Re: DONDE ESTUVO CRISTO ENTRE SU MUERTE Y LA RESURRECCION?
EL ESPÍRITU
La palabra “espíritu” se ha traducido de la voz hebrea rúaj, que significa “viento” y “espíritu”. En el Antiguo Testamento esta palabra aparece 378 veces. Otros significados que tiene la expresión rúaj en el texto bíblico, son: ánimo, enojo, el principio vitalizador de hombre y animales, el asiento de las emociones, mente, el Espíritu de Dios.
En ninguna de las 378 veces en que la palabra “espíritu” aparece en el Antiguo Testamento, expresa que en el ser humano hay una entidad separada capaz de tener existencia consciente aparte del cuerpo físico.
En el Nuevo Testamento, la palabra “espíritu” se ha traducido de la voz griega pnéuma, (de ahí, neumático) que aparece 379 veces. Otros significados de ese término en el texto bíblico son: aire en movimiento, viento, aliento, disposición mental, influencia o actitudes que gobiernan al hombre; seres incorpóreos tales como ángeles, demonios o espíritus malignos; el Espíritu Santo. Pero la palabra pneúma, “espíritu”, no significa en ningún caso una entidad consciente del hombre, capaz de existir separada del cuerpo.
En resumen, el estudio de los más de 1.600 textos bíblicos en que se utilizan las palabras “alma” o “espíritu”, da por resultado estas dos conclusiones básicas:
1. En ninguna parte esas dos palabras se asocian al concepto de inmortal o inmortalidad.
2. En ninguno de esos pasajes se indica que pueda existir un alma o espíritu fuera del cuerpo, o que exista una entidad inmaterial que se desprende del cuerpo en el momento de la muerte, para seguir actuando en forma consciente. Por lo tanto, según la Biblia, no existe un alma inmortal.
De acuerdo con las Sagradas Escrituras, tampoco el alma es una entidad en sí misma, sino una parte del ser humano. (S. V. Collins en Muerte Desesperación y consuelo)
Algunos creen que durante el proceso de la evolución, en un pasado remoto el hombre, fue dotado por Dios de un alma consciente capaz de vivir fuera del cuerpo, y que nos distingue de los animales. Pero la Biblia aclara este punto así:
“Porque el hombre y el animal, tienen la misma suerte. Como mueren unos, mueren los otros. Los dos tienen el mismo aliento (espíritu) de vida. Nada tiene más el hombre que la bestia. Todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar. Todo viene del polvo, y al polvo volverá. ¿Quién es el que sabe si el aliento de vida del hombre sube arriba, y el aliento de vida del animal desciende a la tierra?” (Eclesiastés 3: 19-21).
Otros pasajes bíblicos son igualmente específicos al respecto. En Isaías 38: 18 leemos: “El Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad”. Porque en la muerte no hay memoria de ti. ¿Quién te loará en el sepulcro? Salmo 6:5.
El reformador alemán Martín Lutero (1493-1546) sostuvo que los muertos no ven, no sienten, no comprenden y no tienen consciencia de los acontecimientos que ocurren en el mundo de los vivos. Dijo Lutero:
“Debiéramos aprender a mirar nuestra muerte en la luz correcta, para que no nos alarmemos innecesariamente, como los incrédulos; porque en Cristo no hay muerte, sino tan sólo un sueño breve, que nos libra de este valle de lágrimas, del pecado y del temor de la muerte verdadera (la que recibirán los impíos después del juicio final) y de todos los infortunios de esta vida, y estaremos seguros sin preocupación, descansaremos dulce y silenciosamente durante un breve instante, como sobre un sofá, hasta el día cuando él nos llame y despierte junto con todos sus caros hijos a su gloria y gozo eternos. Porque, como llamamos un sueño a la muerte, sabemos que no permaneceremos en ella, sino que seremos despertados y viviremos” (Compendio de la teología de Lutero, p.242).
“Mas el hombre morirá, y será cortado; perecerá el hombre, ¿y dónde estará él? Como las aguas se van del mar, y el río se agota y se seca, así el hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo, no despertarán, ni se levantarán de su sueño” (Job 14: 10-12). “No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos” (Salmo 146: 3-4).
Lutero en sus investigaciones bíblicas descubrió estas importantes verdades que han quedado en el olvido; pues todas las iglesias históricas (e incluso los judíos) están contaminadas con las enseñanzas de la filosofía griega introducidas en la Iglesia por S. Agustín, Sto. Tomás de Aquino y otros; así que una vez más, prima la tradición humana sobre la Palabra inspirada. Si bien muchos teólogos de todas las iglesias conocen perfectamente el tema; no obstante no llega al pueblo creyente, tal vez por miedo a la reacción de los fieles que impregnados de unos conceptos profundamente arraigados se escandalizarían pues creen y con razón que la religión en esencia no debe cambiar, lo que no saben es que el cambio se produjo en el pasado y que cambiar ahora sería volver a la verdad del evangelio.
El problema surge cuando se siguen líderes que se erigen en “autoridades” pretendiendo que son los únicos que tienen la verdad, pero que durante siglos la han escondido prohibiendo leer la Biblia para que el pueblo no se desviase –de ellos- y se volviesen a Cristo esto les haría perder el poder que es lo que se les da bien.
La creencia en el purgatorio ha generado pingües “beneficios” con la venta de indulgencias, peregrinaciones a santuarios, reliquias, intercesión de los santos, misas por los difuntos etc. Todo esto aún se practica. Los protestantes aunque no practican estas cosas, también enseñan que el alma es indestructible, y defienden la existencia del infierno como lugar de sufrimiento sin fin. Se basan principalmente en la parábola del rico y Lázaro.
No obstante: “Parábola, (…) ilustración literaria, cuya verosimilitud se realiza estableciendo un vínculo entre la ficción narrada y la realidad a la que remite. Puede considerarse una forma de alegoría. Las parábolas del Nuevo Testamento tienden a iluminar una verdad espiritual a través de un relato breve de la vida cotidiana de la época”. (Enciclopedia Encarta 2000)
Resumiendo lo tratado hasta ahora, podemos decir que de acuerdo con la enseñanza Bíblica el hombre fue formado del polvo y Dios sopló en su nariz el aliento vital y fue un alma viviente* (Génesis 2: 7). El proceso se invierte al morir: “Y el polvo vuelva a la tierra de donde vino, y el aliento de vida vuelva a Dios que lo dio”. (Eclesiastés 12: 7).
Pero ese aliento o espíritu de vida no es una entidad consciente sino más bien una energía o principio vitalizador; que actúa sobre el cuerpo inerte; algo así como cuando una lámpara apagada (cuerpo) que cobra vida (alma viviente) al recibir la energía de la central, y muere cuando se le corta la luz. Si vuelve la luz revive.
Así explica el salmista el poder del Creador: “Si escondes tu rostro, se turban. Si les quitas el aliento, dejan de ser, y vuelven al polvo. Envías tu aliento y se crean, y renuevas la faz de la tierra”. (Salmos 104: 29-30). Así explica Lucas el martirio de Esteban: “Cuando lo apedreaban, Esteban oró diciendo: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: "Señor no les atribuyas este pecado!" Y habiendo dicho esto, durmió. (Hechos 7: 59, 60).
Algunos se resisten a aceptar la realidad y citan versos de este tenor: “(… vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por la Palabra de Dios y por el testimonio que habían dado. Y clamaban a gran voz: "¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?" Apocalipsis 6: 9, 10
Cuando Dios pide cuentas a Caín por la muerte de su hermano Abel emplea expresión similar pero que a nadie se le ocurre tomarla al pie de la letra: Y el Señor le dijo: "¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Génesis 4: 9, 10
*La excelente versión crítica de la Biblia, de Cantera-Iglesias, que publica la BAC, presenta así este texto: <<Entonces formó Yahveh-Elohim al hombre (‘adam) del polvo del suelo (‘adamah) e insuflando en sus narices aliento de vida, quedó constituido el hombre como alma viviente. >>También se usa <<alma>>, en lugar de <<ser>> o <<persona>>, en la versión de Reina-Valera, revisión de 1909, y en la de Monseñor Straubinger.
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