Dialogo
Máximo García Ruiz
De vez en cuando te encuentras con un libro que, conforme vas leyéndolo, te das cuenta que dice todo aquello que a ti mismo te hubiera gustado escribir. Se produce una comunión de ideas con el contenido del libro que progresivamente va alcanzando tal nivel de identificación, que te cuesta trabajo distinguir qué pensamientos te pertenecen realmente a ti y cuáles son originarios del autor. Algo parecido me ha ocurrido con la lectura del librito, casi un opúsculo, de Raimon Panikkar,
“ El diálogo indispensable”(1), sobre el que propongo un breve recorrido.
Panikkar es un filósofo nacido y asentado en Cataluña, pero étnica y culturalmente universal, desde la simbiosis de su condición hindúespañola, con más de 40 libros editados en diversos idiomas y numerosos artículos, muchos de ellos a caballo entre la religión y la filosofía. Su preocupación por los temas religiosos le ha acompañado a lo largo de su vida (actualmente cuenta 85 años).
Panikkar se plantea la necesidad de un diálogo entre las religiones como elemento necesario para la paz. El hombre es un ser dialógico. Nadie puede encerrarse detrás de las torres seguras de la “ortodoxia”. Nos movemos en una sociedad multicultural y plural en lo religioso. El diálogo se ha convertido en una necesidad vital. Ahora bien, diálogo no es instrucción o enseñanza, ni un ejercicio reservado a “expertos”. No podemos rehuirlo a no ser que nos recluyamos en un bunker ideológico.
El diálogo no consiste en eliminar las opiniones divergentes, o en conseguir la uniformidad del mundo, o en la creación de una única religión mundial. La verdad es siempre relacional, y ningún individuo, ningún grupo humano, ni siquiera toda la humanidad en un momento dado de la historia, puede encarnar la medida absoluta de la verdad. La verdad no pertenece a nadie de forma aislada, no es propiedad privada.
El diálogo es posible a partir de la duda, de una duda que genera necesidad de respuestas. Nicodemo se mostró dispuesto a ir de noche para un diálogo con el maestro. Jesús dialoga con la samaritana. Diálogo es algo más que el intercambio de aquello que antes ha sido pensado; es una relación abierta, creativa, capaz de enriquecer a las partes implicadas. Diálogo no es la suma de monólogos; hay que esforzarse en comprender y en ser comprendidos. Las barreras se construyen con monólogos; las ventanas se abren con el diálogo.
Ahora bien, diálogo entre las religiones (el diálogo es en sí mismo una auténtica manifestación religiosa, un acto religioso) no puede ni debe reducirse a una confrontación de doctrinas. En el diálogo no solo intervienen las ideas, también los símbolos. Sin diálogo la vida estará bloqueada, pero para conseguirlo amos dialoants tienen que colocarse ambos dialogantes en un mismo plano de inteligibilidad. La religión es un continuo religare, y esa tarea se materializa a través del diálogo: de Dios con el hombre, del hombre con su semejante. Relativizar nuestros Absolutos no significa que dejen de ser Absolutos para nosotros. La religión tiene que ser un factor de paz.
Los ultraconservadores sienten miedo del diálogo, porque el diálogo termina derribando los muros que levanta la incomunicación, y temen que esto les produzca una situación de desestabilización. El diálogo es un ejercicio abierto, permanente; no da respuestas definitivas, porque no hay preguntas definitivas; es provisional, porque nunca está completo. El diálogo religioso, terminará afirmando Panikkar, hace emerger nuestra más profunda humanidad.
(1) Ed. Península/Atalaya (Barcelona::2003).
Máximo García Ruiz es Teólogo, Sociólogo y Secretario ejecutivo del Consejo Evangélico de Madrid.
© Máximo García, I+CP, 2003. I+CP (www.ICP-e.org)
MAS SOBRE ESTE TEMA EN ICP-E.ORG:
- Satanizar al enemigo (David Casado)
© 2003 Imagen y Comunicación protestante, España
Tema para reflexionar.
Máximo García Ruiz
De vez en cuando te encuentras con un libro que, conforme vas leyéndolo, te das cuenta que dice todo aquello que a ti mismo te hubiera gustado escribir. Se produce una comunión de ideas con el contenido del libro que progresivamente va alcanzando tal nivel de identificación, que te cuesta trabajo distinguir qué pensamientos te pertenecen realmente a ti y cuáles son originarios del autor. Algo parecido me ha ocurrido con la lectura del librito, casi un opúsculo, de Raimon Panikkar,
“ El diálogo indispensable”(1), sobre el que propongo un breve recorrido.
Panikkar es un filósofo nacido y asentado en Cataluña, pero étnica y culturalmente universal, desde la simbiosis de su condición hindúespañola, con más de 40 libros editados en diversos idiomas y numerosos artículos, muchos de ellos a caballo entre la religión y la filosofía. Su preocupación por los temas religiosos le ha acompañado a lo largo de su vida (actualmente cuenta 85 años).
Panikkar se plantea la necesidad de un diálogo entre las religiones como elemento necesario para la paz. El hombre es un ser dialógico. Nadie puede encerrarse detrás de las torres seguras de la “ortodoxia”. Nos movemos en una sociedad multicultural y plural en lo religioso. El diálogo se ha convertido en una necesidad vital. Ahora bien, diálogo no es instrucción o enseñanza, ni un ejercicio reservado a “expertos”. No podemos rehuirlo a no ser que nos recluyamos en un bunker ideológico.
El diálogo no consiste en eliminar las opiniones divergentes, o en conseguir la uniformidad del mundo, o en la creación de una única religión mundial. La verdad es siempre relacional, y ningún individuo, ningún grupo humano, ni siquiera toda la humanidad en un momento dado de la historia, puede encarnar la medida absoluta de la verdad. La verdad no pertenece a nadie de forma aislada, no es propiedad privada.
El diálogo es posible a partir de la duda, de una duda que genera necesidad de respuestas. Nicodemo se mostró dispuesto a ir de noche para un diálogo con el maestro. Jesús dialoga con la samaritana. Diálogo es algo más que el intercambio de aquello que antes ha sido pensado; es una relación abierta, creativa, capaz de enriquecer a las partes implicadas. Diálogo no es la suma de monólogos; hay que esforzarse en comprender y en ser comprendidos. Las barreras se construyen con monólogos; las ventanas se abren con el diálogo.
Ahora bien, diálogo entre las religiones (el diálogo es en sí mismo una auténtica manifestación religiosa, un acto religioso) no puede ni debe reducirse a una confrontación de doctrinas. En el diálogo no solo intervienen las ideas, también los símbolos. Sin diálogo la vida estará bloqueada, pero para conseguirlo amos dialoants tienen que colocarse ambos dialogantes en un mismo plano de inteligibilidad. La religión es un continuo religare, y esa tarea se materializa a través del diálogo: de Dios con el hombre, del hombre con su semejante. Relativizar nuestros Absolutos no significa que dejen de ser Absolutos para nosotros. La religión tiene que ser un factor de paz.
Los ultraconservadores sienten miedo del diálogo, porque el diálogo termina derribando los muros que levanta la incomunicación, y temen que esto les produzca una situación de desestabilización. El diálogo es un ejercicio abierto, permanente; no da respuestas definitivas, porque no hay preguntas definitivas; es provisional, porque nunca está completo. El diálogo religioso, terminará afirmando Panikkar, hace emerger nuestra más profunda humanidad.
(1) Ed. Península/Atalaya (Barcelona::2003).
Máximo García Ruiz es Teólogo, Sociólogo y Secretario ejecutivo del Consejo Evangélico de Madrid.
© Máximo García, I+CP, 2003. I+CP (www.ICP-e.org)
MAS SOBRE ESTE TEMA EN ICP-E.ORG:
- Satanizar al enemigo (David Casado)
© 2003 Imagen y Comunicación protestante, España
Tema para reflexionar.