Crecimiento espiritual -2-

5 Enero 2001
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Hola:

Este fin de semana voy a dar una charla. Les solicito opinar sobre ella. Les envio la segunda parte de ella.

Saludos y gracias

Anibal

Crecimiento espiritual

La diferencia entre una persona religiosa y otra que no lo es, está en la naturaleza y nivel de los valores reconocidos y en el objeto de las lealtades. La persona espiritual reconoce que, a parte de buscar el conocimiento, los valores morales, las relaciones con otras personas, busca los valores espirituales y más allá, una relación con Dios.

La persona religiosa piensa en Dios, y son nuestros pensamientos los que nos conducen a El, ya que el espíritu divino hace contacto con el hombre mortal, no mediante sentimientos o emociones, sino en el dominio del pensamiento más elevado y más espiritualizado. Pero la mente que verdaderamente discierne a Dios, escucha al espíritu residente, es la mente limpia.

Este tipo de comunión interna y espiritual se denomina discernimiento espiritual. Estas experiencias religiosas son el resultado de la impresión producida sobre la mente del hombre por la actuación combinada del Espíritu residente y del Espíritu de la Verdad (otorgado por Jesús en Pentecostés) a medida que estos funcionan sobre y por intermedio de las ideas, ideales, visiones y luchas espirituales de los hijos evolutivos de Dios.

Si la mente de un hombre está sincera y espiritualmente motivada, si tal alma humana desea conocer a Dios y hacerse como él, si honestamente desea hacer la voluntad del Padre, no hay influencia negativa alguna de carencia mortal ni fuerza positiva de posible interferencia que pueda prevenir la ascensión certera de dicha alma divinamente motivada, hasta las puertas del Paraíso.

El desarrollo espiritual depende, en primer lugar, del mantenimiento de una conexión viva espiritual con las verdaderas fuerzas espirituales, y en segundo término, de la producción continua del fruto espiritual: el prodigar a los semejantes lo que se ha recibido de los benefactores espirituales. El progreso espiritual está predicado en el reconocimiento intelectual de la pobreza espiritual combinado con la autoconciencia del hambre de perfección, el deseo de conocer a Dios y de ser como él, el propósito sincero de hacer la voluntad del Padre en los cielos.

Las pruebas del crecimiento espiritual

La presencia del fragmento de Dios que reside en nosotros nos garantiza que podamos esperar, según progresemos en armonía con la dirección espiritual del Ajustador, discernir más plenamente la presencia y el poder transformador de esas otras influencias espirituales que nos rodean y sobrecogen pero que no funcionan como parte integrante de nosotros. Tal es el caso de los ángeles, el Espíritu de la Verdad, etc.

El hecho de que no tengamos intelectualmente conciencia de un contacto estrecho e íntimo con el Espíritu residente no refuta en lo más mínimo tan elevada experiencia. La prueba de la fraternidad con el espíritu divino consiste totalmente en la naturaleza y grado de los frutos del espíritu que rindamos en la experiencia vital del creyente. “Por sus frutos los conoceréis”.

La prueba de verdadero desarrollo espiritual consiste en la exhibición de una personalidad humana motivada por el amor, activada por el ministerio altruista y dominada por la adoración sincera de los ideales de perfección de la divinidad. Y toda esta experiencia constituye la realidad de la religión, en contraste con las meras creencias teológicas.

Es en la mente perfectamente equilibrada, en un cuerpo de hábitos limpios, energías neurales estabilizadas y función química equilibrada —cuando los poderes físicos, mentales y espirituales están en triuna armonía de desarrollo— en la que se puede impartir un máximo de luz y verdad con un mínimo de peligro o riesgo temporal al bienestar real de dicho ser.