En la Comunidad de Jerusalén (Hechos 2) se practicaba una caridad mutua entre los miembros de la comunidad. Era una caridad hacia dentro, no con los pobres de Jerusalén.
Cada día el Espíritu iba trayendo nuevos hermanos y hermanas, muchos de los cuales eran pobres porque, tras vender los hermanos de Jerusalén sus posesiones y vivir de alquilados y trabajando, necesitaron que Pablo hiciera una colecta en Grecia. Tantos eran los hermanos pobres que llegaban. Ciegos, leprosos, tullidos, mendigos, aquellos a quienes Jesús se había acercado.
Dos siglos después, en el siglo III, las catacumbas de San Calixto en Roma albergaron medio millón de tumbas, un tercio de ellas de niños que los cristianos recogían en la calle y les daban apoyo los últimos días de sus vidas. La caridad había pasado también hacia fuera?
¿Había decaído la presencia del Espíritu? ¿O eran pocos los conversos y se dedicaban entonces a los niños? ¿Por qué ese cambio entre una comunidad y otra?
Todavía en tiempos de Ireneo de Lyon (130 – 202) había hermanos que recibían el don de resurrección de muertos, la presencia del Espíritu era fuerte, pero algo había cambiado en el modus operandi de la caridad en las comunidades.
Cada día el Espíritu iba trayendo nuevos hermanos y hermanas, muchos de los cuales eran pobres porque, tras vender los hermanos de Jerusalén sus posesiones y vivir de alquilados y trabajando, necesitaron que Pablo hiciera una colecta en Grecia. Tantos eran los hermanos pobres que llegaban. Ciegos, leprosos, tullidos, mendigos, aquellos a quienes Jesús se había acercado.
Dos siglos después, en el siglo III, las catacumbas de San Calixto en Roma albergaron medio millón de tumbas, un tercio de ellas de niños que los cristianos recogían en la calle y les daban apoyo los últimos días de sus vidas. La caridad había pasado también hacia fuera?
¿Había decaído la presencia del Espíritu? ¿O eran pocos los conversos y se dedicaban entonces a los niños? ¿Por qué ese cambio entre una comunidad y otra?
Todavía en tiempos de Ireneo de Lyon (130 – 202) había hermanos que recibían el don de resurrección de muertos, la presencia del Espíritu era fuerte, pero algo había cambiado en el modus operandi de la caridad en las comunidades.