¿Cual era, y sigue siendo, el propósito de Dios al crear a los seres humanos?
Mucho se ha hablado y polemizado acerca de este propósito, pero ¿alguien ha llegado a conocer y entender el significado de este propósito? Sin embargo, en las Escrituras está expuesto con toda claridad, y quien quiera conocerlo, para beneficiarse de él, es allí donde puede encontrar su significado y finalidad, solo utilizando la razón lógica podemos llegar a hallarlo.
Dios es la suprema sabiduría, y también es un Dios de amor, lo que quiere decir que su mayor placer está en hacer el bien a todas las criaturas creadas, compartiendo con ellas su sabiduría, su amor y sus propósitos, y todo cuanto ha creado para ellos. Y puesto que ama la libertad, también ha querido conceder a sus criaturas racionales el libre albedrío, o la facultad de poder decidir por ellos mismos cómo quieren llevar su vida, hacer cuanto les apetezca a cada uno de ellos. Pero esto conlleva un riesgo: el que puedan usar mal sus facultades y causarse daño unos a otros, o hasta ellos mismos, a causa de su ignorancia de cómo deben ser usadas estas facultades. Todas las cosas pueden ser usadas bien o mal, aunque hayan sido creadas para un fin útil y beneficioso, y los resultados de este uso pueden ser también beneficiosos, si se usan bien, o perjudiciales, si son mal usados, por eso, tenemos que aprender a usar lo mejor posible todo aquellos que utilizamos en nuestro vivir cotidiano para no sufrir las consecuencias de su mal uso.
El propósito de Dios, tal como la Biblia lo da a conocer, es el de crear una sociedad humana justa, bondadosa y sabia, que pudiera vivir pacíficamente sobre toda la superficie terrestre, disfrutando de sus variadas producciones, y creando sus propias obras para deleite de todos. Para esto se requería que todos los humanos contribuyeran en este propósito aceptando su guía e instrucciones sabias voluntariamente, para conservar su libre albedrío, y así sabrían cómo hacer el mejor uso de todo cuanto habían recibido de su Creador, sin cometer errores que después tendrían que pagar. Pero los hombres, haciendo precisamente mal uso de la libertad otorgada por Dios, han rechazado la guía divina y sus instrucciones justas y sabias, han querido trazarse ellos sus propios caminos y sus propias normas de conducta, cometiendo lógicamente toda clase de errores por falta de esta indispensable instrucción, y usando mal todas las provisiones divinas, se han acarreado toda clase de calamidades, de las cuales son ellos los únicos responsables, aunque ahora culpen a Dios, los que aún creen en su existencia, de estas malas condiciones que ellos mismos han provocado con su desobediencia e ingratitud. Y mientras que no reconozcamos nuestros errores y decidamos enmendarlos aceptando y siguiendo la dirección divina, no conseguiremos cambiar y mejorar nuestro destino.
Mucho se ha hablado y polemizado acerca de este propósito, pero ¿alguien ha llegado a conocer y entender el significado de este propósito? Sin embargo, en las Escrituras está expuesto con toda claridad, y quien quiera conocerlo, para beneficiarse de él, es allí donde puede encontrar su significado y finalidad, solo utilizando la razón lógica podemos llegar a hallarlo.
Dios es la suprema sabiduría, y también es un Dios de amor, lo que quiere decir que su mayor placer está en hacer el bien a todas las criaturas creadas, compartiendo con ellas su sabiduría, su amor y sus propósitos, y todo cuanto ha creado para ellos. Y puesto que ama la libertad, también ha querido conceder a sus criaturas racionales el libre albedrío, o la facultad de poder decidir por ellos mismos cómo quieren llevar su vida, hacer cuanto les apetezca a cada uno de ellos. Pero esto conlleva un riesgo: el que puedan usar mal sus facultades y causarse daño unos a otros, o hasta ellos mismos, a causa de su ignorancia de cómo deben ser usadas estas facultades. Todas las cosas pueden ser usadas bien o mal, aunque hayan sido creadas para un fin útil y beneficioso, y los resultados de este uso pueden ser también beneficiosos, si se usan bien, o perjudiciales, si son mal usados, por eso, tenemos que aprender a usar lo mejor posible todo aquellos que utilizamos en nuestro vivir cotidiano para no sufrir las consecuencias de su mal uso.
El propósito de Dios, tal como la Biblia lo da a conocer, es el de crear una sociedad humana justa, bondadosa y sabia, que pudiera vivir pacíficamente sobre toda la superficie terrestre, disfrutando de sus variadas producciones, y creando sus propias obras para deleite de todos. Para esto se requería que todos los humanos contribuyeran en este propósito aceptando su guía e instrucciones sabias voluntariamente, para conservar su libre albedrío, y así sabrían cómo hacer el mejor uso de todo cuanto habían recibido de su Creador, sin cometer errores que después tendrían que pagar. Pero los hombres, haciendo precisamente mal uso de la libertad otorgada por Dios, han rechazado la guía divina y sus instrucciones justas y sabias, han querido trazarse ellos sus propios caminos y sus propias normas de conducta, cometiendo lógicamente toda clase de errores por falta de esta indispensable instrucción, y usando mal todas las provisiones divinas, se han acarreado toda clase de calamidades, de las cuales son ellos los únicos responsables, aunque ahora culpen a Dios, los que aún creen en su existencia, de estas malas condiciones que ellos mismos han provocado con su desobediencia e ingratitud. Y mientras que no reconozcamos nuestros errores y decidamos enmendarlos aceptando y siguiendo la dirección divina, no conseguiremos cambiar y mejorar nuestro destino.