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Tobi
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Corrupción
¿CORRUPCION CRISTIANA?
La palabra "corrupción" no forma parte de aquel conjunto de vocablos diáfanos cuyos significados nos exponen los estudiosos de la lengua, en sus distintas acepciones, de forma concreta y precisa. Como queriendo hacer gala de su propia esencia, el término "corrupción" se define en los diccionarios de manera mas bien confusa. Y los académicos y lexicógrafos utilizan múltiples expresiones y vocablos "alteración, impureza, hedor, putrefacción, vicio, perversión, abuso, estrago, error, imperfección, mala costumbre…", en su intento de explicarnos que, en un sentido u otro, la palabra "corrupción" se aplica a todo proceso de alteración degenerativa de la forma o de la estructura de algo, bien sea físico o moral.
En el mundo de la política se aplica a una acción bien definida y por desgracia ampliamente practicada: el soborno, la mordida, la entrega de dinero u otro tipo de recompensa a cambio de un favor ilícito o injusto. En el entorno empresarial, se aplica a la costumbre de recurrir a fórmulas y subterfugios legales para no atender a las obligaciones y los compromisos contratados. En el mundo laboral, sirve para identificar la falta de honradez en el desempeño de la responsabilidad que nos ha sido confiada. En la familia puede utilizarse para referirse a la infidelidad, y en el ámbito personal, para definir la falsedad y la hipocresía. Pero, ¿qué sucede en la iglesia? ¿Afecta también la corrupción al Cuerpo de Cristo? ¿Cabe hablar propiamente de una supuesta "corrupción cristiana"?
Cuando escuchamos a un evangelista internacional, de la talla de Dante Gebel, afirmar en un mensaje por TV Radiografía Espiritual que, a la hora de solicitar un trabajo, declararse cristiano ha dejado de ser una garantía para convertirse mas bien en una desventaja. Cuando se hace público que los empleados creyentes suelen ser menos puntuales, los menos productivos, los más conflictivos y a veces incluso los más deshonestos. Cuando en las escuelas y universidades los estudiantes cristianos se distinguen por ser los peores, los que mienten con más descaro y muestran menos escrúpulos a la hora de copiar exámenes. Cuando en el entorno social quienes alardean de haber encontrado a Cristo son las personas más agresivas y menos dispuestas. Cuando nuestra predicación no transforma las actitudes y las formas de vida de los creyentes, como lo hiciera antaño, cuando ocurre todo esto, ¡cuidado! Algo hay en la iglesia que no marcha como es debido.
Así, cuando las librerías cristianas tienen que instalar sistemas electrónicos de seguridad para evitar que sus clientes, supuestamente cristianos, sustraigan masivamente Biblias y cassettes cristianos. Cuando la piratería de música cristiana se convierte en una práctica habitual institucionalizada. Cuando se dan casos reiterados de relaciones sexuales ilícitas, de fraude y de hurto entre el personal. Cuando distribuidores cristianos se ven en la necesidad de despedir i denunciar a personal cristiano por robar materiales y venderlos a otras librerías cristianas, que no tienen el menor reparo en adquirirlos aún a sabiendas de que han sido robados. Cuando una distribuidora cristiana quiebra voluntariamente dejando colgados empleados y a sus proveedores con deudas multimillonarias. Cuándo las diferencias personales entre dos representantes de música cristiana se resuelven con agresiones físicas, en un evento de libreros cristianos corre –literalmente- la sangre, y tiene que intervenir la policía, entonces, ¡cuidado! Algo huele muy mal en la trastienda de música y literatura cristiana
En definitiva, ¿qué esta pasando? Simplemente, que sé esta abriendo una brecha cada vez mayor entre aquello que predicamos y la manera en que nos comportamos. ¿Por qué? Porque hemos rebajado el nivel de contenido teológico; hemos sustituido la enseñanza por la alabanza. Y nuestra predicación, nuestra literatura y nuestra música están abandonando cada vez más la razón para centrarse únicamente en la emoción.
En otras palabras, cuando la esencia del Evangelio puro se mezcla con pinceladas de gnosticismo y maniqueísmo, cuando la vida cristiana pierde su sentido de renuncia –el "niéguese a sí mismo"-, para transformarse en un canto a la prosperidad, cuando la música cristiana se concentra más en el ritmo que en el mensaje y la literatura cristiana se transforma en mercancía, cuando las manos taladradas de Cristo son sustituidas por las de rey Midas… ¡Cuidado! Parémonos a reflexionar… Si queremos evitar que surjan en la iglesia focos de corrupción, quizás haya llegado el momento de plantearnos sí acaso no deberíamos frenar un poco nuestra afición desmesurada a la alabanza y dedicarnos un poco más a la enseñanza.
Eliseo Vila
Página Abierta. Ed. Nº.5
Editorial Clie
email [email protected]
¿CORRUPCION CRISTIANA?
La palabra "corrupción" no forma parte de aquel conjunto de vocablos diáfanos cuyos significados nos exponen los estudiosos de la lengua, en sus distintas acepciones, de forma concreta y precisa. Como queriendo hacer gala de su propia esencia, el término "corrupción" se define en los diccionarios de manera mas bien confusa. Y los académicos y lexicógrafos utilizan múltiples expresiones y vocablos "alteración, impureza, hedor, putrefacción, vicio, perversión, abuso, estrago, error, imperfección, mala costumbre…", en su intento de explicarnos que, en un sentido u otro, la palabra "corrupción" se aplica a todo proceso de alteración degenerativa de la forma o de la estructura de algo, bien sea físico o moral.
En el mundo de la política se aplica a una acción bien definida y por desgracia ampliamente practicada: el soborno, la mordida, la entrega de dinero u otro tipo de recompensa a cambio de un favor ilícito o injusto. En el entorno empresarial, se aplica a la costumbre de recurrir a fórmulas y subterfugios legales para no atender a las obligaciones y los compromisos contratados. En el mundo laboral, sirve para identificar la falta de honradez en el desempeño de la responsabilidad que nos ha sido confiada. En la familia puede utilizarse para referirse a la infidelidad, y en el ámbito personal, para definir la falsedad y la hipocresía. Pero, ¿qué sucede en la iglesia? ¿Afecta también la corrupción al Cuerpo de Cristo? ¿Cabe hablar propiamente de una supuesta "corrupción cristiana"?
Cuando escuchamos a un evangelista internacional, de la talla de Dante Gebel, afirmar en un mensaje por TV Radiografía Espiritual que, a la hora de solicitar un trabajo, declararse cristiano ha dejado de ser una garantía para convertirse mas bien en una desventaja. Cuando se hace público que los empleados creyentes suelen ser menos puntuales, los menos productivos, los más conflictivos y a veces incluso los más deshonestos. Cuando en las escuelas y universidades los estudiantes cristianos se distinguen por ser los peores, los que mienten con más descaro y muestran menos escrúpulos a la hora de copiar exámenes. Cuando en el entorno social quienes alardean de haber encontrado a Cristo son las personas más agresivas y menos dispuestas. Cuando nuestra predicación no transforma las actitudes y las formas de vida de los creyentes, como lo hiciera antaño, cuando ocurre todo esto, ¡cuidado! Algo hay en la iglesia que no marcha como es debido.
Así, cuando las librerías cristianas tienen que instalar sistemas electrónicos de seguridad para evitar que sus clientes, supuestamente cristianos, sustraigan masivamente Biblias y cassettes cristianos. Cuando la piratería de música cristiana se convierte en una práctica habitual institucionalizada. Cuando se dan casos reiterados de relaciones sexuales ilícitas, de fraude y de hurto entre el personal. Cuando distribuidores cristianos se ven en la necesidad de despedir i denunciar a personal cristiano por robar materiales y venderlos a otras librerías cristianas, que no tienen el menor reparo en adquirirlos aún a sabiendas de que han sido robados. Cuando una distribuidora cristiana quiebra voluntariamente dejando colgados empleados y a sus proveedores con deudas multimillonarias. Cuándo las diferencias personales entre dos representantes de música cristiana se resuelven con agresiones físicas, en un evento de libreros cristianos corre –literalmente- la sangre, y tiene que intervenir la policía, entonces, ¡cuidado! Algo huele muy mal en la trastienda de música y literatura cristiana
En definitiva, ¿qué esta pasando? Simplemente, que sé esta abriendo una brecha cada vez mayor entre aquello que predicamos y la manera en que nos comportamos. ¿Por qué? Porque hemos rebajado el nivel de contenido teológico; hemos sustituido la enseñanza por la alabanza. Y nuestra predicación, nuestra literatura y nuestra música están abandonando cada vez más la razón para centrarse únicamente en la emoción.
En otras palabras, cuando la esencia del Evangelio puro se mezcla con pinceladas de gnosticismo y maniqueísmo, cuando la vida cristiana pierde su sentido de renuncia –el "niéguese a sí mismo"-, para transformarse en un canto a la prosperidad, cuando la música cristiana se concentra más en el ritmo que en el mensaje y la literatura cristiana se transforma en mercancía, cuando las manos taladradas de Cristo son sustituidas por las de rey Midas… ¡Cuidado! Parémonos a reflexionar… Si queremos evitar que surjan en la iglesia focos de corrupción, quizás haya llegado el momento de plantearnos sí acaso no deberíamos frenar un poco nuestra afición desmesurada a la alabanza y dedicarnos un poco más a la enseñanza.
Eliseo Vila
Página Abierta. Ed. Nº.5
Editorial Clie
email [email protected]