De por qué la razón nunca podrá llegar a Dios.
Hemos sido condicionados, desde pequeños, a utilizar la razón. La reflexión, la lógica, el pensamiento. Pero esta facultad muy apreciada en la civilización actual para la vida en el mundo, no puede llegar al conocimiento de Dios. Queremos llegar a Dios, pero nadie nos enseña un buen método, ni siquiera las religiones. Queremos verlo desde fuera, pero Dios es algo que viene desde dentro. La televisión nos bombardea con conceptos y pensamientos erróneos como este de una serie de televisión: “La verdad está ahí fuera”. Pero la Verdad no está ahí fuera, es un camino equivocado, es una falsedad. La Verdad está ahí dentro, dentro de nosotros, de cada uno de nosotros. Es decir, que se nos impulsa a buscar la Verdad hacia fuera, cuando de esa forma nunca la encontraremos. Se nos impulsa a realizar el Camino de Santiago como un camino externo en el que hay que andar. Pero el camino de Santiago nunca puede ser un camino externo. Es un camino interno, de introspección. Y lo primero que encontramos cuando intentamos la introspección es miedo. Miedo a hacerlo, vaya a ser que no seamos como pensamos y nos llevemos un desengaño. Es mejor pensar que ya se es esto o aquello, cristiano o católico, científico o vasco, filósofo o poeta, antes que introducirse en el riesgo de encontrar la Verdad y descubrir que NO SOMOS LA VERDAD.
El hombre tiene la facultad de pensar, de razonar. Pero esta facultad no la dirige hacia lo que debiera y malgasta sus energías en busca de “el dorado”, “la piedra filosofal”. Pero esto no se logra nunca siguiendo este método. La razón, que puede parecer una facultad elevada de mí, no deja de ser una torpe reacción entre mi memoria, mi capacidad de comparar y mi voluntad. Toda reacción de la razón se compone de actitudes aprendidas, de reacciones ante estímulos, de vivencias pasadas, de reacciones semejantes, en fin, de algo que es como un traje que me viste, pero que no soy yo.
Lo la razón y la lógica se quedan en su terreno. No pueden abarcar el otro aspecto de la naturaleza humana que es el espiritual. El hombre suele estar hipnotizado con la ciencia y toda la ciencia es producto de la razón. ¿Es la ciencia mala en sí misma? No, de ninguna manera. ¿Es la razón mala en sí misma? No, tampoco. Pero esta facultad racional del ser humano se queda siempre en su terreno que es la vida, pero no puede llegar a la Vida.
Aquel que quiere reconocer aspectos superiores del ser humano utilizando la razón utiliza un sistema equivocado. Por eso dicen que “eso” es indemostrable. Es verdad, no se puede demostrar. No se puede pesar, ni medir, ni verlo. No tenemos normalmente esa capacidad. La hemos perdido. Algo en nosotros se ocupa de oponerse a dejarlo ver. Algo pone un “estúpido” velo ante esa dimensión de nuestra existencia.
Pero se puede utilizar otro medio. Hay mucha gente que dice “yo quiero creer, soy el primero que quiero creer”, pero no puedo, no lo veo, no lo percibo, no lo siento. El medio que puedes utilizar es intentar oírte a ti mismo. Tú crees que ya te oyes, peno no es así. Intenta recordar los sueños. Mediante los sueños te vienen mensajes de tu auténtica identidad que está detrás. Intenta descifrarlos. Ojo, es difícil porque el subconsciente borra esos mensajes del consciente en el momento que ve que le prestas mucha atención. Déjate guiar por la intuición. Intuye, medita, observa. Sé presente en cada momento de tu vida..
Sé que es difícil lo que te pido. Yo era como tú. Yo también quería creer pero no lo veía. Hasta que por fin lo vi. Es que se ve. Una mente científica como la tuya dirá que son alucinaciones. Pero nunca he tenido alucinaciones. Cuando vi lo que vi quiere decir algo. Nunca lo he vuelto a ver. Lo vi una vez, me despejó muchas dudas, solucionó mis problemas de ese momento, pero nunca lo he vuelto a ver.
Algunos se confunden conmigo. Creen que sigo preceptos y ritos, pero nada más lejos de mi realidad. No hay preceptos ni ritos en mi vida. Sigo los principios de la ética natural. Pero no dejo de comprender AHORA cosas que antes no comprendía. Y no dejo de reconocer lo bueno que tienen ciertos preceptos que utilizan las iglesias para hacernos crecer. No hay nada que las enseñanzas de la Iglesia Católica que me haya coartado. Ni siquiera el sentimiento de culpabilidad. No soy culpable de nada. No tengo la culpa de que el mundo sea una mierda y que cada vez lo convirtamos en una mierda más grande. No tengo la culpa de haber nacido “en pecado”. Alguien la tiene, pero no soy yo. Esos que la tienen pagaran sus culpas. La justicia de Dios es inapelable e implacable. Podremos subtraernos a .la justicia de los hombres, pero de la Justicia de Dios nadie se salva. En el Juicio Final, que lo habrá no te quepa duda.
Le preguntaron a uno (no recuerdo a quién) que qué salvaría del Louvre si se incendiaba. Y este ser, que era muy sabio, respondió que “salvaría el fuego”. Estas son las tonterías que yo digo.
Hemos sido condicionados, desde pequeños, a utilizar la razón. La reflexión, la lógica, el pensamiento. Pero esta facultad muy apreciada en la civilización actual para la vida en el mundo, no puede llegar al conocimiento de Dios. Queremos llegar a Dios, pero nadie nos enseña un buen método, ni siquiera las religiones. Queremos verlo desde fuera, pero Dios es algo que viene desde dentro. La televisión nos bombardea con conceptos y pensamientos erróneos como este de una serie de televisión: “La verdad está ahí fuera”. Pero la Verdad no está ahí fuera, es un camino equivocado, es una falsedad. La Verdad está ahí dentro, dentro de nosotros, de cada uno de nosotros. Es decir, que se nos impulsa a buscar la Verdad hacia fuera, cuando de esa forma nunca la encontraremos. Se nos impulsa a realizar el Camino de Santiago como un camino externo en el que hay que andar. Pero el camino de Santiago nunca puede ser un camino externo. Es un camino interno, de introspección. Y lo primero que encontramos cuando intentamos la introspección es miedo. Miedo a hacerlo, vaya a ser que no seamos como pensamos y nos llevemos un desengaño. Es mejor pensar que ya se es esto o aquello, cristiano o católico, científico o vasco, filósofo o poeta, antes que introducirse en el riesgo de encontrar la Verdad y descubrir que NO SOMOS LA VERDAD.
El hombre tiene la facultad de pensar, de razonar. Pero esta facultad no la dirige hacia lo que debiera y malgasta sus energías en busca de “el dorado”, “la piedra filosofal”. Pero esto no se logra nunca siguiendo este método. La razón, que puede parecer una facultad elevada de mí, no deja de ser una torpe reacción entre mi memoria, mi capacidad de comparar y mi voluntad. Toda reacción de la razón se compone de actitudes aprendidas, de reacciones ante estímulos, de vivencias pasadas, de reacciones semejantes, en fin, de algo que es como un traje que me viste, pero que no soy yo.
Lo la razón y la lógica se quedan en su terreno. No pueden abarcar el otro aspecto de la naturaleza humana que es el espiritual. El hombre suele estar hipnotizado con la ciencia y toda la ciencia es producto de la razón. ¿Es la ciencia mala en sí misma? No, de ninguna manera. ¿Es la razón mala en sí misma? No, tampoco. Pero esta facultad racional del ser humano se queda siempre en su terreno que es la vida, pero no puede llegar a la Vida.
Aquel que quiere reconocer aspectos superiores del ser humano utilizando la razón utiliza un sistema equivocado. Por eso dicen que “eso” es indemostrable. Es verdad, no se puede demostrar. No se puede pesar, ni medir, ni verlo. No tenemos normalmente esa capacidad. La hemos perdido. Algo en nosotros se ocupa de oponerse a dejarlo ver. Algo pone un “estúpido” velo ante esa dimensión de nuestra existencia.
Pero se puede utilizar otro medio. Hay mucha gente que dice “yo quiero creer, soy el primero que quiero creer”, pero no puedo, no lo veo, no lo percibo, no lo siento. El medio que puedes utilizar es intentar oírte a ti mismo. Tú crees que ya te oyes, peno no es así. Intenta recordar los sueños. Mediante los sueños te vienen mensajes de tu auténtica identidad que está detrás. Intenta descifrarlos. Ojo, es difícil porque el subconsciente borra esos mensajes del consciente en el momento que ve que le prestas mucha atención. Déjate guiar por la intuición. Intuye, medita, observa. Sé presente en cada momento de tu vida..
Sé que es difícil lo que te pido. Yo era como tú. Yo también quería creer pero no lo veía. Hasta que por fin lo vi. Es que se ve. Una mente científica como la tuya dirá que son alucinaciones. Pero nunca he tenido alucinaciones. Cuando vi lo que vi quiere decir algo. Nunca lo he vuelto a ver. Lo vi una vez, me despejó muchas dudas, solucionó mis problemas de ese momento, pero nunca lo he vuelto a ver.
Algunos se confunden conmigo. Creen que sigo preceptos y ritos, pero nada más lejos de mi realidad. No hay preceptos ni ritos en mi vida. Sigo los principios de la ética natural. Pero no dejo de comprender AHORA cosas que antes no comprendía. Y no dejo de reconocer lo bueno que tienen ciertos preceptos que utilizan las iglesias para hacernos crecer. No hay nada que las enseñanzas de la Iglesia Católica que me haya coartado. Ni siquiera el sentimiento de culpabilidad. No soy culpable de nada. No tengo la culpa de que el mundo sea una mierda y que cada vez lo convirtamos en una mierda más grande. No tengo la culpa de haber nacido “en pecado”. Alguien la tiene, pero no soy yo. Esos que la tienen pagaran sus culpas. La justicia de Dios es inapelable e implacable. Podremos subtraernos a .la justicia de los hombres, pero de la Justicia de Dios nadie se salva. En el Juicio Final, que lo habrá no te quepa duda.
Le preguntaron a uno (no recuerdo a quién) que qué salvaría del Louvre si se incendiaba. Y este ser, que era muy sabio, respondió que “salvaría el fuego”. Estas son las tonterías que yo digo.