¡No seamos tontos!
¡No seamos tontos!
Los ciudadanos de cualquier parte del mundo, medianamente informados y con dos dedos de frente, no vamos ingenuamente a chuparnos el dedo como inocentes niños, creyéndonos la historia del perverso ataque israelí contra la pacífica flotilla que llevaba “ayuda humanitaria”.
Cuando mi país (Uruguay) ha enviado tal ayuda humanitaria como en los todavía recientes terremotos en Haití y Chile, no penetra por el espacio aéreo o marítimo de esas naciones como si entrara en su propia casa, sino acordando primero la ayuda y con los consentimientos pertinentes de las autoridades respectivas de aquellas naciones.
Era evidente el desafío a romper el bloqueo arrostrando las consecuencias, sabiendo que en el peor de los casos harían quedar mal a Israel ante el mundo entero.
Por supuesto que la gran mayoría de esas personas de muchas nacionalidades son pacíficas y bien intencionadas, pero entre ellas se encubren los que nada tienen de pacíficos y menos de bien intencionados, pues su terrorismo angustia, empobrece y mata al propio pueblo palestino, impotente de defenderse de sus “defensores”. Los mejores amigos y benefactores de los palestinos son los israelíes. Estos últimos son su única esperanza real; los “pro palestinos” que militan en diferentes bandos y se matan entre sí, son los más crueles y despiadados enemigos del pueblo entre los que se esconden haciéndolos sufrir.
Podría ser todavía que algunos participantes de aquella malograda expedición se animen a decir la verdad de los hechos ya seguros en su propio país. ¿Pero quién de ellos se sentiría realmente seguro por lejos que viva del alcance de los esbirros del fanatismo? El que hable, o escriba, corre peligro.
Hagamos nuestro mejor esfuerzo por pensar despiertos, con madurez e inteligencia.
Ricardo.
¡No seamos tontos!
Los ciudadanos de cualquier parte del mundo, medianamente informados y con dos dedos de frente, no vamos ingenuamente a chuparnos el dedo como inocentes niños, creyéndonos la historia del perverso ataque israelí contra la pacífica flotilla que llevaba “ayuda humanitaria”.
Cuando mi país (Uruguay) ha enviado tal ayuda humanitaria como en los todavía recientes terremotos en Haití y Chile, no penetra por el espacio aéreo o marítimo de esas naciones como si entrara en su propia casa, sino acordando primero la ayuda y con los consentimientos pertinentes de las autoridades respectivas de aquellas naciones.
Era evidente el desafío a romper el bloqueo arrostrando las consecuencias, sabiendo que en el peor de los casos harían quedar mal a Israel ante el mundo entero.
Por supuesto que la gran mayoría de esas personas de muchas nacionalidades son pacíficas y bien intencionadas, pero entre ellas se encubren los que nada tienen de pacíficos y menos de bien intencionados, pues su terrorismo angustia, empobrece y mata al propio pueblo palestino, impotente de defenderse de sus “defensores”. Los mejores amigos y benefactores de los palestinos son los israelíes. Estos últimos son su única esperanza real; los “pro palestinos” que militan en diferentes bandos y se matan entre sí, son los más crueles y despiadados enemigos del pueblo entre los que se esconden haciéndolos sufrir.
Podría ser todavía que algunos participantes de aquella malograda expedición se animen a decir la verdad de los hechos ya seguros en su propio país. ¿Pero quién de ellos se sentiría realmente seguro por lejos que viva del alcance de los esbirros del fanatismo? El que hable, o escriba, corre peligro.
Hagamos nuestro mejor esfuerzo por pensar despiertos, con madurez e inteligencia.
Ricardo.