Castillo fuerte en la guerra

Modri

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24 Julio 2002
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http://www.icp-e.org/claves.htm

Castillo fuerte en la guerra
Wenceslao Calvo

‘‘Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah
Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo. Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana. Bramaron las naciones, titubearon los reinos; dio él su voz, se derritió la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah
Venid, ved las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra. Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, y quema los carros en el fuego. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah’ (Salmo 46)



Uno de los himnos preferidos por los evangélicos de todo el mundo y de todas las épocas es Castillo fuerte es nuestro Dios. Fue compuesto por Martín Lutero hacia el año 1527, fecha en la que se sintió abrumado sobremanera por pruebas de toda índole: físicas (una enfermedad por la que estuvo a punto de morir), familiares (la epidemia que asoló la ciudad afectó a su esposa Katie y a su primogénito Hans), psicológicas (su vida corría continuo peligro desde que fuera declarado hereje) y espirituales (sus enfrentamientos y desacuerdos con Erasmo, Zwinglio y Oecolampadio).

Aparte de toda la turbulencia que en buena parte de Europa se vivía por causa de la Reforma y de los implacables enemigos (Papa, Emperador, príncipes y obispos) que querían destruirla. Fruto de toda esta tensión fue la composición del himno mencionado que acabaría convirtiéndose en todo un himno de guerra de la causa evangélica. Posteriormente (1735), Juan Sebastián Bach lo incorporaría a una de sus deliciosas cantatas compuesta para conmemorar la Fiesta de la Reforma. Hasta el día de hoy Ein feste Burg ist unser Gott es cantado con devoción en iglesias protestantes de distinto matiz sin que haya perdido un ápice de su fuerza e inspiración.

El himno está basado en el Salmo 46 que hubo de ser escrito con el telón de fondo de una gran crisis nacional: agitación, turbación, amenazas, guerra, miedo... son algunos de los ingredientes que se vislumbran en dicho Salmo. El futuro, las perspectivas no parecen muy halagüeñas; es como si se hubieran trastocado todos los elementos, como si se hubieran subvertido a una todas las cosas. Humanamente hablando hay poco que se pueda hacer ante semejante panorama y el riesgo de ser engullido por tan formidables fuerzas. Por eso no es extraño que Lutero se identificara con el mismo. Pero el caso es que la validez y actualidad del Salmo 46 no queda relegada al pasado sino que sigue siendo vigente para el día de hoy, tanto en el ámbito personal, pues pasamos a veces por circunstancias que nos superan y sobrepasan, como especialmente en el ámbito mundial, ahora que estamos viviendo momentos críticos en los que puede ocurrir cualquier cosa.

Veamos las partes que lo componen:

Declaración de confianza.
‘No temeremos’.
Esta declaración no es una confesión hecha en ingenuidad ni tampoco una proclamación verbal para arengarse a uno mismo y levantar el ánimo, sino que es la certeza íntima ante todas las eventualidades que puedan acontecer y frente a las peores contingencias que puedan ocurrir; por ejemplo, que la tierra sea removida, es decir, que aun lo más sólido se desmorone. Por lo tanto, el punto de partida es que estamos frente a la peor de las situaciones en que se pueda pensar... pero no obstante eso, no temeremos.

Fuente de esa confianza.
‘ Dios es nuestro amparo y fortaleza’
De dónde la obtiene? ¿Acaso de su fe en sí mismo? ¿O tal vez de su fe en el ser humano? Ahí es donde muchos la depositan para, a la postre, acabar derrotados. El humanismo tiene soluciones cuando las crisis son mediocres pero cuando enfrentamos crisis de tal envergadura se queda mudo y sin respuesta. Sin embargo, el creyente es alguien conocedor de su propia impotencia pero sabedor de dónde está la verdadera suficiencia.

Calidad de dicha confianza.
‘ No será conmovida’.
Es una confianza en medio de una turbación generalizada, de un estado de convulsión y agitación total: social, política y militar, pues son las naciones y los reinos que braman, que titubean; es decir se trata de un estado de cosas de furia desatada y a la vez de ruina inminente y todo a ello a todos los niveles, pues ya no son solamente los elementos naturales (montes, aguas, tierra) los que parecen estar fuera de control sino también el conjunto de los seres humanos organizados en naciones y reinos. Sin embargo, en contraste con este escalofriante escenario hay un lugar de serenidad, de sosiego y de paz. Y ese lugar no es otro que la ciudad de Dios. Se trata del único lugar estable y sólido, que permanece incólume en medio de la debacle general y ello no porque esté exenta de ataques sino más bien a pesar de los mismos. Las naciones rugen, las naciones la combaten, pero su permanencia está asegurada por esta sencilla pero poderosa razón: ‘Dios está en medio de ella.’ Los moradores de tal ciudad son los anunciadores de esta confianza y los usufructuarios de la misma.

Llamamiento a tal confianza.
‘ Estad quietos y conoced que yo soy Dios.’
Se llama a las naciones, a las que Dios mismo ha quebrantado de manera patente, a la reflexión, a la meditación, al cese de la agitación y a la búsqueda de Aquel que en medio de tan gran convulsión se ha glorificado a sí mismo.
Sí, el mundo parece estar descontrolado pero los cristianos podemos, como Lutero, proclamar Castillo fuerte es nuestro Dios.



Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en una iglesia de Madrid.
© W. Calvo, I+CP, 2003. I+CP (www.ICP-e.org)