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El peligroso efecto de la televisión en el niño
ELISA MARIA DOMINGUEZ
PSICOLOGA/SALUD.COM
La madre de un niño de 6 años, un tanto preocupada y disgustada le comenta a su amiga: "Cuando mi hijo enciende el televisor a él se le puede derrumbar el mundo a su alrededor y ni cuenta se da. Si se lo apagamos se torna ansioso y en medio de llanto y de gritos suplica que se lo vuelvan a prender. Después de retirarse de allí, se dirige a su habitación a repetir con sus juguetes las escenas que acaba de presenciar utilizando la agresión física y verbal propia de los muñecos animados, hechos para niños, en horarios para niños".
Padre de familia, ¿le parece a usted familiar esta escena?
Existe mucha literatura sobre este tema dirigida a prevenir a padres de familia sobre los efectos negativos que la televisión tiene sobre estas personitas que son literalmente esponjas absorbiendo todo estímulo que a sus sentidos llega. Pero ¿qué tan grave puede ser el contenido que ofrece este medio audiovisual tan conocido y al alcance hasta de las clases menos favorecidas? ¿No se supone que se trata de un medio de comunicación que sólo pretende divertir, informar, e incluso, enseñar?
Sus detractores se ensañan en no ver tales beneficios y exponen múltiples razones en su contra. Las más citadas son:
La televisión desplazó la lectura a un segundo lugar, que es la que verdaderamente crea en los niños la capacidad de imaginar, creando imágenes en su mente. Mientras la lectura fomenta pensamiento y reflexión, la televisión sólo le ofrece estímulos visuales y auditivos superpuestos, dejando la mente del niño sin nada por hacer. Los ojos del niño, acostumbrados a estar fijos frente a la pantalla del televisor, se cansan al momento de leer por falta de desarrollo muscular.
El alto contenido agresivo (físico y verbal) presente en programas infantiles, que normalmente ocurre sin explicación razonable tras el que las víctimas muy rara vez sufren heridas permanentes o dolor, los lleva a pensar que la violencia es una forma aceptable de solucionar problemas y fuera de eso, no hace daño ni al cuerpo ni al alma. Por lo tanto, el comportamiento y el lenguaje del niño se torna más violento y se vuelven algo indiferentes al presenciar conductas agresivas en otros.
Afecta el desarrollo social y físico de los niños. Aquellos que pasan pasivamente horas frente a un televisor tienden a ser más obesos y menos sociables que los que participan de juegos activos con otras personas.
Un interesante aporte es el dado por la neuróloga Keith Buzzell en su libro "La influencia de la TV en el Desarrollo del Cerebro Humano", quien ve la televisión como un medio que dificulta, y a veces impide, el correcto desarrollo del cerebro del niño, causando problemas de atención y dificultades en los procesos de aprendizaje. Explica la necesidad que tienen los niños de llevar a cabo actividades físicas que le representen movimientos finos y gruesos y que a la vez le permitan estimular e integrar todos los sentidos (vista, oído, gusto, olfato y tacto). Este estímulo integrado es el precursor del desarrollo de la parte del cerebro que nos permite centrar nuestra atención en algo. Según ella, la demasiada o poca estimulación de los sentidos y un pobre desarrollo de motricidad fina y gruesa, puede llevar a problemas de concentración.
Otra apreciación importante al respecto es la que proporciona la doctora Jane Healy en su libro, "Mentes en Peligro: ¿Por qué los niños no piensan y qué podemos nosotros hacer?".
Ella afirma que el hemisferio cerebral que domina cuando un niño ve televisión es principalmente el derecho, el del pensamiento intuitivo, quedando el izquierdo, el del pensamiento analítico, fuera de estímulo. Lo grave de esto es que al no haber interacción entre los dos hemisferios por tiempo prolongado pueden presentarse dificultades de atención y aprendizaje. Ella afirma: "el tamaño del cerebro puede disminuir en un 20-30 por ciento si al niño no se le toca, si no se juega con él y si no se le habla"; en otras palabras, cuando se le deja inactivo observando por ejemplo, programas de televisión.
Como vemos, son dos apreciaciones que llegan a lo mismo: la acción de ver televisión, que se caracteriza por una deprivación multisensorial, puede estar impidiendo el crecimiento del cerebro de nuestros hijos y ocasionando problemas de atención y aprendizaje.
La señora Iliana Medolla, profesora preescolar por 18 años, de nacionalidad uruguaya y residente en los Estados Unidos, ha tenido la oportunidad de conocer la cultura americana y ve cómo, mientras los hijos ven televisión, los padres tienen el beneficio del tiempo para hacer los quehaceres del hogar sin siquiera percatarse del contenido de los programas que el niño escoge. Le atribuye a la televisión la falta de creatividad en sus alumnos, así como también la agresividad con que a veces hablan y se comportan. "Imitan perfectamente las voces y actitudes de los personajes de moda en televisión: hacen patadas de karate y apuntan a sus compañeros con armas imaginarias. Los niños hablan, comen y se visten por lo que ven en la TV". Dice que los padres se quejan de eso pero difícilmente aceptan que su hijo está viendo demasiada televisión.
La solución a todo esto puede ser tan simple como 1,2,3:
1.Limite el tiempo que su hijo ve televisión al mínimo. Tómese el trabajo de ver los programas favoritos de ellos para poder así, tener criterio para seleccionar los que tengan menor contenido agresivo. Sin embargo, procure permanecer a su lado o cerca a él, para poder discutir lo que está pasando. Involucre en esto a las personas que están al cuidado del niño durante el día (niñera, abuelos, hermanos mayores, tíos,etc.).
2.Invite al niño a vivir sensaciones reales en un ambiente natural. La lectura de libros, el contacto con la naturaleza, el deporte o sencillamente conversar con otra persona son experiencias invaluables que verdaderamente enriquecen la mente y el corazón del niño.
3.Comparta más tiempo con sus hijos.