ALIMENTO DIARIO
Leer con oración: Jn.14:31; 15;1,9-17; 17:22-26; 21:15-17
“Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos” (Jn 17:26)
EL AMOR ES EL FLUIR DE LA VIDA
El amor es esencial entre los hermanos. Si alguien es nuestro hermano, necesitamos amarlo. En Juan 14:31 el Señor nos dice: “Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago”. Luego, nosotros, que tenemos la vida de Dios, debemos amar al Padre. El versículo siguiente dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador” (15:1). Como pámpanos de la vid y estando en ella, damos frutos. Cuando permanecemos en la vid, el Padre, que es el labrador, cuida de nosotros, los pámpanos, y así producimos frutos.
En el versículo 9, el Señor dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mí amor”. Por un lado, Él desea que la vid dé frutos y, por otro, dice que el Padre nos amó, y también Él nos amó, por eso debemos permanecer en Su amor. Los versículos 10 y 11 dicen: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en Mi amor; así como Yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en Su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. Ser pámpanos de Cristo, la vid verdadera, y dar frutos para expresar la vida divina da como resultado una vida llena de gozo. ¡Gracias al Señor!
En los versículos 12 al 14 leemos: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”. Hacer lo que Dios manda es amarnos los unos a los otros (v.17). La palabra vida en el versículo 13 es literalmente, alma; se refiere, por tanto, a la vida del alma.
Juan 17 :22-24 y 26 dicen: “La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y Tu en Mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que Tu me enviaste, y que los has amado a ellos como también a Mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo (...) Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos". Como el amor entre el Padre y el Hijo es recíproco; así también debe ser el amor entre los hermanos. El Padre está en el Hijo, el Hijo está en el Padre, pues, ambos están en el amor; practican el amor mutuo.
Finalmente, ya que estamos en el amor de Dios, en el amor del Señor, nuestra reacción es predicar el evangelio a todos los hombres, apacentar y pastorear tanto a los corderos, es decir a los recién salvos, como también a las ovejas del Señor; es decir a los más crecidos (Jn. 21:15-17). Cuando predicamos el evangelio, ganamos a las personas como corderos. después, necesitamos apacentarlos, conducirlos a alimentarse de la Palabra y del mismo Señor: Si amamos al Señor, entonces amamos a los corderos que el Señor nos entrega en las manos, apacentándolos y pastoreándolos. El amor del Padre es reflejado en nuestro amor por los corderos, es decir amamos a todos los que oyeron y creyeron en el evangelio. Ya que el Padre nos ama, necesitamos tener una reacción al amor del Padre y amar a las personas, predicando el evangelio a los incrédulos, apacentando y pastoreando a los recién salvos y a los demás santos también.
Palabra clave: Cuidar y alimentar
Pregunta: ¿Cuál debe ser la reacción de alguien que ama?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!
Leer con oración: Jn.14:31; 15;1,9-17; 17:22-26; 21:15-17
“Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos” (Jn 17:26)
EL AMOR ES EL FLUIR DE LA VIDA
El amor es esencial entre los hermanos. Si alguien es nuestro hermano, necesitamos amarlo. En Juan 14:31 el Señor nos dice: “Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago”. Luego, nosotros, que tenemos la vida de Dios, debemos amar al Padre. El versículo siguiente dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador” (15:1). Como pámpanos de la vid y estando en ella, damos frutos. Cuando permanecemos en la vid, el Padre, que es el labrador, cuida de nosotros, los pámpanos, y así producimos frutos.
En el versículo 9, el Señor dice: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mí amor”. Por un lado, Él desea que la vid dé frutos y, por otro, dice que el Padre nos amó, y también Él nos amó, por eso debemos permanecer en Su amor. Los versículos 10 y 11 dicen: “Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en Mi amor; así como Yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en Su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. Ser pámpanos de Cristo, la vid verdadera, y dar frutos para expresar la vida divina da como resultado una vida llena de gozo. ¡Gracias al Señor!
En los versículos 12 al 14 leemos: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”. Hacer lo que Dios manda es amarnos los unos a los otros (v.17). La palabra vida en el versículo 13 es literalmente, alma; se refiere, por tanto, a la vida del alma.
Juan 17 :22-24 y 26 dicen: “La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y Tu en Mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que Tu me enviaste, y que los has amado a ellos como también a Mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo (...) Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos". Como el amor entre el Padre y el Hijo es recíproco; así también debe ser el amor entre los hermanos. El Padre está en el Hijo, el Hijo está en el Padre, pues, ambos están en el amor; practican el amor mutuo.
Finalmente, ya que estamos en el amor de Dios, en el amor del Señor, nuestra reacción es predicar el evangelio a todos los hombres, apacentar y pastorear tanto a los corderos, es decir a los recién salvos, como también a las ovejas del Señor; es decir a los más crecidos (Jn. 21:15-17). Cuando predicamos el evangelio, ganamos a las personas como corderos. después, necesitamos apacentarlos, conducirlos a alimentarse de la Palabra y del mismo Señor: Si amamos al Señor, entonces amamos a los corderos que el Señor nos entrega en las manos, apacentándolos y pastoreándolos. El amor del Padre es reflejado en nuestro amor por los corderos, es decir amamos a todos los que oyeron y creyeron en el evangelio. Ya que el Padre nos ama, necesitamos tener una reacción al amor del Padre y amar a las personas, predicando el evangelio a los incrédulos, apacentando y pastoreando a los recién salvos y a los demás santos también.
Palabra clave: Cuidar y alimentar
Pregunta: ¿Cuál debe ser la reacción de alguien que ama?
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!