Re: ¿Cuándo nos hacemos una sola carne con nuestra pareja?
El Misterio del Matrimonio
Un tema que se ha tergiversado mucho y que poco se entiende es el Misterio del Matrimonio, su raíz, significado, simbolismo y propiedad. En lengua hebrea, Gén. 2:23 señala: «Y dijo el hombre: “esta es la parte misma de mi mismo y carne de mi carne…”» Por lo regular la definición hebrea Etzem refiere “hueso”, pero también expresa la identidad total como “mismo”. En otros casos es alusivo a “sustancia” o “poder”. Adán ve a Eva y se da cuenta de que ella es igual a él, bajo los mismos estándares.
La Cuestión de la Carne
A esta frase se añade la siguiente, donde dice: «De manera que se irá el varón de su padre y de su madre y se pegará en su varona y serán una carne» (vers. 24) ¿La razón por la cual se expresa esto es porque la varona salió del varón y deben volver a estar ligados? A diferencia de lo que se suele suponer muchas veces, la unión no es espiritual, pero tampoco se ve literal. Deja patente la inherencia del hombre y la mujer como partes que no deben estar separadas una de otra por un sentido que está más allá del mero aparejamiento.
Estos pasajes aducen a una dependencia que se crea desde el mismo momento en que aparentemente la deidad toma algo de la costilla de Adán o la propia costilla y presumiblemente fabrica una varona y la trae a Adán. Las suposiciones son muchas sobre en qué consistió esa “captura”, pero el hecho es que el varón no es completo sino con la varona, razón por la cual originalmente no se refiere a ellos como hombre y mujer sino como varón y varona, ya que está enfatizando la sexualidad no la identidad.
En los animales se definiría como “macho” y “hembra”, por lo que evoca a un complemento en la “carne”, dejando claro que es por causa del cuerpo que se establecen las dos sexualidades para complementarse, bajo la instancia de que “no es bueno que el hombre esté solo…”. Cuando dice “hombre” habla de manera global en relación a todo el género humano. Es significativo que estaba previsto que pretendían una procreación, aunque a la vez reiteran la necesidad de una compañía.
Pablo recalca: «Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio…» (Efe. 5:29-32) Interesante acotación al aclarar que es un misterio, pero asimismo reitera el concepto del cuerpo, considerando que mujer y hombre salen del mismo molde y deben reincorporase a él. Esto es un claro ejemplo de qué pasaría si un átomo fuese dividido de sus partes: se disiparía. Pero debe estar unido en sus cargas para estar completo. A nivel espiritual y emocional tiene su aplicación, pero lo que aquí se enfoca radica en la fisiología del cuerpo y sus miembros.
Enseñorearse
El concepto, aún ahí, es adoptado de la palabra hebrea “baal”, que es “amo”, igual que en la historia anterior de los israelitas. ¿Qué tiene que ver el concepto de Baal con el matrimonio? En la percepción de que se determinaba el “señorío”, o sea, el varón se hacía señor de su varona y ella lo tenía a él por su señor. Es por eso que se incluyó una ley de divorcio, no porque fuera espiritualmente justificable, sino porque los abusos de tal interpretación machista llevaron a repudiar a muchas mujeres dejándolas sin sustento, en la calle y sin ayudas. Por eso la Ley de Divorcio beneficiaba a la mujer para que pudiera reclamar un subsidio, por si nadie la volvía a tomar o si decidía quedarse soltera.
Cuando a Jesús le interrogan sobre esta cuestión, él no habla del Ishut (unión sexual) sino del Baal (enseñorear), que ya en sí esclarece que la mujer, en la resurrección no tendrá señor sobre ella, dentro de estos cánones, sino que todos serán como los ángeles del Cielo. ¿Ellos se casan? No habla de eso, sino de que el Señor de ellos es Dios, y así será también con los que vengan a la Resurrección. Por consiguiente, la perspectiva del matrimonio no tiene ninguna validez o lógica en el Reino de los Cielos, tanto porque los cuerpos no son dependientes de los deseos de la carne como porque no hay un señorío de uno sobre otro. El cuerpo humano responde a los instintos animales, pero el de la Resurrección no tiene esta atadura. Esto lo explica Pablo al hablar del cuerpo que sigue los instintos y patrones animales y el que, en cambio, sigue los instintos y patrones espirituales (1ª Cor. 15:44).
Cuando la pareja es engañada por la serpiente, se establece una nueva pauta: «…y a tu marido [irá] tu deseo y él gobernará sobre ti». Esta parte machista salta a raíz de que Adán se dejase llevar por ella, por lo que ahora a él lo hacen “señor” de ella, siendo el responsable y el que toma el liderazgo. Por cada cosa que hicieron mal se les revirtió una pena donde debían hacer justo lo que no quisieron hacer. El ejemplo se ve también en que antes no dependían de las desavenencias para su alimento, pero ahora Adán, como responsable, se ve obligado a trabajar arduamente por el sustento.
Acorde a este evento vemos en la tradición que la mujer trata a su marido como “mi señor”, no como una sierva sino por la costumbre. No es sino hasta Jesús que la perspectiva no cambió, ya que se había convertido en una ideología misógina en la cultura hebrea. Por eso Pablo también increpó con cartas la manera apropiada del trato entre ambos, puesto que esto se había transpolado inapropiada e injustamente bajo el pretexto de que fue “Eva” la que provocó la caída (aunque Adán no hizo nada para cambiar este hecho).
Matrimonio Legal
Ahora bien, está el hecho común de suponer que el matrimonio es la unión legal entre dos partes, como hoy se ve, gente casándose y dándose en casamiento con múltiples convenios y contratos de todo tipo… todo son firmas y papeleos. Pero en el pasado, ¿quién hizo el acta matrimonial de Adán y Eva? O ¿Cuándo se celebró su boda? No hay registro o constancia alguna sobre cosa semejante. Es más, no fue sino hasta la época de Moisés que se legitimó, o más bien, entró en vigor, la idea de que un matrimonio tenía que ver con un papel.
Cuando Isaac o Jacob se unieron a sus respectivas parejas no hubo un protocolo como existe en la época moderna. Es más, la palabra “matrimonio” solo viene a aparecer mencionado en la Biblia dos veces, concretamente en el Nuevo Testamento, alusivo a la voz griega “gámos”, es decir, “unión marital”. Pero en hebreo la idea era “Ishut”, de la raíz “ish” (varón) e “isháh” (varona), en otras palabras, denota la unión de las dos sexualidades, no de dos individuos. Cuando buscamos la palabra “boda”, volvemos a encontrarnos en el siglo I, en referencias hechas por Jesús y en una celebración en Caná de Galilea. Si buscamos por “casamiento” vuelve a repetirse la historia, llevándonos al Nuevo Testamento, en el siglo I, pero nunca va atrás en el tiempo bíblico.
Otro aspecto importante radica en el papel que a Moisés se le dijo, sobre que los israelitas debían firmar para aprobar una unión. El papel, los testigos y un juez no dictaminaban la unión, sino los derechos legales de ambas partes, no porque ellos tuviesen voz o voto en la decisión de una pareja, sino para que después no tirase el hombre a la mujer a la calle o ella le abandonase y nadie hubiese quedado de testigo de que se habían unido realmente. En pocas palabras, el concepto de legalidad del matrimonio era un cuento burocrático para dejar constancia en caso de pleitos posteriores, y para evitar la poligamia, certificando quien estaba con quien, pues así se solucionaban y evitaban muchos debates sentimentales y conyugales, además de económicos e inmuebles.
La unión entre dos personas nunca la definió un papel, testigos, parientes o jueces, sino la relación sexual entre dos personas. Por eso al decir “unión” se refiere abiertamente a la “cámara nupcial”, como se decía en la cultura griega, o sencillamente “acto sexual” (los hebreos decían “conocer” o “conocer la desnudez”). Pablo lo expuso un tanto radical al decir: «¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.» (1ª Cor. 6:16) Ya la idea de la celebración fue un acto posterior como muestra de regocijo y alegría por la decisión tomada, pero nunca una fase fundamental del aspecto de la unión.
Esto nos lleva a la idea de “mi mujer” y “mi marido”, un tanto dispares en español, pero que en hebreo es varón y varona, ni siquiera “varón y hembra”, como suelen traducir, ya que en sí mismo es una alusión despectiva. Lo que sí suele usar el traductor es la definición de “marido”, que en hebreo realmente es “ish” (varón). Si vemos casos del pasado, observamos que en Gén. 24:67 dice: «Y vino Ytzjak a la tienda de su madre Sarah, y tomó a Rebeka y la hizo su mujer, y la amó…» No hubo jueces, familia de ambas partes, descripción alguna de papeles, banquete, vestidos, anillos… el aspecto protocolario, llamado Betrotal, estaba ausente porque lo que determina la unión es el sexo entre ambos: «¿Y quién se ha desposado con mujer, y no la ha tomado? Vaya, y vuélvase a su casa, no sea que muera en la batalla, y algún otro la tome.» (Deut. 20:7)
Ayuda Idónea
En otra parte se habla de un punto importante también, el cual es mencionado justo antes de que Eva apareciera al lado de Adán. En ella dicen que, como no es bueno que el hombre esté solo le harían “ayuda idónea”. Se entiende esto por alguien que es un compañero o compañera ideal para lo que el otro está haciendo. En hebreo refiere: «…le haré ayuda delante de él» ¿Qué quiere decir esto? ¿Ayuda para qué? Si después dice que le dan compañera que le complementa sexualmente, ¿qué tiene que ver eso con apoyo delante de él? Ya de por sí es ilógico que le pusieran animales delante y pretendieran que él encontrase entre ellos esa “ayuda”, como si un camello le fuera a ser de respaldo, o siendo esto sexual, se pretendiera un adulterio aberrante.
Por tanto, son dos cosas estrechamente ligadas, no solo en el ámbito carnal sino psicológico, puesto que la forma hebrea usada es Neged, la cual algunos definen como “oposición” o “estar en contra”, pero en hebreo aduce a una “presencia”, estar “ante” alguien, mientras en arameo es alusiva a “fluir” o “proceder”, tanto como ir “hacia” algo o alguien e incluso ir “en dirección” a un lugar o alquilen. Estaba claro que debían ponerle a alguien como compañía y este factor estaba ligado con el hecho de que la contraparte no debía desligarse de él sino estar siempre ahí, como refiere Pablo en 1ª Cor. 7:11-13.
El apóstol Felipe lo expuso de esta manera: «Si la mujer no se hubiera separado del hombre, no habría muerto con él. Su separación vino a ser el comienzo de la muerte. Por eso vino Cristo, para anular la separación que existía desde el principio, para unir a ambos y para dar la vida a aquellos que habían muerto en la separación y unirlos de nuevo. Pues bien, la mujer se une con su marido en la cámara nupcial y todos aquellos que se han unido en dicha cámara no volverán a separarse. Por eso se separó Eva de Adán, porque no se había unido con él en la cámara nupcial.» (Felipe 1:78-79) La separación es representativa, siendo un ejemplo de algo mucho más grande. La dualidad que existe, y que para muchas religiones es el equilibro, ha sido “equilibrada” temporalmente y a la vez aparentemente, y esto sucede con todas las identidades en nuestro mundo.
Dualidad
La Rebelión es el primer ejemplo de la dualidad, y todas las cosas se han separado desde esta primera idea de “independencia”. Como resultado del deseo de “individualidad” se creó la dualidad, y con ella las polaridades, aunque en un principio solo había una Unidad. La unión humana es símbolo y reflejo de la unión y existencia del mundo, la cual debe volver a ser uno, a pesar de la oscuridad en cada una de sus partes. Así la tiniebla en el hombre y la tiniebla en la mujer chocan al unirse y viven en un proceso de purificación hasta perfeccionarse, aunque tristemente pocos lo ven así y no llegan hasta el final. Por esta razón, Cristo vino para unir todo en él y traerlo al Padre, para que solo haya unidad y no división.
Pruebas
A diferencia de lo que se suele enseñar o suponer, los seres humanos venimos a este planeta a aprender y experimentar esta realidad. Nuestro perfeccionamiento implica eventos que llamamos “pruebas”, como en un concurso de etapas difíciles a superar para ganar un premio.
Las pruebas las consideramos erróneamente cosa de Dios o de Satán, pero son parte del guión preestablecido para el desarrollo humano. Sin dificultades y retos no nos superamos, por lo que nuestro paso por la Tierra se hace vano, y terminamos perdidos. Una de estas etapas de auto-superación es cada escenario nuevo, cuando se es hijo, cuando se es estudiante, cuando se trabaja, cuando se vive con otra persona, cuando se es padre, cuando se es jefe, etc. Cada episodio es una nueva etapa de evolución humana que nos hace vivir aquello para lo que vinimos a nacer aquí. Por consiguiente, el matrimonio es otra escuela dentro de estas pautas de experiencia y aprendizaje, que, como toda prueba, es sacrificada pero conlleva todo un perfeccionamiento.
Bendiciones!