Re: Cielos... qué pregunta!!
Originalmente enviado por: Timoteo444000
Me gustaría que alguien me aclarara una duda sobre "los tres cielos". En mi iglesia dimos un estudio bíblico y nos enseñaron esto:
1º CIELO: El cielo visible con sus nubes, estrellas y tal. El "COSMOS".
2º CIELO: Donde ocurre la guerra entre los ángeles de Dios y los del diablo.
3º CIELO: Donde se encuentra Dios sentado en su Trono son su corte celestial.
Pero yo tenía entendido otra organización que venía de la tradición judía:
1º CIELO: Cielo atmosférico con las nubes.
2º CIELO: el universo con sus estrellas, el sol, la luna y los planetas.
3º CIELO: llamado el cielo de fuego (creo) y dónde reside Dios en majestad junto con la corte celestial.
Me gustaría que alguien me aclarara el asunto si es posible.
Gracias, Dios los guarde.
La palabra hebrea
shamayim (cielo, cielos, firmamento) y la griega
ouranos se emplea para designar tanto el cielo físico como la morada de Dios.
Desde el punto de vista físico, el cielo incluye todo lo que está por encima de la tierra; la tierra y los cielos (Gén 1:1) significan todo el universo. Cuando la palabra se emplea en este sentido físico puede abarcar todo lo que está por encima de la tierra, o parte de ello (la atmósfera, el firmamento...). Por ejemplo, en Mateo 6:26 y Hechos 10:12 la palabra
ouranos se refiere a la atmósfera, mientras que en Marcos 13:25 y Hebreos 11:12 se trata del cielo sideral.
Los cielos declaran la gloria de Dios y su justicia (Salmos 19:1; 50:6)y alaban a Dios (Salmo 69:34). A pesar de su grandeza, no deben ser idolatrados (Exodo 20:4; Jeremías 44:17-25).
Un día los cielos desaparecerán como humo o como un pergamino que se enrolla (Isaías 34:4; 51:6; 2 Pedro 3:7, 12) y Dios recreará nuevos cielos y tierra libres del efecto del pecado, donde la justicia morará por siempre (Isaías 65:17; 66:22; 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 20:11; 21:1).
También se emplea la palabra «cielos» con referencia a la morada de Dios (Deuteronomio 26:15; 1 Reyes 8:30). Como los cielos son infinitamente más altos que la tierra, así están los pensamientos y las acciones de Dios por encima de los pensamientos y acciones humanas (Isaías 55:8-9).
Vine (p. 158)nota que los cielos
...son la morada eterna de Dios (Mt 5.16; 12.50; Ap 3.12; 11.13; 16.11; 20.9). De allí descendió en Hijo de Dios para encarnarse (Jn 3.13,31; 6.38,42). En su ascensión, Cristo «traspasó los cielos» (Heb 4.14...); «subió por encima de todos los cielos» (Ef 4.10) y «fue hecho más sublime que los cielos» (Heb 8.1); está «a la diestra de Dios», habiendo subido al cielo (1 P 3.22). Desde su ascensión, el cielo es la esfera de su presente vida y actividad (p ej Ro 8.34; Heb 9.24). De allí descendió el Espíritu Santo en Pentecostés (1 P 1.12). es la morada de los ángeles (p ej, Mt 18.10; 22.30; cf Ap 3.5). allí fue Pablo arrebatado ... (2 Co 12.2). Ha de ser la morada eterna de los santos en la gloria de la resurrección (2 Co 5.1). De allí descenderá Cristo al aire para recibir a sus santos en el arrebatamiento (1 Ts 4.16; Flp 3.20,21) ... En la presente vida, el cielo es la región de la ciudadanía espiritual de los creyentes (Flp 3.20).
En 2 Corintios 12:1-5 Pablo hace referencia al «tercer cielo» al describir una experiencia extraordinaria que, todo indica, era la suya propia:
1 El gloriarse es necesario, aunque no es provechoso; pasaré entonces a las visiones y revelaciones del Señor.
2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (no sé si en el cuerpo, no sé si fuera del cuerpo, Dios lo sabe) el tal fue
arrebatado hasta el tercer cielo.
3 Y conozco a tal hombre (si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe)
4 que fue arrebatado al paraíso, y escuchó palabras inefables que al
hombre no se le permite expresar.
5 De tal hombre sí me gloriaré; pero en cuanto a mí mismo, no me gloriaré sino en mis debilidades.
Pablo parece referirse aquí al más alto cielo, la morada de Dios. No obstante, ni él ni ningún otro autor del Nuevo Testamento explicitan qué son el primer y el segundo cielo. Por tanto aún nuestra mejor respuesta no puede sino ser necesariamente especulativa.
En el judaísmo intertestamentario y posterior existía mucha especulación con respecto al cielo, aunque los diversos escritos de la apocalíptica judía no presentan una visión unificada. Por ejemplo, en Enoc etíope, 4 Esdras y Apoc. Baruc siríaco aparece un único cielo; en el Testamento de Leví (2-3) son tres, cinco en Baruc griego, y siete en Enoc eslavo, Testamento de Abraham y la tradición rabínica.
El paraíso se ubicaba ora en el tercer cielo (Enoc eslavo 8:1-8; Asunción de Moisés 37) o, según la tradición rabínica, en el séptimo. En el tratado del Talmud
Bereshit Rabba 19 una leyenda describe la ascensión de la gloria de la presencia de Dios o
Shekinah hacia regiones superiores del cielo, etapa por etapa: primero como consecuencia del pecado de Adán (al primer cielo), del homicidio de Caín (al segundo cielo) y así sucesivamente hasta el séptimo cielo cuando Abraham fue a Egipto. Posteriormente la
Shekinah desciende escalón por escalón desde el nacimiento de Isaac hasta la época del Exodo, cuando de nuevo llega a la tierra para morar en el Tabernáculo. La noción de siete cielos reaparece en el Corán (Sura 67) y en Dante Alighieri.
Si Pablo hubiese admitido esta leyenda, al referirse al tercer cielo hubiera aludido probablemente a las partes más altas de la atmósfera.
No obstante, como observa Plumptre (p. 409):
Es más probable, empero, del tono con el cual habla, que él adopta la clasificación más simple y piensa de sí mismo como pasando más allá del cielo inferior, más allá del firmamento del cielo, al tercer o más alto cielo, donde era manifestada la presencia de Dios.
Si este análisis es correcto, entonces el primer cielo sería la atmósfera, el segundo el firmamento, y el tercero la morada de Dios (otro ámbito de existencia).
No obstante, existen dos pasajes en Efesios que deben traerse a consideración (negritas añadidas):
Y El os dio vida a vosotros, que estabais muertos en
vuestros delitos y pecados,
2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
Efesios 2:1-2
Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de
tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Efesios 6:12
El «aire» y las (regiones) «celestiales» que se mencionan aquí puede ser simplemente el ámbito de lo invisible, pero puede asimismo ser una referencia a un segundo cielo intermedio entre el primero físico (atmosférico y sideral) y el tercero, morada de Dios. Este segundo cielo sería el ámbito de las luchas espirituales de las que el creyente no puede sustraerse; cf. la visión de Juan en Apocalipsis 12.
En resumen, Timoteo, las dos posiciones que planteas son sostenibles, aunque yo me inclino (sin dogmatismo) hacia la primera.
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
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Bibliografía
Colin Brown (Ed.),
New International Dictionary of New Testament Theology. Grand Rapids: Zondervan, 1975-1978; 2:188-196.
R. Laird Harris, Gleason L. Archer, Jr., Bruce K. Waltke (Eds.),
Theological Wordbook of the Old Testament. Chicago: Moody Press, 1980; 2:935-936.
E.H. Plumptre,
The Second Epistle to the Corinthians. En Charles John Ellicott (Ed.),
A Bible Commentary for Bible Students. London-Edinburgh: Marshall Brothers, ca. 1890; 7:408-409.
W.E. Vine,
Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento. Trad. Cast. Miami: Caribe, 1999, p. 54-55, 158-159.
A. Skevington Wood,
Ephesians. En Frank E. Gaebelein (ed.),
The Expositor's Bible Commentary. Gran Rapids: Zondervan, 1978; 11:86.