Cómplices

18 Noviembre 1998
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Cómplices
Eulogio López


Figúrense si la ley tendrá influencia moral que provoca complicidad. Reconozco que nunca lo había visto así, pero las palabras de un editor amigo me hicieron caer en ello.

Se van a cumplir 16 años de la aprobación de la ley del aborto, y estamos a punto de "festejar" los 20 años de la instauración del divorcio en España. En ese tiempo, se han matado (sí, matado, que no otra cosa es abortar) a más de 600.000 niños no nacidos en España. Es decir, el mismo número de muertos que durante la Guerra Civil (bastante incivil) española.

La despenalización realizada por los socialistas estuvo repleta de las habituales mentiras de la cultura de la muerte. Por ejemplo, se practicaban en España 300.000 abortos clandestinos: mentira. La despenalización iba a reducir el número de abortos en condiciones sanitarias peligrosas: mentira. Se trataba de ayudar a madres en dificultades: mentira, porque el supuesto de peligro para la salud psíquica de la madre se ha convertido en un coladero para desaprensivas. De lo que se trataba era de matar y de no comprometerse con la vida. Porque la muerte tiene un poder de atracción morboso y porque los niños implican responsabilidad e incomodidad.

Pero, tras 16 años, se ha creado un mercado de la muerte, con empresas perfectamente organizadas, que precisan clientes y que obtienen beneficios (todavía no se de ninguna clínica abortista que haya quebrado). Pero, sobre todo se ha generado una complicidad social. Una parte, una buena parte, a tenor de esos 600.000 abortos durante 16 años, se ha visto implicado en la gran matanza. O es una mujer que ha abortado, o un padre o una amiga que ha aconsejado hacerlo, o un novio que ha presionando para que se haga, o un psicólogo o un médico que han colaborado en ello, etc. En definitiva, muchos más de esos 600.000 han atravesado la línea. Y cuando se atraviesa esa línea de la crueldad con el débil, entonces surge el mecanismo mental más poderoso que existe: o se vive como se piensa o se acaba pensando como se vive. Y un segundo mecanismo, igualmente tétrico: ¿Cómo va a ser malo el aborto si yo he abortado o ha abortado alguien muy próximo a mí, incluso muy querido por mí?

Y a partir de esa línea es cuando surge el fanatismo. No es que el aborto sea un mal necesario, es que es algo bonísimo, que debería ser practicado por todos. Ya no se trata de solicitar el aborto libre, sino el aborto obligatorio. Convirtamos a nuestros próximos en cómplices, en conniventes de la gran matanza, porque sólo la masificación de la barbarie consigue su absolución en el consciente colectivo. A más a más, naturalmente, aquel que defiende la vida del más indefenso no es que esté equivocado: es una canalla, un fascista. Porque, ¿cómo va a resultar honrada su postura? ¿Acaso no repara en los cientos de miles de personas que han abortado o colaborado con el aborto? ¿Pueden acaso equivocarse tantos cientos de miles de personas? Con razón decía Julián Marías que lo más grave que ha sucedido en el siglo XX no es el aborto, sino la aceptación social del aborto.

Con el divorcio ocurre algo similar. El número de separaciones y divorcios en España (tras 20 años de ley divorcista, caminamos hacia el millón de divorcios) se aproxima ya al de matrimonios. Ya hay en España una generación de hijos de separados que, naturalmente, y eso les honra, dicho sea de paso, tratarán de comprender y justificar la actitud de sus padres, al igual que estos, no tratarán de comprender, sino que se enorgullecerán de haber roto su compromiso vital más profundo.

Veinte años después de la aprobación del divorcio, 16 años después de la legalización del aborto, España es una sociedad enferma, algo en lo que está de acuerdo demasiada gente demasiado diversa. A lo mejor ambos fenómenos guardan una relación interna, más allá de la coincidencia cronológica. Pero lo planteo como una posibilidad, no vaya a estar incurriendo en fascismo fehaciente.
 
¡¡¡ Eso fue lo que hubo en Trento !!!


UN DIVORCIO, O MEJOR DICHO, UN REPUDIO DE LA HERMANA QUE ERA TAMBIÉN ESPOSA.


Hoy, sigue habiendo ese repudio por ambas partes :(


Maripaz