El Dr. Ley y el Dr. Gracia
Evangelista Lester Roloff (escrito antes de morir)
"Porque la gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres, se manifestó, enseñándonos
que, renunciando a la impiedad y los deseos mundanas, vivamos en este siglo templada, y justa,
y piamente; esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo; que se dio así mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras." Tito 2:11-14
Si yo pudiera usar el Edificio - Torre “Empire State” como mi púlpito y alguien me construyera un sistema de sonido que alcanzara alrededor del mundo para que yo pudiera tener casi tres mil millones personas como mi público, y Dios me concediera la sabiduría o los intérpretes suficientes para hablar todos los idiomas y dialectos, y yo pudiera traer sólo un mensaje, sería
este mensaje del "Dr. Ley y el Dr. Gracia," los más grandes doctores que hayan existido. Satanás ha hecho un buen trabajo en confundir a las personas sobre el plan de salvación. La salvación no
es una carrera de a pié entre el hombre y el diablo, sino el regalo de Dios a través del Señor Jesucristo. Hagamos ahora una visita breve a estos dos doctores – el Dr. Ley y el Dr. Gracia - los doctores
más extraños que el mundo haya conocido alguna vez; en el primer lugar, porque ellos nunca han perdido un caso y nunca han hecho un cargo o acusación. Ellos son tan extraños también, en que nunca han consultado con ningún otro doctor. Ellos son extraños porque nunca han
recomendado ningún tratamiento externo. Son extraños porque nunca le preguntan al paciente su consejo o sobre cualquier dolencia o síntomas en su caso. Ellos hablan con autoridad. Ellos son extraños en el hecho que aunque tienen un 100% logrado de éxitos con cada paciente, la mayoría
de las personas se han negado a ir a ellos por ayuda.
Ahora permítanos ir a la Escritura. En el libro de Romanos 5:13, " Porque hasta la ley, el pecado estaba en el mundo; pero no habiendo ley, no se imputa de pecado." Los versículos 20 y 21, " Pero la ley
entró para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; Para que, de la manera que el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna, por
Jesucristo Señor nuestro.
"Romanos 7, empezando en el versículo 5, "Porque mientras estábamos en la carne, los afectos de los pecados que eran por la ley, obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Mas ahora estamos libres de la ley, habiendo muerto a aquello que nos tenía sujetos, para que sirvamos en novedad de espíritu y no en vejez de letra. ¿Qué, pues, diremos? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Antes yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, obró en mí toda concupiscencia; porque sin la ley el pecado estaba muerto. Así que, yo sin la ley vivía por algún tiempo; mas venido el mandamiento, el pecado revivió y yo
morí," Ésa es la muerte que nosotros necesitamos morir como pecadores.
" Y hallé que el mandamiento, que es para vida, para mí fue mortal; 11 Porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento me engañó, y por él me mató. 12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el
mandamiento santo, y justo, y bueno. 13 Luego, ¿lo que es bueno, a mí me es hecho muerte? No, sino que el pecado, para mostrarse pecado, por lo bueno me obró la muerte; para que, por el mandamiento, el pecado se
hiciese sobremanera pecaminoso. 14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido bajo pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo, pues el bien que quiero, no hago; antes lo que aborrezco,
eso hago. 16 Y si lo que no quiero, eso hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya no obro yo aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Porque yo sé que en mí, es a saber en mi carne, no mora el bien;
porque tengo el querer, mas efectuar el bien, no lo alcanzo."
¡Versículo 24, "¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”
Entonces en el capítulo 8, "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, mas conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo
Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible a la ley por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y por el pecado, condenó al
pecado en la carne; Para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al Espíritu. Porque los que son conforme a la carne, piensan en las cosas de la carne;
mas los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del Espíritu es vida y paz. Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque
no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu; si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.
Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad está muerto a causa del pecado; mas el Espíritu vive a causa de la justicia."
En el libro de Gálatas 2, empezando en el versículo 16, “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para que
fuésemos justificados por la fe de Cristo, y no por las obras de la ley; por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada. 17 Y si buscando nosotros ser justificados en Cristo, también nosotros
somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. 18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo á edificar, transgresor me hago. 19 Porque yo por la ley soy muerto á
la ley, para vivir á Dios. 20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo
por mí. 21No desecho la gracia de Dios: porque si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
Entonces en el capítulo 3, empezando en el versículo 10, “Porque todos los que son de las obras de la ley, están bajo de maldición. Porque escrito está: Maldito todo aquél que no permaneciere en todas las cosas
que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Mas por cuanto por la ley ninguno se justifica para con Dios, queda manifiesto: Que el justo por la fe vivirá. 12 La ley también no es de la fe; sino, El hombre
que los hiciere, vivirá en ellos. 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición; (porque está escrito: Maldito cualquiera que es colgado en madero
”
Versos 22-26, “Mas encerró la Escritura todo bajo pecado, para que la promesa fuese dada á los creyentes por la fe de Jesucristo. 23 Empero antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para
aquella fe que había de ser descubierta. 24 De manera que la ley nuestro ayo fué para llevarnos á Cristo, para que fuésemos justificados por la fe. 25 Mas venida la fe, ya no estamos bajo ayo; 26 Porque todos sois
hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.”
En el libro de Efesios 2: 8-10, “Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: 9 No por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas.”
El más grande mensaje en la Biblia y el tema de la Biblia entera es la gracia. Ahora bien, la gracia es un favor gratis e inmerecido de Dios y hay una relación irrompible entre la ley y gracia. Con
eso en mente, permítanme ser el pecador, “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios - "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino…"
“…no hay quien haga bien, no hay ni siquiera uno.” "No hay justo ni aun uno.”
Por consiguiente, yo sé que tengo un problema interno muy serio, y así que me dirijo hacia el Dr. Ley. El Dr. Ley siempre está en su oficina y preparado para ver al pecador. La secretaria me dijo que él me estaba esperando. Entré yo a su oficina y empecé a relacionar mis males y síntomas, a
lo cual él dijo, "yo no necesito tu ayuda," yo le dije, "¿piensa usted que puede averiguar el mal que yo tengo?" y él dijo, "No, señor, yo no tengo que pensar- yo SE cual es tu mal; tú tienes un problema grave del corazón. Tú eres igual que resto de mis pacientes."
Mi vieja carne se rebeló, y no tuvo sentido que cada uno de sus pacientes tuviera la misma enfermedad. Pero después de todo, estimado amigo, para el pecador la ley no tiene sentido, porque "Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y
no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente." (Libro I de Corintios) Así que mi carne está lista para discutir el problema y le digo, "Dr. Ley, usted no entiende. Yo tengo problema con mis manos. Yo me paso mucho tiempo barajando los naipes, y a veces las uso para pelear. Mis manos me están dando problemas." Y el Dr. Ley me dijo, "No, es tu
corazón." Yo le dije, "Doc, voy a tener que discutir con usted; usted será un doctor, pero todavía no me entiende. Yo tengo problemas con mis ojos. Para mí no es problema sentarme dos o tres horas en una noche y ver a “Hollywood” y en otra hora estoy leyendo revistas y periódicos, y mis ojos
nunca están satisfechos; yo debo tener problemas de la vista." El viejo doctor me dijo, "No, mi amigo, es sólo un problema del corazón; simplemente un problema del corazón." Yo le dije, "Dr. Ley, sea razonable sobre esta cosa. Yo tengo problema con mi lengua. Dice cosas que son sucias y feas, e incluso los chistes subidos de color salen de mi boca muy natural y sin
planeación; creo que hay algo podrido en mi lengua. Por favor, examine mi lengua." El Dr. Ley dice, "No, es problema del corazón."
Para entonces, mi rebelión había aumentado, e intenté decirle al Dr. Ley que eran mis oídos los que escuchaban chismografía sucia. Eran mis pies los que bailaban y me llevaban a lugares que no debería de ir, mas él me contestó, "Tú tienes un caso muy grave de problemas del corazón."
Una vez más, en desesperación, yo le dije, "Dr. Ley, hay algo malo con mis gustos. He cultivado el gusto por bebidas embriagantes y otras drogas, y debe haber alguna manera que usted me pueda ayudar con mis gustos." Y el Dr. Ley me dijo, "De eso nos haremos cargo cuando tu corazón se arregle."
En rebelión y desesperación le dije, "Dr. Ley, voy a visitar a otro doctor," a lo cual él dijo, "Los bosques están llenos de ellos, pero nunca te mejorarás hasta que tu corazón funcione correctamente." Le pregunté, al doctor, "¿me recomendaría usted a algún otro doctor para una consulta?" Él me respondió, "sólo hay un solo doctor que yo recomendaría; pero si tú no me
escuchas, nunca podrás ir a verlo y yo nunca te recomendaré a otro."
Así que yo me fui calle abajo y toqué en la puerta del Dr. Religión, y me pareció que era un tipo real y un gran amigo real, un compañero normal, y él me dijo, "Pásale, Lester Roloff, me alegro de
verte. “He estado visitando al viejo Dr. Ley,” le dije. Y el Dr. Religión me respondió, “Ah; él es muy viejo -es una antigüedad. Las gentes modernas no van a él. Él no ha tenido el entrenamiento apropiado. Él no sabe nada sobre los últimos adelantos de la medicina."
Bien, eso se escuchó un poco mejor, y le dije, "no me cae bien él. Dr. Religión, habría forma de que me hiciera un examen ligero y vea lo que me pasa?" ¡Él dijo, "Seguro!" Después de su examen, me dijo, "Parece ser qué no hay nada tremendamente malo con usted. Le voy a recomendar que
empiece a ir a la iglesia." Y yo dije, "¿Cuál?" "Oh", él dijo, "cualquiera de ellas está bien." Así que, el siguiente domingo yo estaba en la iglesia, y el siguiente -pero no sentí ninguna mejora.
Yo regresé al Dr. Religión y le dije, "Dr. Religión, yo no creo que esté mejor." Él dijo, "Bien, ¿empezó usted a ir a la iglesia?" Yo le dije, "Efectivamente; he ido todos los domingos." Entonces me dijo, "te hiciste miembro y te bautizaste?" "Pues…” le dije, “No." Él me dijo, "Haga eso, y te
hará sentirte mejor." Le dije, "lo voy a hacer; y voy a llevar a mi esposa también.”
Así que fui a la iglesia y me hice miembro y me bauticé; pero no me sentí nada mejor, ni por mucho tiempo, y regresé al Dr. Religión, y le dije: "Dr. Religión, hay algo malo- No me siento nada mejor." "Bien," él dijo, "¿has estado trabajando en la iglesia? Toma un trabajo en la iglesia y
empieza a ayudar a otros." Y así lo hice. Pero realmente me cansé de todo eso, y alguien me recomendó a un par de hermanos que eran
doctores el Dr. Sea Bueno y Dr. Haga Lo Bueno, y los fui a visitar, pero sin ningún provecho. No había ninguna certeza ni ninguna convicción de salvación. Y entonces alguien me recomendó al
Dr. Eso Espero. Después de eso visité al Dr. Creo Que Sí, pero ninguno de ellos pudo ayudarme. Ya cansado y exhausto, y en desesperación, finalmente me decidí regresar con el Dr. Ley. El Dr. Ley me estaba esperando. El mismo viejo incansable y obstinado doctor -con su mismo diagnóstico, "Es tu corazón," a lo cual le dije, "¿Qué me recomienda usted?" Él me dijo, "Sólo una
cosa te sanará; una operación. Tu corazón tendrá que salir y uno nuevo tendrá que ponerse." Yo le dije, "Dr. Ley, ¿cuándo me operará?" Y él me dijo, "yo no opero." Yo le respondí, "¿Me quiere usted decir que me va a dejar morir aún sabiendo mi problema?" "Yo no dije," respondió el Dr. Ley, "que tú tendrías que morir. Por lo que a mí toca, tú vas a morir; pero, yo sólo hago el
diagnóstico. Pero si realmente quieres vivir, yo te diré qué hacer."
¡Y así temblando y transpirando, éste pecador miró directamente a la cara de este incansable doctor, y le dije, "Por favor ayúdeme!" Él me tomó de la mano y me llevó al otro lado del pasillo, y tocó en la puerta de una oficina, y un agradable doctor, amoroso y sonriente vino a la puerta y el Dr. Ley le dijo, "Dr. Gracia, éste es Lester Roloff, y él tiene el mismo problema que todos mis otros pacientes que he traído a usted han tenido. Él viene a usted para una operación." Para entonces, el Dr. Ley se había marchado y regresado a su oficina y me había dejado solo, frente a la presencia del Dr. Gracia, y con miedo y temblando, las preguntas empezaron a salir. Primero, "Dr. Gracia, ¿permitiría usted que el Dr. Ley le ayudara a operar, o cualquier otro
doctor?" Y él me dijo, "No, yo nunca he tenido ninguna ayuda." Yo le dije, "Dr. Gracia, tiene usted algunas buenas enfermeras?" Él dijo, "No señor. Yo nunca he tenido un enfermera -yo lo hago todo." Yo le dije, "Dr. Gracia, ¿me dará usted un buen anestésico y me pondrá en un sueño profundo?" Él dijo, "No, señor. Yo nunca doy anestésicos porque yo quiero que usted sepa lo que
yo hice, para que usted pueda decirle al mundo sobre eso." Yo le dije, "Dr. Gracia, ¿me permitiría usted llamar a mi esposa y le permitiría venir y estar conmigo?" Y el Dr. Gracia sonrió y me dijo, "No, hijo, ésta es simplemente una cuestión personal entre yo y usted. Usted puede decirle a ella
después de que hayamos terminado." Yo dije, "Dr. Gracia, tengo miedo," y él me dijo, mientras ponía su grande mano en mi hombro tembloroso, "No tienes por que tener miedo, yo nunca he perdido un caso. Ésta va a ser una
operación con éxito. Yo dije, "Dr. Gracia, ¿qué hay de los cargos y costos de ésta tremenda operación?" Él dijo, "ya está pagado." ¿Yo le pregunté, "¿Quién pagó por ello?" Él dijo, "Un Amigo suyo." "Oh," yo dije, "me gustaría conocerlo." Él dijo, "Después de la operación, yo le permitiré
que lo conozca, yo se lo presentaré." Yo dije, "Dr. Gracia, ¿es cierto que usted me va sacar mi viejo corazón y poner un nuevo?" Él dijo,
"Sí." Yo dije, "¿Dónde va usted a conseguir el nuevo corazón?" Él dijo, "Usted sabrá después de la operación." Y simplemente por fe, yo estaba tendido en la mesa de operación y el gran cirujano, Dr. Gracia, tomó el cuchillo y me abrió, cortándome, en la sección del corazón y sacó el corazón
más negro, y con el más terrible olor. ¡O, Estaba tan corrompido! Y por primera vez, comprendí que el Dr. Ley estaba en lo correcto -era un problema del corazón.
En un mismo instante, el Dr. Gracia tiró ese corazón viejo y había traído uno nuevo - tan puro y limpio -y lo colocó dentro y cerró la incisión, sin siquiera dejar una cicatriz. Yo sentí el flujo de una nueva vida, el color vino a mis mejillas espirituales y mi lengua empezó a decir, "Ahora me siento mejor; de hecho, me siento maravilloso." Con una sonrisa en mi rostro y lágrimas de
gratitud rodando por mis mejillas, le dije, "Dr. Gracia, ¿cuándo regresaré yo para una revisión?" Él me dijo, "Hijo, ninguna revisión será necesaria, la operación fue un éxito y esto es permanente."
Le dije yo, "¿Qué me recomienda usted?" Él dijo, "Sólo has algún buen ejercicio cada día." Y yo dije, "¿tiene usted algún ejercicio en particular?" A lo cuál él me respondió, "Sí, arrodillándote e incluso levantando tus manos y alabando a Dios, y en momentos, sobre todo en privado, muestra
tu cara. Toma algunos buenos paseos por la comunidad, tocando puertas. Ejercita tus cuerdas vocales en alabanza."
Cuando me dirigí hacia la puerta, algo dentro de mí dijo, "Regresa." Lo hice, y dije, "Dr. Gracia, usted me dijo que me presentaría al Amigo que pagó mi cuenta," y él dijo, "yo sabía que regresarías." Y caminando a través de una puerta vino el Amigo más amoroso que jamás yo haya conocido. Cuando Él levantó Sus manos, yo ví las marcas de los clavos. En Su frente estaban unas
cicatrices de espinas. Cuando Su preciosa túnica se cayó, yo ví la marca de una lanza en Su lado.
El Dr. Gracia dijo, "Jesús, éste es Lester Roloff." Y mientras yo miraba esa cicatriz en Su lado, le dije, "Dr. Gracia, ahora entiendo de donde vino mi nuevo corazón; Él me dio el suyo."
Caí sobre mi rostro y dije, "es tiempo de empezar mis ejercicios." Después de un buen tiempo de alabanza y acción de gracias y adorando al que murió por mí, caminé alegre y victoriosamente por la acera de la vida, pero me acordé de regresar y visitar al viejo doctor a quien yo odié al principio. Cuando entré, él me recibió con una sonrisa. Yo extendí mi mano y su mano fuerte grande tomó la mía, y le dije, "Gracias, Dr. Ley, por decirme cual era mi mal." Yo estaba tan asombrado que el Dr. Ley se veía tan guapo y tan diferente, y que yo tuviera un dulce compañerismo con él; yo siempre lo amaré por haberme llevado al Dr. Gracia.
Amigo pecador, yo te puedo recomendar a estos dos grandes doctores ahora. El Dr. Ley te mostrará donde estás equivocado y Dr. Gracia te corregirá. Somete tu caso al Dr. Ley y al Dr. Gracia, desecha todo las otras esperanzas de cómo ser salvo y hazlo a la manera de Dios.
Ahora mi amigo, si realmente quieres ser salvo, háblale al Señor desde dentro de tu corazón: "Dios, sé misericordioso conmigo, porque soy pecador, y sálvame. Lava mis pecados en la sangre de Jesucristo. Entra a mi corazón. En el Nombre de Jesús, Amén."
Evangelista Lester Roloff (escrito antes de morir)
"Porque la gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres, se manifestó, enseñándonos
que, renunciando a la impiedad y los deseos mundanas, vivamos en este siglo templada, y justa,
y piamente; esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo; que se dio así mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras." Tito 2:11-14
Si yo pudiera usar el Edificio - Torre “Empire State” como mi púlpito y alguien me construyera un sistema de sonido que alcanzara alrededor del mundo para que yo pudiera tener casi tres mil millones personas como mi público, y Dios me concediera la sabiduría o los intérpretes suficientes para hablar todos los idiomas y dialectos, y yo pudiera traer sólo un mensaje, sería
este mensaje del "Dr. Ley y el Dr. Gracia," los más grandes doctores que hayan existido. Satanás ha hecho un buen trabajo en confundir a las personas sobre el plan de salvación. La salvación no
es una carrera de a pié entre el hombre y el diablo, sino el regalo de Dios a través del Señor Jesucristo. Hagamos ahora una visita breve a estos dos doctores – el Dr. Ley y el Dr. Gracia - los doctores
más extraños que el mundo haya conocido alguna vez; en el primer lugar, porque ellos nunca han perdido un caso y nunca han hecho un cargo o acusación. Ellos son tan extraños también, en que nunca han consultado con ningún otro doctor. Ellos son extraños porque nunca han
recomendado ningún tratamiento externo. Son extraños porque nunca le preguntan al paciente su consejo o sobre cualquier dolencia o síntomas en su caso. Ellos hablan con autoridad. Ellos son extraños en el hecho que aunque tienen un 100% logrado de éxitos con cada paciente, la mayoría
de las personas se han negado a ir a ellos por ayuda.
Ahora permítanos ir a la Escritura. En el libro de Romanos 5:13, " Porque hasta la ley, el pecado estaba en el mundo; pero no habiendo ley, no se imputa de pecado." Los versículos 20 y 21, " Pero la ley
entró para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; Para que, de la manera que el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna, por
Jesucristo Señor nuestro.
"Romanos 7, empezando en el versículo 5, "Porque mientras estábamos en la carne, los afectos de los pecados que eran por la ley, obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Mas ahora estamos libres de la ley, habiendo muerto a aquello que nos tenía sujetos, para que sirvamos en novedad de espíritu y no en vejez de letra. ¿Qué, pues, diremos? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Antes yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, obró en mí toda concupiscencia; porque sin la ley el pecado estaba muerto. Así que, yo sin la ley vivía por algún tiempo; mas venido el mandamiento, el pecado revivió y yo
morí," Ésa es la muerte que nosotros necesitamos morir como pecadores.
" Y hallé que el mandamiento, que es para vida, para mí fue mortal; 11 Porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento me engañó, y por él me mató. 12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el
mandamiento santo, y justo, y bueno. 13 Luego, ¿lo que es bueno, a mí me es hecho muerte? No, sino que el pecado, para mostrarse pecado, por lo bueno me obró la muerte; para que, por el mandamiento, el pecado se
hiciese sobremanera pecaminoso. 14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido bajo pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo, pues el bien que quiero, no hago; antes lo que aborrezco,
eso hago. 16 Y si lo que no quiero, eso hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya no obro yo aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Porque yo sé que en mí, es a saber en mi carne, no mora el bien;
porque tengo el querer, mas efectuar el bien, no lo alcanzo."
¡Versículo 24, "¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”
Entonces en el capítulo 8, "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, mas conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo
Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible a la ley por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y por el pecado, condenó al
pecado en la carne; Para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al Espíritu. Porque los que son conforme a la carne, piensan en las cosas de la carne;
mas los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del Espíritu es vida y paz. Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque
no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu; si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.
Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo a la verdad está muerto a causa del pecado; mas el Espíritu vive a causa de la justicia."
En el libro de Gálatas 2, empezando en el versículo 16, “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para que
fuésemos justificados por la fe de Cristo, y no por las obras de la ley; por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada. 17 Y si buscando nosotros ser justificados en Cristo, también nosotros
somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. 18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo á edificar, transgresor me hago. 19 Porque yo por la ley soy muerto á
la ley, para vivir á Dios. 20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo
por mí. 21No desecho la gracia de Dios: porque si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
Entonces en el capítulo 3, empezando en el versículo 10, “Porque todos los que son de las obras de la ley, están bajo de maldición. Porque escrito está: Maldito todo aquél que no permaneciere en todas las cosas
que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Mas por cuanto por la ley ninguno se justifica para con Dios, queda manifiesto: Que el justo por la fe vivirá. 12 La ley también no es de la fe; sino, El hombre
que los hiciere, vivirá en ellos. 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición; (porque está escrito: Maldito cualquiera que es colgado en madero
Versos 22-26, “Mas encerró la Escritura todo bajo pecado, para que la promesa fuese dada á los creyentes por la fe de Jesucristo. 23 Empero antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para
aquella fe que había de ser descubierta. 24 De manera que la ley nuestro ayo fué para llevarnos á Cristo, para que fuésemos justificados por la fe. 25 Mas venida la fe, ya no estamos bajo ayo; 26 Porque todos sois
hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.”
En el libro de Efesios 2: 8-10, “Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: 9 No por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas.”
El más grande mensaje en la Biblia y el tema de la Biblia entera es la gracia. Ahora bien, la gracia es un favor gratis e inmerecido de Dios y hay una relación irrompible entre la ley y gracia. Con
eso en mente, permítanme ser el pecador, “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios - "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su camino…"
“…no hay quien haga bien, no hay ni siquiera uno.” "No hay justo ni aun uno.”
Por consiguiente, yo sé que tengo un problema interno muy serio, y así que me dirijo hacia el Dr. Ley. El Dr. Ley siempre está en su oficina y preparado para ver al pecador. La secretaria me dijo que él me estaba esperando. Entré yo a su oficina y empecé a relacionar mis males y síntomas, a
lo cual él dijo, "yo no necesito tu ayuda," yo le dije, "¿piensa usted que puede averiguar el mal que yo tengo?" y él dijo, "No, señor, yo no tengo que pensar- yo SE cual es tu mal; tú tienes un problema grave del corazón. Tú eres igual que resto de mis pacientes."
Mi vieja carne se rebeló, y no tuvo sentido que cada uno de sus pacientes tuviera la misma enfermedad. Pero después de todo, estimado amigo, para el pecador la ley no tiene sentido, porque "Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y
no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente." (Libro I de Corintios) Así que mi carne está lista para discutir el problema y le digo, "Dr. Ley, usted no entiende. Yo tengo problema con mis manos. Yo me paso mucho tiempo barajando los naipes, y a veces las uso para pelear. Mis manos me están dando problemas." Y el Dr. Ley me dijo, "No, es tu
corazón." Yo le dije, "Doc, voy a tener que discutir con usted; usted será un doctor, pero todavía no me entiende. Yo tengo problemas con mis ojos. Para mí no es problema sentarme dos o tres horas en una noche y ver a “Hollywood” y en otra hora estoy leyendo revistas y periódicos, y mis ojos
nunca están satisfechos; yo debo tener problemas de la vista." El viejo doctor me dijo, "No, mi amigo, es sólo un problema del corazón; simplemente un problema del corazón." Yo le dije, "Dr. Ley, sea razonable sobre esta cosa. Yo tengo problema con mi lengua. Dice cosas que son sucias y feas, e incluso los chistes subidos de color salen de mi boca muy natural y sin
planeación; creo que hay algo podrido en mi lengua. Por favor, examine mi lengua." El Dr. Ley dice, "No, es problema del corazón."
Para entonces, mi rebelión había aumentado, e intenté decirle al Dr. Ley que eran mis oídos los que escuchaban chismografía sucia. Eran mis pies los que bailaban y me llevaban a lugares que no debería de ir, mas él me contestó, "Tú tienes un caso muy grave de problemas del corazón."
Una vez más, en desesperación, yo le dije, "Dr. Ley, hay algo malo con mis gustos. He cultivado el gusto por bebidas embriagantes y otras drogas, y debe haber alguna manera que usted me pueda ayudar con mis gustos." Y el Dr. Ley me dijo, "De eso nos haremos cargo cuando tu corazón se arregle."
En rebelión y desesperación le dije, "Dr. Ley, voy a visitar a otro doctor," a lo cual él dijo, "Los bosques están llenos de ellos, pero nunca te mejorarás hasta que tu corazón funcione correctamente." Le pregunté, al doctor, "¿me recomendaría usted a algún otro doctor para una consulta?" Él me respondió, "sólo hay un solo doctor que yo recomendaría; pero si tú no me
escuchas, nunca podrás ir a verlo y yo nunca te recomendaré a otro."
Así que yo me fui calle abajo y toqué en la puerta del Dr. Religión, y me pareció que era un tipo real y un gran amigo real, un compañero normal, y él me dijo, "Pásale, Lester Roloff, me alegro de
verte. “He estado visitando al viejo Dr. Ley,” le dije. Y el Dr. Religión me respondió, “Ah; él es muy viejo -es una antigüedad. Las gentes modernas no van a él. Él no ha tenido el entrenamiento apropiado. Él no sabe nada sobre los últimos adelantos de la medicina."
Bien, eso se escuchó un poco mejor, y le dije, "no me cae bien él. Dr. Religión, habría forma de que me hiciera un examen ligero y vea lo que me pasa?" ¡Él dijo, "Seguro!" Después de su examen, me dijo, "Parece ser qué no hay nada tremendamente malo con usted. Le voy a recomendar que
empiece a ir a la iglesia." Y yo dije, "¿Cuál?" "Oh", él dijo, "cualquiera de ellas está bien." Así que, el siguiente domingo yo estaba en la iglesia, y el siguiente -pero no sentí ninguna mejora.
Yo regresé al Dr. Religión y le dije, "Dr. Religión, yo no creo que esté mejor." Él dijo, "Bien, ¿empezó usted a ir a la iglesia?" Yo le dije, "Efectivamente; he ido todos los domingos." Entonces me dijo, "te hiciste miembro y te bautizaste?" "Pues…” le dije, “No." Él me dijo, "Haga eso, y te
hará sentirte mejor." Le dije, "lo voy a hacer; y voy a llevar a mi esposa también.”
Así que fui a la iglesia y me hice miembro y me bauticé; pero no me sentí nada mejor, ni por mucho tiempo, y regresé al Dr. Religión, y le dije: "Dr. Religión, hay algo malo- No me siento nada mejor." "Bien," él dijo, "¿has estado trabajando en la iglesia? Toma un trabajo en la iglesia y
empieza a ayudar a otros." Y así lo hice. Pero realmente me cansé de todo eso, y alguien me recomendó a un par de hermanos que eran
doctores el Dr. Sea Bueno y Dr. Haga Lo Bueno, y los fui a visitar, pero sin ningún provecho. No había ninguna certeza ni ninguna convicción de salvación. Y entonces alguien me recomendó al
Dr. Eso Espero. Después de eso visité al Dr. Creo Que Sí, pero ninguno de ellos pudo ayudarme. Ya cansado y exhausto, y en desesperación, finalmente me decidí regresar con el Dr. Ley. El Dr. Ley me estaba esperando. El mismo viejo incansable y obstinado doctor -con su mismo diagnóstico, "Es tu corazón," a lo cual le dije, "¿Qué me recomienda usted?" Él me dijo, "Sólo una
cosa te sanará; una operación. Tu corazón tendrá que salir y uno nuevo tendrá que ponerse." Yo le dije, "Dr. Ley, ¿cuándo me operará?" Y él me dijo, "yo no opero." Yo le respondí, "¿Me quiere usted decir que me va a dejar morir aún sabiendo mi problema?" "Yo no dije," respondió el Dr. Ley, "que tú tendrías que morir. Por lo que a mí toca, tú vas a morir; pero, yo sólo hago el
diagnóstico. Pero si realmente quieres vivir, yo te diré qué hacer."
¡Y así temblando y transpirando, éste pecador miró directamente a la cara de este incansable doctor, y le dije, "Por favor ayúdeme!" Él me tomó de la mano y me llevó al otro lado del pasillo, y tocó en la puerta de una oficina, y un agradable doctor, amoroso y sonriente vino a la puerta y el Dr. Ley le dijo, "Dr. Gracia, éste es Lester Roloff, y él tiene el mismo problema que todos mis otros pacientes que he traído a usted han tenido. Él viene a usted para una operación." Para entonces, el Dr. Ley se había marchado y regresado a su oficina y me había dejado solo, frente a la presencia del Dr. Gracia, y con miedo y temblando, las preguntas empezaron a salir. Primero, "Dr. Gracia, ¿permitiría usted que el Dr. Ley le ayudara a operar, o cualquier otro
doctor?" Y él me dijo, "No, yo nunca he tenido ninguna ayuda." Yo le dije, "Dr. Gracia, tiene usted algunas buenas enfermeras?" Él dijo, "No señor. Yo nunca he tenido un enfermera -yo lo hago todo." Yo le dije, "Dr. Gracia, ¿me dará usted un buen anestésico y me pondrá en un sueño profundo?" Él dijo, "No, señor. Yo nunca doy anestésicos porque yo quiero que usted sepa lo que
yo hice, para que usted pueda decirle al mundo sobre eso." Yo le dije, "Dr. Gracia, ¿me permitiría usted llamar a mi esposa y le permitiría venir y estar conmigo?" Y el Dr. Gracia sonrió y me dijo, "No, hijo, ésta es simplemente una cuestión personal entre yo y usted. Usted puede decirle a ella
después de que hayamos terminado." Yo dije, "Dr. Gracia, tengo miedo," y él me dijo, mientras ponía su grande mano en mi hombro tembloroso, "No tienes por que tener miedo, yo nunca he perdido un caso. Ésta va a ser una
operación con éxito. Yo dije, "Dr. Gracia, ¿qué hay de los cargos y costos de ésta tremenda operación?" Él dijo, "ya está pagado." ¿Yo le pregunté, "¿Quién pagó por ello?" Él dijo, "Un Amigo suyo." "Oh," yo dije, "me gustaría conocerlo." Él dijo, "Después de la operación, yo le permitiré
que lo conozca, yo se lo presentaré." Yo dije, "Dr. Gracia, ¿es cierto que usted me va sacar mi viejo corazón y poner un nuevo?" Él dijo,
"Sí." Yo dije, "¿Dónde va usted a conseguir el nuevo corazón?" Él dijo, "Usted sabrá después de la operación." Y simplemente por fe, yo estaba tendido en la mesa de operación y el gran cirujano, Dr. Gracia, tomó el cuchillo y me abrió, cortándome, en la sección del corazón y sacó el corazón
más negro, y con el más terrible olor. ¡O, Estaba tan corrompido! Y por primera vez, comprendí que el Dr. Ley estaba en lo correcto -era un problema del corazón.
En un mismo instante, el Dr. Gracia tiró ese corazón viejo y había traído uno nuevo - tan puro y limpio -y lo colocó dentro y cerró la incisión, sin siquiera dejar una cicatriz. Yo sentí el flujo de una nueva vida, el color vino a mis mejillas espirituales y mi lengua empezó a decir, "Ahora me siento mejor; de hecho, me siento maravilloso." Con una sonrisa en mi rostro y lágrimas de
gratitud rodando por mis mejillas, le dije, "Dr. Gracia, ¿cuándo regresaré yo para una revisión?" Él me dijo, "Hijo, ninguna revisión será necesaria, la operación fue un éxito y esto es permanente."
Le dije yo, "¿Qué me recomienda usted?" Él dijo, "Sólo has algún buen ejercicio cada día." Y yo dije, "¿tiene usted algún ejercicio en particular?" A lo cuál él me respondió, "Sí, arrodillándote e incluso levantando tus manos y alabando a Dios, y en momentos, sobre todo en privado, muestra
tu cara. Toma algunos buenos paseos por la comunidad, tocando puertas. Ejercita tus cuerdas vocales en alabanza."
Cuando me dirigí hacia la puerta, algo dentro de mí dijo, "Regresa." Lo hice, y dije, "Dr. Gracia, usted me dijo que me presentaría al Amigo que pagó mi cuenta," y él dijo, "yo sabía que regresarías." Y caminando a través de una puerta vino el Amigo más amoroso que jamás yo haya conocido. Cuando Él levantó Sus manos, yo ví las marcas de los clavos. En Su frente estaban unas
cicatrices de espinas. Cuando Su preciosa túnica se cayó, yo ví la marca de una lanza en Su lado.
El Dr. Gracia dijo, "Jesús, éste es Lester Roloff." Y mientras yo miraba esa cicatriz en Su lado, le dije, "Dr. Gracia, ahora entiendo de donde vino mi nuevo corazón; Él me dio el suyo."
Caí sobre mi rostro y dije, "es tiempo de empezar mis ejercicios." Después de un buen tiempo de alabanza y acción de gracias y adorando al que murió por mí, caminé alegre y victoriosamente por la acera de la vida, pero me acordé de regresar y visitar al viejo doctor a quien yo odié al principio. Cuando entré, él me recibió con una sonrisa. Yo extendí mi mano y su mano fuerte grande tomó la mía, y le dije, "Gracias, Dr. Ley, por decirme cual era mi mal." Yo estaba tan asombrado que el Dr. Ley se veía tan guapo y tan diferente, y que yo tuviera un dulce compañerismo con él; yo siempre lo amaré por haberme llevado al Dr. Gracia.
Amigo pecador, yo te puedo recomendar a estos dos grandes doctores ahora. El Dr. Ley te mostrará donde estás equivocado y Dr. Gracia te corregirá. Somete tu caso al Dr. Ley y al Dr. Gracia, desecha todo las otras esperanzas de cómo ser salvo y hazlo a la manera de Dios.
Ahora mi amigo, si realmente quieres ser salvo, háblale al Señor desde dentro de tu corazón: "Dios, sé misericordioso conmigo, porque soy pecador, y sálvame. Lava mis pecados en la sangre de Jesucristo. Entra a mi corazón. En el Nombre de Jesús, Amén."