DIFERENCIAS ENTRE EL PACTO VIEJO Y EL NUEVO PACTO

El primer uso de la palabra pacto (berit) aparece en relación con Noé en Gn 6.18 e implica beneficios para toda su familia. Este pacto se desarrolla en Gn 9.1–17 donde se aplica a toda la descendencia de Noé y a todo ser viviente. En este caso la gracia prometida no depende de una buena comprensión o respuesta positiva por parte de todos los beneficiados. Es un pacto eterno cuya señal es el arco iris (Gn 9.12, 13). Está arraigado en la gracia divina (Gn 6.8; 9.1–3); requiere una fe que se exprese en obediencia (Gn 9.4–6; Heb 11.7) y la responsabilidad de producir una descendencia santa (Gn 9.1, 7); es eterno (Gn 9.12, 16) e implica una bendición universal (Gn 9.1, 11, 16s). Se puede considerar como una renovación del pacto con Adán y un avance del pacto salvífico con Abraham (Is 54.9, 10; 1 P 3.20, 21).


Abraham

En el pacto con Abraham, renovado con Isaac y Jacob, tenemos la expresión clásica del pacto divino (Gn 3.16–18), y se transmitió por dos tradiciones (Gn 15; 17). Las bendiciones prometidas incluyen: (1) Una descendencia santa y numerosa; (2) la posesión de la tierra de Canaán; y (3) la reconciliación con Dios.

La tercera promesa se expresa en Gn 17.7: «Yo seré tu Dios y el de tu descendencia después de ti», y muestra que, como en los casos de Adán y Noé, el pacto divino no se limita a la relación entre Dios y el individuo que originalmente recibe las promesas. Sin embargo, la exclusión de Ismael (Gn 17.18–21) y Esaú (Ro 9.6–13) muestra que aun en el Antiguo Testamento la descendencia física no garantiza el cumplimiento automático de todas las bendiciones prometidas en el pacto. Las promesas se cumplen para «los hijos de los hijos», pero con la condición de que posean una actitud de fe hacia Dios y estén calificados como «los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra» (Gn 17.9; Sal 103.17, 18; Ro 4.13).

Génesis 17 acentúa el hecho de que el pacto con Abraham es eterno (vv. 7–9, 13, 19; cf. Gl 3.16–18; Heb 13.20), y establece la Circuncisión como señal del mismo. Aunque en el pacto con Abraham resalta el requisito de la fe, permanece vigente la necesidad de la obediencia como expresión ineludible de una fe sincera (Gn 12.4; 17.1; 18.19, BJ; Heb 11.8, 17–19). Aunque el pacto con Abraham es particular y limitado, el contexto muestra que (cf. Adán y Noé) Dios tenía propuesta una bendición universal (Gn 12.3; Hch 3.25).


Israel

El mediador del pacto que Dios hizo con el pueblo de Israel en Sinaí fue Moisés. Este pacto constituía una renovación y desarrollo del pacto con Abraham (Gn 15.13–21; Éx 2.23, 24; 3.15–17; 6.4–8; 32.13; Lv 26.40–45; Dt 4.29–31; Sal 105.8–11, 41–45; 106.45). La continuidad esencial de este pacto con el anterior se destaca en los siguientes elementos:

1. Es un pacto arraigado en la gracia divina (Dt 9.4–6; Ez 16.1–14; 20.4–8).

2. Insiste en una actitud de fe por parte del hombre (Éx 30.4, 31; 14.31; Nm 14.11; 21.9; Dt 1.31; 9.23; Heb 11.23–29).

3. Requiere que la fe se exprese en una obediencia radical y de todo corazón (Éx 19.5, 6; 20.2ss; 24.7; Dt 6.4, 5; 10.16).

4. Siempre incluye la reconciliación espiritual con Dios como promesa fundamental del pacto (Éx 6.7; Dt 29.12, 13).

5. Espera como cosa normal una descendencia santa (Dt 6.7; 29.29; 30.6), aunque esto nunca es automático (Dt 32.5, 6, 15ss; etc.).

6. Mantiene como meta final la bendición universal (Éx 19.5, 6; cf. 1 P 2.9; Nm 14.21).

Los principales elementos nuevos (de «caducidad» o «desarrollo») en el pacto con Israel se encuentran en que: (1) por primera vez Dios establece su pacto con una nación (descendiente de Abraham, Éx 1.1–7); (2) se multiplican y desarrollan las estipulaciones del pacto en la Ley (Éx 20; Dt 32) hasta convertirse en la constitución de la nueva nación.

David

El pacto que hizo con David desarrolla la antigua promesa de una descendencia santa (Gn 3.15; 17.7, etc.). Se anuncia en 2 S 7.12–17; 1 Cr 17.10–15 y se recuerda con júbilo en Sal 89.3, 4, 26–37; 132.11–18; cf. 2 S 23.5. En última instancia es mesiánico (Is 42.1, 6; 49.8; 55.3, 4; Mal 3.1; Lc 1.32s; Hch 2.30–36). El Siervo de Jehová se llama «pacto» en Is 42.6, puesto que incorpora todas las bendiciones y cumple todas las estipulaciones. El pacto davídico marca un desarrollo particular dentro del contexto general del pacto mosaico y no se debe considerar totalmente paralelo con aquel.


El «nuevo pacto»

El nuevo pacto prometido en Jer 31.31–34 es otra renovación del pacto con Abraham e Israel. Su continuidad con los pactos anteriores se muestra en los siguientes hechos:

1. Es un mismo Dios que establece el pacto (vv. 31–33).

2. Se hace con un mismo pueblo (vv. 31–33).

3. Las estipulaciones abarcan esencialmente la misma Ley antigua (v. 33).

4. La promesa fundamental es una misma: «Yo seré tu Dios y tú serás mi pueblo».


Los nuevos elementos en la renovación del pacto recalcan:

1. Una interiorización más profunda de la Ley (cf. Dt 6.6, 7; Sal 37.31).

2. Una nueva fuerza moral e interior que resulta del nuevo pacto (cf. Ez 36.27; Ro 8.38s).

3. Un nuevo concepto sobre la universalidad del conocimiento de Dios entre su pueblo (Jer 31.34, Sacerdote).




Concepto Teológico En El Nuevo Testamento

La promesa de un nuevo pacto (o sea, una renovación decisiva y final del pacto eterno) se cumplió en Jesucristo (2 Co 1.19, 20). Como el segundo Adán (1 Co 15.45ss) e imagen de Dios (Col 1.15), Cristo cumple con los requisitos del pacto por parte de todos los hombres y así renueva la imagen divina en el hombre (Ro 5.12–21; 2 Co 3.18). Cristo forma su Iglesia en la que nada puede prevalecer (Mt 16.18), y nos somete a un lavamiento con agua vivificadora e inmortal, como en el caso de Noé (1 P 3.20s).

En Cristo se cumplen las promesas del pacto hecho con Abraham (Lc 1.54, 55, 72–75) y con David (Lc 1.68–71) y las estipulaciones del pacto mosaico con Israel (Mt 5.17, 18). El nuevo pacto se funda en la sangre de Cristo, su Mediador (Heb 12.24), quien identificó este pacto (Lc 22.20; 1 Co 11.25) con el pacto eterno (Mt 26.28; Mc 14.24, BJ).

Puesto que el nuevo pacto representa una confirmación del pacto eterno, las promesas y provisiones fundamentales de los pactos anteriores permanecen vigentes ((Ef 2.12; 2 Ti 3.15–17). El Pueblo de Dios todavía se llama «Israel» (Gl 6.16), y se desarrolla a partir del núcleo de judíos creyentes (Ro 11.1–6). Sin embargo, del Olivo se desgajan a los judíos incrédulos y se injertan (Ro 11.7–24) y hacen miembros de la familia de Dios (Ef 2.11–22) a los gentiles creyentes. Sigue en efecto el deber de levantar una descendencia santa (Tit 2.14; 1 P 2.9), y ahora este deber incluye la labor evangelizadora (Mt 28.19, 20; 1 Co 4.15; etc.; cf. Dt 6.7–9).

El nuevo pacto se destaca sobre todo por el gran desarrollo del ministerio del Espíritu Santo (Hch 2; 2 Co 3.4–18; etc.). Hebreos explica la superioridad del nuevo pacto (9.16, 17), y tanto allí como en Gl 3.15–17 la garantía del pacto es la muerte de Cristo, «porque el testamento con la muerte se confirma». Su finalidad también se acentúa por el uso del concepto de un «Testamento», que es otro significado del griego diatheke ( Circuncisión; Bautismo).

Bibliografía:
L. Alonso-Schokel, «Motivos sapienciales y de alianza en Génesis 2–3», Bíblica, 43, 1962, pp. 305–309. J. Schildenberger, «Alianza», Diccionario de teología bíblica, Herder, Barcelona, 1967. Edmund Jacob, Teología del Antiguo Testamento, Ediciones Marova, Madrid, 1969, pp. 198–204.



Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
 
no esxisten muchas diferencias cuantitativas sobre el contenido de los elementos que conforman el nuevo y el antiguo pacto , la unica diferencia es que en antigua pacto estaba vigente la ley ceremonial o de moises y en la nueva ya no, porque con la muerte de cristo se dio fin a todo el protocolo ceremonial vigente hasta la muerte en la cruz

las grandes diferencias en cuanto a la cualidad o calidad de ambos si es mas notable , porque mientras el antiguo pacto solo eran sombras de lo que habia de venir , ya que con la primera venida de cristo y su muerte inaugura una nueva vida un nuevo pacto en que ese pacto es perpetuo con mejores promesas


los elementos de continuidad entre el viejo y el nuevo son los siguiente entre los mas importantes:




1.-la existencia de Dios y su pueblo esta en ambos pactos
2.-solo Dios salva por lo consiguiente es para los dos pactos
3.-promesas y deberes se dieron tannto en el antiguo como en el nuevo
4.-presencia de Dios entre su pueblo se da en ambos
5.- 10 MANDAMIENTOS se da en amboss (HEBREOS 8:10 MUY LEJOS DE HABER SIDO ABOLIDO)
6.-ley ceremonial: unicamente en el antiguo; en el nuevo queda abolido.


lo que en el antiguo pacto señalaba mediante los tipos sombras y simbolos , ahora , en el nuevo pacto se ha cumplido en jesus, la realidad.

en el nuevo pacto la Ley de los Diez mandamientos queda internalizada y por medio de la fe en cristo, el creyente vive en obediencia a los mandamientos, ahora escrita en su corazon.

el nuevo pacto es permanente porque ha sido ratificado no con la sangre de un animal sino co la sangre del mismisimo jesucristo, y finalmente
si el pueblo del pacto antigua encontraba esperanza en la sangre de un macho cabrio, ¿cuanto mas en la sangre de cristo jesusssssss?


QUE DIOS LOS BENDIGAAAAAAA HERMANOS Y HERMANASSSSSSSS
 
Sencillo y preciso

Sencillo y preciso

Sobre diferncias de pactos.

El comentario de seco no puede ser más verdadero, lástima que muchos no lo entendamos así.

Saludos y bendiciones
Miguel
 
Re: Re: El Antiguo Testamento está ahí... el Evangelio es otra cosa.

Re: Re: El Antiguo Testamento está ahí... el Evangelio es otra cosa.

Originalmente enviado por: Licia
...

... Creo que hay mucha confusión sobre Pacto; Nuevo Testamento; Ley de Dios; Evangelio; doctrina cristiana, etc.

Solemos usar estas palabras con facilidad, y sin propiedad en muchos casos...

...

Licia, dentro de poco te darás cuenta de quién "manda" en este foro, y te darás cuenta de que lo que tú pienses o sepas de nada vale cuando se enfrenta con las maravillosas enciclopedias que manejan algunos foristas. Se trata de estar de acuerdo con lo que dice el que escribió la maravillosa enciclopedia. Lo que diga el que escribiera la biblia no sirve de nada con algunas personas.

Saludos cordiales
 
Re: Re: Re: El Antiguo Testamento está ahí... el Evangelio es otra cosa.

Re: Re: Re: El Antiguo Testamento está ahí... el Evangelio es otra cosa.

Originalmente enviado por: Yelo
Licia, dentro de poco te darás cuenta de quién "manda" en este foro,

Yelo, le quedaría muy agradecido que nos aclarara esta frase, porque se puede interpretar de diferentes maneras.

Me gustaría saber en qué sentido está redactada, pues me gusta que las cosas se digan de forma clara y abierta y quiero pensar que no hay mala intención detrás de esa afirmación.

¿Alguien manda en estos foros? ¿No le gusta mi forma de moderar? ¿Me entrometo demasiado en los mensajes? ;).

Que yo sepa, el único administrador y moderador de estos foros soy yo, por eso le quedaría muy agradecido que nos sacara de dudas.

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Webmaster
 
De acuerdo, le presento mis excusas, que le ruego acepte porque usted modera correctamente y no se entromete en las opiniones.

Para explicar lo que quise decir ¿debo de hacerlo en abierto o le envío un mensaje privado?. No quiero transgredir las normas.
 
"La Ley y los Dos Pactos"

Ciento lo largo del tema pero es muy interesante, léalo.

Cuando Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la ley de Dios; conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos estaban escritos en sus corazones. Cuando el hombre cayó a causa de su transgresión, la ley no fue cambiada, sino que se estableció un sistema de redención para hacerle volver a la obediencia. Se le dio la promesa de un Salvador, y se establecieron sacrificios que dirigían sus pensamientos hacia el futuro, hacia la muerte de Cristo como supremo sacrificio. Si nunca se hubiera violado la ley de Dios, no habría habido muerte ni se habría necesitado un Salvador, ni tampoco sacrificios.

Adán enseñó a sus descendientes la ley de Dios, y así fue transmitida de padres a hijos durante las siguientes generaciones. No obstante las medidas bondadosamente tomadas para la redención del hombre, pocos la aceptaron y prestaron obediencia. Debido a la transgresión, el mundo se envileció tanto que fue menester limpiarlo de su corrupción mediante el diluvio. La ley fue preservada por Noé y su familia, y Noé enseñó los diez mandamientos a sus descendientes. Cuando los hombres se apartaron nuevamente de Dios, el Señor eligió a Abrahán, de quien declaró: "Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos, y mis leyes." (Gén. 26:5.) Le dio el rito de la circuncisión, como señal de que quienes lo recibían eran dedicados al servicio de Dios, y prometían permanecer separados de la idolatría y obedecer la ley de Dios. La falta de voluntad para cumplir esta promesa, que los descendientes de Abrahán evidenciaron en su tendencia a formar alianzas con los paganos y adoptar sus prácticas, fue la causa de su estada y servidumbre en Egipto. Pero en su relación con los idólatras y su forzada sumisión a los egipcios, los israelitas corrompieron aun más su conocimiento de los preceptos divinos al mezclarlos con las crueles y viles enseñanzas del paganismo. Por lo tanto, cuando los sacó de Egipto, el Señor descendió sobre el Sinaí, envuelto en gloria y rodeado de sus ángeles, y con grandiosa majestad pronunció su ley a todo el pueblo.

Aun entonces Dios no confió sus preceptos a la memoria de un pueblo inclinado a olvidar sus requerimientos, sino que los escribió sobre tablas de piedra. Quiso alejar de Israel toda posibilidad de mezclar las tradiciones paganas con sus santos preceptos, o de confundir sus mandamientos con costumbres o reglamentos humanos, Pero hizo más que sólo darles los preceptos del Decálogo. El pueblo se había mostrado tan susceptible a descarriarse, que no quiso dejarles ninguna puerta abierta a la tentación. A Moisés se le dijo que escribiera, como Dios se lo había mandado, derechos y leyes que contenían instrucciones minuciosas respecto a lo que el Señor requería. Estas instrucciones relativas a los deberes del pueblo para con Dios, a los deberes de unos para con otros, y para con los extranjeros, no eran otra cosa que los principios de los diez mandamientos ampliados y dados de una manera específica, en forma tal que ninguno pudiera errar. Tenían por objeto resguardar la santidad de los diez mandamientos grabados en las tablas de piedra.

Si el hombre hubiera guardado la ley de Dios, tal como le fue dada a Adán después de su caída, preservada por Noé y observada por Abrahán, no habría habido necesidad del rito de la circuncisión. Y si los descendientes de Abrahán hubieran guardado el pacto del cual la circuncisión era una señal, jamás habrían sido inducidos a la idolatría, ni habría sido necesario que sufrieran una vida de esclavitud en Egipto; habrían conservado el conocimiento de la ley de Dios y no habría sido necesario proclamarla desde el Sinaí, o grabarla sobre tablas de piedra. Y si el pueblo hubiera practicado los principios de los diez mandamientos, no habría habido necesidad de las instrucciones adicionales que se le dieron a Moisés.

El sistema de sacrificios confiado a Adán fue también pervertido por sus descendientes. La superstición, la idolatría, la crueldad y el libertinaje corrompieron el sencillo y significativo servicio que Dios había establecido. A través de su larga relación con los idólatras, el pueblo de Israel había mezclado muchas costumbres paganas con su culto; por consiguiente, en el Sinaí el Señor le dio instrucciones definidas tocante al servicio de los sacrificios. Una vez terminada la construcción del santuario, Dios se comunicó con Moisés desde la nube de gloria que descendía sobre el propiciatorio, y le dio instrucciones completas acerca del sistema de sacrificios y ofrendas, y las formas del culto que debían emplearse en el santuario. De esa manera se dio a Moisés la ley ceremonial, que fue escrita por él en un libro. Pero la ley de los diez mandamientos pronunciada desde el Sinaí había sido escrita por Dios mismo en las tablas de piedra, y fue guardada sagradamente en el arca.

Muchos confunden estos dos sistemas y se valen de los textos que hablan de la ley ceremonial para tratar de probar que la ley moral fue abolida; pero esto es pervertir las Escrituras. La distinción entre los dos sistemas es clara. El sistema ceremonial se componía de símbolos que señalaban a Cristo, su sacrificio y su sacerdocio. Esta ley ritual, con sus sacrificios y ordenanzas, debían los hebreos seguirla hasta que el símbolo se cumpliera en la realidad de la muerte de Cristo. Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Entonces debían cesar todas las ofrendas de sacrificio. Tal es la ley que Cristo quitó de en medio y clavó en la cruz. (Col. 2: 14.)

Pero acerca de la ley de los diez mandamientos el salmista declara: "Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos." (Sal. 119: 89.) Y Cristo mismo dice: "No penséis que he venido para abrogar la ley.... De cierto os digo," y recalca en todo lo posible su aserto, "que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas." (Mat. 5: I7, 18.) En estas palabras Cristo enseña, no sólo cuáles habían sido las demandas de la ley de Dios, y cuáles eran entonces, sino que además ellas perdurarán tanto como los cielos y la tierra. La ley de Dios es tan inmutable como su trono. Mantendrá sus demandas sobre la humanidad a través de todos los siglos.

Respecto a la ley pronunciada en el Sinaí, dice Nehemías: "Sobre el monte de Sinaí descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y dísteles juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos buenos." (Neh. 9: 13.) Y Pablo, el apóstol de los gentiles, declara: "La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, y justo, y bueno." Esta ley no puede ser otra que el Decálogo, pues es la ley que dice: "No codiciarás." (Rom. 7: 12, 7.)

Si bien la muerte del Salvador puso fin a la ley de los símbolos y sombras no disminuyó en lo más mínimo la obligación del hombre hacía la ley moral. Muy al contrario, el mismo hecho de que fuera necesario que Cristo muriera para expiar la transgresión de la ley, prueba que ésta es inmutable.

Los que alegan que Cristo vino para abrogar la ley de Dios y eliminar el Antiguo Testamento, hablan de la era judaica como de un tiempo de tinieblas, y representan la religión de los hebreos como una serie de meras formas y ceremonias. Pero éste es un error. A través de todas las páginas de la historia sagrada, donde está registrada la relación de Dios con su pueblo escogido, hay huellas vivas del gran YO SOY. Nunca dio el Señor a los hijos de los hombres más amplias revelaciones de su poder y gloria que cuando fue reconocido como único soberano de Israel y dio la ley a su pueblo, Había allí un cetro que no era empujado por manos humanas; y las majestuosas manifestaciones del invisible Rey de Israel fueron indeciblemente grandiosas y temibles.

En todas estas revelaciones de la presencia divina, la gloria de Dios se manifestó por medio de Cristo. No sólo cuando vino el Salvador, sino a través de todos los siglos después de la caída del hombre y de la promesa de la redención, "Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí." (2 Cor. 5: 19.) Cristo era el fundamento y el centro del sistema de sacrificios, tanto en la era patriarcal como en la judía. Desde que pecaron nuestros primeros padres, no ha habido comunicación directa entre Dios y el hombre. El Padre puso el mundo en manos de Cristo para que por su obra mediadora redimiera al hombre y vindicara la autoridad y santidad de la ley divina.

Toda comunicación entre el cielo y la raza caída se ha hecho por medio de Cristo. Fue el Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la redención. Fue él quien se reveló a los patriarcas. Adán, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, y Moisés comprendieron el Evangelio. Buscaron la salvación por medio del Substituto y Garante del ser humano. Estos santos varones de antaño comulgaron con el Salvador que iba a venir al mundo en carne humana; y algunos de ellos hablaron cara a cara con Cristo y con ángeles celestiales.

Cristo no sólo fue el que dirigía a los hebreos en el desierto --el Ángel en quien estaba el nombre de Jehová, y quien, velado en la columna de nube, iba delante de la hueste--sino que también fue él quien dio la ley a Israel. En medio de la terrible gloria del Sinaí, Cristo promulgó a todo el pueblo los diez mandamientos de la ley de su Padre, y dio a Moisés esa ley grabada en tablas de piedra.

Fue Cristo quien habló a su pueblo por medio de los profetas. El apóstol Pedro, escribiendo a la iglesia cristiana, dice que los que "profetizaron de la gracia que había de venir a vosotros, han inquirido y diligentemente buscado, escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias después de ellas." (1 Ped. 1: 10, 11.) Es la voz de Cristo la que nos habla por medio del Antiguo Testamento. "Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía." (Apoc. 19: 10.)

En las enseñanzas que dio cuando estuvo personalmente aquí entre los hombres, Jesús dirigió los pensamientos del pueblo hacia el Antiguo Testamento. Dijo a los judíos: "Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi." (Juan 5:39.) En aquel entonces los libros del Antiguo Testamento eran la única parte de la Biblia que existía. Otra vez el Hijo de Dios declaró: "A Moisés y a los profetas tienen: óiganlos." Y agregó: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos." (Luc. 16:29, 31.)

La ley ceremonial fue dada por Cristo. Aun después de ser abolida, Pablo la presentó a los judíos en su verdadero marco y valor, mostrando el lugar que ocupaba en el plan de la redención, así cómo su relación con la obra de Cristo; y el gran apóstol declara que esta ley es gloriosa, digna de su divino Originador. El solemne servicio del santuario representaba las grandes verdades que habían de ser reveladas a través de las siguientes generaciones. La nube de incienso que ascendía con las oraciones de Israel representaba su justicia, que es lo único que puede hacer aceptable ante Dios la oración del pecador;, la víctima sangrante en el altar del sacrificio daba testimonio del Redentor que había de venir; y el lugar santísimo irradiaba la señal visible de la presencia divina. Así, a través de siglos y siglos de tinieblas y apostasía, la fe se mantuvo viva en los corazones humanos hasta que llegó el tiempo del advenimiento del Mesías prometido.

Jesús era ya la luz de su pueblo, la luz del mundo, antes de venir a la tierra en forma humana. El primer rayo de luz que penetró la lobreguez en que el pecado había envuelto al mundo, provino de Cristo. Y de él ha emanado todo rayo de resplandor celestial que ha caído sobre los habitantes de la tierra. En el plan de la redención, Cristo es el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo.

Desde que el Salvador derramó su sangre para la remisión de los pecados, y ascendió al cielo "para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios" (Heb. 9: 24), raudales de luz han brotado de la cruz del Calvario y de los lugares santos del santuario celestial. Pero porque se nos haya otorgado una luz más clara no debiéramos menospreciar la que en tiempos anteriores fue recibida mediante símbolos que revelaban al Salvador futuro. El Evangelio de Cristo arroja luz sobre la economía judía y da significado a la ley ceremonial. A medida que se revelan nuevas verdades, y se aclara aún más lo que se sabía desde el principio, se hacen más manifiestos el carácter y los propósitos de Dios en su trato con su pueblo escogido. Todo rayo de luz adicional que recibimos nos hace comprender mejor el plan de redención, cumplimiento de la voluntad divina en favor de la salvación del hombre. Vemos nueva belleza y fuerza en la Palabra inspirada, y la estudiamos con interés más profundo y concentrado.

Muchos opinan que Dios colocó una muralla divisoria entre los hebreos y el resto del mundo; que su cuidado y amor de los que privara en gran parte al resto de la humanidad, se concentraban en Israel. Pero no fue el propósito de Dios que su pueblo construyera una muralla de separación entre ellos y sus semejantes. El corazón del Amor infinito abarcaba a todos los habitantes de la tierra. Aunque le habían rechazado, constantemente procuraba revelárselas, y hacerlos partícipes de su amor y su gracia. Su bendición fue concedida al pueblo escogido, para que éste pudiera bendecir a otros.

Dios llamó a Abrahán, le prosperó y le honró; y la fidelidad del patriarca fue una luz para la gente de todos los países donde habitó. Abrahán no se aisló de quienes le rodeaban. Mantuvo relaciones amistosas con los reyes de las naciones circundantes, y fue tratado por algunos de ellos con gran respeto; su integridad y desinterés, su valor y benevolencia, representaron el carácter de Dios. A Mesopotamia, a Canaán, a Egipto, hasta a los habitantes de Sodoma, el Dios del cielo se les reveló por medio de su representante.

Asimismo se reveló Dios por medio de José al pueblo egipcio y a todas las naciones relacionadas con aquel poderoso reino. ¿Por qué dispuso el Señor exaltar a José a tan grande altura entre los egipcios? Podía lograr sus propósitos en favor de los hijos de Jacob de cualquiera otra manera; pero quiso hacer de José una luz, y lo puso en el palacio del rey para que la luz celestial alumbrara cerca y lejos. Mediante su sabiduría y su justicia, mediante la pureza y la benevolencia de su vida cotidiana, mediante su devoción a los intereses del pueblo, y de un pueblo idólatra, José fue el representante de Cristo. En su benefactor, a quien todo Egipto se dirigía con gratitud y a quien todos elogiaban, aquel pueblo pagano debía contemplar el amor de su Creador y Redentor. También mediante Moisés, Dios colocó una luz junto al trono del mayor reino de la tierra, para que todos los que quisieran, pudieran conocer al Dios verdadero y viviente. Y toda esta luz fue dada a los egipcios antes de que la mano de Dios se extendiera sobre ellos en las plagas.

Mediante la liberación de Israel de Egipto, el conocimiento del poder de Dios se extendió por todas partes. El belicoso pueblo de la plaza fuerte de Jericó tembló. Dijo Rahab: "Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más espíritu en alguno por causa de vosotros: porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos, y abajo en la tierra." (Josué. 2: 11.) Varios siglos después del éxodo, los sacerdotes filisteos recordaron a su pueblo las plagas de Egipto, y lo amonestaron a no resistir al Dios de Israel.

Dios llamó a Israel, lo bendijo y lo exaltó, no para que mediante la obediencia a su ley recibiese él solo su favor y fuera beneficiario exclusivo de sus bendiciones; sino para revelarse por medio de él a todos los habitantes de la tierra. Para poder alcanzar este propósito, Dios le ordenó que fuera diferente de las naciones idólatras que lo rodeaban.

La idolatría y todos los pecados que la acompañaban eran abominables para Dios, y ordenó a su pueblo que no se mezclara con las otras naciones, ni hiciera "como ellos hacen" (Exo. 23: 24), para que no se olvidaran de Dios. Les prohibió el matrimonio con los idólatras, para que sus corazones no se apartaran de él. Era tan necesario entonces como ahora que el pueblo de Dios fuese puro, "sin mancha de este mundo." (Sant. 1: 27.) Debían mantenerse libres del espíritu mundano, porque éste se opone a la verdad y la justicia. Pero Dios no quería que su pueblo, creyendo tener la exclusividad de la justicia, se apartara del mundo al punto de no poder ejercer influencia alguna sobre él.

Como su Maestro, los seguidores de Cristo debían ser en todas las edades la luz del mundo. El Salvador dijo: "Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa;" es decir, en el mundo. Y agrega: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." (Mat. 5: 14-16) Esto es exactamente lo que hicieron Enoc, Noé, Abrahán, José y Moisés. Y es precisamente lo que Dios quería que hiciera su pueblo Israel.

Fue su propio corazón malo e incrédulo, dominado por Satanás, lo que los llevó a ocultar su luz en vez de irradiarla sobre los pueblos circunvecinos; fue ese mismo espíritu fanático lo que les hizo seguir las prácticas inicuas de los paganos, o encerrarse en un orgulloso exclusivismo, como si el amor y el cuidado de Dios fuesen únicamente para ellos.

Así como la Biblia presenta dos leyes, una inmutable y eterna, la otra provisional y temporaria, así también hay dos pactos. El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la caída se dio la promesa divina de que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza. Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo. También les prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas la esperanza de la salvación.

Este mismo pacto le fue renovado a Abrahán en la promesa: "En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra." (Gén. 22: 18.) Esta promesa dirigía los pensamientos hacia Cristo. Así la entendió Abrahán. (Véase Gál. 3: 8, 16), y confió en Cristo para obtener el perdón de sus pecados. Fue esta fe la que se le contó como justicia. El pacto con Abrahán también mantuvo la autoridad de la ley de Dios. El Señor se le apareció y le dijo: "Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto." El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: "Oyó Abrahán mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes," y el Señor le declaró: "Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu simiente después de ti." (Gén 17: 1, 7; 26: 5.)

Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abrahán, no pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo. La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios.

Otro pacto, llamado en la Escritura el pacto "antiguo," se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el "segundo" pacto o "nuevo" pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto. Es evidente que el nuevo pacto estaba en vigor en los días de Abrahán, puesto que entonces fue confirmado tanto por la promesa como por el juramento de Dios, "dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta." (Heb. 6: 18.)

Pero si el pacto confirmado a Abrahán contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí? Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán. Al libertarlos de Egipto, Dios trató de revelarles su poder y su misericordia para inducirlos a amarle y a confiar en él. Los llevó al mar Rojo, donde, perseguidos por los egipcios, parecía imposible que escaparan, para que pudieran ver su total desamparo y necesidad de ayuda divina; y entonces los libró. Así se llenaron de amor y gratitud hacia él, y confiaron en su poder para ayudarles. Los ligó a sí mismo como su libertador de la esclavitud temporal.

Pero había una verdad aun mayor que debía grabarse en sus mentes. Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador. Todo esto se les debía enseñar.

Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: "Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, . . . vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa." (Exo. 19: 5, 6.) Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos, declararon: "Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos." (Exo. 24: 7.) Habían presenciado la grandiosa majestad de la proclamación de la ley, y habían temblado de terror ante el monte; y sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces viendo su pecaminosidad y su necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abrahán y simbolizado en los sacrificios. De manera que mediante la fe y el amor se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del nuevo pacto.

Los términos del pacto antiguo eran: Obedece y vivirás. "El hombre que los hiciere, vivirá en ellos" (Eze. 20: 11; Lev. 18: 5.); pero "maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para cumplirlas." (Deut. 27: 26.) El nuevo pacto se estableció sobre "mejores promesas," la promesa del perdón de los pecados y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. "Este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y. . . perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado." (Jer. 31: 33, 34.)

La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En vez de tratar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: "El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agrado; y tu ley está en medio de mis entrañas." (Sal. 40: 8) Y cuando entre los hombres, dijo: "No me ha dejado el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre." (Juan 8: 29)

El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: "Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo." "¿Luego deshacemos la ley por la fe? En ninguna manera; antes establecemos la ley." "Porque lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne [no podía justificar al hombre, porque éste en su naturaleza pecaminosa no podía guardar la ley], Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu." (Rom. 5: 1; 3: 31; 8: 3, 4.)

La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el Evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son sólo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: "Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder." Y "amarás a tu prójimo como a ti mismo." (Deut. 6:4, 5; Lev. 19: 18.) El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel "en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación." (Sant. 1:17.)


Que el Señor les bendiga, Portador.
 
Hola Portador


Entonces....reduciendo.....crees que el Pacto de Dios con el hombre, ha sido siempre el mismo, y ha ido siendo renovado cada vez que el hombre ha sido incapaz de cumplirlo?


Se que la pregunta es muy general, y que ha habido épocas en que el Pacto ha sido unilateral, y otras ha sido lo contrario....como el Pacto de la Gracia........unilateral por excelencia, o el primer pacto de Dios con Israel, que era bilateral y estaba condicionado a la obediencia del pueblo....


¿Me explico?


:beso:
 
¿pactos? ¿O pacto renovado?

¿pactos? ¿O pacto renovado?

Las personas que acceden a la lectura de la biblia deben recordar continuamente su situación, semejante a la de un niño que nace a una vida de relaciones y de descubrimientos. Yo veo que son muchos los que prefieren, sin lugar a dudas, leer y meditar las palabras y episodios del nuevo testamento en vez de los momentos violentos o complicados, incluso contradictorios, del antiguo testamento. los evangelios. Les parece que son mucho más fácils, sobre todo porque se sienten más seguros al creer que se los saben casi de memoria.

Pero si llegaran a la lectura de la biblia con la mente como si fuera un montón de cuartillas en blanco, se darían cuenta de que los evangelios son mucho más difíciles de entender que los pasajes del antiguo testamento. No son palabras pesimistas las que traigo, son el producto de la observación de cómo las personas que tienen una fe heredada les da miedo reconocer lo antiguo.

Para explicarme, me gustaría contar la parábola de la madre.

Una madre trae al mundo un niño, y mira por donde el niño se parece a la abuela de una manera exagerada y quiere que ella le cuente su vida, sus experiencias. Este niño necesita el contacto con la generación pasada para poder conocer de dónde viene y avanzar en la vida. Y aunque haya a veces discusiones, celos y rupturas, el niño llevará para siempre en sí mismo la marca de sus orígenes, sus genes y sus cromosomas. Es esencial tomar conciencia de ello para no pensar en uno mismo como en un comienzo absoluto, original, espontáneo. Así sería si la abuela hubiera desaparecido. Pero la abuela está ahí, joven y moderna; no se la puede encerrar en un asilo de ancianos para tranquilizar la conciencia de la familia.

Ahí tenemos: la abuela y el nieto, dos generaciones, dos personas, diferentes en parecido y en edad, pero con el mismo mensaje genético Y si se hace caso al que tal vez sea el quinto mandamiento (sí, al quinto mandamiento): honra a tu padre y a tu madre” se dará fuerza al mensaje de la abuela. ¿Cómo podrá el niño olvidar la herencia intele ctual que le lega su abuela?.

Hay algunos que hoy en día escuchan a la abuela y al nieto al mismo tiempo tratando de asía comprender el mensaje genético completado entre ambos.

En este momento conviene escuchar unas palabras de la mishnah: “Se nos enseña que rabí Hillel dijo: cuando las gentes se acerquen a la Torah, difúndela. Cuando las gentes se alejen, retírala. Esto quiere decir: si ves que la Torah es preciosa para tus contempráneos, difúndela, entrégala con generosidad ya que (Proverbios 11.24) “al que da con generosidad, se le da todavía más”. Si tus contemporáneos la desdeñan, retírala, porque ya es hora de que actúe el Señor, ¡la Torah ha sido anulada!”

Efectivamente, muchos desdeñan el antiguo pacto porque han decidido de una vez por todas que lo antiguo es antiguo. Le han dado el nombre de historia sagrada, bueno para la cultura general, peo con la eficacia de una medicina caducada. La han dado en llamar antiguo testamento, pero sin contar con sus vecinos de al lado, los judíos, que viven día a día una vida que nadie puede llamar ni antigua ni historia, ni pueden reducirla a una vida cualquiera porque esa vida se llama Torah.

Creo que se debería volver al principio, a los orígenes, al establecimiento de los orígenes y a la puesta en jugo de la vocación de cada uno, del mismo modo que Nicodemo s da cuenta del dolor que supone la invitación de Jesús a entrar en el seno materno por segunda vez (Juan 3.3)

Señores, yo no soy cristiano ni soy judío. Ni tan siquiera creo ser creyente. No tengo la facilidad de palabra de los cristianos que llevan años en la fe, tampoco tengo maravillosas enciclopedias para copiar opiniones ajenas.

Aquí queda esta modesta aportación.

Saludos cordiales,
 
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.(Hebreos 1:1-2)



Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. (Hebreos 2:1-4)



Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4:14-16)




Señor, bendice tu Palabra en cada corazón. En el Nombre de Jesús. Amén
 
Re: DIFERENCIAS ENTRE EL PACTO VIEJO Y EL NUEVO PACTO

:angel: Me parece un una inquietud muy interasante, Dios tiene control de todas las cosas y antes que estas sucedan las anuncia, dice el profeta, nada ara Dios si antes no se la ancio a sus ciervos los profetas.
Dios le anuncio y le aconsejo a Moisès que tubiere cuidado de no aumentar o quitar a loos escritos divinos, y no solo con moises fue hecha sugerencia si no que Al Apòstol Juan en Apocalipsis le dice que cualquiera que le aumente o disminuya le seria castigado, esto es clara demostraciòn q1ue la ultiam profesia seria el ataque a las Escrituras.
Es nuestro celo el cuidar que el pueblo de Dios se avisado de semejante pecado urgente.
Lo mas terrible de este suceso de los ultimos tiempos es que existen unas 2500 variantes en nuestras Biblias y aun digo algo mas, los Judios masoreticos, los que inventaron la Masora a normas para laidentificaciòn de los libros inspirados por Dios, ellos le añadieron al Nombre de Dios las vocales cometiendo el primer delito, su nombre es no espresado por pensamiento humano, es el famoso tetrragrama. es claro cuando en Apocalipsis Jesùs dice alque benciere conocera mi nombre y el nombre de mi padre.
El no se llama Jehovà como tampoco yahvè su nombre lo conoceremos en la eternidad, el es llamado por sus titulos no por el nombre pues su nombre no tiene pronunciaciòn.HWHY.
Pienso si esto hicieron con su nombre imaginate cuantas cosas mas arian en su palabra.
En esta oportunidad no puedo enviarles documentaciòn precisa pero por coreo les enviare suficientes elementos para el foro.
 

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DEJO YA ESTE FORO

DEJO YA ESTE FORO

DEJO YA ESTE FORO.........CREO QUE ENTRE TODOS HEMOS VISTO YA LO QUE ES LA LEY NUEVA Y LA VIEJA.

ADIOS AMIGOS
 
Diferencias entre el pacto viejo y el nuevo pacto

Diferencias entre el pacto viejo y el nuevo pacto

:angel: Amada Licia, te declaro bendecida en el nomvbre de Jesús.
Me gustaría con todo el respeto que merece su persona, aclarar unos cuantos puntos con relación a su mensaje. 1)
He descubierto a lo largo de mis estudios sobre las escrituras, enormes diferencias, cambios; contradicciones y tergiversaciones de las escrituras.
Si existen diferencias y cambios. Es un tema de mucho valor. NO existen contradicciones y tergiversaciones.
"Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer".(Hebreos 8:13) Te aconsejo que estudies Hebreos 8.
La cita de Apocalipsis 13:18 que tu expones, no tiene nada que ver con el propósito de tu visita, bueno, creo yo, humildemente.
Jesucristo quien es el Autor y consumador de la fe, con su muerte, puso fin a la ley (viejo testamento). La ley tuvo vigencia hasta el sacrificio de Jesucristo. A partir de ese acontecimiento de vida, es necesario, vital que todo creyente conozca y entienda lo que produjo la cruz de Cristo para mi vida.:corazon: Me gustaría compartir hacerca de este tema contigo. Bendecida! Amada...
 
MariPaz, sobre la Ley

MariPaz, sobre la Ley

MariPaz...........Hay una cosa que dices en tu respuesta a Juan, que me parece que no has examinado bien...."Jesús, nunca abolió la Ley, sino que criticó con dureza la APLICACIÓN que le daban los intérpretes de la Ley ........

Yo siempre he entendido que la Ley Judía había quedado abolida. Estos textos que te animo a examinar, así lo afirman:

Ef 2,15. anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz.

Hb 7,12. Porque, cambiado el sacerdocio, necesariamente se cambia la Ley.
 
Gracias Mercifull



Esos textos bíblicos hay que analizarlos en todo su contexto, no podemos aislar citas bíblicas así como así. Jesús fue muy claro cuando dijo:


No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. (Palabras de Jesús en Mateo 5:17)



¿Mintió Jesús? ¿O quizá Pablo y el autor de Hebreos nos hablan desde otra perespectiva. El contexto nos lo dirá.


Así pues, hemos de analizar los textos bíblicos, teniendo en cuenta todo el entorno.
 
Yelo escribio:

¿pactos? ¿O pacto renovado?

Las personas que acceden a la lectura de la biblia deben recordar continuamente su situación, semejante a la de un niño que nace a una vida de relaciones y de descubrimientos. Yo veo que son muchos los que prefieren, sin lugar a dudas, leer y meditar las palabras y episodios del nuevo testamento en vez de los momentos violentos o complicados, incluso contradictorios, del antiguo testamento. los evangelios. Les parece que son mucho más fácils, sobre todo porque se sienten más seguros al creer que se los saben casi de memoria.

Pero si llegaran a la lectura de la biblia con la mente como si fuera un montón de cuartillas en blanco, se darían cuenta de que los evangelios son mucho más difíciles de entender que los pasajes del antiguo testamento. No son palabras pesimistas las que traigo, son el producto de la observación de cómo las personas que tienen una fe heredada les da miedo reconocer lo antiguo.

Para explicarme, me gustaría contar la parábola de la madre.

Una madre trae al mundo un niño, y mira por donde el niño se parece a la abuela de una manera exagerada y quiere que ella le cuente su vida, sus experiencias. Este niño necesita el contacto con la generación pasada para poder conocer de dónde viene y avanzar en la vida. Y aunque haya a veces discusiones, celos y rupturas, el niño llevará para siempre en sí mismo la marca de sus orígenes, sus genes y sus cromosomas. Es esencial tomar conciencia de ello para no pensar en uno mismo como en un comienzo absoluto, original, espontáneo. Así sería si la abuela hubiera desaparecido. Pero la abuela está ahí, joven y moderna; no se la puede encerrar en un asilo de ancianos para tranquilizar la conciencia de la familia.

Ahí tenemos: la abuela y el nieto, dos generaciones, dos personas, diferentes en parecido y en edad, pero con el mismo mensaje genético Y si se hace caso al que tal vez sea el quinto mandamiento (sí, al quinto mandamiento): honra a tu padre y a tu madre” se dará fuerza al mensaje de la abuela. ¿Cómo podrá el niño olvidar la herencia intele ctual que le lega su abuela?.

Hay algunos que hoy en día escuchan a la abuela y al nieto al mismo tiempo tratando de asía comprender el mensaje genético completado entre ambos.

En este momento conviene escuchar unas palabras de la mishnah: “Se nos enseña que rabí Hillel dijo: cuando las gentes se acerquen a la Torah, difúndela. Cuando las gentes se alejen, retírala. Esto quiere decir: si ves que la Torah es preciosa para tus contempráneos, difúndela, entrégala con generosidad ya que (Proverbios 11.24) “al que da con generosidad, se le da todavía más”. Si tus contemporáneos la desdeñan, retírala, porque ya es hora de que actúe el Señor, ¡la Torah ha sido anulada!”

Efectivamente, muchos desdeñan el antiguo pacto porque han decidido de una vez por todas que lo antiguo es antiguo. Le han dado el nombre de historia sagrada, bueno para la cultura general, peo con la eficacia de una medicina caducada. La han dado en llamar antiguo testamento, pero sin contar con sus vecinos de al lado, los judíos, que viven día a día una vida que nadie puede llamar ni antigua ni historia, ni pueden reducirla a una vida cualquiera porque esa vida se llama Torah.

Creo que se debería volver al principio, a los orígenes, al establecimiento de los orígenes y a la puesta en jugo de la vocación de cada uno, del mismo modo que Nicodemo s da cuenta del dolor que supone la invitación de Jesús a entrar en el seno materno por segunda vez (Juan 3.3)

Señores, yo no soy cristiano ni soy judío. Ni tan siquiera creo ser creyente. No tengo la facilidad de palabra de los cristianos que llevan años en la fe, tampoco tengo maravillosas enciclopedias para copiar opiniones ajenas.

Aquí queda esta modesta aportación.

Saludos cordiales,


Yelo: Dios te bendiga.

Que triste, que ganas que fueses de Cristo ya, que creyeses en El.

Creo el último parrafo explica todos los anteriores, donde hablas de nacer de nuevo, pero no crees en una razón válida para hacerlo, porque de que sirve nacer de nuevo al antiguo pacto? Que conste que a los que queden en la ley, seran juzgados por la ley, y a los que crean y acepten a Cristo Jesús como su salvador, que murio por la humanidad, a los que crean en El y en su sacrificio, serán salvos por gracia, el nuevo pacto, juzgados pero justificados por Cristo Jesús y no por la sangre de machos cabriós, la cual es insuficiente para cubrir nuestras muchas iniquidades.

Es importante, muy importante, que consideremos una cosa, al hablar del antiguo pacto y del nuevo pacto, no estamos hablando en si, de la biblia en sus divisiones del antiguo y nuevo testamento, si buen cada una de estas contiene dichos pactos, no son en si el pacto, estan relacionadas ambas partes y tan importante es el antiguo testamento como importante es el nuevo testamento, no podemos aferrarnos a uno sin conocer el otro, porque el mismo Jesucristo dijo, Si me amais guardar mis mandamientos, cuales mandamientos? Ah! Pues claro, hay que guardar entonces sus preceptos, pero si queremos hacerlo al revez, es decir, guardar sus preceptos pero sin abrazar el nuevo pacto… seguimos perdidos.

Cuando tu dices hay que ir al inicio, y guardar todo, todito, estas amarrando y negando la gracia a los hijos de Dios, este es un debate largo, puesto que desde un principio es confuso, porque el que existan los dos pactos en las escrituras no significa que nos conciernen, hasta que, nosotros como gentiles, recibimos el espiritu de adopción, por el cual clamamos “Abba Padre”, y el Espiritu mismo da testimonio a nuestro espiritu de que somos hijos de Dios (Romanos 8:15-16) podemos abrazar el nuevo pacto, mientras no sea asi, estamos bajo el otro pacto, en el cual no somos hijos ni herederos, no somos pueblo escogido y desde ese espectro… somos simples gentiles.



Tengamos mucho más cuidado al exponer nuestras opiniones, porque si somos espirituales, hemos de hablar como espirituales, aunque esto signifique que los que no lo son, no nos comprendan a menos que por la interseción del Espiritu les sea abierto el entendimiento, abiertos los ojos y destapados los oidos, y vean y oigan y puedan entender.


Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. (Hebreos 2:1-4)

Lulis.
 
Re: ¿pactos? ¿O pacto renovado?

Re: ¿pactos? ¿O pacto renovado?

Originalmente enviado por: Yelo
Las personas que acceden a la lectura de la biblia deben recordar continuamente su situación, semejante a la de un niño que nace a una vida de relaciones y de descubrimientos. Yo veo que son muchos los que prefieren, sin lugar a dudas, leer y meditar las palabras y episodios del nuevo testamento en vez de los momentos violentos o complicados, incluso contradictorios, del antiguo testamento. los evangelios. Les parece que son mucho más fácils, sobre todo porque se sienten más seguros al creer que se los saben casi de memoria.

Pero si llegaran a la lectura de la biblia con la mente como si fuera un montón de cuartillas en blanco, se darían cuenta de que los evangelios son mucho más difíciles de entender que los pasajes del antiguo testamento. No son palabras pesimistas las que traigo, son el producto de la observación de cómo las personas que tienen una fe heredada les da miedo reconocer lo antiguo.

Para explicarme, me gustaría contar la parábola de la madre.

Una madre trae al mundo un niño, y mira por donde el niño se parece a la abuela de una manera exagerada y quiere que ella le cuente su vida, sus experiencias. Este niño necesita el contacto con la generación pasada para poder conocer de dónde viene y avanzar en la vida. Y aunque haya a veces discusiones, celos y rupturas, el niño llevará para siempre en sí mismo la marca de sus orígenes, sus genes y sus cromosomas. Es esencial tomar conciencia de ello para no pensar en uno mismo como en un comienzo absoluto, original, espontáneo. Así sería si la abuela hubiera desaparecido. Pero la abuela está ahí, joven y moderna; no se la puede encerrar en un asilo de ancianos para tranquilizar la conciencia de la familia.

Ahí tenemos: la abuela y el nieto, dos generaciones, dos personas, diferentes en parecido y en edad, pero con el mismo mensaje genético Y si se hace caso al que tal vez sea el quinto mandamiento (sí, al quinto mandamiento): honra a tu padre y a tu madre” se dará fuerza al mensaje de la abuela. ¿Cómo podrá el niño olvidar la herencia intele ctual que le lega su abuela?.

Hay algunos que hoy en día escuchan a la abuela y al nieto al mismo tiempo tratando de asía comprender el mensaje genético completado entre ambos.

En este momento conviene escuchar unas palabras de la mishnah: “Se nos enseña que rabí Hillel dijo: cuando las gentes se acerquen a la Torah, difúndela. Cuando las gentes se alejen, retírala. Esto quiere decir: si ves que la Torah es preciosa para tus contempráneos, difúndela, entrégala con generosidad ya que (Proverbios 11.24) “al que da con generosidad, se le da todavía más”. Si tus contemporáneos la desdeñan, retírala, porque ya es hora de que actúe el Señor, ¡la Torah ha sido anulada!”

Efectivamente, muchos desdeñan el antiguo pacto porque han decidido de una vez por todas que lo antiguo es antiguo. Le han dado el nombre de historia sagrada, bueno para la cultura general, peo con la eficacia de una medicina caducada. La han dado en llamar antiguo testamento, pero sin contar con sus vecinos de al lado, los judíos, que viven día a día una vida que nadie puede llamar ni antigua ni historia, ni pueden reducirla a una vida cualquiera porque esa vida se llama Torah.

Creo que se debería volver al principio, a los orígenes, al establecimiento de los orígenes y a la puesta en jugo de la vocación de cada uno, del mismo modo que Nicodemo s da cuenta del dolor que supone la invitación de Jesús a entrar en el seno materno por segunda vez (Juan 3.3)

Señores, yo no soy cristiano ni soy judío. Ni tan siquiera creo ser creyente. No tengo la facilidad de palabra de los cristianos que llevan años en la fe, tampoco tengo maravillosas enciclopedias para copiar opiniones ajenas.

Aquí queda esta modesta aportación.

Saludos cordiales,
:corazon: Mi oración: Que Nuestro Señor Jesucristo se revele pronto a tu vida...:corazon:
 
Un apunte

Un apunte

Comentario sobre LEY - en el nuevo testamento, edición popular, de la casa de la biblia sexta edición, 1993 -



....."La Ley divina fué con mucha frecuencia incorrectamente interpretada y con el paso del tiempo se convirtió en un amasijo de leyes humanas carentes de espíritu; la ley degeneró en formalismo legalista y esteril. Ya los profetas habían denunciado esta situación añorando una recuperación del verdadero sentido de la Ley; pero será Jesucristo quien lleve a cabo esta tarea devolviendo a la Ley su dimensión primitiva de palabra que da vida y que debe estar penetrada por el amor (Mat 7:12;Juan 15:12-17; Rom 13:10). En la nueva alianza la Ley es el propio Cristo, palabra viva y permanente de Dios (Gál 6:2; 1ªCor 9:21)
 
¿Donde estan las diferencias?

¿Donde estan las diferencias?

Lei todo el documento y no encontre ninguna diferencia entre el antiguo pacto y el nuevo pacto, me quede confuso sobre lo que leí, amigo, sobre todo porque yo no he visto hasta el día de hoy ninguna contradicción en toda la Biblia.

Me gustaría si es amable, que me dijera alguna contradicción, aunque no creo, sinceramente, que las haya.

Espero su respuesta.
 
Lo que me revela Dios en su Palabra es que la ley un ministerio de muerte (nadie solo Cristo cumplió la ley a cabalidad) condena y fuè un ayo para llevarnos a Cristo. La gracia redime y es por misericoria, un acto soberano de Dios aplicado a sus escogidos.

En la última Cena Cristo dijo: "ésta es la copa del nuevo pacto...Bendiciones a nuestro substituto en la cruz, que pagó la deuda debida por nuestros pecados en la cruz, con su sangre.

Bendiciones:corazon: