-Sí, y lo hace como cada mañana en la lectura cotidiana Dios nos renueva sus misericordias.-Es el libro más traducido, publicado, leído, estudiado, amado, odiado.
-Por su sola posesión muchos cristianos se convirtieron en mártires.
-Sus objetores suelen presentar múltiples argumentos en su afán de lograr disuadir su lectura, citas y el bien ganado respeto en la literatura universal. Sin embargo, tales intentos son refutados de inmediato.
-La multiplicidad de traducciones y versiones en cada lengua no representa un problema real para nadie, pues todas son confiables, salvo las que fueron confeccionadas “al uso nostro” por las tres sectas Made in USA del siglo XIX (mormones, adventistas y TTJJ).
-Es un ejercicio provechoso el cotejar distintas versiones castellanas, pues la riqueza de nuestro idioma permite a los traductores encontrar sinónimos de los términos hebreos y griegos, a la vez que el conocimiento de estos idiomas permite a los estudiosos profundizar el sentido de los textos en lecturas interlineales.
-Si alguno dudara de la veracidad y divina inspiración de las Sagradas Escrituras, entre tantos argumentos válidos recientemente hallé uno que no conocía todavía: sabiendo que la Biblia es el Libro del pueblo de Israel, esta vez me sorprendí al comenzar la lectura del profeta Jeremías, que ningún otro libro hable tan en contra de Israel, Judá y Jerusalén como en sus primeros capítulos. Difícilmente se encuentre alguna obra islamista que contenga más amenazas y denuestos contra la región, ciudades, reyes, sacerdotes y pueblo, que estos textos de Jeremías. Esta franqueza extrema prueba su autenticidad.
-Felizmente, prosiguiendo la lectura, nos encantan las promesas de restitución que con la conversión se anuncia en las más felices formas.