Mis buenos amigos cristianos:
Se preguntarán que hago yo aquí. Un ateo confeso y practicante (valga la paradoja). Quizás estoy harto de que toquen el timbre de mi casa y me paren por la calle para decirme que Jesús me ama. Quizás entiendo que es hora de devolver el favor.
Intentaré hacerlo con el mayor respeto, por que además de ateo me considero humanista y pacifista; asi que si en algún momento me paso de la raya quisiera que me lo hagan saber con respeto y ecuanimidad y procuraré pedir las disculpas del caso; de todas formas haré mi mayor esfuerzo para que esa situación no se presente. Mi intervención aquí será corta, reconozco que llegará un dia en que simplemente dejaré de responder, por que no tengo reales esperanzas de convertir ninguno de ustedes al ateísmo ni hay la más minima posibilidad alguna de que uds. hagan de mi un creyente. Simplemente pretendo que uds. sepan un poco más de los ateos, que análogamente a lo que citan en un articulo de vuestra Home Page somos, al menos en EE.UU. la colectividad más discriminada de todas (en la imagen debajo:"Si su partido nominara a una persona bien calificada para presidente, que resultara tener una de estas características, a cual no votaría?" Me llama la atención que los ateos estemos por debajo de los homosexuales, y no es que éstos tampoco merezcan ser discriminados).
Ante todo quiero que entiendan con pelos y señales que clase de mente, o de-mente
, tienen uds. aquí.
1. Muchas características de Jesús, si pensamos en Él (usaré la mayúscula por respeto a ustedes, no por conviccón propia) me parecen muy loables y destacables, máxime en un contexto histórico de la humanidad lleno de impiedades y violencia. Lo concibo en mi mente como un revolucionario político humanista, y nada más que eso. Lo siento.
2. No puedo creer en Dios por que no tampoco puedo descreer de Él. No tengo pruebas concluyentes ni a favor ni en contra de su existencia. Para no extenderme de más, les remito al concepto de la Tetera de Russell.
Alguno dirá que soy un deísta. Al igual que lellos, descreo de las organizaciones religiosas, y cuando se meten en política me provocan pánico. La diferencia entre un ateo y un deísta es, ni más ni menos, la creencia. No la creencia en Dios, sino simplemente la creencia. No necesito creer en nada. Sólo sé lo que sé, y como diría Sócrates, no sé nada. Quizás este es uno de los puntos del mensaje que quiero dejarles. Se puede vivir lo más bien, se puede ser ético y amar al prójimo, sin creer nada. Lo que tengo que común con los deístas, es, en todo caso, que me resultaría demasiado soberbio de mi parte creer que tanto sé de Dios, que tan bien interpreto Su palabra, que tanto puedo saber cuál escritura proviene de la inspiración del Espíritu Santo y cual no.
3. Muchos de uds. admitirán que se guían por sus convicciones o su corazón, lo cual para mi es muy respetable. Mi corazón me dice (y en esto se a puesto de acuerdo con mi razón) todo lo arriba mencionado; y además me dice que en el peor de los casos, en el que esté rematadamente equivocado, y que finalmente mi alma sí será juzgada por Dios, estoy seguro de que mi buena fe (entendiendo fé en el sentido más bien jurídico, de la intención) y mis intenciones constructivas tendrán más peso sobre mis pecados. La oración, como la entiendo yo, es la manifestación personal de esto mismo: Peco por que soy débil, pero mis intenciones son las mejores. Rogarle a ese Dios que entienda ese concepto, es cuando menos, soberbio, como si uno lo entendiera mejor que Él. Si Él es todo sabiduría, no necesita que le recordemos continuamente que nuestros pecados son fruto de nuestra propia debilidad. Me gustaría desarrollar esta idea, pero probablemente no les interese la opinión sobre este punto viniendo de un hombre sin fé (esta vez, sí hablo de fé religiosa.)
4. Los creyentes en Dios o en un dios, aman la vida por ser obra de Éste. El valor de la vida viene de la divinidad, de ser los elegidos de Dios, de ser en mayor o menor medida, el centro del universo; al menos en lo que a Su amor se refiere. (no sé con precisión si uds. reconocen la inmensidad del universo, la posición de la tierra en la galaxia, pero no viene directamente al caso).
Para un ateo como yo, ¿dónde está el valor de la vida? Precisamente en eso, en que nadie me ha ordenado amarla. La amo por que formo parte de ella, por la veo como un fenómeno único, irrepetible, y sobre todo, corto. No creer en la vida despues de la muerte, te hace valorar mucho más a ésta.
Eso me hacer tener una moral, amor por la humanidad, y desear que ésta perdure lo más posible. No tenemos ni juicio final, ni fecha de vencimiento. Depende de nosotros.
Mis mayores respetos y saludos.
Se preguntarán que hago yo aquí. Un ateo confeso y practicante (valga la paradoja). Quizás estoy harto de que toquen el timbre de mi casa y me paren por la calle para decirme que Jesús me ama. Quizás entiendo que es hora de devolver el favor.
Intentaré hacerlo con el mayor respeto, por que además de ateo me considero humanista y pacifista; asi que si en algún momento me paso de la raya quisiera que me lo hagan saber con respeto y ecuanimidad y procuraré pedir las disculpas del caso; de todas formas haré mi mayor esfuerzo para que esa situación no se presente. Mi intervención aquí será corta, reconozco que llegará un dia en que simplemente dejaré de responder, por que no tengo reales esperanzas de convertir ninguno de ustedes al ateísmo ni hay la más minima posibilidad alguna de que uds. hagan de mi un creyente. Simplemente pretendo que uds. sepan un poco más de los ateos, que análogamente a lo que citan en un articulo de vuestra Home Page somos, al menos en EE.UU. la colectividad más discriminada de todas (en la imagen debajo:"Si su partido nominara a una persona bien calificada para presidente, que resultara tener una de estas características, a cual no votaría?" Me llama la atención que los ateos estemos por debajo de los homosexuales, y no es que éstos tampoco merezcan ser discriminados).

Ante todo quiero que entiendan con pelos y señales que clase de mente, o de-mente
1. Muchas características de Jesús, si pensamos en Él (usaré la mayúscula por respeto a ustedes, no por conviccón propia) me parecen muy loables y destacables, máxime en un contexto histórico de la humanidad lleno de impiedades y violencia. Lo concibo en mi mente como un revolucionario político humanista, y nada más que eso. Lo siento.
2. No puedo creer en Dios por que no tampoco puedo descreer de Él. No tengo pruebas concluyentes ni a favor ni en contra de su existencia. Para no extenderme de más, les remito al concepto de la Tetera de Russell.
Alguno dirá que soy un deísta. Al igual que lellos, descreo de las organizaciones religiosas, y cuando se meten en política me provocan pánico. La diferencia entre un ateo y un deísta es, ni más ni menos, la creencia. No la creencia en Dios, sino simplemente la creencia. No necesito creer en nada. Sólo sé lo que sé, y como diría Sócrates, no sé nada. Quizás este es uno de los puntos del mensaje que quiero dejarles. Se puede vivir lo más bien, se puede ser ético y amar al prójimo, sin creer nada. Lo que tengo que común con los deístas, es, en todo caso, que me resultaría demasiado soberbio de mi parte creer que tanto sé de Dios, que tan bien interpreto Su palabra, que tanto puedo saber cuál escritura proviene de la inspiración del Espíritu Santo y cual no.
3. Muchos de uds. admitirán que se guían por sus convicciones o su corazón, lo cual para mi es muy respetable. Mi corazón me dice (y en esto se a puesto de acuerdo con mi razón) todo lo arriba mencionado; y además me dice que en el peor de los casos, en el que esté rematadamente equivocado, y que finalmente mi alma sí será juzgada por Dios, estoy seguro de que mi buena fe (entendiendo fé en el sentido más bien jurídico, de la intención) y mis intenciones constructivas tendrán más peso sobre mis pecados. La oración, como la entiendo yo, es la manifestación personal de esto mismo: Peco por que soy débil, pero mis intenciones son las mejores. Rogarle a ese Dios que entienda ese concepto, es cuando menos, soberbio, como si uno lo entendiera mejor que Él. Si Él es todo sabiduría, no necesita que le recordemos continuamente que nuestros pecados son fruto de nuestra propia debilidad. Me gustaría desarrollar esta idea, pero probablemente no les interese la opinión sobre este punto viniendo de un hombre sin fé (esta vez, sí hablo de fé religiosa.)
4. Los creyentes en Dios o en un dios, aman la vida por ser obra de Éste. El valor de la vida viene de la divinidad, de ser los elegidos de Dios, de ser en mayor o menor medida, el centro del universo; al menos en lo que a Su amor se refiere. (no sé con precisión si uds. reconocen la inmensidad del universo, la posición de la tierra en la galaxia, pero no viene directamente al caso).
Para un ateo como yo, ¿dónde está el valor de la vida? Precisamente en eso, en que nadie me ha ordenado amarla. La amo por que formo parte de ella, por la veo como un fenómeno único, irrepetible, y sobre todo, corto. No creer en la vida despues de la muerte, te hace valorar mucho más a ésta.
Eso me hacer tener una moral, amor por la humanidad, y desear que ésta perdure lo más posible. No tenemos ni juicio final, ni fecha de vencimiento. Depende de nosotros.
Mis mayores respetos y saludos.