Caín y Abel.
Estamos rodeados de mitos y leyendas, sin reconocer profundamente lo que quieren indicarnos. Esos mitos y leyendas, tienen un significado más profundo que los que se les ha aplicado en la religión convencional y en la psicología tradicional. Por ejemplo Caín y Abel. Las corrientes psicológicas dicen que Abel toma o asume el papel de bueno y Caín el de malo, buscando el amor del Padre. Este estúdio sicológico resume el aspecto egoista de ambos de agradar de forma enfermiza o de ser el mejor ante el Padre, cosa que no quiere decir este pasaje en el Antiguo Testamento. En realidad se asume en este análisis que ellos son iguales, son hermanos, pero uno era agradable a Dios y el otro no y por envídia, el que no era "agradable" a Dios mata al primero.
En realidad Caín y Abel no eran iguales. No es que Abel amara más a su padre que Caín, sino que su Padre, amaba más a Abel que a Caín. Y este no puede soportar esta aparente injusticia. Pero no era una injusticia ni era determinada por el comportamiento. Veamos. De la semilla de Dios, de la grey de Dios, nació Abel y por eso era agradable a Dios, mientras caín era de la semilla del diablo, de la serpiente, del mundo. Eran hermanos porque habían nacido de la misma madre, pero sus espíritus tenían una procedencia distinta. Uno era de Dios y otro no, por lo que no eran iguales. Eran aparentemente iguales, pero en uno de ellos prevalecía su componente divino, mientras en el otro prevalecía su componente mundano, su ego. Y este ego, precisamente, no puede admitir que él no sea un elegido. Se revela ante esta situación. Es como si un perro sin pedigrí sintiera envidia de otro con pedigrí.
Pero el mensaje es aún más profundo. En realidad Caín y Abel no eran dos seres, sino que representan las dos conciencias que posee el hombre. Por un lado la divina y por otro la mundana. Esas conciencias conviven con el hombre cuando es pequeño y una de ellas llega a prevalecer sobre la otra, porque una de ellas MATA a la otra. Generalmente es el ego el que mata a la semilla divina y reina en la mente de la persona. Por eso, el dueño de la heredad, del cuerpo humano, es matado y expulsado de su propia "tierra". El ego, Caín no tiene ningún derecho sobre esa tierra, porque pertenece a ella de forma accidental. Es como cuando tu haces una alberca dentro de un rio para poner vino. Pero al hacer las paredes, queda agua del rio dentro que no es objeto de tu creación. Allí pones el vino, pero como ya está llena de agua, el vino no puede quedarse allí y es hechado fuera. Durante la vida de la alberca, el dueño de ella ha de conseguir hechar fuera el agua, para poder poner allí su Vino. El agua y el vino puede decirse que son hermanos, ya que son líquidos, pero uno es verdadero y objeto de la alberca, y el otro es un habitante accidental. Esto es lo que pasa con el espíritu de Dios y el espíritu del mundo. En el cuerpo humano (alberca), existen dos espíritus, Caín y Abel. Abel es agradable a Dios y dueño de la alberca y Caín lo mata e impide el objeto de la alberca.
Este es el sentido profundo de los mitos de Caín y Abel.
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Estamos rodeados de mitos y leyendas, sin reconocer profundamente lo que quieren indicarnos. Esos mitos y leyendas, tienen un significado más profundo que los que se les ha aplicado en la religión convencional y en la psicología tradicional. Por ejemplo Caín y Abel. Las corrientes psicológicas dicen que Abel toma o asume el papel de bueno y Caín el de malo, buscando el amor del Padre. Este estúdio sicológico resume el aspecto egoista de ambos de agradar de forma enfermiza o de ser el mejor ante el Padre, cosa que no quiere decir este pasaje en el Antiguo Testamento. En realidad se asume en este análisis que ellos son iguales, son hermanos, pero uno era agradable a Dios y el otro no y por envídia, el que no era "agradable" a Dios mata al primero.
En realidad Caín y Abel no eran iguales. No es que Abel amara más a su padre que Caín, sino que su Padre, amaba más a Abel que a Caín. Y este no puede soportar esta aparente injusticia. Pero no era una injusticia ni era determinada por el comportamiento. Veamos. De la semilla de Dios, de la grey de Dios, nació Abel y por eso era agradable a Dios, mientras caín era de la semilla del diablo, de la serpiente, del mundo. Eran hermanos porque habían nacido de la misma madre, pero sus espíritus tenían una procedencia distinta. Uno era de Dios y otro no, por lo que no eran iguales. Eran aparentemente iguales, pero en uno de ellos prevalecía su componente divino, mientras en el otro prevalecía su componente mundano, su ego. Y este ego, precisamente, no puede admitir que él no sea un elegido. Se revela ante esta situación. Es como si un perro sin pedigrí sintiera envidia de otro con pedigrí.
Pero el mensaje es aún más profundo. En realidad Caín y Abel no eran dos seres, sino que representan las dos conciencias que posee el hombre. Por un lado la divina y por otro la mundana. Esas conciencias conviven con el hombre cuando es pequeño y una de ellas llega a prevalecer sobre la otra, porque una de ellas MATA a la otra. Generalmente es el ego el que mata a la semilla divina y reina en la mente de la persona. Por eso, el dueño de la heredad, del cuerpo humano, es matado y expulsado de su propia "tierra". El ego, Caín no tiene ningún derecho sobre esa tierra, porque pertenece a ella de forma accidental. Es como cuando tu haces una alberca dentro de un rio para poner vino. Pero al hacer las paredes, queda agua del rio dentro que no es objeto de tu creación. Allí pones el vino, pero como ya está llena de agua, el vino no puede quedarse allí y es hechado fuera. Durante la vida de la alberca, el dueño de ella ha de conseguir hechar fuera el agua, para poder poner allí su Vino. El agua y el vino puede decirse que son hermanos, ya que son líquidos, pero uno es verdadero y objeto de la alberca, y el otro es un habitante accidental. Esto es lo que pasa con el espíritu de Dios y el espíritu del mundo. En el cuerpo humano (alberca), existen dos espíritus, Caín y Abel. Abel es agradable a Dios y dueño de la alberca y Caín lo mata e impide el objeto de la alberca.
Este es el sentido profundo de los mitos de Caín y Abel.
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