Cómo me entregaré a Dios
Señor, ¿Cómo me entregaré a ti?
Deseo hacer tu voluntad, pero sois moralmente débil y sujeto a la duda, dominado por mis malos hábitos de mi mala vida. Mis promesas y resoluciones son tan frágiles como telas de araña.
No puedo gobernar mis pensamientos, impulsos y afectos. El conocimiento de
mis promesas no cumplidas y de mis votos quebrantados debilita mi confianza en
mi propia sinceridad y me induce a sentir que tu no me aceptas.
Hijo, no te desespere. Lo que necesitas comprender es la verdadera fuerza de la voluntad. Este es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre: el poder de decidir o de elegir. Todas las cosas dependen de la correcta acción de la voluntad. Dios ha dado a los hombres el poder de elegir; depende de Ustedes el ejercerlo. Muchas veces eligen mal.
Veo que no puedes cambiar tu corazón, ni darme tus afectos por ti mismo, pero puedes
elegir servirme. Puedes darme tu voluntad, para que yo obre en ti, tanto el querer como él
hacer, según la voluntad de mi padre. De ese modo tu naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu Santo, tus afectos se concentrarán en él y tus pensamientos se pondrán en armonía con él.
Tu deseo de ser bondadosos y bueno es correcto; pero, si sólo llegas hasta ahí de nada te valdrá. Muchos se perderán esperando y deseando ser buenos cristianos. Pero sino entregan su vida completa a mi padre para hacer su voluntad nunca lo lograran.
Por medio de tu elección correcta del ejercicio de tu voluntad, puedes lograr un cambio completo en tu vida. Dame tu voluntad y te unirás con el poder que está sobre todo principado y potestad. Tendrás fuerza de lo alto para sostenerte firme, y rindiéndote así constantemente a Dios, serás fortalecidos para vivir una vida nueva, es a saber, la vida de la fe. Entrega tu vida a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo.
Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios y será cada vez más semejante a la él.
¡Señor! Tómame como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame en tu servicio. Mora conmigo y ayúdame hacer tu voluntad.
Manuel
Señor, ¿Cómo me entregaré a ti?
Deseo hacer tu voluntad, pero sois moralmente débil y sujeto a la duda, dominado por mis malos hábitos de mi mala vida. Mis promesas y resoluciones son tan frágiles como telas de araña.
No puedo gobernar mis pensamientos, impulsos y afectos. El conocimiento de
mis promesas no cumplidas y de mis votos quebrantados debilita mi confianza en
mi propia sinceridad y me induce a sentir que tu no me aceptas.
Hijo, no te desespere. Lo que necesitas comprender es la verdadera fuerza de la voluntad. Este es el poder que gobierna en la naturaleza del hombre: el poder de decidir o de elegir. Todas las cosas dependen de la correcta acción de la voluntad. Dios ha dado a los hombres el poder de elegir; depende de Ustedes el ejercerlo. Muchas veces eligen mal.
Veo que no puedes cambiar tu corazón, ni darme tus afectos por ti mismo, pero puedes
elegir servirme. Puedes darme tu voluntad, para que yo obre en ti, tanto el querer como él
hacer, según la voluntad de mi padre. De ese modo tu naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu Santo, tus afectos se concentrarán en él y tus pensamientos se pondrán en armonía con él.
Tu deseo de ser bondadosos y bueno es correcto; pero, si sólo llegas hasta ahí de nada te valdrá. Muchos se perderán esperando y deseando ser buenos cristianos. Pero sino entregan su vida completa a mi padre para hacer su voluntad nunca lo lograran.
Por medio de tu elección correcta del ejercicio de tu voluntad, puedes lograr un cambio completo en tu vida. Dame tu voluntad y te unirás con el poder que está sobre todo principado y potestad. Tendrás fuerza de lo alto para sostenerte firme, y rindiéndote así constantemente a Dios, serás fortalecidos para vivir una vida nueva, es a saber, la vida de la fe. Entrega tu vida a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo.
Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Sea puesta así tu vida en las manos de Dios y será cada vez más semejante a la él.
¡Señor! Tómame como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame en tu servicio. Mora conmigo y ayúdame hacer tu voluntad.
Manuel