CÓMO LA CIENCIA CREÓ LA MEDICINA MORTAL

28 Julio 2004
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Edición del 12 al 19 de diciembre de 2004

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[font=Georgia, Times New Roman, Times, serif]Norbert P. va a ser asesinado y llora en las piernas de su enfermera. Quizás le han diagnosticado retraso mental. En la vieja foto aparece de cuatro años; su pediatra hará que no cumpla cinco.[/font]

<TABLE cellSpacing=0 cellPadding=0 width=500 border=0><TBODY><TR><TD width=255>[font=Arial, Helvetica, sans-serif]Francisco Ayala Silva
Washington
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</TD></TR><TR><TD>[font=Arial, Helvetica, sans-serif]El Dr. Eugene Fisher, director del instituto Emperador Guillermo de Antropologia, Eugenesia y Herencia Humana. Sostenía que la mezcla de “sangre negra” con “sangre blanca” traería la decadencia de la cultura europea.[/font]</TD></TR></TBODY></TABLE>

[font=Arial, Helvetica, sans-serif]Decenas de fotos de asesinados están en el Museo Conmemorativo del Holocausto en Washington D.C., Estados Unidos, con documentos, libros y filmes.
Son parte de la exhibición “Medicina mortal: Creando la raza superior” que muestra a la ciencia asesinando a decenas de miles de alemanes enfermos, adultos y niños, antes de asesinar judíos, gitanos, eslavos y otros “pueblos inferiores”.

Porque el Holocausto se basó en la ciencia. Hace un siglo la desigualdad de las razas humanas se enseñaba en universidades; los científicos decían que los negros eran mentalmente inferiores y que los judíos eran especie diferente.

Médicos y abogados pedían la muerte de los desvalidos y el suicidio de los inválidos de la Primera Guerra Mundial. El antropólogo Franz Boas se oponía a gritos en Nueva York. Él era un inmigrante alemán de baja estatura, barbado, con cicatriz en la cara.

Boaz y sus discípulos demostraron que la educación “separada pero igual” que se ofrecía a los niños negros creaba una población empobrecida de todo, pero rica en autodesprecio. Hace 50 años se declaró ilegal la discriminación en las escuelas de Estados Unidos; hace 35 todavía había escuelas rechazando niños negros.

Era lógico que algún día un poder absoluto aplicaría la ciencia para ”mejorar” a su población. Y llegó Hitler.

Hombres y superhombres


“El nazismo es la biología aplicada”, dijo Herman Hesse, segundo de Adolfo Hitler. Los nazis creían en la ley de Darwin: el más fuerte sobreviviría. Dos millones de alemanes fuertes habían muerto en la Primera Guerra Mundial y los científicos alemanes pensaban que locos y enfermos se multiplicaban mientras los alemanes educados tenían pocos hijos.

La respuesta fue la eugenesia, término creado por el científico inglés Francis Galton (1822-1911). Viene del griego “buen nacimiento” y es la aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana. Gracias a la industrializacion había mucho que perfeccionar o eliminar: delincuencia y miseria. Pronto había socialistas y conservadores pidiendo la esterilización de los “grupos inferiores”.

Los eugenistas consiguieron que se aprobaran leyes para esterilizar delincuentes en Canadá, Estados Unidos y Suiza. Hitler iba mucho más allá: declaró indeseables a los delincuentes, enfermos mentales y se consideró como modelo físico a los pueblos nórdicos.
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</TD></TR><TR><TD>[font=Arial, Helvetica, sans-serif]Empleados del Aktion T-4 se relajan luego de una jornada de trabajo. Se encargaban de los programas de eutanasia en pacientes adultos de instituciones privadas, estatales y religiosas. Administracion Nacional de Archivos y Registros [/font]</TD></TR></TBODY></TABLE>

[font=Arial, Helvetica, sans-serif]“Los nazis creían que las poblaciones, o ‘razas’ poseían genes ‘buenos’ y ‘malos’”, dice la curadora de la exhibición Susan Bachrach. Eran genéticamente enfermos los esquizofrénicos, los epilépticos, los maniacodepresivos, los ciegos y los sordos genéticos, y los alcohólicos crónicos. En especial desconfiaban de los judíos, aun de los conversos al cristianismo.

Para proteger la raza germana se prohibieron los matrimonios entre “saludables hereditarios” y personas consideradas genéticamente impuras. Se persiguió lo que atentaba contra la reproducción, como el aborto y, según los nazis, la homosexualidad.

Era un deber de las madres engendrar cuatro, cinco o seis hijos. Se ofrecieron facilidades fiscales a las familias fértiles y se buscó mejorar la salud de la población. En 1936 se creó una oficina que combatía el aborto y la homosexualidad.

(NOTA: La prohibición de matrimonios entre blancos y negros ya existía en muchos estados norteamericanos y duró hasta los años 60).

Cuando los nazis controlaron Alemania, la eugenesia alcanzó todo —los maestros judíos fueron despedidos y se iniciaron las esterilizaciones masivas. Casi todos los mejores genetistas, siquiatras y antropólogos participaron en cortes especiales que decidieron la esterilización de unos 400,000 alemanes. Los hombres eran vasectomizados, pero cientos de mujeres murieron cuando se les operó para atar sus trompas de falopio.

Aktion T-4


Karl Brandt, médico de Hitler y Comisionado del Reich para Salud y Salubridad, testificó luego de la guerra que, en 1939, su caudillo recomendó matar a los enfermos incurables. Los aliados ahorcaron a Brandt y al director del programa de eutanasia, Viktor Brack.

El programa comenzó matando niños nacidos con deformidades y continuó con adultos “improductivos”, como los inválidos o enfermos mentales. Era un programa secreto llamado Aktion T-4, por Tiergartenstrasse 4, la dirección de los cuarteles generales en Berlín. Sería la primera matanza científica. En 1939 había 300,000 pacientes mentales en Alemania. En 1946 quedaban 40,000.

Un médico supervisaba la muerte y trataba de hacerla indolora. Los asesinos eran pediatras, siquiatras, enfermeros. Muchos se habían opuesto a la eutanasia, pero ahora lo hacían por su patria.

La operación terminó en el verano de 1941 cuando las iglesias se oponían abiertamente y había manifestaciones callejeras. Hitler, en guerra profunda en la Unión Soviética, no quería descontento interno. Discretamente ordenó el final de las eutanasias al T-4.
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<TABLE cellSpacing=1 cellPadding=0 width=150 align=right border=0><TBODY><TR><TD>
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</TD></TR><TR><TD>[font=Arial, Helvetica, sans-serif]Johannes Hauk (atrás del nino rubio) era el hijo de una mujer alemana y un soldado argelino del ejercito francés que ocupaba el oeste alemán en las riveras del Rin luego de la Primera Guerra Mundial. Él fue esterilizado a los 16 años, en 1937. Ese año, los nazis esterilizaron a unos 500 ninos racialmente mezclados. Foto de Hans Hauk [/font]</TD></TR></TBODY></TABLE>

[font=Arial, Helvetica, sans-serif]Pero las médicos alemanes retuvieron su poder de matar en su práctica privada. Continuaron matando infantes retardados o deformes DURANTE la ocupación aliada.

La peor época fue durante los salvajes bombardeos aliados, cuando los soviéticos caían sobre Europa y las poblaciones alemanas abandonaban sus asentamientos históricos en Prusia Oriental. Para escapar ligeros, las policías ejecutaban a los internos de manicomios, delincuentes juveniles, homosexuales, antisociales, presos políticos, ancianos de asilos y obreros eslavos.
Nuevas muertes

Desde enero de 1940 hasta agosto de 1941 murieron unos 70,000 enfermos. Entonces, T-4 fue a matar gitanos y judíos. En 1942 fue al campo de exterminio de Lublin y mató a 1,750,000 personas. Luego creó su propio campo de concentración en la arrocería de San Sabba, en Trieste, Italia.

Se declaró que las tribus gitanas sinti y roma eran “enfermos hereditarios” y así se exterminó a poblaciones enteras. Los homosexuales fueron asesinados o esterilizados por decenas de miles. Por millones fueron asesinados los polacos y eslavos del Báltico, quienes se desquitaban entregando o matando judíos.

Según el escritor Henry Friedlander, los burócratas del T-4 eran seres opacos y jóvenes. Pocos mataban por amor al partido, pero todos tenían amor al dinero: buscaban promociones, empleos, influencia. Eran burócratas eficientes, todos visitaban los campos de muerte, veían a los prisioneros, contemplaban el baño de gas. Todos compartían el desprecio por los inválidos, los judíos, los gitanos y las razas de piel oscura.

Imagine a la población total de salvadoreños, aun a los emigrantes, e imagínela muerta. Así murieron los judíos; había desaparecido la cultura que produjo la literatura yiddish y a Franz Kafka, cuya familia pereció en los campos de exterminio.

¿Qué pasó con los asesinos luego de la derrota alemana?
Muy poco: 23 médicos fueron juzgados, 15 fueron encontrados culpables y siete fueron ahorcados, aunque la mayoría de pediatras alemanes participó en los asesinatos. Unos volvieron a ejercer la medicina bajo nombre falso.

Nadie los denunció y la comunidad médica alemana nunca ha reconocido, examinado ni aceptado los asesinatos, dice Hugh Gregory Galagher, historiador a quien la poliomieltis arrebató el uso de brazos y piernas.

Él menciona el caso de Alexander Mitshcherlich, joven siquiatra que, en 1949, publicó un libro sintetizando la evidencia del tibunal de Nuremberg que juzgó a los médicos. El libro fue denunciado como ataque “al honor inviolable de la medicina alemana” y su autor fue calificado de “traidor a su patria”. Las universidades han expulsado a estudiantes de medicina que tratan de discutir el tema.

Hay mucho que discutir. Julius Hallervorden, quien hacía estudios con cerebros cosechados entre los niños asesinados, siguió estudiándolos hasta que fueron enterrados en un cementerio de Munich en 1990.

Robert Ritter, sicólogo infantil y experto en delincuencia juvenil, compiló una lista de gitanos europeos que permitió llevarlos a los campos de exterminio. Ernst Rüdin ayudó a desarrollar los procesos de esterilización. Ernst Wentzler, pediatra que mató a millares de niños, murió en 1973. Ninguno fue juzgado.

Carl Clauberg, ginecólogo, mató unas 700 mujeres buscando un método eficiente de esterilización. Su procedimiento favorito era bañarles el útero con tóxicos. Capturado por los soviéticos y liberado en 1955, las autoridades alemanas lo recapturaron y murió en 1957 antes de ser juzgado. Otro verdugo, Paul Nitsche, fue ejecutado en Alemania Oriental en 1948.
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Hasta abril 2005

La exhibición “Deadly medicine: Creating the master race” se abrió el 22 de abril y permanecerá abierta hasta el 21 de abril de 1995.
El Museo Conmemorativo del Holocausto fue creado por el gobierno de Estados Unidos, abre siete días a la semana y cierra únicamente en la festividad judía del Yom Kippur y la Navidad cristiana. La entrada es gratuita.

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Fuente: http://www.elsalvador.com/hablemos/2004/121204/121204-5.htm