Daniel 7:25 Cumpliéndose

21 Julio 2001
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SABIA USTED?

Que en el año 45 a.C. el Emperador Julio Cesar, por consejo de un astrónomo griego, decidió usar un calendario puramente solar, ya que este y varios de sus sabios le habían hecho la observación de los errores del calendario tradicional, en relación con las estaciones.
Antes de esta modificación, el calendario Romano lo constituían 12 meses de 29 y 30, alternadamente, lo que hacia el año de 360 días.
El astrónomo griego le explicó que esta era la causa por la que cada cierto tiempo el campo astronómico tenia que hacer añadiduras de días, semanas o meses al calendario para corregir el distanciamiento de los meses en relación con las estaciones.
En ese año (45 a. C.), quedó anulado el viejo calendario y tuvo lugar el nuevo Calendario Juliano, en honor de su nombre. Este calendario era de 365 días y cada 4 años se añadía un día, lo que hacia este año de 366 días. Sumando los tres años de 365 con el de 366 y dividiéndolo entre 4, nos da un año promedio de 365.25 días para el año neto.
Julio cesar cambio el nombre del mes Quintili por el que hasta la actualidad lleva su nombre (Julio). Mas tarde Augusto Cesar cambio a Sextilis y le puso Augusto (Agosto).
En 1752, se adoptó el 1 de Enero como primer día del año, ya que el primer mes en el antiguo calendario romano era Marzo. Enero y Febrero no existían en el calendario tradicional de antes de Julio Cesar, el cual tenía solo 10 meses.
Pero el Calendario Juliano sufría todavía de ciertos errores, debido a que los astrónomos de la época no contaban con los instrumentos para calcular de forma exacta el año solar. El año del Calendario Juliano era 11 minutos y 14 segundos más largo que el año solar o de las estaciones. Debido a esto en el año 1852, de ese calendario, el equinoccio de invierno ya llegaba con 10 días de antelación.
Para solucionar este problema, en el año 325 d.C., en el Concilio de Nicea, el Papa Gregorio XIII adelantó 10 días al calendario; y para prever nuevas diferencias futuras, hicieron los ajustes necesarios. A partir de esa fecha, el calendario Juliano pasa a ser el Calendario Gregoriano o Calendario Cristiano, que usan la mayoría de los países en la actualidad.
Analizando estos datos históricos (Tomados de la Enciclopedia Encarta), podemos ver que si se hubiese seguido la cuenta con el calendario tradicional, en la actualidad no estaríamos en el ano 2000 (Fecha de la preparación de este razonamiento).
La diferencia de 5.25 días entre el Calendario Juliano y el antiguo calendario tradicional romano, multiplicada por 1897 (periodo entre el 45 a.C. y el 1852 d.C.), que fue la fecha del ajuste, nos hacen una disparidad o diferencia de 27.26 años. A esta cifra hay que restarle los 10 días del ajuste de 1852.
En los 148 años desde 1852 hasta el año 2000 tenemos una diferencia de aproximadamente 213.69 días. Esto no hace una diferencia total aproximada de 28.06 años entre el calendario tradicional romano y el actual Calendario Cristiano. También tenemos que tomar en cuenta que el calendario tradicional romano era diferente al que usaba Daniel, en el tiempo que fue dada la profecía de su libro.
Estas modificaciones y otras hechas en otros calendarios, se constituyen en una de las causas principales por la que muchos cristianos y religiosos han fracasado secreta y públicamente en sus cálculos proféticos sobre muchos acontecimientos y profecías que la Biblia registra; porque aunque la Biblia de cifras y patrones fiables para los cálculos proféticos de muchos acontecimientos, al haber sido cambiados los tiempos y la ley (Daniel 7:25), es muy difícil hacer cálculos acertados sobre los eventos futuros.
Para los cálculos proféticos también hay que tomar en cuenta que en el tiempo que se le dio la profecía a Daniel, el pueblo de Israel fue cautivo de varios imperios, los cuales también tenían sus respectivos calendario para el calculo de las estaciones y los tiempos. El libro del Apocalipsis da referencia a las mismas profecías, y no especifica su calculo con el ya modificado Calendario Juliano que se usaba por el año cien, fecha de la revelación.
No sabemos si los datos que el ángel arroja en la profecía de Daniel, los pasarían el y Daniel por el Calendario Hebreo, el Babilonio, el Medo o el Persa. Las principales inclinaciones dicen que Daniel usaba el calendario Hebreo, por ser los hebreos muy conservadores en sus creencias y cultura; o que usaba el calendario Babilonio, por ser él un prominente miembro de la corte de Nabucodonozor, de Darío, de Nabonido y de su hijo Belsasar.
En relación con el Calendario Cristiano, el Calendario Hebreo comienza en el año 3,761 a.C., fecha en que los judíos estiman que fue la gran creación del universo. Los meses de este calendario son de 29 y 30 días. Cada tres años se le añade un mes extra al año en curso.
El Calendario Babilonio era de 12 meses de 30 días cada uno (360 días). Este era más corto que el año solar real, por lo que los babilonios tenían que añadir un mes cuando las estaciones y sus meses respectivos se distanciaban.
Aunque el calendario de los tiempos de Daniel tenía sus diferencias con relación el año solar real, las profecías dadas al profeta fueron dadas en base a los cálculos que se usaban en ese entonces.
Si se revisan los cálculos proféticos de la mayoría de las religiones, a la luz de estos datos históricos confiables, las diferentes religiones tendrían que cambiar de manera drástica los enunciados y fechas para muchos eventos bíblicos que han hecho a través de toda la historia del cristianismo, y que siguen sosteniendo en nuestros días.
El Maestro dijo que la fecha de su venida nadie la sabía. Si tuviésemos en claro lo antes mencionado en este texto, por medio de las profecías podríamos establecer fechas exactas para muchos sucesos futuros, confirmar los ya pasados y visualizar una buena aproximación de la fecha de la venida del Señor Jesús; pero no se puede dar fecha ni día para la venida.
Los objetivos principales del gran engañador y sus secuaces al hacer estos cambios en los tiempos (Daniel 7:25), son entre otros:

1. Desorientar a los cristianos verdaderos en cuando a los sucesos futuros.
2. Hacer que los hombres no confíen en las profecías.
3. Crear el desánimo en los cristianos al tener el calendario más años que los que en realidad han pasado.



Lo que acaba de leer el lector es un pequeño fragmento del libro SALID DE ELLA, PUEBLO MIO, de Félix Lantigua Paulino.
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