¿Cual es el nombre De Dios que Jesucristo nos ha dado a conocer? Probad los espíritus.

MIS MÁS SINCERAS DISCULPAS, CREÍA QUE ME HABÍA EXPLICADO BIEN.
SABE QUE EL PICTOGRAMA DEL NOMBRE DE DIOS EN HEBREO ES EL TETRAGRÁMATON, O SEA
“יהוה” = YHWH
Si, lo se, también se que cada letra del alfabeto hebreo tiene un pictograma, un picture, una fotografía, o mejor dicho un retrato. Se que asi lo diseño Dios pues las letras cambian y tambien los sonidos o fonética y hasta el sentido y significado de las letras, pero los retratos, las figuras, los pictigramas, nunca cambian, no hay mejor testigo que un retrato.
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Yo no se si ustedes lo pueden ver pero indiscutiblemente Dios nos esta diciendo quien es él.
Ap 1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
Alfa es la primera letra del alfabeto y significa el Padre en toda su extensión.
Omega es la ultima letra del alfabeto y significa el Hijo, el que murió en la cruz.

Aquí en Apocalipsis 1:8 el Señor esta diciendo: YO SOY EL PADRE Y EL HIJO.
En verdad espero que el Espíritu Santo se los revele.
 
Grande es el Señor Jesús, nombre sobre todo nombre en los cielos, en la tierra, y debajo de la tierra.
 
Yo no se si ustedes lo pueden ver pero indiscutiblemente Dios nos esta diciendo quien es él.
Ap 1:8 Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.
Alfa es la primera letra del alfabeto y significa el Padre en toda su extensión.
Omega es la ultima letra del alfabeto y significa el Hijo, el que murió en la cruz.

Aquí en Apocalipsis 1:8 el Señor esta diciendo: YO SOY EL PADRE Y EL HIJO.
En verdad espero que el Espíritu Santo se los revele.
El mejor manuscrito completo de la Biblia hebrea con el Texto Masorético es el Codex Leningradensis B 19a o Códice de Leningrado, copiado en el siglo undécimo de nuestra era (año 1008).

Es el texto hebreo y arameo de este códice el que se imprime, junto con un abundante aparato crítico, en las ediciones científicas de la Biblia hebrea, tales como la Biblia Hebraica Stuttgartensia o la todavía sin completar Biblia Hebraica Quinta.

Estas ediciones académicas son la base textual desde la que se traduce a los idiomas modernos en la actualidad.

El hecho es que el Códice de Leningrado añade signos vocálicos al Tetragrámaton para que se pueda leer, en diferentes lugares, Yehwáh, Yehwíh o Yehowáh. Como vimos arriba, también se podría transliterar Iehváh, Iehvíh o Iehováh.

Desde hace muchos años se ha generalizado entre los eruditos en hebreo bíblico la hipótesis de que los masoretas añadieron al Tetragrámaton las vocales correspondientes a las palabras hebreas ʼAdhonái (Señor Soberano) o ʼElohím (Dios), con la intención de que quien leyera el Tetragrámaton pronunciara estas palabras, y no el nombre propio de Dios.

Según estos estudiosos, este sería el origen del nombre Jehová. Por esta y otras razones, algunos académicos prefieren usar la forma Yahvé (u otra parecida) para referirse a Dios en sus escritos, pero no existe unanimidad en esta práctica pues otros prefieren, por ejemplo, simplemente escribir las cuatro consonantes YHWH.

La realidad es que con los datos de los que disponemos en la actualidad es imposible afirmar categóricamente cómo se pronunciaba el nombre de Dios; puede haber sido Iahvéh, Iahweh, Iehová o de otra manera que ignoramos.

Es más, aunque se hubieran conservado las verdaderas vocales que acompañaban al Tetragrámaton, nos hubiera sido imposible saber si la manera como nosotros pronunciáramos hoy día el nombre sagrado en español sonaba absolutamente igual a como lo pronunciaron Abrahán, Moisés o Malaquías en el pasado. Los idiomas cambian con el tiempo, así como la pronunciación de las palabras y letras.

Y esto mismo, muy probablemente, ocurrió con el hebreo a lo largo de los muchos siglos de existencia de esta lengua.

Ahora bien, la función de un nombre propio aplicado a una persona es determinarla lingüisticamente, distinguirla del resto de personas.

La Biblia está llena de nombres propios, que se traducen de una manera más o menos diferente a cada idioma moderno. Por ejemplo, el nombre del apóstol Santiago.

En los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento su nombre se escribe en griego Ἰάκωβος.

La transliteración de este nombre griego al castellano es Iakōbos, pero la inmensa mayoría de traducciones de la Biblia al español la vierten "Santiago", su equivalente en este idioma; en portugués se usa "Tiago", en rumano "Iacov", en inglés "James", en francés "Jacques", en italiano "Giacomo", en holandés "Jakobus" y así sucesivamente.

Podemos notar con este ejemplo que no es lo mismo transliterar un nombre, que sería escribirlo en un alfabeto diferente al original pero de manera que suene lo más parecido posible a como sonaba en el alfabeto y lenguaje original, que traducirlo, es decir, verterlo de una manera conocida y usada corrientemente en el idioma receptor, sea que el sonido producido se parezca o no a la manera como suena en el lenguaje del que se traduce.

Posiblemente ni uno solo de los nombres hebreos, arameos o griegos de la Biblia se pronuncia en la actualidad de una manera exactamente igual a como era pronunciado al ser incluido en las Sagradas Escrituras.

De la misma manera, en cada idioma moderno se ha generalizado un nombre propio con el que tradicionalmente se ha traducido el Tetragrámaton, aunque no se pueda asegurar que la manera como suena sea idéntica a como sonaba en los labios de los personajes de la Biblia.

Por ejemplo, a lo largo de los siglos en castellano se ha usado comúnmente un nombre que, con leves variaciones ortográficas, ha traducido el Tetragrámaton.

Veamos algunos ejemplos:

Alrededor del año 1537 Juan de Valdés hizo una traducción del libro de Salmos desde el hebreo al castellano que quedó inédita hasta 1880, año en que Edward Boehmer la publicó en Bonn (Alemania). Por esta edición sabemos que Valdés usó el nombre de Dios vertido como Iehova, como podemos leer en el comentario que acompaña a esta obra:



Es decir, hace casi 500 años en español era correcta, conocida y aceptada la forma Iehova para traducir el nombre de Dios.

En 1569 Casiodoro de Reina publicó en Basilea la llamada Biblia del Oso. En esta vertió el Tetragrámaton como Iehoua, como se puede apreciar en la lectura de Génesis 2:4 de esta Biblia:



Pasando el tiempo, los sucesivos revisores de la obra de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera cambiarían el nombre Iehoua por Jehová como traducción del Tetragrámaton. Leamos como vierte Salmo 20:8 una edición de Reina-Valera publicada en Londres en 1861:



Otra traducción al español desde la Vulgata, publicada en Madrid entre 1823 y 1825 por el obispo católico español Félix Torres Amat, vierte el nombre propio de Dios por el Señor, pero en varios versículos introduce el nombre Jehovah en cursiva para determinar quien es el Señor al que se refiere.

Veamos, por ejemplo, como traduce Salmo 100:3 (99:3 en la Vulgata), según una edición publicada en París en 1836:


 
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MIS MÁS SINCERAS DISCULPAS, CREÍA QUE ME HABÍA EXPLICADO BIEN.
SABE QUE EL PICTOGRAMA DEL NOMBRE DE DIOS EN HEBREO ES EL TETRAGRÁMATON, O SEA
“יהוה” = YHWH
Otro error de principio.

¿Qué Jesucristo sabe cómo se llama Dios?
En Jesucristo todos se nombran Dios, porque es un aglomerado del Espíritu. En Jesucristo todos tienen alguna cualidad de Dios.

Elí, dijiste bien. Pero también Jah.

Y su Nombre puede oírse claro y sin tanta galimatías en medio de la alabanza, pues Dios vive entre la alabanza de su pueblo.