Causa y efecto

30 Marzo 2000
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Causa y efecto.

Es reconocido que todo efecto tiene su causa y que, en muchas ocasiones, conociendo el efecto podemos llegar hasta la causa. Pero en el comportamiento y en el desarrollo de las personas, aprendemos que los efectos de una determinada forma de ser provienen de una causa, es decir, de una persona desarrollada de la cual brotan sin esfuerzo esos efectos de su propia causa: él mismo. Por eso, se observa determinados comportamientos éticos y morales, de paz y tranquilidad, de ausencia de odio o rencor, de paciencia y templanza, de renuncia a la sexualidad, de verdadera bondad y altruismo, etc. Y se tiende, para llegar a ser como esa persona en los que esos sentimientos y formas de actuar nacen o brotan espontáneamente, a copiarlos y a imitarlos.

Pero, ¿fingiendo o copiando los efectos de una determinada forma de ser podemos llegar a su causa? ¿Aplicando normas bien intencionadas podemos llegar a ser como el modelo que queremos imitar? NO. Es una gran falacia. Por muy bien que una persona intente imitar determinados comportamientos, esos comportamientos fingidos no llegarán NUNCA a llevarle a ser como a la persona en la que esos comportamientos nacen de forma natural. Nunca llegará a ser como la persona a la que intenta imitar.

Esto es muy importante, porque las religiones siempre han tratado de forzar determinados comportamientos para conseguir ser mejores personas, pero lo único que se consigue así es construir un vestido de buenas maneras y costumbres que no hacen cambiar la esencia misma de la persona. Como ejemplo, la religión católica da mucha importancia al sexo porque sabe que una persona desarrollada ya no siente ese deseo enfermizo ni esa compulsión hacia el sexo contrario, habiendo encontrado verdadera libertad en el mundo tan esclavo de sentimientos y pasiones en el que solemos vivir las personas. Por eso aboga por el celibato y la contención de los impulsos sexuales. Pero este refreno de esos impulsos lo único que consigue es exacerbarlos y que se conviertan en algo obsesivo y permanente en la persona, que le asalta de forma violenta ante el mínimo descuido en su autocontrol o represión impuesta de esos impulsos, pudiéndole llevar a situaciones peligrosas y violentas de difícil solución y asimilación personal. A continuación, cuando esta represión falla, surge la necesidad de tener un confesor, confesarse y tratar de quitarse de encima la sensación de derrota personal que el fallo a esta imposición artificial provoca.

La forma de actuar correcta sería ver como me comporto yo, observar los deseos, sentimientos, y pasiones que brotan de mi interior y analizarlas. Descubrir mi imperfección y compararla con la perfección de esos supuestos ascendidos y personas serenas y humildes. Ver la diferencia, pero no intentar copiarla, sino saber de esa diferencia, considerarla como un modelo y reconocer esos sentimientos que nacen en mi interior e intentar sujetarlos, sin obsesionarse. Darles de vez en cuando salida, porque si no el autocontrol se hace insoportable y esos instintos pueden con uno. Poco a poco, después de muchas tensiones y fracasos, estos instintos, pasiones y deseos se van reconociendo y encauzando, hasta llegar a la Cruz que los derrota y destruye.

La Cruz es la forma de eliminarlos.
 
¿RELIGION O RELACION?

Si lo que se pretende es realizar una serie de ritos, que nos hagan sentirnos bien con nosotros mismos de forma momentánea, elijamos la RELIGION; por el contrario, si lo que queremos es acercarnos a Dios, la Biblia, por lo tanto, Dios mismo nos dice que el único Camino es Jesucristo.
Jesús le dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí". (Evangelio de Juan 14:6)
La religión puede cambiar el exterior; pero solo Cristo puede cambiar el corazón.
En tiempos de Cristo, un hombre muy religioso llamado Nicodemo recibió las siguientes palabras de Jesús:
"De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios".
Jesús se estaba refiriendo a cambiar de vida.

¿Qué hay que hacer para cambiar?
1- Reconocernos pecadores delante de Dios. Nosotros no podemos hacer nada para salvarnos.
"Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23)
¿Qué es el pecado?.. Todo lo que no sea amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

2- Creer en Cristo como Señor y Salvador.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. (Juan 3:16-18)

3- Confesar a Cristo como Salvador y Señor de tu vida.
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:9-10)

¿Quieres que Cristo cambie tu vida, o solo deseas una religión?, ¿donde deseas pasar la eternidad, con Dios o sin Él?
Si quieres que Cristo entre en tu vida, solo es necesaria una sencilla oración, algo así:
"Señor Jesús, sé que un día moriste por mí en la cruz, para darme vida eterna, te pido perdón por todos mis pecados y te invito a entrar en mi vida; cámbiame Señor, no quiero ser un religioso más, quiero tener una relación contigo, y que tu estés conmigo por toda la eternidad. Gracias Señor por escucharme. En el Nombre de Cristo Jesús, el único Camino, la Verdad y la Vida. Amén.
Si has hecho esta oración, desde lo más profundo de tu corazón, formas ya parte de la familia de Dios; busca un grupo cristiano que predique a Jesucristo y lee a menudo la Biblia. Si necesitas meditarlo o alguna aclaración, no dudes en escribirme.
Dios te bendiga y te guíe.

Maripaz
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Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. (Juan 6:68)
Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.(Hechos 5:29)


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