Doctrinas y prácticas diabólicas en la Iglesia Católica Apostólica Romana .

Está bien, pero no estás respondiendo la pregunta que tienes pendiente. ¿Cuántos milagros de sanación ha hecho Dios por tu medio, así como como lo hizo por medio del Papa Juan Pablo II?

Lamento que no entiendas que el diablo no sana y no está en su naturaleza hacerlo y que es una mentira las sanaciones fomentadas por su Iglesia, porque las almas de muertos no pueden escuchar oraciones, ni las que están en el cielo y tampoco las que están en el infierno como su Papa y por mis milagros pregunte a Dios .​

 
Este tipo jamás se dará cuenta de que, debido a su personalidad y si hubiera nacido en ese tiempo, sería de los primeros que se "autoflagelaría"

Tampoco se dará cuenta de lo anacrónico de sus comentarios (¿sabrá lo que significa anacrónico?)

Para decir estupideces está usted y solo hablo la verdad o miento con esta porquería de doctrina de autoflagelarse y que es una nueva mentira por sus incapacidades de estar en comunión con Dios y hazte cargo de sus malas doctrinas .​

Para los que creen que es del pasado​

 

La delgada línea entre el sadomasoquismo e infligirse castigo con el instrumento llamado disciplina o aún peor ser una práctica compartida entre las monjas y además actos de sometimientos y torturas de otros tipos por la madre superiora.​

"Nos azotábamos en medio del rezo del salmo": el polémico convento en Argentina al que acusan de practicar torturas​

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  • 12 septiembre 2016​

Una cruz encima del campanario sobresale del resto del sobrio convento.

Desde fuera, el hogar de las monjas carmelitas de la ciudad de Nogoyá -en el departamento de Entre Ríos, en el este de Argentina- no luce nada llamativo.​

Pero ahora, el lugar está envuelto en una gran polémica por las torturas y flagelaciones que se denuncia suceden en su interior​


Látigos, fustas y cilicios fueron hallados en el allanamiento que la Fiscalía realizó el 25 de agosto y la madre superiora del centro religioso está imputada por "privación ilegítima de la libertad".​

A pesar de los testimonios de exmonjas que pasaron por aquel convento, las carmelitas que allí viven y la curía de la región niegan las acusaciones.​

Dicen que no se trata de torturas, sino de penitencia.​

El destape​

El caso dejó de ser un rumor que corría entre las familias de Nogoyá el mes pasado, cuando se publicó un reportaje en la revista argentina Análisis.​

A partir de entonces, la justicia argentina inició una investigación que derivó en el allanamiento y la imputación de la madre superiora, Luisa Toledo.​

Portada revista Análisis

Pie de foto,Una publicación periodística produjo que el convento de Nogoyá sea investigado por la justicia argentina.​

La fiscalía recogió, desde la apertura del proceso, testimonios de antiguas monjas que relataron su experiencia en el claustro de retiro.​

"Se apagaba la luz, había que cerrar los ojos y nos teníamos que pegar cada una en las nalgas con el látigo", relató a Análisis una exmonja que estuvo en el convento desde que fue inaugurado en 1988 hasta que escapó en marzo de este año.​

"Antes de ello teníamos que levantarnos el hábito y bajarnos la ropa interior. Nos azotábamos en medio del rezo del salmo, que lo hacía la superiora", agregó.​

"Yo pensaba que si seguía en el convento me iba a volver loca. Por eso hice mi plan de fuga. Lloraba horas y horas porque el ambiente era de crueldad, de sufrimiento continuo".​

El fiscal del caso, Federico Uriburu, explicó que el convento es investigado por los posibles delitos de privación ilegítima de la libertad agravada y reducción a servidumbre, además de posibles hechos de violencia.​

La fiscalía confirmó el hallazgo de cilicios, látigos y pequeñas fustas de unos 40 centímetros.​

De acuerdo a las investigaciones, las monjas carmelitas debían usar el cilicio, una especie de corona de alambres de púas, hasta tres veces por semana en los muslos.​

Monjas carmelitas de Nogoyá

FUENTE DE LA IMAGEN,YOUTUBE​

Pie de foto,Las monjas del convento de Nogoyá publicaron un video en el que rechazan las acusaciones de tortura.​

No se conocen más detalles de la investigación pues la causa fue declarada bajo secreto de sumario.​

Daniel Enz, director de la revista Análisis, también fue citado a testificar debido a los detalles de la vida de las monjas que reveló con su reportaje.​

"Penitencia"​

A pesar de las denuncias, tanto la curía local como las carmelitas rechazan que en el convento se practiquen torturas,​

El 1 de septiembre, a través de un video, las mujeres defendieron la vida que llevan.​

"Hace 11 años que entré al convento. Estoy feliz de ser esposa de Cristo. Fue hermoso haber respondido al llamado del Señor, no me arrepiento", afirmó una de las monjas.​

"Elegí libremente esta vida, que es de oración y de penitencia. No de tortura, que es un término totalmente distorsionado que se está usando afuera ahora".​

Juan Alberto Puiggari, arzobispo de Paraná (capital de Entre Ríos), negó también que las prácticas en el convento de carmelitas de Nogoyá puedan calificarse como torturas.​

"Las carmelitas mantienen tradiciones que son corporales, no son torturas, no son obligatorias. Libremente, los que quieran pueden usar el cilicio", señaló la autoridad religiosa en una conferencia de prensa.​

Juan Alberto Puiggari con Benedicto XVI.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES​

Pie de foto,El arzobispo Juan Alberto Puiggari en 2011, con el entonces papa Benedicto XVI.​

"Ellas entran ahí, tienen una vida de clausura, sólo salen por una cuestión médica, por un motivo grave y se dedican fundamentalmente a la oración, la penitencia y el trabajo porque viven de su trabajo", afirmó Puiggari.​

Silencio​

El periodista Daniel Enz explicó a BBC Mundo que una de las mayores dificultades en la investigación del caso fue convencer a las excarmelitas de brindar su testimonio.​

"Hay que considerar las características del convento. Es de clausura y tienen un voto de silencio en el interior", explicó el director de la revista Análisis.​

Enz relató que después de que logró romper con ese silencio autoimpuesto por las exmonjas pudo conocer los casos casos de desnutrición y flagelos que sucedían en el interior del convento.​

El periodista resalta que a partir del caso del convento de Nogoyá se instaló un debate en Argentina sobre la pertinencia de prácticas de autoflagelación a nombre de penitencia en centros religiosos.​

 

2019.​

Juicio a Luisa Toledo, la ex priora de las Carmelitas Descalzas de Nogoyá​

"El convento era el mismo infierno"​

Está acusada de privación ilegítima de la libertad y reducción a la servidumbre de jóvenes religiosas en el monasterio de la Preciosísima Sangre y Nuestra Señora del Carmen.​

En Entre Ríos, comenzó la cuarta audiencia del juicio que se sigue a Luisa Toledo, la ex priora del convento de Carmelitas Descalzas de Nogoyá, que está acusada de privación ilegítima de la libertad y reducción a la servidumbre, en ambos casos perpetradas en el mismo convento. En la audiencia anterior, Roxana Peña, una de las monjas que denunció a Toledo, dijo que la vida en el convento “era el mismo infierno”. Durante la audiencia de hoy declararán al menos otros dos testigos; están previstas otras tres jornadas, y se espera que el debate oral culmine el 28 de junio.​

En su declaración ante el tribunal , Peña contó que Toledo encerraba a las monjas “más de una semana con pan y agua” y que no las dejaba salir del convento. La madre superiora también las obligaba a golpearse con látigos, usar cilicios --correas con púas que se atan a brazos o piernas para autoinflingirse dolor-- y mordazas.​

La denuncia se realizó en 2016, luego de que la revista entrerriana Análisis publicara una investigación detallando los maltratos físicos y psicológicos que padecían las monjas del convento por parte de Toledo, a quien puertas adentro todas se referían como “hermana María Isabel”. La difusión de las acusaciones motivó un allanamiento que fue duramente criticado por la jerarquía eclesiástica, mientras que las monjas ensayaron defensas a través de videos y posteos compartidos en un perfil de Facebook abierto con esos fines.​

"Según las víctimas la imputada quería volver al siglo XV, con autoflagelos por más tiempos y en situaciones prohibidas hasta en la constitución más rígida", aseguró el fiscal de la causa, Jorge Gamal Taleb, y agregó que “la posibilidad de mortificación corporal, que aparece en la constitución del siglo XV” fue eliminada por el Concilio Vaticano II realizado en la década del ‘60.​

Peña logró escapar del Carmelo de Nogoyá en 2016 gracias a la ayuda de un jardinero que le dejó la puerta abierta. Previamente, la ex monja había pedido un traslado a otro convento, pero su pedido fue denegado. “En 2015 intentó irse pero le pedían hacer una nota formal, que realizó, pero tras un mes la imputada le dijo que no la iba a enviar", detalló Gamal Taleb.​

La semana pasada también declaró Silvia Albarenque, la otra excarmelita que denunció a Toledo. Afirmó estar "destruida psicológicamente por los maltratos" que vivió en el convento. “Nosotros llevamos al Carmelo de Nogoyá un sol, una persona vivaz y alegre y nos devolvieron un espectro que estaba al borde de la muerte”, dijo Marcelo Albarenque, hermano de la víctima.​

La exmonja logró salir del convento en 2013 y “tenía úlceras cicatrizadas en el estómago”, “una enfermedad crónica de tiroides sin tratar”, “la piel extremadamente blanca”, estaba demasiado flaca y padecía daños psicológicos.​

Toledo obligaba a las religiosas a cumplir el voto de silencio, que es optativo en todas las congregaciones. Cuando un familiar iba de visita al Carmelo, siempre había alguien escuchando las conversaciones para que no se hablaran de temas “vulgares” y, si lo hacían, eran castigadas. También se revisaba la correspondencia que llegaba al convento y las que escribían las monjas. A veces eran obligadas a reescribir las cartas.​

“Nosotros como familia no teníamos conocimiento de lo que pasaba, y el poco contacto formal que tenían con el mundo exterior era con sus familias --sostuvo Albarenque--. Nunca me imaginé, ni en mis fantasías más alocadas, que podían pasar estas atrocidades dentro de un convento de carmelitas descalzas. En el poco contacto que había, mi hermana era acompañada por otra monja superior de modo tal que no se podía hablar con libertad y ni siquiera se podía hablar, generalmente la que hablaba era la que la acompaña a la visita”.​

Albarenque denunció que su hermana “no fue la única” víctima de Toledo. “Hay otras similares, tan o igual de graves, y hay otras monjas que expresaron su disenso con la comunidad y su deseo de salir del convento”, aseguró. También señaló que los honorarios de Guillermo Vartorelli y Miguel Cullen, abogados defensores de Toledo, son abonados por la diócesis. “Cuando los feligreses ponen dinero en la canasta los domingos están financiando los honorarios de una persona acusada de privación ilegítima de la libertad en por lo menos dos casos”, aseguró.​

La investigación periodística había señalado que las monjas que vivían en el convento “nunca pudieron abrazar a un familiar”. “Tampoco darle la mano. Una de ellas no pudo ver a su padre por diez años, porque se había divorciado de su madre y por ende era ‘un pecador público’. Nunca se pueden mirar a un espejo porque es símbolo de ‘vanidad’ y si alguna de ellas intenta ver su reflejo en el vidrio de alguna ventana, habrá un inmediato castigo. Hubo veces que solamente se podían bañar una vez cada siete días. Las carmelitas descalzas del convento de Nogoyá vienen sufriendo torturas psicológicas y físicas, todo a la vista de las autoridades de la Iglesia que una vez más, han decidido no intervenir”, relataba el artículo.​

Las próximas audiencias serán 19, 25, 27 y 28 de junio a partir de las 9 de la mañana. Toledo sólo estuvo presente en la primera jornada y argumentó que se ausentaba por problemas de salud.​

Este artículo fue publicado originalmente el día 19 de junio de 2019

 

2024 .Concluciones .​

Sandra Miguez, autora de "Líbranos del mal", sobre una monja condenada por privación ilegítima de la libertad​

Presas en el convento de clausura​

La superiora Luisa Toledo las tuvo encerradas por años. Ellas querían huir de los malos tratos y las torturas por razones místicas.​


Por Sonia Santoro
25 de septiembre de 2024 - 00:01
  • Luisa Ester Toledo, un monja tortuosa.
    Luisa Ester Toledo, un monja tortuosa.. Imagen: Imagen web


El 25 de agosto de 2016, dos monjas, Silvia Albarenque y Roxana Peña, denunciaron a las autoridades del Convento de Carmelitas Descalzas de Nogoyá, Entre Ríos. La priora del lugar, Luisa Ester Toledo, fue llevada a juicio y declarada culpable de privación ilegítima de la libertad doblemente calificada por el uso de violencia y amenazas. Fue la primera vez que se condenó a una autoridad de un convento en el país. La periodista y escritora Sandra Miguez escribió el libro Líbranos del Mal (Editorial Azogue Libros), una investigación y ensayo sobre el caso en el que recorre la historia de la Iglesia católica, el rol de las mujeres en la institución, la creación de la orden de Las Carmelitas y el anquilosamiento y persistencia de hábitos propios del medioevo, desde una perspectiva de género.
Silvia Albarenque estuvo siete años expresando que se quería ir del convento, pero la priora le negó esta posibilidad con distintas maniobras de las que participó también el arzobispo de la zona. Finalmente logró que su familia la sacara por una consulta médica. Roxana Peña estuvo cuatro años pidiendo salir, hasta que no pudo más y en una escena que no tiene nada que envidiarle a cualquier película de terror, logró escaparse del convento, la única forma que encontró de librarse de las garras de una mujer que la torturaba física y psicológicamente.


Las dos querían irse del convento, no porque hubieran perdido la fe sino por las humillaciones y violencias que la superiora les causaba: desde días completos de ayuno y encierro en una celda hasta perder la conciencia de los días; el uso de un elemento en la boca que les impedía hablar durante horas y hasta días; lamer el piso; castigarse con látigos y cilicios (cadenillas de hierro con puntas); y un sistema de control que les hizo cortar todo vínculo con el exterior del convento, incluso con sus propios familiares.
En la presentación del libro en la librería Caras y Caretas participaron el escritor Mauricio Koch, la filósofa Diana Maffía y la periodista Paula Bistagnino, quien lleva años investigando al Opus Dei. Bistagnino puso el acento en señalar que no es cuestión de apuntar contra la priora, sino que hay que analizar la “matriz de perversión” que atraviesa la Iglesia Católica para encubrir los abusos de poder. En la misma línea, Maffía se mostró preocupada por el peligro que representa que quien hoy ocupa el lugar de priora, una monja que ya estaba en el convento cuando sucedieron estos hechos, dijo en el juicio que para ella la celda es un paraíso. Maffía planteó además que una institución puede tener reglas internas pero hasta cierto límite: “no se pueden violar los derechos humanos”.

Líbranos del Mal es el segundo libro de Sandra Miguez, luego de Crímenes Menores. Género y Poder Judicial, la trama de una disputa, sobre el proceso judicial tras el femicidio de Micaela García.
--¿Por qué volver sobre esta historia que tuvo difusión mediática?
--La pregunta que me orientó a iniciar este proceso fue cómo en este siglo era posible que se continuaran aplicando métodos de tortura, aún cuando la Iglesia no acepta más estas prácticas, quién controla lo que pasa dentro de estas organizaciones religiosas, cómo fue posible sostener el muro de silencio, por qué las autoridades hicieron caso omiso a las denuncias y reclamos que les hacían llegar. Allí había un lugar y un rol asignado a las mujeres, en los cuáles se puede entrever la subestimación a la voz de las mujeres, la falta de consideración a sus opiniones, una voz que no es tomada en cuenta, que no es escuchada, aún cuando lo que denunciaban eran delitos contra la integridad humana.

--¿Qué fue lo que te resultó más aberrante del caso?
--El empecinamiento y el hecho de que esto se constituyó en una práctica constante. No importaba lo que hicieran o lo que opinaran, era algo sistemático. Pensemos que estuvieron siete años y cuatro años, respectivamente, pidiendo la exclaustración, solicitando salir del convento, algo que se les negó siempre. Ni siquiera se les daba acceso a un papel o un lápiz para que pudieran formalizar los pedidos, y cuando lograban redactar una nota, éstas nunca salían del convento. Lo más aberrante es que con estas prácticas de hostigamiento, Luisa Ester Toledo degradaba a sus víctimas, sin que pudieran tener ninguna salida, ya que el convento es de clausura, un régimen férreamente cerrado. Incluso en las visitas familiares se les imponía una distancia mantenida por una reja y además una mesa para que ni siquiera pudieran tener contacto con las manos y una "monja escucha” controlaba que “solo se hablara de Dios”, como decía un cartel colocado en ese lugar. Esa degradación era moral, psicológica y física, es decir en todos los planos por lo cual el tormento que vivieron tanto las monjas que se animaron a oficializar las denuncias, como aquellas que dieron testimonio en el juicio, era una constante.

--La priora justificaba los tormentos en las prácticas de autocastigos que son parte de las normas de la congregación. ¿Cuál es la línea que separa el tipo de prácticas?
--La instigación a la autoflagelación y el control que ejercía la superiora para que efectivamente las monjas se estuvieran aplicando castigos corporales, es algo que no está permitido por la Iglesia. No obstante los reglamentos de la Congregación siguen las indicaciones de Santa Teresa y guardan una larga tradición, incluso antes de Cristo; sus orígenes se remontan al profeta Elías en el Monte Karmel. Una de esas pautas indica “purificarse de todo rastro de maldad” y esa “purificación” se aplica en la oración, en el ayuno, pero fundamentalmente en el control cuerpo como lugar en el cual, a través del martirio o los castigos corporales, se llega a un estado de gracia. Hay un concepto sobre el cuerpo como territorio de poder.

--Este caso da cuenta de la complicidad de la institución eclesiástica, algo que no es nuevo. ¿Cómo analizás el hecho de que fuera una mujer la que infringía torturas a otras mujeres?
--En este caso, Luisa Ester Toledo fue quien reprodujo prácticas esclavizantes de maltrato y sometimiento a las otras monjas, que eran sus subalternas. Fue la artífice de un sistema de opresión y torturas medievales en un esquema que le permitió abusar de ese lugar de poder y replicarlo con absoluto apoyo de la estructura eclesiástica que hizo caso omiso a lo que llegaron a saber, bajo la excusa de que no tenían injerencia, que eso debía resolverlo el Papa, que es el responsable directo de la Congregación, incluso cuando se estaban cometiendo delitos aberrantes. El silencio fue otro factor que se impuso como forma de control y castigo para evitar que estas denuncias salieran a la luz.

--Fue la primera vez que se condenó a una autoridad de un convento en el país…
--Que la justicia ordinaria haya llegado a una condena es un mensaje para toda la sociedad. Los fallos nos indican qué es aceptado y qué no, dentro de la ley. Y es muy importante para instituciones que tienen sus propios códigos que comprendan que no puedan apartarse de cuestiones elementales como el respeto por la dignidad humana. Sobre todo en organizaciones que se supone que buscan un acercamiento a valores y a Dios, donde se denuncian delitos que van exactamente en sentido contrario a lo que pregonan. Por eso, es muy importante llegar a una instancia de juicio y condena, tanto en este caso como en el Julio Grassi que marcó un punto de inflexión, así como en casos de relevancia internacional, casos de abusos y de apropiación de bebés, algo que sin lugar a dudas no cuenta con aceptación social. En este caso los abogados defensores de Luisa Ester Toledo intentaron que el caso fuera dirimido dentro del derecho canónico, un procedimiento al cual no tenemos acceso las “personas de a pie”. Fue la fundamentación del fiscal lo que permitió, desde una perspectiva de derechos humanos, que el caso se resolviera en los tribunales ordinarios.

--Retomo una pregunta que te hacés al final: ¿cómo se previenen estas formas particulares de violencia?
--Una forma es que las instituciones religiosas tengan algún control, sean supervisadas por algún ámbito del Estado, además de lo que la propia organización pueda establecer como forma de supervisión. Son ámbitos privados, de intimidad, de recogimiento, en donde se termina vulnerando la autonomía y la integridad de las personas. Poder hablar de violencia religiosa permitiría analizar estas situaciones de forma particular, entender la trama que se da en este complejo vínculo personal, espiritual, íntimo, pero en donde se perpetran el abuso de poder y crímenes como los que denunciamos.