Cómo juzgar a los Gobernantes

Bart

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24 Enero 2001
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http://www.protestantedigital.com/actual/claves.htm

WENCESLAO CALVO

<CENTER>Cómo juzgar a los Gobernantes

‘...hizo lo recto ante los ojos del Señor.' ( 1 Reyes 15:11)
‘...hizo lo malo ante los ojos del Señor.' ( 1 Reyes 15:26)
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De las dos cuestiones que dijimos que un cristiano puede y debe hacer por los gobernantes ya mencionamos el hecho de orar por ellos; vamos a acometer ahora la segunda que consiste en evaluar o juzgar lo que hacen ellos. Al hablar de juzgar no me refiero a la mala costumbre que tenemos de denigrar, descalificar y criticar a diestro y siniestro no dejando títere con cabeza, por el mero placer de acusar y desacreditar, especialmente a los que nos resultan antipáticos o no acordes con nuestra ideología.

Esa tendencia, innata en el ser humano, es reprobable desde todo punto de vista aunque muy difícil de desarraigar del corazón. Pero dicho esto, eso no quiere decir que no debamos emitir un juicio equilibrado y ponderado sobre las actuaciones de los gobernantes, lo mismo que sobre las demás personas; no hacerlo sería una irresponsabilidad que podría acarrear graves consecuencias. Por poner un ejemplo al respecto: hoy sabemos que el silencio o la connivencia con los nazis, por buena parte de los dirigentes eclesiásticos de Alemania, ayudó a que la bestia hiciera lo que hizo.

¿Tenemos criterios sólidos, más allá de nuestras simpatías o antipatías, para ejercer dicha responsabilidad? O, poniendo la pregunta de otra manera ¿Se evalúa en la Biblia a los gobernantes aprobando o condenando lo que han hecho? Y si es así ¿cuáles son las pautas para hacerlo?

Hay dos frases repetitivas en los dos libros de Reyes de la Biblia que sirven para, de una manera escueta pero directa, emitir un juicio de aprobación o reprobación sobre el gobierno de los reyes allí mencionados. Esas dos frases son la que encabezan este artículo y aunque son tan cortas contienen abundante enseñanza sobre la cuestión que tenemos entre manos:

• El criterio para hacer esa evaluación es moral.
Las frases ‘lo recto' o ‘lo malo' indican que la esfera determinante para la aprobación o condenación de un gobernante es de índole moral. Como veremos más abajo es posible ser competente en muchas facetas, pero la nota final viene definida, no por los logros en tal o cual campo, sino por la rectitud o la maldad en el ejercicio del gobierno.

• Ese criterio de moralidad no lo define el hombre sino Dios,
de ahí la expresión ‘ante los ojos del Señor'. Eso quiere decir que podemos encontrarnos con la sorpresa de que gobernantes aprobados por los hombres son reprobados por Dios y viceversa, gobernantes repudiados por los hombres son aceptos ante Dios, porque no son los criterios humanos de moralidad los árbitros finales en esta cuestión sino los criterios divinos. Por esta razón deberíamos ser más prudentes en nuestras calificaciones no sea que nos hallemos aplaudiendo a quien Dios condena o condenando a quien Dios aprueba.

• ¿Dónde encontrar ese criterio de moralidad por el que Dios aprueba o rechaza a un gobernante?
Solamente hay una respuesta a esta pregunta: en la ley de Dios. Allí tenemos las pautas que diferencian el bien del mal. Los Diez Mandamientos son la expresión de la voluntad de Dios y en los mismos se recogen los principios por los que juzgar la actuación de un gobernante. En la primera tabla está contenido el temor de Dios y en la segunda el respeto al prójimo, siendo ambas tablas inseparables entre sí. En la segunda tabla se establece el respeto a la familia (compuesta no de padre y padre o madre y madre sino de padre y madre), el respeto a la vida, el respeto a la sexualidad, el respeto a la propiedad y el respeto al honor.

De acuerdo a tal criterio solamente hay dos calificaciones posibles: aprobados y reprobados, si bien dentro de cada una de ellas hay matices; por ejemplo, en algunos casos de gobernantes de Israel o de Judá se añade una coletilla en la que se agranda (‘hizo peor que todos los que habían reinado antes de él') o se aminora (‘aunque no como su padre y su madre') su aprobación o reprobación. Es decir, que se puede ser suspendido con un rotundo cero o con un cuatro, o aprobado con un cinco raspado o con un sobresaliente.

• Ese criterio es siempre el mismo, independientemente de la época
en la que esos gobernantes vivieron. Los libros de Reyes cubren un periodo de algo más de 500 años, pero los criterios de Dios para juzgar lo que hizo David (quien vivió en el siglo XI a.C.) son los mismos que para juzgar lo que hizo Sedequías (quien vivió en el siglo VI a.C.). En otras palabras, se trata de criterios intemporales e inmutables, válidos para todos y para todas las épocas.

• Esos criterios se aplican por igual a gobernantes ‘religiosos',
como David, que a gobernantes ‘laicos', como Omri. Es decir, de la misma manera que la ignorancia de la ley no exime de su cumplimento, tampoco el no reconocimiento de la ley excusa de la obligación de cumplirla. Dicho de otra manera, que alguien alegue que no se le pueden aplicar esos criterios porque él no cree en los mismos es como decir que un tribunal depende para ejercer su función de su reconocimiento por parte del delincuente.

Algunos de los gobernantes juzgados fueron grandes constructores (como Omri, que edificó Samaria), otros grandes estrategas (como Acab, que derrotó a los sirios dos veces), otros grandes administradores y reconquistadores (como Jeroboam II, que recuperó territorio perdido). Esos reyes promovieron la prosperidad, el bienestar y el progreso; pero con todo salen condenados, porque moralmente fueron un fracaso. Eso indica que el factor determinante para evaluar a un gobernante no nos lo dan los datos económicos ni materiales.

Finalmente, hay casi 30 ocasiones en las que aparece la frase ‘... hizo lo malo ante los ojos del Señor.' frente a menos de 10 en las que aparece la frase ‘... hizo lo malo ante los ojos del Señor.', lo cual nos enseña una dura verdad sobre la naturaleza humana, también sobre la de los gobernantes: que lo malo sobrepuja a lo bueno. Por eso es imprescindible el evangelio.

Que Dios nos ayude, pues, a orar por ellos y a evaluarlos a ellos porque ambas cosas son su voluntad.


Wenceslao Calvo es conferenciante, predicador y pastor en una iglesia de Madrid.
© W. Calvo, 2005, ProtestanteDigital.com, Madrid, España
http://www.protestantedigital.com