CARTA AL HOMBRE Y A LA MUJER

Mariano Aragoneses

Recién registrado
17 Octubre 2025
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CARTA AL HOMBRE Y A LA MUJER.
Sobre el tiempo del engaño y la llamada al corazón despierto

Desde los caminos casi solitarios por los que aún transita el alma que busca lo verdadero y lo auténtico, nace una certeza que no puedo sino compartir: el gran engaño que envuelve a la humanidad no es nuevo. Es tan antiguo como el hombre mismo. Se ha repetido una y otra vez, siempre a manos de quienes negaron —y siguen negando— al Creador, fuente de toda existencia.

Vivimos en una época en la que lo falso se reviste de apariencia luminosa. Desde la pasada pandemia, muchos corazones percibieron un salto cualitativo en la degradación de la condición humana: una impostura global que hiere al intelecto sano y al alma sensible. Pero esta mentira no comenzó ayer; lleva siglos gestándose en cada rincón de la vida, en cada relación, en cada estructura que el hombre erige sin memoria de su Señor.

Sin embargo, nada escapa al designio del Creador de todos los mundos, de lo visible y de lo invisible. Esta confrontación entre quienes creen y quienes niegan no es un accidente de la historia: forma parte del tejido mismo de la Creación. Así fue revelado a Moisés en la Torá, a Jesús en el Evangelio, y a Muhammad en el Corán —la paz sea sobre todos ellos—, así como a los mensajeros anteriores. Todos trajeron el mismo mensaje esencial: recordar lo que el ser humano tiende a olvidar.

A lo largo del tiempo, esos mensajes sagrados han sido alterados, mezclados, adaptados a intereses humanos. El olvido nos hace asociar al Creador con Sus criaturas, adorar lo creado en lugar de Aquel que da el ser. Pero hemos sido diseñados para adorar, y la gran pregunta de toda vida es precisamente a quién o a qué dirigimos esa adoración.

El espíritu de la mentira se manifiesta también en la manipulación de las revelaciones, en la sustitución de lo divino por lo utilitario. Así se deformó el mensaje de Moisés, convirtiendo la Torá en letra sin espíritu, o lo que es lo mismo, se cambió por el llamado talmud; y se desfiguró el Evangelio, confundiendo al Mensajero con el mismo Dios que lo envió. Son consecuencias inevitables del olvido y de la fascinación por esta vida pasajera.

El último mensaje, el descendido a Muhammad —la paz sea con él—, fue preservado en su pureza gracias a la determinación viva de quienes lo memorizaron y lo memorizan; y lo aprenden de corazón. Ninguna pluma humana ha podido alterarlo. Y sin embargo, incluso allí, la práctica y el ejemplo fueron también objeto de tergiversación.

Hoy, el mundo entero vive bajo el dominio de un mismo poder: la usura, que somete, divide y oscurece. En nombre de la riqueza y del progreso, se ha traicionado el legado de los profetas y se ha entregado la humanidad a una servidumbre más sutil, pero más profunda que cualquier otra anterior.

Y, sin embargo, el Mensajero de Dios nos advirtió:

> “Los hijos de Israel se dividieron en setenta sectas; los cristianos, en setenta y una; y los musulmanes, en setenta y dos. Solo una de ellas permanecerá en el camino recto: la de los pobres, hasta el final de los tiempos.”



Por eso, no busques la verdad donde todos miran, pues lo que allí brilla suele ser reflejo de una mentira.

El propósito de estas palabras no es otro que despertar la reflexión, tocar la mente de quienes aún conservan algo de claridad en sus pensamientos y pureza en su corazón. No son discursos políticos ni consignas: son un recordatorio, una llamada al alma.

Puede que muchos respondan con silencio, como ha sucedido siempre. Pero el deber de quien ve es seguir llamando, aun cuando sus golpes suenen sobre granito.

El decreto, al fin y al cabo, pertenece solo al Uno, sin asociado.

Busquen la verdad sin temor. Indaguen con sinceridad. No hay atajo más directo hacia lo real que volver el rostro hacia Dios y Su mensaje.

Y creedme: quien de verdad busca, encontrará.
Creedme de verdad; es ir directo al grano. Un saludo.

P.d: en mi caso particular, me llegó de la manera más inverosímil. Desde un férreo ateísmo provocado por la renuncia de cuanto heredé de la transmisión paterna.
 
Decir que “fuera de Cristo todo es mentira” es repetir una fórmula vacía, nacida más de los dogmas que de las palabras de Jesús.
Porque la gran confusión que ha padecido el mundo cristiano es haber hecho creer que Jesús fue Dios mismo y no lo que él siempre dijo ser: un hombre de carne y hueso, elegido, inspirado y enviado por Dios. El más puro entre los hombres de su tiempo.

Él nunca pidió ser adorado, sino obedecido. Nunca se presentó como el Creador, sino como Su siervo y mensajero. La misma Biblia lo declara:

> “Jesús les respondió: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.”
(Juan 7:16)



Si su enseñanza no era suya, sino del que lo envió, ¿cómo podría ser él mismo ese Enviador?

Y también dijo:

> “El Padre es mayor que yo.”
(Juan 14:28)



Una frase que por sí sola desbarata siglos de confusión teológica. Porque quien reconoce que otro es “mayor” que él, no puede ser ese mismo.

El Evangelio mismo confirma que la verdad no está limitada a una figura, sino al Espíritu que Dios sopla sobre los sinceros:

> “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu.”
(Juan 3:8)



El Espíritu de Dios se manifiesta donde hay verdad interior, no donde hay credos repetidos.

Y Pablo, que conoció la búsqueda de muchos pueblos, escribió:

> “Cuando los gentiles, que no tienen la Ley, hacen por naturaleza lo que es de la Ley… muestran la obra de la Ley escrita en sus corazones.”
(Romanos 2:14-15)



Por tanto, la verdad no está encerrada en un nombre, ni en una estructura eclesial, sino en el corazón que reconoce al Único como Dios.

Jesús fue el más noble de los hombres, enviado para su época como guía y misericordia. Convertirlo en el mismo Dios fue —y sigue siendo— la raíz del gran extravío, porque al confundir al Mensajero con el Enviador, se oculta la grandeza de Dios y se pierde el sentido de la verdadera adoración.
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> “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.”
(Juan 4:24)



Esa verdad no se encuentra en la idolatría de la persona, sino en la pureza del corazón que reconoce al Uno sin asociado.
 
Decir que “fuera de Cristo todo es mentira” es repetir una fórmula vacía, nacida más de los dogmas que de las palabras de Jesús.
NO HABLES DE LO QUE NO CONOCES

Col 2:2 para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,
Col 2:3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Col 2:4 Y esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas.

SI NO ENTIENDES QUE SIGNIFICA:

"TODOS LOS TESOROS DE LA SABIDURÍA Y DEL CONOCIMIENTO"

Pide ayuda, que aquí con gusto, te colaboramos.
 
Jesús fue el más noble de los hombres, enviado para su época como guía y misericordia. Convertirlo en el mismo Dios fue —y sigue siendo— la raíz del gran extravío, porque al confundir al Mensajero con el Enviador, se oculta la grandeza de Dios y se pierde el sentido de la verdadera adoración.
APRECIADO FORISTA MARIANO ARAGONESES:

No existe ninguna confusión, sino una sed espiritual de comprobación sobre quién es Jesús, no conforme a los grupos de orientación Arriana, sino como responsabilidad de cada creyente que Cristo ha escogido para su honra y gloria desde antes del comienzo de los siglos.

Pero cuando el creyente es atrapado por estos grupos heréticos, lo que siembran es confusión en el corazón del hombre que busca con sencillez ser conocido por Cristo, el Creador (Col.1:15-19) y no al revés, pues él conoce de antemano los que son suyos 2Ti 2:19.

Aquí te colaboramos:

No se trata de confundir al Mensajero con el "Enviador", sino de reconocer que el Enviador se hizo Mensajero por amor.

Jesús no oculta la grandeza de Dios: la revela.

“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9).

Oramos para que el Espíritu Santo te guíe a toda verdad, y que puedas ver en Jesús no solo al más noble de los hombres, sino al Dios eterno, digno de adoración, en base a las siguientes escrituras que te invito a examinar:

Isaías 40:3: “Preparad camino a Jehová…”

- Mateo 3:3 aplica esta profecía directamente a Jesús:

“Preparad el camino del Señor (Kúrios)”.

Apocalipsis 1:7-8: “Viene con las nubes… Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios…”
Y esta expresión con la que finaliza el versículo 8:


-"el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso."-

- "El que es": Jesucristo es el mismo ayer, antes de su encarnación, el que es, en este mismo momento, y el que ha de venir como el Todopoderoso por los siglos eternos.

El que viene es el traspasado, identificado como Jehová y como Jesús en el mismo contexto;

Apocalipsis 22:12-13, 20: “¡Mira! vengo pronto… Yo soy el Alfa y la Omega…”

- Se responde: “¡Amén! Ven, Señor Jesús”.

- El Alfa y la Omega es Jesús, y también es llamado Jehová.

Tengo más y le comparto:

Los apóstoles tradujeron “Jehová” como “Kúrios” (Señor) más de 130 veces.

El mismo término “Kúrios” se usa más de 500 veces para referirse a Jesús.


Nunca se hace distinción entre el uso para el Padre o para el Hijo.

- Esto demuestra que Jesús comparte el título divino sin contradicción como cuando afirma:

-"Yo y el Padre UNO somos"-

-"Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí"-

Es tan sumamente peligroso dudad que en Jesús habita toda la plenitud de la Deidad, que el mismo lo advierte aquí:


Jua 8:24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que "YO SOY", en vuestros pecados moriréis.

Es el mismo "YO SOY EL QUE SOY" que habló con Moisés en la llanura de Madián cuando apacentaba las ovejas de su suegro Jetro, aquí está el texto, recuerde la zarza que no se apagaba:

Éxo 3:14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

Con esta advertencia finalizo este mensaje:

Negar que Jesús es Jehová es extravío doctrinal, por lo siguiente que ya te cité:

Juan 8:58: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.”

Jesús se identifica con el nombre divino revelado en Éxodo 3:14

Colosenses 2: 9 “En Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.”

Hebreos 1:8: El Padre llama al Hijo: “Tu trono, oh Dios, es eterno…”

Considera las Escrituras presentadas y que el Espíritu Santo te guíe a toda la verdad que es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria en la Casa de su Padre (Jn.14:1-3) donde nos veremos para servir al Señor por toda la eternidad, porque esta es otra verdad que poco se conoce, no solo lo adoraremos, sino que también estaremos trabajando por él y para él, como está escrito:

Apo 22:3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,