De tu Dios a tu vida

6 Octubre 2003
1.131
0
58
elblogdecristianosh.blogspot.com
¿Qué tengo que
decir a voces?
Isaías 40.6

I.
- Señor, ¿Qué tengo que decir a voces?
- Di lo que ves; di lo que sabes. Di que muchos se embrutecen o se enferman y perecen de hambre. Y di mucho mas, di que casi todos tienen hambre del PAN DE VIDA. Di que esta generación se extravía, y se desespera y enloquece porque es una generación vacía. Vacía de fe, de esperanza y de amor. Es una generación que desfallece de hambre: hambre de Espíritu; hambre de corazón.
- Pero Señor, ¿Qué hemos de hacer?
- ¿Qué esta escrito? ¿Cómo lees? ¿No sabes que a los cristianos les fue dicho: “Dadles vosotros de comer”?
- Me confundes, Señor. ¿A quien he de decirle eso? ¿A quien he de decírselo a voces?
II.

- Dilo primero a los cristianos: a tus cristianos y a mis cristianos. A ésos que son mis hijos y son tus hermanos.
- Sigo confundido, Señor. ¿No están activas las iglesias? ¿No repican sus campanas, y se abren sus puertas, y se iluminan sus altares?
- El repicar de campanas ya no es para los pueblos más que “metal que resuena”. Nada se logra si al abrir las puertas de los templos no se abren también los corazones. Las tinieblas de los antros no se disipan con la luz de los altares, sino con la eterna luz del amor; amor en acción.

III.

- ¿Qué dices, Señor? ¿Es que la Iglesia, tu Iglesia, también se puede extraviar?
- ¿Qué crees que es la Iglesia mía? ¿Crees que está en una institución, o que es una estructura? Recuerda que “donde esta el Espíritu del Señor, allí esta la Iglesia”. Y el Santo Espíritu no esta donde prevalecen la indolencia, o la intriga, o el temor, o la discriminación o el odio. Los que se acogen a la sombra de los poderes temporales, en vez de atenerse al inmutable poder de mi cruz, se sitúan fuera de la iglesia fiel, no importa qué jerarquía o títulos alcancen.
- ¡Ay de mí Señor! ¡Ay de mí, que ya no podré vivir! Tú me mandas a decir estas cosas, y yo sé que no me oirán; yo se que me aborreceran.
- No temas, mortal; no temas. Porque esos a quienes temes son hombres como todos: hombres como tú y como los demás. Ellos mismos se sienten extraviados, confundidos. Ellos están perdidos. No les temas, no los aborrezcas. Ámalos. Ámalos de corazón. Ámalos y diles que sus obras no han sido mis obras; diles que se acuerden de lo que han recibido y oído, y lo guarden y se arrepientan ... Pero no dejes de amarlos. Ámalos de corazón a ellos y a todos los demás a quienes has de hablar.
- ¿A quienes más he de hablar?

IV.

- Háblales a los ricos y a los poderosos. Háblales con claridad y con caridad. Diles que la angustia de los pueblos se ha convertido ya en clamor de Dios. Háblales con las mismas palabras con que desde el principio les hablé, diciendo: “Tu dices: Yo soy rico y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad ni miedo; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”.
- ¿Qué quieres, Señor, que los ricos y poderosos vean?
- Que vean las miserias de sus hermanas y que sientan sus angustias. Y que vean sus propias miserias; las miserias morales en que sus riquezas y sus poderes les han hundido. Que vean y sientan la vergüenza de vivir soló para sí, sin capacidad para la compasión ni la misericordia.
- Y si lo vieren y lo sintieran, ¿se redimirán si dieran a los pobres mucho de sus riquezas y de su poder?
- Se redimirían si les dieran mucho de su corazón. Lo que den ni vale ni llega si no lo dan con amor.
- Bien, Señor; empiezo a comprender tu mensaje a los señores del mundo. Pero ¿debo decir algo también a los pobres de la tierra? ¿A los que en sus cuerpos sufren hambre y sed y frío?

V.

- A todos los hambrientos y a los sedientos les dirás: “Venid a las aguas; y a los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio vino y leche...” “Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitara vuestra alma con abundancia. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd y vivirá vuestra alma... Buscad a Dios mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que esté cercano”.
- ¿Qué más, Señor, que más he de decirles?
- Diles que yo conozco sus angustias y sus necesidades, y que yo les amo. Pero diles también que se han equivocado; que se obstinan en buscar su libertad y su salvación donde nadie jamás las ha hallado.
- ¿Cómo, Señor, han de buscar su bien?
- Diles que busquen primeramente el Reino de Dios y su justicia, y que todo lo demás les será dado por añadidura. Y no les digas más. No les digas más, y ámalos. Ámalos y tiéndeles la mano.
- Pero yo no puedo, Señor. ¿Cómo he de hablar a los ricos y a los pobres sólo yo? ¿Sólo a mí me encomiendas tan grande comisión? ¿Sólo a mí, Señor?

VI.

- ¿Eres ciego que no ves lo que ocurre? ¿No ves lo que pasa junto a ti? ¿No ves como mis mensajeros se multiplican? ¿No oyes los cánticos de las multitudes que alaban gozosas al que les dio redención? Abre tus ojos para que veas las grandes noticias; las que los noticieros de la prensa no dan.
- Dime, Señor, dime qué noticias son. Dime si hay todavía esperanza y bien sobre la tierra. A mis oídos sólo llegan noticias pavorosas: guerras y rumores de guerras; crímenes y muertes, odios y violencia, vicios y explotaciones, oropeles e inmundicias... ¿Hay algo más, Señor?
- Hay vida abundante por doquier. Hay miles que ayer fueron cadáveres vivientes, y hoy son redimidos del Señor. Los milagros del nuevo nacimiento se repiten y se acrecientan. Los esclavos del pecado, del vicio y de la enfermedad se libertan al conocer la Verdad.
- Muéstrame, Señor, el Camino. ¿Qué debo hacer?
- Si en mi nombre vas a tomar parte en la redención de la humanidad tienes que vivir por la gente y con ellos. Ora, testifica entre ellos. Hay que enseñarles, servirles y amarles. Esto sobre todo tienes que hacer: Amar, amar y amar.


Justo González C.
Del libro “A solas con Dios”
© 1994, Alfalit International inc.

www.e-vangelio.com
 
Perdonarme que lo suba artificialmente.
Me dio tristeza ver el aporte en la pagina 4, y ver que solo lo habian leido 4 personas. Debe ser como que no hay que "discutir"...

Creo que es de bendicion.
 
Del mismo corazón de Dios.....:corazon:


El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.

Lc 4:18-19




Gracias por subirlo Emaus, no lo había leído pues fue los días que tuve que salir por una emergencia en la familia.


En verdad una bendición....y es cierto...pocos leen este tipo de aportes...no hay sangre, y no tiene "morbo" :(