Dos convertidos y... UN SOLO DESTINO

25 Noviembre 2001
295
0
DOS CONVERTIDOS y… UN SÓLO DESTINO

ANTECEDENTES: Distintos
MOTIVO DE LA CONVERSIÓN: EL INFINITO AMOR DE DIOS, EL PADRE ETERNO, POR SUS HIJOS
OBJETIVO: SER CONFORMADOS A LA IMAGEN DE SU HIJO UNIGÉNITO, CRISTO JESÚS
DESTINO: LA MORADA DEL PADRE CELESTIAL


¿COINCIDENCIA?

Ayer escribí algo... pero pensé que era mejor guardármelo y que no saliera en el foro. Hoy me encuentro tu epígrafe, Igor, en el que se me invita a dar mi testimonio. Lo siguiente no es exactamente lo que se espera de alguien que da su testimonio. Se trata de ideas que traté de ordenar de una manera más o menos coherente. Allá va de todas formas:

He dicho sí a Cristo. He admitido su supremacía en mi vida y mi disposición a que tome el control de la misma. Cierto que con reservas: el hombre viejo se rebela. El ego (ese animal salvaje) sabe que está acorralado por la Presencia Divina, y se revuelve feroz, con lo que no es fácil, pero ¿es fácil para alguien? Tengo una cierta seguridad en alcanzar la meta, es decir la paz que solo Di-s puede dar. Esta paz, como todo lo importante, es pura gracia.

Por gracia he sido llamado. Hace tiempo experimenté en mi vida el significado profundo de "Sola Gratia". Mi vida actual era inimaginable entonces, me sorprendo grandemente de cómo era y estaba a como soy y estoy en el presente. Lo gracioso del asunto es que no he hecho nada para lograr esta transformación. Ha sido un regalo que no merezco. Y ya entonces, eran tiempos oscuros, creí porque sentí y oí... algo que no puedo describir. No soy San Pablo ni mucho menos, pues mi conversión es gradual y lenta, apenas comenzada, un paso adelante y dos hacia atrás, sucede muchas veces. Sé que tengo que dejarme llevar. Ya lo dijo el poeta:

"Largo y tortuoso es el camino del Infierno al Cielo".

Todo este rollo para deciros que ya no me siento católico, vamos que no comulgo con Roma. Que estoy más a gustito con protestantes y demás herejes. Quisiera que comprendierais que he llegado a esta situación no por ira contra estos o aquéllos, ni por rencor, ni por ánimo de contienda. No, no se trata de eso, aunque bien es cierto que durante mucho tiempo pensé que era simplemente un cabreo tremendo con Roma, y que en el fondo era un católico y que nunca podría dejar de serlo. Todo esto ha dejado de tener importancia pues eran meras elucubraciones. Lo importante viene cuando el Señor se relaciona conmigo, directamente, a todas horas, va ordenando mis emociones, va tirando los velos que me impedían ver, me acompaña y me guía, y en suma creo que me va haciendo mejor persona. Pues ese es mi sueño: ser una buena persona, un ser humano digno.

Para mi ser protestante es un medio espiritual para estar cerca de Él... La Reforma es el Grito que el Señor ha dado en la Historia y en mi vida personal, llamándome para que me arrepienta de mis pecados y crea y me convierta, pues el Reino está cerca.

Dios os bendiga a todos.


Re: ¿Coincidencia?

Estimado hermano Ermitaño:

Siento mucho gozo en mi corazón por tu testimonio donde ya lo he guardado; sin embargo, en aras de evitar cualquier ataque de amnesia que éste pudiera tener, he de guardarlo en el disco duro también.

Tu camino es el mío. No vengo de la iglesia católica pero igual vengo de la "iglesia de la mente". En la búsqueda de "la verdad" me casé con cuanto sistema filósofico me ofrecía Babilonia. Fueron años de años los que pasé bebiendo de las aguas estancadas que solo Babilonia sabe ofrecernos.

Atascado en mis concupiscencias, en la cúspide de mi "éxito" en las cosas de este mundo, me encontré totalmente exánime, muy cansado de vivir. Era bien joven, tenía apenas 27 años. De las tantas actividades dañosas en las que hasta el momento medraba, no había caído todavía en el terrible hábito de la bebida. A partir de entonces, bebí con endiablada energía, sin conmiseración con mi familia y conmigo mismo. Lo perdí todo. Un buen día, ¡maravilloso día!, sentado en algún bar con uno de mis 'amigotes' de juerga, cuando apenas comenzaba la "faena", sentí que algo pasó muy dentro de mí. No puedo hablar de voces ni visiones ni cosas por el estilo. No, no fue producto de ninguna borrachera. Era temprano y apenas iba por la mitad del primer trago del día, cuando sentí ese algo que me "cantaba" muy amorosomente "YA NO MÁS, NO MÁS CALEB". Absolutamente perdidas las ganas de beber, por mucho rato me quedé mirando al vacío. Mi amigo apenas pudo notar mi trance, él, como era natural en el tipo de vida que llevábamos, estaba en lo suyo, él coqueteaba con una chicas de las mesas adyacentes. Después de salir de aquel trance, ¡glorioso trance!, le pedí a mi amigo que nos marcháramos a otro sitio. No tenía ganas de seguir bebiendo, en lo absoluto. Me dije: "deber ser el sitio, no hay 'ambiente' aquí". Cuando llegamos a otros de los 'fosos' donde solíamos hundirnos, pedí otro trago mas no pude con él. ¡Gloria a Dios! Empecé a angustiarme. "¿Qué me pasa? ¿por qué será que no quiero beber?", me preguntaba ansioso. Cerré los ojos por un rato y volví a sentir ese canto SUPERIOR "CALEB, YA NO MÁS", sentí como cadenas que se rompían muy dentro de mí. Escasamente, puedo explicarlo pero la imagen más cercana que tengo son cadenas. Sentí un inmenso alivio a la vez de unas tremendas ganas de salir corriendo de aquel lugar. No volví a beber más, por muchos años no bebí. Hace apenas un par de años volví a beber un poco de vino (yo bebía sólo Whisky y puro), el cual, desde entonces, he bebido muy esporádicamente. La bebida no era el problema. Mi problema era el pecado, la rebelión que yo tenía contra mi Señor de la cual Él me salvó mediante la pura misericordia de Su GRACIA. Era totalmente imposible, mis hermanos, que yo saliera de aquel estado por mi mismo así como tampoco por la vía institucional.

¿Que me dices, Ermitaño, que "Ha sido un regalo que no merezco"? Pues, ¡claro! No me he cansado ni me cansaré de repetir lo mismo. Cuatro meses después de aquel evento maravilloso, inexplicable a la luz de mi torpe ego, por la pura gracia de Él me hallé convertido en un atleta, físicamente renovado con 60 libras menos. ¡No lo podía creer! Pero, no vayan a creer que adoraba al Señor. No, nada de eso. ¡Me adoraba a mí mismo! Mi suficiencia parecía no tener límites. "Todo aquello lo había logrado debido al gran 'coraje e inteligencia' que tenía", me decía. "¡Vanidad! Mi pecado favorito", que diría el demonio.

Después de una formidable limpieza y organización de mi vida en todos sus aspectos, dos años más tarde el Señor, en su infinito amor y misericordia para conmigo, doblaría mis rodillas en la profunda soledad, ¡grandiosa y generosa soledad!, de una noche en que el mundo celebra con jolgorio el fin del año, para que reconociera en su grandeza y le entregará mi vida para siempre. ¡Alabado sea mi Señor!

El doblar de mis rodillas espirituales que no es más que el resultado de la incineración de mi ANIMAL FEROZ por parte de mi Señor, ha venido ocurriendo paulatinamente con los años. El Señor ha venido apagándome a la falsa luz que Babilonia es a la vez que ha venido encendiendo LA FLAMA INCADESCENTE que Él es en mí.

Hoy puedo declarar a los cuatro vientos que ÉL primero ME AMÓ, y que en cuanto me amó: ME LLAMÓ, y que en cuanto me llamó: ME TOMÓ para siempre, y que en cuanto me tomó para siempre: "EL VIVE EN MÍ".

¿Quién podrá separarnos de nuestro Señor, hermano Ermitaño?

¡Nuestro Señor Jesucristo mantenga Su gracia y paz sobre ti para siempre!

En Cristo,

Caleb Joshua
 
El hermano Nestor Martínez en una de sus predicaciones radiales recuerda jocosamente la siguiente anécdota de la vida de Martín Lutero:

Lutero atiende a alguien que toca su puerta.

"¡Señor, buenos días! Ando buscando al Sr. Lutero. ¿Acaso es Ud.?"
--"¡No! Él no vive más. ¡Sólo CRISTO vive aquí!"

¡AMEN!
 
Testimonio para SALVACIÓN

Testimonio para SALVACIÓN


Juan 5:31-47
31 «Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido.
32 Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí.
33 Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad.
34 No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis.
35 El era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz.
36 Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.
37 Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro,
38 ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que El ha enviado.
39 «Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí;
40 y vosotros no queréis venir a mí para tener vida.
41 La gloria no la recibo de los hombres.
42 Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios.
43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis.
44 ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?
45 No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza.
46 Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí.
47 Pero si no creéis en sus escritos, cómo vais a creer en mis palabras?»