<IMG SRC="angel.gif" border="0"> <IMG SRC="corazon.gif" border="0"> Como el discípulo amado, así es la Iglesia
Jesús entregó al discípulo a quien él amaba a su madre María:. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa (Jn 19, 27). Hoy en día ¿en qué casa es María recibida?
¿Por qué honramos a María? Por muchas razones pero siempre lo principal es que al honrar a María seguimos el ejemplo de Dios y de su hijo Jesucristo, quienes la honraron. El ángel Gabriel portavoz de Dios, llevando el mensaje del Padre, le dijo: Salve muy favorecida (llena de gracia) (Lc 1, 27). También dijo: Bendita tú entre las mujeres. Dios Padre la honra aquí dos veces. Dios "exaltó" a María (1, 52).
Elizabet llena del Espíritu Santo (Lc 1, 41) también le dijo, Bendita. Entre todas las mujeres ... bienaventurada (Lc 1, 42 y 45). El teólogo evangélico, Rodelo Wilson , afirma que: "Bendita tú entre todas " es una forma hebrea de decir la más bendita de todas las mujeres (9) . María es la única llamada "bienaventurada" personalmente por Dios. Las personas que verdaderamente están llenas del Espíritu Santo como Elizabet no tienen reservas para honrar a María. Además, Elisabet era la prima de María; probablemente se visitaban frecuentemente. Pero cuando Elisabet se enteró de la identidad única de María su reacción fue como la de un católico no como la de un protestante. Tuvo un profundo sentido de reverencia en la presencia de la grandeza de María: ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí (Lc 1, 43)?
Y Jesús la honró también. Él dice que no vino para destruir la ley, sino para cumplirla (Mt 5, 17-18 y Lc 16, 17). Jesús, siendo Dios cumplió perfectamente la Ley moral. Ahora, ¿cuál es el corazón de la ley?, los 10 mandamientos. Jesús los cumplió perfectamente. Y el mandamiento cuarto dice Honrarás a tu padre y a tu madre. El honró perfectamente a María. Jesús, aunque ahora glorificado, queda un hombre para siempre. Entonces él sigue siendo el Hijo de María. Por eso, la Iglesia católica, que ama tanto a Jesús, quiere seguir su ejemplo. Si Jesús la ama tanto, así la amamos nosotros. Qué tontería sería pensar que un amigo tuyo no pueda amar a tu mamá, porque esto disminuiría el afecto que él tiene por ti. Al contrario, si te quiere de verdad, te honra al amar a los que tu amas.
Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa (Jn 19, 26-27). Jesús tuvo muchos amigos, pero uno era el discípulo a quien él amaba. Jesús sí ama a todos por igual, porque él es amor. Pero uno fue "el amado". Y a él Jesús entregó a su madre. Jesús ama a todos sus hijos, pero los que quieren ser como "el discípulo a quién Jesús ama", reciben a María también. Leemos en Mateo que el ángel del Señor le dijo a José que no temiera recibir a María (Mt 1, 20). ¿Tendrán los hermanos miedo de recibirla? Al fin y al cabo, si Dios nos puede bendecir (Ef 1, 3), cuánto más bendice a la madre de su Hijo. En esta cita, Pablo bendice a Dios Padre y a Jesús! ("Alabamos a Dios Padre" dice Dios Habla Hoy. O sea, "bendecir" es igual a "alabar"!) Y dice que Dios Padre nos bendice a nosotros utilizando la misma palabra.
En la revista evangélica La Buena Semilla hay un artículo que se titula (marzo-abril 1996, p. 16): "La oración, madres intercesoras por los hijos", y afirma lo siguiente: "Dios quiere bendecir a nuestros hijos y El ha dado a los padres y madres cierta autoridad espiritual en la vida de ellos (¡María en relación con Jesús!). Por lo tanto, la oración de una madre a favor de sus hijos es una oración poderosa... cada madre puede orar eficazmente por sus hijos... Tengamos hijos propios o no, por el simple hecho de ser mujer, Dios nos ha capacitado para la maternidad. Esto implica la habilidad de tener emociones de compasión, ternura... El puede usar estas cualidades para que seamos excelentes intercesoras..." (p. 16). ¡Imagínate la madre de Jesucristo entonces!
En el capítulo 12 del Apocalipsis encontramos cuatro personajes en batalla que representan a grupos de pueblos y a personas específicas. La mujer con el hombre-hijo es María con Jesús. Juan (aludiendo a Génesis 3, 15) en el versículo 17 dice: Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. Si tú, hermano, guardas los mandamientos" y "tienes el testimonio de Jesucristo, eres de la descendencia de María. Eres su hijo espiritualmente. ¿O quieres aliarte con el dragón en contra de María? Por eso, cuando Juan recibió a María como su mamá al pie de la cruz lo hizo en nombre de todos los que tienen testimonio de Jesucristo.
Un argumento que usan los hermanos es Juan 2, 4 para decir que Jesús estuvo contra María: ¿Qué tienes conmigo mujer? (10) Aún no ha venido mi hora. Pero se ve que no fue así. María que vivió 30 años con Jesús lo conoce demasiado. Ella sabía que Jesús no la regañó porque ella dijo a los sirvientes: Haced todo lo que os dijere (Jn 2, 5). "Mi hora", era la hora en que Jesús iba a ser glorificado. Era anticipada en el milagro de cambiar el agua a vino, en el cual ella participó: Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él (Jn 2, 11). Con la intervención de María, Jesús comenzó su ministerio manifestando su gloria, y sus discípulos creyeron. Era imposible que Jesús hubiera despreciado a María si cumplía perfectamente el cuarto mandamiento, especialmente cuando María, por querer ayudar a los casados, estaba actuando por un amor desbordado. ¿Será que Jesús le castigaría por la caridad que ella mostró? María siempre apunta hacia él: haced todo lo que os dijere
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Jesús entregó al discípulo a quien él amaba a su madre María:. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa (Jn 19, 27). Hoy en día ¿en qué casa es María recibida?
¿Por qué honramos a María? Por muchas razones pero siempre lo principal es que al honrar a María seguimos el ejemplo de Dios y de su hijo Jesucristo, quienes la honraron. El ángel Gabriel portavoz de Dios, llevando el mensaje del Padre, le dijo: Salve muy favorecida (llena de gracia) (Lc 1, 27). También dijo: Bendita tú entre las mujeres. Dios Padre la honra aquí dos veces. Dios "exaltó" a María (1, 52).
Elizabet llena del Espíritu Santo (Lc 1, 41) también le dijo, Bendita. Entre todas las mujeres ... bienaventurada (Lc 1, 42 y 45). El teólogo evangélico, Rodelo Wilson , afirma que: "Bendita tú entre todas " es una forma hebrea de decir la más bendita de todas las mujeres (9) . María es la única llamada "bienaventurada" personalmente por Dios. Las personas que verdaderamente están llenas del Espíritu Santo como Elizabet no tienen reservas para honrar a María. Además, Elisabet era la prima de María; probablemente se visitaban frecuentemente. Pero cuando Elisabet se enteró de la identidad única de María su reacción fue como la de un católico no como la de un protestante. Tuvo un profundo sentido de reverencia en la presencia de la grandeza de María: ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí (Lc 1, 43)?
Y Jesús la honró también. Él dice que no vino para destruir la ley, sino para cumplirla (Mt 5, 17-18 y Lc 16, 17). Jesús, siendo Dios cumplió perfectamente la Ley moral. Ahora, ¿cuál es el corazón de la ley?, los 10 mandamientos. Jesús los cumplió perfectamente. Y el mandamiento cuarto dice Honrarás a tu padre y a tu madre. El honró perfectamente a María. Jesús, aunque ahora glorificado, queda un hombre para siempre. Entonces él sigue siendo el Hijo de María. Por eso, la Iglesia católica, que ama tanto a Jesús, quiere seguir su ejemplo. Si Jesús la ama tanto, así la amamos nosotros. Qué tontería sería pensar que un amigo tuyo no pueda amar a tu mamá, porque esto disminuiría el afecto que él tiene por ti. Al contrario, si te quiere de verdad, te honra al amar a los que tu amas.
Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa (Jn 19, 26-27). Jesús tuvo muchos amigos, pero uno era el discípulo a quien él amaba. Jesús sí ama a todos por igual, porque él es amor. Pero uno fue "el amado". Y a él Jesús entregó a su madre. Jesús ama a todos sus hijos, pero los que quieren ser como "el discípulo a quién Jesús ama", reciben a María también. Leemos en Mateo que el ángel del Señor le dijo a José que no temiera recibir a María (Mt 1, 20). ¿Tendrán los hermanos miedo de recibirla? Al fin y al cabo, si Dios nos puede bendecir (Ef 1, 3), cuánto más bendice a la madre de su Hijo. En esta cita, Pablo bendice a Dios Padre y a Jesús! ("Alabamos a Dios Padre" dice Dios Habla Hoy. O sea, "bendecir" es igual a "alabar"!) Y dice que Dios Padre nos bendice a nosotros utilizando la misma palabra.
En la revista evangélica La Buena Semilla hay un artículo que se titula (marzo-abril 1996, p. 16): "La oración, madres intercesoras por los hijos", y afirma lo siguiente: "Dios quiere bendecir a nuestros hijos y El ha dado a los padres y madres cierta autoridad espiritual en la vida de ellos (¡María en relación con Jesús!). Por lo tanto, la oración de una madre a favor de sus hijos es una oración poderosa... cada madre puede orar eficazmente por sus hijos... Tengamos hijos propios o no, por el simple hecho de ser mujer, Dios nos ha capacitado para la maternidad. Esto implica la habilidad de tener emociones de compasión, ternura... El puede usar estas cualidades para que seamos excelentes intercesoras..." (p. 16). ¡Imagínate la madre de Jesucristo entonces!
En el capítulo 12 del Apocalipsis encontramos cuatro personajes en batalla que representan a grupos de pueblos y a personas específicas. La mujer con el hombre-hijo es María con Jesús. Juan (aludiendo a Génesis 3, 15) en el versículo 17 dice: Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. Si tú, hermano, guardas los mandamientos" y "tienes el testimonio de Jesucristo, eres de la descendencia de María. Eres su hijo espiritualmente. ¿O quieres aliarte con el dragón en contra de María? Por eso, cuando Juan recibió a María como su mamá al pie de la cruz lo hizo en nombre de todos los que tienen testimonio de Jesucristo.
Un argumento que usan los hermanos es Juan 2, 4 para decir que Jesús estuvo contra María: ¿Qué tienes conmigo mujer? (10) Aún no ha venido mi hora. Pero se ve que no fue así. María que vivió 30 años con Jesús lo conoce demasiado. Ella sabía que Jesús no la regañó porque ella dijo a los sirvientes: Haced todo lo que os dijere (Jn 2, 5). "Mi hora", era la hora en que Jesús iba a ser glorificado. Era anticipada en el milagro de cambiar el agua a vino, en el cual ella participó: Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él (Jn 2, 11). Con la intervención de María, Jesús comenzó su ministerio manifestando su gloria, y sus discípulos creyeron. Era imposible que Jesús hubiera despreciado a María si cumplía perfectamente el cuarto mandamiento, especialmente cuando María, por querer ayudar a los casados, estaba actuando por un amor desbordado. ¿Será que Jesús le castigaría por la caridad que ella mostró? María siempre apunta hacia él: haced todo lo que os dijere
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