¿Qué es el Carnaval?
Conocemos esta festividad como un evento anual que en la actualidad se celebra en los 3 o 4 días anteriores a una conmemoración católica denominada “Miércoles de Ceniza”, que da inicio a “la Cuaresma” -estas fiestas precedían supuestamente a un tiempo de recogimiento y ayunos. Como muchos saben, el Carnaval consiste en un festival al aire libre donde básicamente las personas se disfrazan, beben y danzan. Los orígenes del Carnaval, según algunos historiadores, se pueden remontar más allá del tiempo de los egipcios, naciendo en Sumer hace más de 5.000 años. Estos ritos se fueron trasladando con los siglos hasta llegar a un gran esplendor bajo el reinado de Roma. Aquí se consagraron en honor al dios Baco (Dionisio), el dios del vino, y las gentes estaban durante días en una fiesta que compartían como iguales junto a los esclavos, algo que únicamente sucedía durante esa celebración. También se promovieron con las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del buey Apis egipcio. Con la llegada de los europeos a América en el siglo XV, la fiesta del Carnaval se introdujo en el nuevo continente.
Se especuló que el origen de la palabra “Carnaval” era latino, y venía de “carnelevarium”, y que se refería al hecho de quitar la carne, algo relacionado con la prohibición del consumo de carne en la cuaresma católica. No obstante, etimológicamente el significado correcto es “carna-baal” (carne para Baal), es decir, ofrecer el cuerpo a Baal, en honor a esta deidad. El concepto equivocado de la palabra Carnaval nació a comienzos de la Edad Media cuando la Iglesia Católica propuso una nueva idea para celebrar el culto a Satanás, bajo el latín “carne-levare” (abandonar la carne, lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma), pero que realmente inducía a no refrenar la carne, o sea, dar rienda suelta al cuerpo: una fiesta donde todo vale.
Algunos autores consideran que para la sociedad rural, fuertemente estructurada por el catolicismo, el tiempo de “carnestolendas” ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un lapso de permisividad que se oponía a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma. Pero a finales del siglo XX varios autores comenzaron a sospechar el origen pagano del nombre. Se descubrió otro significado oculto: Carna es la diosa celta de las habas y el tocino, y también estaría conectada con fiestas indoeuropeas dedicadas al dios Karna (que en el Mahabharata hindú aparece como un ser humano, hermano mayor de los Pándavas, hijo del dios del Sol y la reina Kuntí). Por ejemplo, hay lugares donde los hitos más importantes dentro de las ceremonias de carnaval son el desentierro y el entierro del “Diablo de Carnaval”.
¿Qué desea Baal?
El libro hebreo de los Reyes en los capítulos 18:26 y 28:29 explica que los profetas de Baal tomaron carne de buey y la prepararon para holocausto sin poner fuego debajo, e invocaron el nombre de Baal clamando a grandes voces, saltando cerca del altar que habían hecho, sajándose con cuchillos y lancetas hasta chorrear la sangre sobre ellos conforme a su costumbre y tradición, y gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio. Pero no hubo fuego que descendiese del cielo, no hubo voz alguna que les escuchase, ni quien respondiese. El ritual, desde Sumer, constaba en mover el cuerpo a manera de posesión –como lo siguen celebrando muchas tribus africanas- en donde se entra en estado de transe o éxtasis para que seres pan-dimensionales de origen satánico puedan tener una “simbiosis” con el huésped. Los sumerios y egipcios pasaron esta enseñanza de honrar a los dioses y despojar el “ser” de todo pudor moral y ético, para agradarles, de ahí las tradicionales danzas egipcias o hindúes en forma de serpenteo, imitando a las culebras.
Con el engaño de los dioses egipcios, las mascaras tomaron un significado importante. Ello permitía que cualquiera pudiese hacer lo que desease sin que se conociera su identidad. También este ritual era acompañado de pactos de sangre con Satanás sajándose con cuchillos o simplemente hiriendo a otros, prácticas muy habituales aún hoy en sectas y sociedades secretas. Sumado a esto vinieron las borracheras con el imperio romano y el honor a Baco, dios del vino, y en el presente las drogas, para cada ves más llevar al estado de “desconexión” de la realidad a su máximo límite. Por eso Dios el Altísimo a su pueblo, cuando fueron a entrar a Canaán: “Destruirás a todos los pueblos que Jehová, tu Dios, te entrega. No tendrás piedad de ellos ni servirás a sus dioses, porque te será tropiezo.” (Deuteronomio 7:16)
Si por Baal fuese, sus fiestas de honor sería con más sacrificios humanos –como sucede con las guerras, que son sacrificios de la élite del poder mundial en honor a los dioses-, pero engrandecer su valor y poder por medio de la unión afín para la mundanalidad, el bullicio, la explosión de energía vital y el estado de descontrol, es suficiente. Esto hacían, de hecho, muchas tribus para apaciguar a los dioses o para pedirles ayuda. “…antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos.” (Ezequiel 20:18) Y esto era tan serio que precisamente el mandamiento más importante de Dios a Israel fue “no servir a sus dioses” ni “dar culto a sus ídolos”. Aquí comienza el peligro de practicar estas celebraciones o asistir a ellas: “Por tanto, no harás alianza con los habitantes de aquella tierra, no sea que cuando se prostituyan siguiendo a sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten y comas de sus sacrificios; o que tomen de sus hijas para tus hijos, y al prostituirse ellas tras sus dioses, hagan que tus hijos se prostituyan también yendo tras los dioses de ellas.” (Éxodo 34:15-16)
¿Quién es Baal?
“No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.” (1ª Corintios 10:21) El culto a los deseos de la carne y las obras de la carne fueron enseñadas y llegaron a su máximo esplendor con un hito histórico: la Caída. La Caída o “usurpación de la deidad” fue un evento que trajo lugar a estos ritos y la evocación a los muertos y a los demonios, por medio de danzas rituales, sexo, estado de trance, borrachera, éxtasis y descontrol voluntario –sin excluir la práctica de sacrificios de niños y vírgenes. Ellos se hicieron pasar por dioses siendo que no lo eran: “Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses…” (Gálatas 4:8)
Baal significa “señor” o “amo”, y representa la idolatría y el culto a los demonios y dioses fatuos. De ahí deriva la palabra “Belcebú” (Baal-zvuv. Que significa “Señor de los voladores-zumbadores”) y según historiadores es el equivalente grecorromano del dios Cronos/Saturno -de ahí la veneración importante de Roma a este dios con las fiestas Saturnales. Algunos han sugerido en cambio que Baal es el equivalente al hijo de Saturno: Júpiter/Zeus, que corresponde al legendario símbolo del Toro -el dios hitita/hurrita Teshub- y antiguamente ocupaba el lugar de la letra “A”, que posteriormente Abraham reemplazó para otorgársela al Altísimo. Desde entonces la Alef (A, hebrea) identificaba al Padre Universal en vez de a Zeus/Toro, el emblema o significancia de la rebelión y caída de los ángeles rebeldes. El misionero Pablo dijo sobre todo esto: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgias, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredaran el reino de Dios.” (Gálatas 5:19 – 21).
Incluso Pablo llegó a ser muy restrictivo con sus alegaciones, diciendo además: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.” (1ª Corintios 6:9-10) Cosa dura es entender a Pablo y aspirar al Reino de los Cielos que Jesús ofrece, pero Jesús lo dijo claro: “…porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:14)
Tradición
Muchos creen que ya todo esto es una mera costumbre de las que siguen participando sin hacerlo con malas intenciones. ¿Acaso alguno asistiría a un sepelio donde se celebra con regocijo la muerte de un pariente cercano? Muchos no sólo no asistirían, aunque fuese una costumbre familiar, sino que se encolerizarían, entrarían y romperían todo, por tal agravio y ofensa. Esto es lo que pasa: “Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia...” (1ª Corintios 10:27-28) Algunos investigadores van más allá y afirman que el origen del Carnaval es de hecho la conmemoración de la Rebelión de Lucifer. El día en que levantó su puño contra la creación y preparó todo con sus secuaces para atacar el Reino de los Cielos y enseñar lo que el universo no conocía, ni concebía ni jamás había visto: asesinatos, violaciones, muertes, guerras, depravaciones y terror.
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8). Folklore es una palabra inglesa que significa “ciencia del pueblo”. Aquello que enseña la llamada “ciencia del pueblo” y que atenta contra los mandamientos que nos da la “ciencia de Dios”, es decir, la Palabra de Dios, debe ser erradicado de las costumbres del pueblo. Si verdaderamente esta fuese una celebración cristiana debería dar estos frutos: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacifica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” (Santiago 3:17) Porque fue escrito: “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” (Romanos 13:13-14) Incluso el rito a Baal se perpetúa principalmente en el horario en que reina el sistema satánico: “Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de la tinieblas.” (Lucas 22:53), Y Jesús aclaró lo mismo diciendo: “…andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.” (Juan 12:35), “…pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.” (Juan 11:10)
Y sobre esto, quienes han entendido el mensaje de Cristo deben recordar lo dicho: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.” (Efesios 5:5-14)
¿Importa algo si asistimos a dichos cultos aunque creamos que no participamos de ellos? Escrito está: “Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación.” (Levítico 20:23) Y también fue dicho: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.” (Efesios 4:17-21) Además, si somos luz, debemos también dar ejemplo: “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.” (1ª Corintios 8:9-13) Esto está claro, no hace falta justificarse, ponerle peros o buscarle alguna trampa a la ley: “No seas sabio en tu propia opinión, sino teme a Jehová y apártate del mal…” (Proverbios 3:7)
Por:
Frederick Guttmann R.
[email protected]
projectmagen.com
Conocemos esta festividad como un evento anual que en la actualidad se celebra en los 3 o 4 días anteriores a una conmemoración católica denominada “Miércoles de Ceniza”, que da inicio a “la Cuaresma” -estas fiestas precedían supuestamente a un tiempo de recogimiento y ayunos. Como muchos saben, el Carnaval consiste en un festival al aire libre donde básicamente las personas se disfrazan, beben y danzan. Los orígenes del Carnaval, según algunos historiadores, se pueden remontar más allá del tiempo de los egipcios, naciendo en Sumer hace más de 5.000 años. Estos ritos se fueron trasladando con los siglos hasta llegar a un gran esplendor bajo el reinado de Roma. Aquí se consagraron en honor al dios Baco (Dionisio), el dios del vino, y las gentes estaban durante días en una fiesta que compartían como iguales junto a los esclavos, algo que únicamente sucedía durante esa celebración. También se promovieron con las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del buey Apis egipcio. Con la llegada de los europeos a América en el siglo XV, la fiesta del Carnaval se introdujo en el nuevo continente.
Se especuló que el origen de la palabra “Carnaval” era latino, y venía de “carnelevarium”, y que se refería al hecho de quitar la carne, algo relacionado con la prohibición del consumo de carne en la cuaresma católica. No obstante, etimológicamente el significado correcto es “carna-baal” (carne para Baal), es decir, ofrecer el cuerpo a Baal, en honor a esta deidad. El concepto equivocado de la palabra Carnaval nació a comienzos de la Edad Media cuando la Iglesia Católica propuso una nueva idea para celebrar el culto a Satanás, bajo el latín “carne-levare” (abandonar la carne, lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma), pero que realmente inducía a no refrenar la carne, o sea, dar rienda suelta al cuerpo: una fiesta donde todo vale.
Algunos autores consideran que para la sociedad rural, fuertemente estructurada por el catolicismo, el tiempo de “carnestolendas” ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un lapso de permisividad que se oponía a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma. Pero a finales del siglo XX varios autores comenzaron a sospechar el origen pagano del nombre. Se descubrió otro significado oculto: Carna es la diosa celta de las habas y el tocino, y también estaría conectada con fiestas indoeuropeas dedicadas al dios Karna (que en el Mahabharata hindú aparece como un ser humano, hermano mayor de los Pándavas, hijo del dios del Sol y la reina Kuntí). Por ejemplo, hay lugares donde los hitos más importantes dentro de las ceremonias de carnaval son el desentierro y el entierro del “Diablo de Carnaval”.
¿Qué desea Baal?
El libro hebreo de los Reyes en los capítulos 18:26 y 28:29 explica que los profetas de Baal tomaron carne de buey y la prepararon para holocausto sin poner fuego debajo, e invocaron el nombre de Baal clamando a grandes voces, saltando cerca del altar que habían hecho, sajándose con cuchillos y lancetas hasta chorrear la sangre sobre ellos conforme a su costumbre y tradición, y gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio. Pero no hubo fuego que descendiese del cielo, no hubo voz alguna que les escuchase, ni quien respondiese. El ritual, desde Sumer, constaba en mover el cuerpo a manera de posesión –como lo siguen celebrando muchas tribus africanas- en donde se entra en estado de transe o éxtasis para que seres pan-dimensionales de origen satánico puedan tener una “simbiosis” con el huésped. Los sumerios y egipcios pasaron esta enseñanza de honrar a los dioses y despojar el “ser” de todo pudor moral y ético, para agradarles, de ahí las tradicionales danzas egipcias o hindúes en forma de serpenteo, imitando a las culebras.
Con el engaño de los dioses egipcios, las mascaras tomaron un significado importante. Ello permitía que cualquiera pudiese hacer lo que desease sin que se conociera su identidad. También este ritual era acompañado de pactos de sangre con Satanás sajándose con cuchillos o simplemente hiriendo a otros, prácticas muy habituales aún hoy en sectas y sociedades secretas. Sumado a esto vinieron las borracheras con el imperio romano y el honor a Baco, dios del vino, y en el presente las drogas, para cada ves más llevar al estado de “desconexión” de la realidad a su máximo límite. Por eso Dios el Altísimo a su pueblo, cuando fueron a entrar a Canaán: “Destruirás a todos los pueblos que Jehová, tu Dios, te entrega. No tendrás piedad de ellos ni servirás a sus dioses, porque te será tropiezo.” (Deuteronomio 7:16)
Si por Baal fuese, sus fiestas de honor sería con más sacrificios humanos –como sucede con las guerras, que son sacrificios de la élite del poder mundial en honor a los dioses-, pero engrandecer su valor y poder por medio de la unión afín para la mundanalidad, el bullicio, la explosión de energía vital y el estado de descontrol, es suficiente. Esto hacían, de hecho, muchas tribus para apaciguar a los dioses o para pedirles ayuda. “…antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en los estatutos de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis con sus ídolos.” (Ezequiel 20:18) Y esto era tan serio que precisamente el mandamiento más importante de Dios a Israel fue “no servir a sus dioses” ni “dar culto a sus ídolos”. Aquí comienza el peligro de practicar estas celebraciones o asistir a ellas: “Por tanto, no harás alianza con los habitantes de aquella tierra, no sea que cuando se prostituyan siguiendo a sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten y comas de sus sacrificios; o que tomen de sus hijas para tus hijos, y al prostituirse ellas tras sus dioses, hagan que tus hijos se prostituyan también yendo tras los dioses de ellas.” (Éxodo 34:15-16)
¿Quién es Baal?
“No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.” (1ª Corintios 10:21) El culto a los deseos de la carne y las obras de la carne fueron enseñadas y llegaron a su máximo esplendor con un hito histórico: la Caída. La Caída o “usurpación de la deidad” fue un evento que trajo lugar a estos ritos y la evocación a los muertos y a los demonios, por medio de danzas rituales, sexo, estado de trance, borrachera, éxtasis y descontrol voluntario –sin excluir la práctica de sacrificios de niños y vírgenes. Ellos se hicieron pasar por dioses siendo que no lo eran: “Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses…” (Gálatas 4:8)
Baal significa “señor” o “amo”, y representa la idolatría y el culto a los demonios y dioses fatuos. De ahí deriva la palabra “Belcebú” (Baal-zvuv. Que significa “Señor de los voladores-zumbadores”) y según historiadores es el equivalente grecorromano del dios Cronos/Saturno -de ahí la veneración importante de Roma a este dios con las fiestas Saturnales. Algunos han sugerido en cambio que Baal es el equivalente al hijo de Saturno: Júpiter/Zeus, que corresponde al legendario símbolo del Toro -el dios hitita/hurrita Teshub- y antiguamente ocupaba el lugar de la letra “A”, que posteriormente Abraham reemplazó para otorgársela al Altísimo. Desde entonces la Alef (A, hebrea) identificaba al Padre Universal en vez de a Zeus/Toro, el emblema o significancia de la rebelión y caída de los ángeles rebeldes. El misionero Pablo dijo sobre todo esto: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgias, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredaran el reino de Dios.” (Gálatas 5:19 – 21).
Incluso Pablo llegó a ser muy restrictivo con sus alegaciones, diciendo además: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.” (1ª Corintios 6:9-10) Cosa dura es entender a Pablo y aspirar al Reino de los Cielos que Jesús ofrece, pero Jesús lo dijo claro: “…porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:14)
Tradición
Muchos creen que ya todo esto es una mera costumbre de las que siguen participando sin hacerlo con malas intenciones. ¿Acaso alguno asistiría a un sepelio donde se celebra con regocijo la muerte de un pariente cercano? Muchos no sólo no asistirían, aunque fuese una costumbre familiar, sino que se encolerizarían, entrarían y romperían todo, por tal agravio y ofensa. Esto es lo que pasa: “Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia...” (1ª Corintios 10:27-28) Algunos investigadores van más allá y afirman que el origen del Carnaval es de hecho la conmemoración de la Rebelión de Lucifer. El día en que levantó su puño contra la creación y preparó todo con sus secuaces para atacar el Reino de los Cielos y enseñar lo que el universo no conocía, ni concebía ni jamás había visto: asesinatos, violaciones, muertes, guerras, depravaciones y terror.
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8). Folklore es una palabra inglesa que significa “ciencia del pueblo”. Aquello que enseña la llamada “ciencia del pueblo” y que atenta contra los mandamientos que nos da la “ciencia de Dios”, es decir, la Palabra de Dios, debe ser erradicado de las costumbres del pueblo. Si verdaderamente esta fuese una celebración cristiana debería dar estos frutos: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacifica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” (Santiago 3:17) Porque fue escrito: “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” (Romanos 13:13-14) Incluso el rito a Baal se perpetúa principalmente en el horario en que reina el sistema satánico: “Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de la tinieblas.” (Lucas 22:53), Y Jesús aclaró lo mismo diciendo: “…andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va.” (Juan 12:35), “…pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.” (Juan 11:10)
Y sobre esto, quienes han entendido el mensaje de Cristo deben recordar lo dicho: “Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.” (Efesios 5:5-14)
¿Importa algo si asistimos a dichos cultos aunque creamos que no participamos de ellos? Escrito está: “Y no andéis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros; porque ellos hicieron todas estas cosas, y los tuve en abominación.” (Levítico 20:23) Y también fue dicho: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.” (Efesios 4:17-21) Además, si somos luz, debemos también dar ejemplo: “Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.” (1ª Corintios 8:9-13) Esto está claro, no hace falta justificarse, ponerle peros o buscarle alguna trampa a la ley: “No seas sabio en tu propia opinión, sino teme a Jehová y apártate del mal…” (Proverbios 3:7)
Por:
Frederick Guttmann R.
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