EL BURRO

Tobi

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21 Noviembre 2000
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Un Santuario Muy Especial

En la india es bien conocida esta historia protagonizada por Nasrudin y que a continuación relatamos.

El padre de Narsurin era el cuidador de un santuario muy célebre y visitado por una extraordinaria cantidad de fieles. Acudían a él toda suerte de devotos para rendir culto. Se había hecho muy famoso.

A lo largo de los años tanto había escuchado Nasrudin hablar sobre las verdades espirituales, que él mismo se propuso viajar y adquirir así un conocimiento directo sobre las mismas. Se despidió de su padre, quien, como regalo de despedida, le obsequió un burro.

Satisfecho, Nasrudin emprendió su viaje en busca de realidades supremas. Nasrudin viajó incansablemente, siempre contando con la fidelidad de su pollino. Pero cierto día, el burro, que ya no era joven, se desplomó y murió. Su cansado corazón le había fallado.

Nasrudin se sentó al lado de su amado burro muerto y comenzó a gemir dolorosamente. Los transeúntes se apiadaban de él y le hacían compañía por un rato. Algunos empezaron a poner ramas y hojas sobre el cadáver del burro, que poco a poco, fue de esta manera ocultando.

Otros echaron piedras y barro sobre las ramas y, así, después de un tiempo, se había formado un santuario sobre el burro muerto. Nasrudin seguía entristecido, y día tras día continuaba haciendo compañía al burro.

Los peregrinos que acertaban a pasar por aquel lugar, al ver a un hombre sentado junto a un santuario, pensaron que debía tratarse del santuario de un gran maestro espiritual, por lo que también muchos de ellos pasaban una temporada junto al santuario.

Ofrendas frutas y dejaban buenas sumas de dinero. la noticia se iba propagando y empezaron a peregrinar al santuario fieles de las aldeas y pueblos de alrededor. Ya se aseguraba que era el santuario de un gran iluminado.

Tanto dinero aportaron los fieles que, finalmente, Nasrudin hizo construir una enorme mezquita junto al santuario, visitada por millares de devotos de todas las latitudes. Acudían peregrinos, fieles e incluso maestros espirituales.

Nasrudin se hizo rico y célebre. Tanto creció la fama de su santuario que las noticias llegaron a oídos de su padre.
Éste tomó la decisión de visitar a su hijo. Se encontraron después de años, y ambos sintieron una profunda alegría

-Hijo mío -dijo el padre de Nasrudin-, no sabes hasta que punto eres famoso. Tu santuario ha cobrado tanta celebridad que se oye hablar de él hasta en los confines del país. Pero hijo, dime algo que quiero saber desde hace tiempo: ¿que gran iluminado yace en este santuario para que atraiga a tantos devotos?

-¡Oh, padre! -exclamó Nasrudin- lo que voy a contarte es increíble. No puedes ni siquiera imaginártelo, padre mió. ¿Recuerdas el burro que regalaste? pues aquí está enterrado aquel pobre animal.

Entonces el padre de Nasrudin comentó:

--hijo mío, ¡raros son los designios del destino! ¿Sabes una cosa? ése fue también mi caso. el santuario que yo custodio es también el de un burro que a mí se me murió.

*El maestro dice: si eres victima de la superstición y sigues el culto a ciegas, eres más ignorante que el burro del santuario.

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jaume guinot
ciudadano del mundo