CUENTA TUS BENDICIONES

1 Abril 2001
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CUENTA TUS BENDICIONES
Durante las horas más difíciles de la vida, cuando todo parece salirnos mal,cuando la felicidad se aleja de nuestro lado y nos sentimos terriblemente solos,en esos instantes,contemos nuestras bendiciones. En efecto,por las mañanas,cuando los primeros rayos de luz se asomen a nuestra recámara, hagamos un recuento en silencio de las bendiciones recibidas y reconozcamos con sinceridad que son muchas más de las que merecemos.Tener hijos es una bendición, tener buenos hijos es una bendición mayor. Tener padres y gozar de su presencia, escuchando sus consejos y amándolos,también lo es. Los que conservan en su corazón un baúl de sentimientos y saben perdonar, desechando la tentación de acudir al odio y al resentimiento, pueden añadir una bendición más a su persona. Los que tienen esperanza y también paciencia, a pesar de lo desesperante de la vida, los que gozan de salud, los que edifican y conservan un hogar, los que tienen fe sin haber visto y destellos de alegría sin haber triunfado, todos ellos son poseedores de bendiciones que debemos sumar. En un principio las bendiciones llegan solas y no las tomamos en cuenta, no las valoramos porque fueron gratuitas. Sin embargo, conforme transcurre el tiempo y dejamos atrás la autosuficiencia, la soberbia y la vanidad, vamos reconociendo poco a poco que alguien nos las ha enviado y con ello nos aligera el peso de la cruz.El tener un amigo verdadero es sin lugar a dudas un don de Dios y por lo tanto una bendición. Me refiero al amigo sincero que se encuentra dispuesto a sanar las heridas y aliviar las cargas que se tengan, a mantenerse muy cerca de los triunfos y también de los fracasos, a participar de sus alegrías y también de sus tristezas.Dichoso el que tiene recuerdos y sabe traerlos con oportunidad al presente para que le ayuden a salir de las depresiones habituales. Igualmente lo son aquellos que tejen y planean con entusiasmo el futuro reconociendo con humildad que no todo lo que hagan, habrá de salirles bien.
La gente que tiene trabajo ha recibido también una bendición de Dios, y mayor será si lo gozan y les agrada lo que hacen.
Dichoso el que busca y finalmente encuentra a Dios, porque son muchos los que no tienen ese impulso y pierden sus horas y matan sus días. Es bueno reconocer que a Dios lo encontramos en la inocencia de los niños, en las arrugas del anciano, en el dolor del enfermo, en ese lejano arco iris que muy pocas veces disfrutamos, en la fuerza del viento, en la lluvia que refresca y también en los movimientos misteriosos de la Tierra. Lo encontramos en el color y en el aroma de las flores, en la savia de las plantas y en las raíces de los árboles, en el trigo que se vuelve pan y en el agua que brota de las peñas. En todas partes y a todas horas lo podemos ver, porque únicamente desaparece para aquellos que no creen en El.En los últimos meses,son muchas las personas que han fallecido, y nosotros seguimos aquí sin tener una explicación para ello. ¡Misterio de misterios que no comprendemos! ¿ Por qué seguimos teniendo vida, mientras otros ya no la tienen? ¿Qué estamos haciendo ocupando un sitio en este mundo que podría pertenecerle a otro? Todo ello es motivo de profunda reflexión que sirve para corregir errores y para enderezar senderos. La verdad es que algo se espera de nosotros y no queremos tomarlo en cuenta por desconocimiento o por temor al sacrificio. Somos tibios y muchas veces indiferentes. Todos los días, al levantarnos, deberíamos preguntar al Señor de la Vida, ¿qué es lo que quiere de nosotros? Deberíamos decirle que ya no queremos continuar con esa terrible frialdad de nuestra parte, con esa indiferencia que se asemeja a darle una bofetada a Jesucristo. Porque muchas veces El espera de nosotros que nos liberemos de las cadenas del alcoholismo y de la drogadicción, o tal vez que dejemos atrás esa situación irregular que destruye nuestro matrimonio, o posiblemente que cortemos de raíz ese egoísmo que no nos permite avanzar. Es mucho lo que podemos hacer antes de ser llamados.
Contar las bendiciones nos permite darnos cuenta que somos ricos como lo son esas aves del campo a las cuales nada les falta. No podemos pasar por alto que también es una gran bendición poder olvidar las cosas malas que nos mortifican. Si las acumuláramos en el cerebro, posiblemente moriríamos de tristeza. Es importante reconocer que es una bendición muy grande aprender a perdonarnos a nosotros mismos. Muchas veces perdonamos a otros, pero somos muy duros con nuestra propia persona y estamos dispuestos a castigarnos severamente hasta el último de nuestros días.Recibir a los nietos en casa es también una bendición. Salir con ellos al jardín y platicarles de los bisabuelos, hablarles de las plantas, de la semilla cuando germina en la tierra, del viento que tocamos con los dedos y del cielo que se abre ante nosotros como una segunda oportunidad, es algo irrepetible que se nos presenta muy pocas veces en la vida. Enseñarles a rezar, a leer, a escribir y a platicar es ingresar a un mundo maravilloso de fantasía y de realidades que no tiene nombre.Cuenta y acumula tus bendiciones formando con ellas un rosario de estrellas. Deslízalo entre tus dedos y no dejes de reconocer que cerca de nosotros existe el hambre pero no la hambruna, inconformidades, pero no la guerra, enfermedades pero no epidemias.Al tomar en cuenta nuestros problemas que son graves pero no gravísimos, destaquemos la importancia que tiene la mayor de las bendiciones. Me refiero al don de la vida que debemos aprovechar minuto a minuto encauzándolo a conseguir la paz espiritual, que con el poder de la oración nos acercará cada vez más a Dios Nuestro Señor.
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El niñograndequecuentatusbendicionesohDios.
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