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<center>Cuando el timón cambia de manos</center>
"Yo soy el Señor, Dios tuyo, que te enseña provechosamente,
que te encamina por el camino que debes seguir". Isaías 48:17
Se sabe que el acceso de los navíos a los grandes puertos marítimos
está reglamentado y se le confía imperativamente a un piloto local.
Éste se incorpora al barco que está a punto de atracar
y reemplaza al timonel hasta llegar al muelle.
Ese piloto conoce todas las particularidades del puerto;
por eso conviene que el capitán le deje el timón;
así se ahorran inquietudes, atrasos y -¿quién sabe?
- incluso los riesgos de encallar o naufragar.
Esta imagen es fácil de aplicar a nuestra vida cristiana.
Corresponde al abandono de nuestra propia voluntad
para entregar a Jesús la conducción de nuestra vida.
Confiemos la dirección de nuestra barca al gran Piloto.
Él se encargará de nosotros y nos conducirá al puerto.
Su voluntad sustituirá a la nuestra; el timón cambiará de manos.
Ya no dirigiremos nosotros nuestras vidas, sino Cristo;
la barca entregada a su voluntad,
él la guiará para su gloria y para nuestro bien.
En sus manos seremos instrumentos dóciles y útiles.
Nuestra persona, nuestra alma, nuestra vida,
abandonados a Jesús se encuentran a salvo.
Aun en medio de la enfermedad, de las preocupaciones
y de los problemas de toda índole,
Jesús tendrá cuidado de nosotros.
Confiemos en él en todas las circunstancias de nuestra vida;
al final "él nos guiará aun más allá de la muerte" (Salmo 48:14).
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Fraternalmente en Cristo
Mario Contreras T.
Aguas Vivas · Chile
www.aguasvivas.cl
<center>Cuando el timón cambia de manos</center>
"Yo soy el Señor, Dios tuyo, que te enseña provechosamente,
que te encamina por el camino que debes seguir". Isaías 48:17
Se sabe que el acceso de los navíos a los grandes puertos marítimos
está reglamentado y se le confía imperativamente a un piloto local.
Éste se incorpora al barco que está a punto de atracar
y reemplaza al timonel hasta llegar al muelle.
Ese piloto conoce todas las particularidades del puerto;
por eso conviene que el capitán le deje el timón;
así se ahorran inquietudes, atrasos y -¿quién sabe?
- incluso los riesgos de encallar o naufragar.
Esta imagen es fácil de aplicar a nuestra vida cristiana.
Corresponde al abandono de nuestra propia voluntad
para entregar a Jesús la conducción de nuestra vida.
Confiemos la dirección de nuestra barca al gran Piloto.
Él se encargará de nosotros y nos conducirá al puerto.
Su voluntad sustituirá a la nuestra; el timón cambiará de manos.
Ya no dirigiremos nosotros nuestras vidas, sino Cristo;
la barca entregada a su voluntad,
él la guiará para su gloria y para nuestro bien.
En sus manos seremos instrumentos dóciles y útiles.
Nuestra persona, nuestra alma, nuestra vida,
abandonados a Jesús se encuentran a salvo.
Aun en medio de la enfermedad, de las preocupaciones
y de los problemas de toda índole,
Jesús tendrá cuidado de nosotros.
Confiemos en él en todas las circunstancias de nuestra vida;
al final "él nos guiará aun más allá de la muerte" (Salmo 48:14).
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Fraternalmente en Cristo
Mario Contreras T.
Aguas Vivas · Chile
www.aguasvivas.cl