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Humos de profeta
El entretenimiento profético es uno de los aspectos en los que se ha implicado a fondo la Sociedad Watch Tower, una faceta a la que ha sacado mucho rendimiento, a pesar de que jamás ha tenido un solo acierto y sí, como no podía ser de otra manera, incesantes y sonoros fracasos. Mediante una contumaz dedicación al cultivo de intrincada ingeniería profética, rebuscando tipos por doquier en la Sagrada Escritura, han forzado aplicaciones antitípicas sin fundamento alguno, alardeando de un amplio y penetrante "entendimiento" de las cosas profundas de Dios. Pudiera decirse que muchas de sus creencias no son otra cosa que el resultado de una desbordada imaginación profética. Por supuesto, una consecuencia inmediata ha sido la de destruir en gran manera el sentido mismo de la Sagrada Escritura. No sienten el más mínimo pudor al asumir para sí mismos una posición de profeta y presentarse como exclusivos depositarios de una trascendental comisión que, afirman, Dios ha otorgado a un reducido número de personas, representantes todos ellos de la Sociedad Watch Tower. La siguiente declaración es un ejemplo:
Jehová tiene hoy un grupo de siervos con una labor profética similar a la de Jeremías. Al igual que él, declaran con valor la palabra profética de Dios. Este mensaje afecta a todas las personas y naciones, para bien o para mal, dependiendo de cómo respondan a él. Como sucedió en el tiempo de Jeremías, hay quienes luchan contra Dios oponiéndose a sus siervos y a las actividades que El les ha comisionado.
(La Atalaya del 1 de Abril de 2000, página 17).
Es difícil encontrar un grado de altanería semejante. Más aún si tenemos en cuenta una historia repleta de predicciones fallidas, de atrevida proclamación profética probada falsa hasta la misma saciedad. La Sagrada Escritura muestra con claridad cuál fue el alcance y hasta dónde llegó lo que se considera como la comisión profética encomendada por Dios a ciertas personas. Jesucristo lo aclaró definitivamente con estas palabras: "La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a anunciarse la Buena Nueva del Reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él". Lucas 16: 16.
Dan por sentado que las atribuciones que señalan para sí son doctrina bíblica firme. De modo que, en ese doble papel de profeta y vocero que se atribuyen, se sienten justificados para emitir, en nombre del "Señor Soberano Jehová", sentencias categóricas, inapelables, como las siguientes:
... estando ya tan cerca el día de juicio de Dios, todo el mundo debería ‘guardar silencio delante del Señor Soberano Jehová’, y escuchar lo que dice a través del "rebaño pequeño" compuesto por los seguidores ungidos de Jesús y sus compañeros, las "otras ovejas" (Lucas 12: 32; Juan 10: 16). A los que no escuchen y de ese modo se opongan al gobierno del Reino de Dios les aguarda la aniquilación (Salmo 2: 1, 2).
La Atalaya del 15 de Febrero de 2001, página 14, párrafo 10).
¡Qué tiempo más amargo será para quienes pasen por alto las advertencias que les da Jehová mediante sus testigos y no practiquen la adoración verdadera!
La Atalaya del 15 de Febrero de 2001, página 16, párrafo 18.
Tampoco habrá escapatoria para los que practican la religión falsa, incluidos los miembros de la cristiandad y los apóstatas de la adoración de Jehova.
La Atalaya del 15 de Febrero de 2001, página 15, párrafo 15.
Es difícil determinar qué es lo que predomina en declaraciones como esas, si la arrogancia, la amenaza, el resentimiento, la fanfarronería, o la mera estupidez. Puede que los propios testigos de Jehová no se estén dando cuenta de que las mismas palabras que pronuncia la Sociedad Watch Tower contra otros son las que de pleno les aplican y pueden recaer en su contra.
Al asumir el papel de profetas, se sienten impulsados a determinar el significado de cada acontecimiento y de interpretar a su manera el pasado reciente y nuestro propio tiempo, erigiéndose en portavoces de los pormenores de las cuitas de Jehová. La propia revista La Atalaya declara como parte de su Propósito la identificación del cumplimiento profético, al declarar en su página 2: "Está atenta a los sucesos mundiales que cumplen las profecías bíblicas". Por eso sus redactores no muestran especial interés en medir el grado de responsabilidad que supone emitir declaraciones como las que siguen:
Las profecías bíblicas nos indican dónde nos encontramos en la corriente del tiempo y nos dan confianza en las promesas de Dios para el futuro, además de reforzar nuestra esperanza de vivir para siempre.
La Atalaya del 1 de julio de 2001, página 10, párrafo 12.
El Dios irreprensible se ha propuesto impedir toda posibilidad de que se le acuse de negligencia, de no haber dado la debida advertencia a los que están en peligro. Las circunstancias nos cercan apretadamente hasta tal grado que se pondrá de manifiesto lo que somos. Entonces los que hayan hecho caso omiso de la advertencia se verán obligados a confesar que un profeta de Jehová ha estado entre ellos.
La Atalaya del 15 de febrero de 1984, página 20, párrafo 12.
La especulación baldía les ha acompañado desde su nacimiento como grupo religioso y jamás se han desprendido de ella. Decenas de profecías, de acotaciones en el tiempo para la llegada del fin del mundo, promulgadas con toda pomposidad y alarde por parte de la Sociedad Watch Tower han ido fracasando estrepitosamente una y otra vez: 1914, 1925, 1975, "El tiempo ha llegado", "Millones que ahora viven no morirán jamás", los avatares del "Rey del Norte y el Rey del Sur", la "generación que no pasará"... todo humo, palabrería, falacia. Y lo triste es que afirman hablar en el nombre mismo de Jehová y lo ponen como garante y responsable de sus torpezas. .
Además de atribuirse un papel como el de Jeremías, alegan también estar en posesión del espíritu y poder de Elías. En La Atalaya del 15 de septiembre de 1997 se dice lo siguiente:
...Con el espíritu y poder de Elías, los cristianos ungidos han efectuado por mandato de Dios una obra similar por toda la Tierra. Esto prueba claramente que el gran "día de Jehová" está cerca. Página 15, párrafo 23
...Mientras aún están en la Tierra, los cristianos ungidos trabajan con el espíritu y poder de Elias. (Luc., 1:17). Página 16, párrafo 1.
Esto no es algo nuevo, viene de lejos. El libro Santificado sea tu nombre recoge, en la página 291, las palabras que pronunció J.F. Rutherford en una asamblea que se llevó a cabo en Cedar Point, Ohío, en el año 1919. Allí se dice:
El miércoles 3 de septiembre por la tarde el presidente J.F. Rutherford habló extensamente sobre el tema de Elías y Eliseo y estimuló a los asambleistas a enfrentarse denodadamente a la obra que había de hacerse. No obstante, se indicó que se esperaba una pronta terminación de la obra futura en estas declaraciones:
"El término mundo significa orden de cosas. Somos testigos oculares de la terminación del viejo orden y de la llegada del nuevo... Creemos confiadamente que se ha acercado el fin de la jornada de la iglesia y que dentro de poco tiempo todos sus miembros serán removidos de la tierra...".
"Testigos oculares de la terminación del viejo orden y de la llegada del nuevo". Así de eufórico y de tajante se mostraba J.F. Rutherford, como miembro destacado de la "clase Elias", anticipando lo que sería la culminación de los sucesos de su tiempo. El, desde luego, no fue testigo ocular de tales vaticinios. Ninguno de los que le oyeron lo fué, como tampoco lo ha sido ninguno de sus sucesores en el cargo o en el empeño.
No fue Rutherford el único en dedicarse a juegos proféticos. Antes de eso C.T. Russell ya había anunciado el fin de todos los reinos en 1914. El libro Los testigos de Jehová en el propósito divino (páginas 56, 57) se hace eco de parte de un artículo aparecido el 30 de agosto de 1914 en el periódico The World de Nueva York. Entre otras, incluía esta cita del libro The Time is at Hand (El tiempo ha llegado):
"En vista de esta evidencia fuerte de la Biblia", escribió el Rdo. Russell en 1889, "consideramos como una verdad establecida el que el fin cabal de los reinos de este mundo y el establecimiento completo del reino de Dios se realizarán para el fin de 1914 d. de JC".
Es evidente que los reinos de este mundo no tuvieron su fin cabal en 1914 y que, por ende, tal cosa nada tenía que ver con la "evidencia bíblica" y, en lugar de "verdad establecida", es una mentira probada. Podría esperarse que después de esas "experiencias", que son parte de los fracasos obtenidos, hubieran hecho algo por cambiar el rumbo. Desde 1889 hasta nuestos días afirmando lo mismo, esperando lo mismo y cosechando lo mismo, se supone más que suficiente tiempo para aprender y rectificar. Incomprensiblemente no ha sido así, sino que esa ha sido la pauta por más de un siglo: predicción temeraria alegando base bíblica, seguida de inevitable fracaso.
En la Watch Tower conocen perfectamente la historia profética real de la organización que no coincide con los intentos por explicarla en el libro Los testigos de Jehová en el propósito divino ni en el más reciente Los testigos de Jehová proclamadores del Reino. Es más que probable que sí sean conscientes del camino errado que llevan y del que han decidido no apartarse. El problema real es que no están dispuestos a reconocerlo. El talante orgulloso y altanero, de fuerte arraigo entre quienes rigen los destinos de la Sociedad Watch Tower, les impide dar el paso necesario y definitivo: bajar esos humos de profeta, apearse del pedestal al que se han subido con respecto a las demás personas, reconocer que no sólo no tienen una misión profética que cumplir, ni tienen nombramiento alguno de parte de Dios, sino que se han adelantado irresponsablemente y han ido más allá de lo que autoriza la Palabra de Dios. La prueba está en que nada, absolutamente nada de cuanto han predicho, se ha cumplido. Al mismo tiempo, no estaría de más pedir perdón por haber extraviado a tanta gente.
La Palabra de Dios permanece siempre veraz, aunque los hombres que la manipulan queden probados mentirosos (Romanos 3: 4). Una vez más hemos de comprobar lo inalterable del dicho bíblico al que debemos atenernos y que, en la cuestión profética como es el caso, deja a cada cual en su sitio:
Si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él".
(Deuteronomio 18: 22. Valera).
Cuando Dios tenga a bien traer juicio sobre la humanidad será el momento oportuno para ello, acorde con sus designios no revelados a nadie. Nada tendrá que ver, por tanto, con declaraciones humanas de gentes presuntuosas, aficionadas a la aventura profética, dedicadas a hacer cálculos sin base bíblica, a afirmar gratuitamente o insinuar cosas que desconocen y para lo que no están legitimados. Tal como exhorta el escritor bíblico, no hay que temerles ni tomar en cuenta cuanto digan o escriban al respecto. La Sociedad Watch Tower, genuino exponente de la especulación profética, no merece crédito alguno como profeta ni, en términos generales, como comisionado divino. Los hechos (para quien no se obstine en no querer aceptarlos) muestran que Dios no ha mantenido sintonía alguna con sus dichos ni con su "obra". Por tanto, hagamos caso al consejo bíblico. Seamos libres y liberémonos de la esclavitud a ese injustificado temor de someternos a un profeta-organización que utiliza una presunta "cercanía del fin" como pretexto para condicionar la vida de las personas. Nuestra motivación para servir a Dios ha de ser otra. El temor reverencial hacia Dios ha de estar exento de toda connotación enfermiza. Tarde o pronto (eso se desconoce), Dios actuará con independencia de tales augurios y no tendrá influencia alguna cuanto haya podido decir la Sociedad Watch Tower. Es muy importante que la Palabra de Dios prevalezca en nosotros sobre la influencia malsana de los hombres. Recordemos:
Si ese profeta habla en nombre de Yavéh, y lo que dice queda sin efecto y no se cumple, entonces es que Yavéh no ha dicho tal palabra; El profeta lo ha dicho por presunción; no has de temerle".
(Deuteronomio 18: 22. BJ).
23 de febrero de 2002.
Romero
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