahí las tradicionales danzas egipcias o hindúes en forma de serpenteo, imitando a las culebras: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” (Romanos 12:1) Es decir, ofrecer el cuerpo sacrificado para los bueno y sano, reprimiéndose de lo malo.

Si esta es una fiesta para la carne, ¿qué opina Dios sobre ello? El apóstol escribió: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.” (2ª Corintios 10:3-6) Con el engaño de los dioses egipcios, las mascaras tomaron un significado importante; ello permitía que cualquiera pudiese hacer lo que desease sin que se conociera su identidad. Las vestimentas, además, identifican las cosas como son y lo que representan, por lo que está escrito: “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace.” (Deuteronomio 22:5) También este ritual era acompañado de pactos de sangre con Satanás sajándose con cuchillos o simplemente hiriendo a otros, prácticas muy habituales aún hoy en sectas y sociedades secretas. Sumado a esto vinieron las borracheras con el imperio romano y el honor a Baco, dios del vino, y en el presente las drogas, para cada vez más llevar al estado de “desconexión” de la realidad a su máximo límite. Por eso Dios el Altísimo, dijo a su pueblo, cuando fueron a entrar a Canaán: “Destruirás a todos los pueblos que Jehová, tu Dios, te entrega. No tendrás piedad de ellos ni servirás a sus dioses, porque te será tropiezo.” (Deuteronomio 7:16)

Jesús enseñó: “Resistid de día y de noche las tentaciones de Satán. No os despertéis de noche ni durmáis de día, no os abandonen los ángeles de Dios. Ni tampoco os deleitéis con ninguna bebida, ni en ningún humo de Satán, que os despertarán por la noche y os harán dormir de día. Pues en verdad os digo que todas las bebidas y humos de Satán son abominaciones a los ojos de vuestro Dios.” (Jesús de Nazaret, Evangelio de la Paz 14:35-38) Si por Baal fuese, sus fiestas de honor sería con más sacrificios humanos –como sucede con las guerras, que son sacrificios de la élite del poder mundial en honor a los dioses y a los demonios-, pero engrandecer su valor y poder por medio de la unión afín para la mundanalidad, el bullicio, la explosión de energía vital y el estado de descontrol, es suficiente. Esto hacían, de hecho, muchas tribus para apaciguar a los dioses o a los demonios para pedirles ayuda. “…antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos.” (Ezequiel 20:18) Y esto era tan serio que precisamente el mandamiento más importante de Dios a Israel, en aquellos días, fue “no servir a sus dioses” ni “dar culto a sus ídolos”. Aquí comienza el peligro de practicar estas celebraciones o asistir a ellas: “Por tanto, no harás alianza con los habitantes de aquella tierra, no sea que cuando se prostituyan siguiendo a sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten y comas de sus sacrificios; o que tomen de sus hijas para tus hijos, y al prostituirse ellas tras sus dioses, hagan que tus hijos se prostituyan también yendo tras los dioses de ellas.” (Éxodo 34:15-16) Bailar, beber, fumar, disfrazarse y asistir a estos rituales, es ofrecer en sacrificio el cuerpo de uno a los demonios.

Pablo escribió: “Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:19-23) Y sobre todas estas debilidades, engaños y tentaciones destructivas, escribió uno de los cuatro hermanos de sangre de nuestro Señor Jesucristo: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.” (Santiago 4:1-8)

¿Quién es Baal?

“No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.” (1ª Corintios 10:21) La mesa es donde te sirven comida, y la participación es estar presente en un acto –da igual que no estés de acuerdo, es el ejemplo que das. Participar de un carnaval es como una mesa donde se sirven muchas cosas, de todas las cuales se entra en contaminación. De manera que, ¿Importa algo si asistimos a dichos cultos aunque creamos que no participamos de ellos? Escrito está: “Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación.” (Levítico 20:23) Y también fue dicho: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.” (Efesios 4:17-21)

Además, si somos luz, debemos también dar ejemplo: “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.” (1ª Corintios 8:9-13) Esto está claro, no hace falta justificarse, ponerle peros o buscarle alguna trampa a la ley: “No seas sabio en tu propia opinión, sino teme a Jehová y apártate del mal…” (Proverbios 3:7) ¿Por qué jugar con fuego? El que juega con fuego termina quemándose, pero el fuego momentáneo nada se compara con el fuego que consumirá al alma. Si uno está en Dios o se cree creyente o cristiano, judío o musulmán, debe huir de estas ceremonias satánicas, por su propio bien y para dar ejemplo a los inconversos: “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio. Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.” (Hebreos 6:4-8)

El culto a los deseos de la carne y las obras de la carne fueron enseñadas y llegaron a su máximo esplendor con un hito histórico: la Caída. La Caída o “usurpación de la deidad” fue un evento que trajo lugar a estos ritos y la evocación a los muertos y a los demonios, por medio de danzas rituales, sexo, estado de trance, borrachera, éxtasis y descontrol voluntario –sin excluir la práctica de sacrificios de niños y vírgenes. Ellos se hicieron pasar por dioses siendo que no lo eran: “Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses…” (Gálatas 4:8) Y servir a estos era entregarles los hijos al fuego, a sacrificar animales y humanos, trabajar para los dioses, para los ídolos o para los demonios, es entregarles nuestro cuerpo, nuestra carne a su servicio: “Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” (Gálatas 4:22-31)

Baal significa “señor” o “amo”, y representa la idolatría y el culto a los demonios y dioses fatuos. De ahí deriva la palabra “Belcebú” (Baal-zvuv. Que significa “Señor de los voladores-zumbadores”) y según historiadores es el equivalente grecorromano del dios Cronos/Saturno -de ahí la veneración importante de Roma a este dios con las fiestas Saturnales. Algunos han sugerido en cambio que Baal es el equivalente al hijo de Saturno: Júpiter/Zeus, que corresponde al legendario símbolo del Toro -el dios hitita/hurrita Teshub- y antiguamente ocupaba el lugar de la letra “A”, que posteriormente Abraham reemplazó para otorgársela al Altísimo. Desde entonces la Alef (A, hebrea) identificaba al Padre Universal en vez de a Zeus/Toro, el emblema o significancia de la rebelión y caída de los ángeles rebeldes. El misionero Pablo dijo sobre todo esto: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgias, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredaran el reino de Dios.” (Gálatas 5:19 – 21).

“¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1ª Corintios 6:15-20) ¿Y qué significa fornicación? Viene de la palabra griega “forno” (calor), como California (buen calor), y quienes vienen en “calor” o “calentura”, actúan en el momento, locamente, “en caliente” (no son “fríos” o calculadores, ni piensan con premeditación o detenimiento, con prudencia o paciencia, ni analizan lo que hacen ni las consecuencias de sus actos). Más de una vez Pablo llegó a ser muy restrictivo con sus alegaciones, diciendo además: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.” (1ª Corintios 6:9-10) Cosa dura es entender a Pablo y aspirar al Reino de los Cielos que Jesús ofrece, pero Jesús lo dijo claro: “…porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:14)

Tradición

Muchos creen que ya todo esto es una mera costumbre de las que siguen participando sin hacerlo con malas intenciones. ¿Acaso alguno asistiría a un sepelio donde se celebra con regocijo la muerte de un pariente cercano? Muchos no sólo no asistirían, aunque fuese una costumbre familiar, sino que se encolerizarían, entrarían y romperían todo, por tal agravio y ofensa. Esto es lo que pasa: “Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia...” (1ª Corintios 10:27-28) Comer es participar, y participar es hacer acto de presencia. Más serio es esto aún, si sabemos que algunos investigadores van más allá de las afirmaciones ya citadas, y afirman que el origen del Carnaval es de hecho la conmemoración de la Rebelión de Lucifer. O sea, el día en que levantó su puño contra la creación y preparó todo con sus secuaces para atacar el Reino de los Cielos y enseñar lo que el universo no conocía, ni concebía ni jamás había visto: asesinatos, violaciones, muertes, guerras, depravaciones y terror.

Si alguien les dice que el Carnaval es algo bueno o que no tiene verdadera importancia, esa persona es claramente emisario del Diablo: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8). Folklore es una palabra inglesa que significa “ciencia del pueblo”. Aquello que enseña la llamada “ciencia del pueblo” y que atenta contra los mandamientos que nos da la “ciencia de Dios”, es decir, la Palabra de Dios, debe ser erradicado de las costumbres del pueblo. El asesinato puede ser algo corriente en una ciudad delictiva, y ya casi como una tradición, pero nadie discutiría circuncidar este mal de en medio, “y así erradicarás el mal de entre tu pueblo”, dijo Jehová. Si verdaderamente esta fuese una celebración cristiana debería dar estos frutos: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacifica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” (Santiago 3:17) Cualquiera que se disfraza –partiendo de una máscara-, esconde sus verdaderas intenciones (eso es parte de la hipocresía), ya que un soldado vestido de médico “adultera su identidad”, como alguien que a una botella de Pepsi le mete agua: la ha adulterado. No se debe cambiar la esencia pura y elemental de las cosas, “porque lo que es de más, de la procede”, dijo Jesús. Con verdad fue escrito: “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” (Romanos 13:13-14) Incluso el rito a Baal se perpetúa principalmente en el horario en que reina el sistema satánico: “Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de la tinieblas.” (Lucas 22:53) Y Jesús aclaró lo mismo diciendo: “…andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.” (Juan 12:35), y volvió a decir: “…pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.” (Juan 11:10)

¿Qué puede hacer un hijo de la luz entre las tinieblas? sembrar luz. Pero, ¿ha sido llamado a meterse en un lodazal? Jesús entró en casa de pecadores para “llamarlos al arrepentimiento”, no a danzar y pecar con ellos, no para participar de la contaminación ni de las abominaciones. Si alguien se cree “santo” y quiere entrar a la fiesta del Diablo, sepa que Dios no le respalda, porque es el tiempo de los demonios y un hombre sabio no trataría de salvar a alguien sabiendo que en el transcurso él mismo se condena. Si un hijo de Dios, hace algo donde está el mal, obliga a los ángeles a estar pendientes de su seguridad, pero si Dios no le ha enviado explícitamente con un objetivo, está obligando al Señor a darle un escarmiento y está tentando a Dios: “Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.” (Mateo 4:5-7) Uno se puede creer muy fuerte, pero para meterse a sacar a un hermano de una fosa de estiércol, antes debe sospesar las circunstancias y medir que él mismo no caiga en el estiércol y se llene de inmundicia: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” (Gálatas 6:1) Atención, porque escribió el profeta, sobre los que se creen justos y se justifican para participar de las obras que los de Cristo deben reprender, y de las cuales deben alejarse radicalmente: “Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no bueno, en pos de sus pensamientos; pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a ira, sacrificando en huertos, y quemando incienso sobre ladrillos; que se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la noche; que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas; que dicen: Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú; éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día.” (Isaías 65:2-5) Y profetizó Ezequiel: “Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor.” (Ezequiel 11:21)

Austeridad, régimen, valor, fuerza, virtud, perseverancia, justicia, rectitud y verdad, son los frutos de un verdadero hijo de Dios: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.” (Filipenses 3:18-19) Y sobre esto, quienes han entendido el mensaje de Cristo deben recordar lo dicho: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.” (Efesios 5:5-14)


“Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel. Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado?”

- Éxodo 32:17-21 -

Por:
Frederick Guttmann R.
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Re: EL Carnaval

De hecho, suenan muy parecideo "carnaval" y "carne a baal"...

Bueno, la cosa es darle vuelo a la hilacha antes de la cuaresma, pero parece que los chavos de hoy ni siquiera saben en qué consiste la "semana santa"...