Re: ¿Cuál es la causa que una religión perseguida pase a ser la oficial?
El Señor previó la grande y general desviación de los principios de la justicia, y desde el principio sabía que los hombres establecerían sus propias formas de adoración, equivocadamente reclamando la auto-ridad divina para las mismas. Por la boca de Sus profetas escogidos El ha predicho repetidamente el inevitable acontecimiento. [ll] [8]
Entre las profecías que antedatan el nacimiento de Cristo, la si-guiente puede anotarse. Isaías contempló en visión la condición de la tierra en la era de obscuridad espiritual, una época en al cual toda clase estaría envuelta en una condición de iniquidad, un tiempo cuando el mundo del género humano estaría en una condición abandonada y prácticamente desesperada. El se imaginó la tierra como una afligida y languidecido en desolación y asigna la razón por esta lamentable con-dición como la siguiente: "Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho (la ordenanza), que-brantaron el pacto sempiterno. [mm]
Se podría pensar que esta profecía se refiere a la violación de la ley de Moisés bajo la cual vivía el antiguo Israel. Acuérdese, sin em-bargo, que la ley Mosaica en ningún lugar se llama convenio sempiter-no. El pacto (convenio) entre el Señor y Abraham antedataba la entrega de la ley por cuatrocientos treinta años, y como señala Pablo [nn] en su epístola a los Gálatas, a quienes él designa como insensatos por causa de su confusión de la ley de Moisés y el evangelio de Cristo, la ley no podía nulificar el convenio anterior, el cumplimiento del cual podía venir solamente por medio de Cristo. La "ley", por la cual el apóstol inspirado quiere decir los estatutos mosaicos, era sólo una preparación para la "fe", la cual se entiende claramente como el evangelio revelado por Cristo. "Pero antes que viniera la fe, " dice Pablo, "estábamos con-finados bajo ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; por-que todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros, sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herede-ros según promesa."
Es evidente por el tenor del capítulo entero, que mientras se predicaba el evangelio a Abraham, el convenio hecho con él concer-niente a la venida del Mesías por su posteridad, el evangelio no queda-ba con Israel, y esto por causa de la transgresión; pero en lugar de ello la ley Mosaica se instituyó como una medida disciplinaria, de carácter temporal, destinada a ser reemplazada por el evangelio de Cristo, y seguramente no un convenio sempiterno. En cambio, la san-gre de Cristo, por el derramamiento de la cual se llevó a cabo el sacri-ficio del pacto eterno, es distintivamente llamada “la sangre del conve-nio sempiterno.”
Es evidente que la profecía fatal de Isaías concerniente al que-brantamiento del convenio sempiterno, no podía hacer referencia a la desviación de los requerimientos mosaicos, pero tiene que referirse a la condición entonces futura de apostasía siguiendo el establecimiento del convenio sempiterno. Además, parte de la gran predicción, que se re-fiere a la quema (consumación) y las extensas calamidades,aún es-pera su cumplimiento completo.
Otra predicción aplicable a la época cuando no se hallaría Igle-sia de Cristo alguna, y cuando, en consecuencia habría lamentación y sufrimiento es la de Amós: "He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán."
Cristo instruyó a susseguidores en términos una vez directa y conclusiva, tocante a la apostasía entonces inminente en contestación a ciertas preguntas concernientes a las señales por las cuales Su segundo advenimiento sería anunciado, Él dijo: "Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán." Entonces Él habló de guerras cercanas y albo-rotos políticos, y añadió "muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañaran a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará: Más el que persevere hasta fin, éste será salvo."
Especificando, además, las condiciones incidentes a la creciente apostasía, Cristo declaró a Sus discípulos: "Entonces os entregarán a tribulación; y os matarán, y seréis aborrecidos de todos las gentes por causa de mi nombre. Y también: "Entonces si alguno os dijere: Mi-rad, aquí está el Cristo, o mirad allí está, no lo creáis. Porque se levan-tarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodi-gios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aún a los escogi-dos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis, o mirad, está en los aposentos, no lo creáis."
Después de la partida de Cristo de la tierra Sus apóstoles conti-nuaron amonestando a la gente de la obscuridad venidera. En aquel discurso memorable a los élderes (ancianos) en Éfeso, cuando, al decir-les, ellos le miraban la cara por ultima vez, Pablo recordó a sus oidores de las instrucciones que él previamente les había dado, y entonces les exhortó con esta solemne amonestación: "Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdo-narán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas para arrastrar tras sí a los discípulos."
No sólo se congraciarían forasteros con los santos por propósi-tos de ganancia egoísta - lobos entrando, y no perdonando al rebaño, - pero cismas y divisiones eran inminentes; y estas disensiones vendrían por medio de algunos entonces presentes - hombres quienes aspirarían al liderazgo, y quienes establecerían sus propias doctrinas, así lleván-dose discípulos de la Iglesia y para sí mismos.
El mismo apóstol amonesta a Timoteo de la apostasía venidera, y se refiere a algunas de las enseñanzas erróneas que impresionarían a la gente desatinada, enseñanzas que él llama "doctrinas de demonios." Él advierte a Timoteo a recordar a los hermanos de estas cosas, como conviene a un buen ministro de Cristo, "nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina." Notad la predicción inspirada: "Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos aposta-tarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de de-monios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad."
En una segunda epístola a su amado Timoteo, mientras obraba bajo la premonición de que su martirio estaba próximo, Pablo urge de celo y energía en la predicación del evangelio; porque las sombras de la apostasía se estaban juntando alrededor de la Iglesia. Su admonición es patética en seriedad: "Te encarezco delante de Dios y del Señor Je-sucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído, y se vol-verán a las fábulas."
Al hablar a los santos Tesalónicos, Pablo les amonesta contra el error fuertemente advocado por algunos que el día del advenimiento de Cristo estaba entonces próximo. Parece que se practicaba la decepción, y que aún la falsificación se sospechaba, pues el apóstol instruye a las personas a que no sean engañados "ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra. La admonición es potente: "Pero con respecto a la veni-da de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pen-sar, ni os conturbéis, ni por espíritu ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cuál se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios, como Dios, hacién-dose pasar por Dios." Veremos cuán dolorosamente literal ha sido el cumplimiento de esta profecía en las pretensiones blasfemosas de la iglesia apóstata, siglos después.
El apóstol Pedro profetizó en lenguaje tan claro que ninguno pudiera dejar de comprender, concerniente a las herejías que se predi-carían como doctrina en la época de la apostasía; y él recuerda a la gente de que hubo maestros falsos en tiempos pasados, igual como los habría en tiempos entonces futuros: "Pero, hubo también falsos profe-tas entre el pueblo, como había entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aún negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repenti-na. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el ca-
mino de la verdad será blasfemado; y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda; y su perdición no se duerme."
Judas, el hermano de Jacobo, en su epístola general a los santos, les recuerda de amonestaciones anteriores: "Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apósto-les de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos.
Juan, a quien se le llama el Revelador, vio en visión el estado del mundo en los días entonces futuros. Describiendo el espíritu de maldad como una bestia horrorosa, y a su autor Satanás, como el dragón, él dice: "Y adoraron a la bestia, diciendo: ¿quién como la bes-tia, y quién podrá luchar contra ella? Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, len-gua, y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Si alguno tiene oído, oiga."
¡Notad otra profecía basada en la visión de Juan el Revelador! Nuevamente refiriéndose a las condiciones de los últimos días él decla-ra: "Vi volar por en media del cielo a otro ángel, que tenia el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
A la vez que es verdad que la escritura recién citada no predice la apostasía específicamente, el rompimiento de la Iglesia se trata co-mo un acontecimiento realmente ya consumado. El Revelador miró más allá del período de la fractura y vio el día más brillante de la res-tauración del evangelio - un restablecimiento de la Iglesia por el minis-terio de un ángel. Es ilógico asumir que el evangelio iba a ser traído a la tierra por un mensajero celestial si ese evangelio estaba todavía exis-tente sobre la tierra. Igualmente irrazonable es decir que una restaura-ción o restablecimiento de la Iglesia de Cristo sería necesario o posible si hubiera continuado la Iglesia con la sucesión legítima del sacerdocio
y poder. Si el evangelio tenía que ser traído nuevamente de los cielos, el evangelio debió haber sido llevado de la tierra. Así la profecía de una restauración es prueba de una apostasía general y completa.